Amelia miró su propio vómito en el retrete, sintiéndose aún más enferma. Había sido una semana infernal, nada se asentaba en su estómago. Y para variar, se le había retrasado la regla.Todas las emociones de los últimos días estaban alterando violentamente sus hormonas. - Amelia, ¿está todo bien? ¿Puedo pasar? - preguntó la señora Smith al entrar en la habitación.Amelia salió del baño, visiblemente asqueada.- ¡Por el amor de Dios, Amelia! ¡Estás pálida! - dijo Helena mientras Amelia se acercaba a la cama. - Voy a pedirte cita con el médico ahora mismo. - Helena cogió el móvil que llevaba en el bolsillo y llamó a la consulta del médico.Amelia vio desde lejos cómo Helena se acercaba a la ventana y hablaba por teléfono con la secretaria del médico.Unos minutos después, Helena colgó y se volvió hacia ella en la cama.- Ya está, han conseguido hacerte un hueco esta tarde. Ve y ten la seguridad de que yo cuidaré del señor Alderidge. - Helena la tranquilizó, sonriendo a Amelia.- Graci
Amelia se sobresalta al oír los golpes en la ventanilla del coche y se da cuenta de que era Benjamin. Él abre la puerta del coche y la ayuda a salir de él. En cuanto la coge de la mano, Amelia pierde la fuerza en las piernas y él la sostiene, sosteniéndola en su regazo y colocándola sentada de nuevo en un banco frente a la playa. La abraza y Amelia llora. Llora como no ha podido llorar en todos estos años. Llora al recordarlo todo, todas las veces que Barth la ha golpeado, la ha roto. De lo mucho que le rompió el alma y de que ella aún intentaba juntar todas las piezas.Sólo que ahora estaba embarazada de él. Embarazada del hijo de ese monstruo.Pasó algún tiempo antes de que dejara de llorar. Benjamin aún la abrazaba protectoramente.- Amy, cuéntamelo todo. - Le preguntó con paciencia, pero ella pudo ver el odio en sus ojos azules.Amelia se quedó pensativa unos minutos antes de hablar. Tenía miedo de lo que pudiera hacer Benjamin y, lo que era peor, de lo que haría su familia si lo
Benjamin miró incrédulo a Amelia. Apoyó las manos en la mesa mientras miraba a su hermana pequeña, que se mordía el trasero en señal de nerviosismo.- ¿Tú y Alexander? - preguntó. - Esto no puede ser serio.- Es muy serio. - respondió Amelia suspirando. - Alex es amable, divertido, cariñoso. - Y terriblemente guapo y rico. - replicó Benjamin, cruzándose de brazos.- Y su dinero nunca me ha importado, ya lo sabes. - replicó Amelia en tono irritado.- Lo sé, pero eso no quita que sea un hombre rico y solitario que puede cuidar de ti y del bebé. - Replicó él, mostrándose práctico.- Benjamin Jones, ¡no puede saber lo del bebé! - dijo ella, visiblemente nerviosa. - No quiero que lo sepa. Pensará que intento aprovecharme de él. - En qué lío te has metido, Amy. ¡Enamorarte de tu paciente! - dijo conteniendo la risa. - Eso es tan tópico.- Lo dices como si lo hubiera elegido yo. Excepto que no lo hice, Ben. - Dijo ella, empezando a llorar. - No elegí enamorarme de él, ¡no elegí quedarme em
Cuando Amelia terminó de contárselo todo, un silencio sepulcral llenó el despacho durante unos largos minutos antes de que alguien hablara por fin.- ¿Desea continuar con este embarazo, señorita Jones? - preguntó finalmente el médico.- La verdad es que no lo sé. - respondió Amelia con sinceridad, todavía muy confundida por todo lo que estaba ocurriendo.- De acuerdo", dijo. - El médico asintió. - Haremos lo siguiente. Empezaremos con tus cuidados prenatales. Aún tienes tiempo para pensártelo y, mientras tanto, cuidaremos de tu salud y de la del feto. Amelia miró inmediatamente a Benjamin, que asintió. - Te pediré que vayas a la mampara y te cambies de ropa. - Habló el médico indicando el lugar. - Vamos a hacer una primera ecografía. - Informó, sonriendo suavemente. - Sólo para poder ver el feto y tener una media de semanas.- Ya sé de cuántas semanas estoy, doctor. - replicó Amelia. - Recuerdo el día en que ocurrió.- Imagino que sí. Pero es un examen estándar. - Explicó el médico.
Nada más entrar en la mansión, Amelia sintió caer sobre sus hombros todo el peso de los dos últimos días. Apenas tuvo tiempo de subir las escaleras hasta el piso superior cuando oyó el ruido de las ruedas de la silla de Alexander acercándose.- Amy, ¿va todo bien? - preguntó preocupado. - Te has ido. La señora Smith me dijo que tenías un problema familiar.- Alex. - Se corrigió rápidamente. - Señor Alderidge, ¿podemos hablar más tarde? Estoy agotada.- ¿Sr. Alderidge? - Le sorprendió aquella formalidad. Alexander se acercó, cogiendo la mano de Amelia con suavidad y cuidado.- ¿Qué ocurre? - volvió a preguntar.- Necesito descansar. - dijo Amelia mientras le soltaba la mano y se alejaba.Mientras subía las escaleras, las lágrimas empezaron a rodar por su rostro, entrometiéndose.Amelia sólo podía pensar en lo mal que se sentía porque, en algún momento, necesitaba romperle el corazón y, automáticamente, el suyo propio.Al llegar al dormitorio, se encerró y lloró. Lloró como si su vida
En silencio dentro del despacho, Alexander pensó en todo lo que le había dicho Amelia. No podía aceptarlo. No podía creer de verdad que Amelia no le quisiera. No después de todo lo que habían pasado en aquellas semanas. Tenía que haber alguna explicación. Algo había sucedido en esos dos días que ella no estuvo.Mirando por la ventana, el tiempo empezaba a cambiar mientras Alex intentaba procesar todo lo sucedido. Sabía que era mentira, la forma en que Amelia lo besó esa noche, no era un beso falso. Ella sentía algo por él. Pero algo pasó para que Amelia renunciara a ellos dos, él no sabía qué.Se quedó mirando un rato los trozos de cristal del vaso que había tirado contra la pared.Dijo que tenía un problema familiar y sabía que el único pariente más cercano de Amelia era su hermano mayor Benjamin. También sabía que Benjamin y Ethan tenían algún tipo de relación más allá de la amistad. Inmediatamente, Alex cogió el móvil que tenía sobre la mesa y llamó a Ethan, que contestó al cabo d
Habían pasado tres semanas desde que aquella tarde Amelia había roto con Alexander en su despacho. Él seguía intentando entender por qué, e incluso con los esfuerzos de Ethan por ayudarle, no había conseguido absolutamente nada. Benjamin se negó a contarle lo que había pasado con Amelia, y que era una decisión completamente suya y ninguno de los dos debía interferir, lo que enfureció a Alexander.Las náuseas de Amelia fueron remitiendo poco a poco a medida que pasaban las semanas, pero intentaba en la medida de lo posible mantener una distancia emocional con Alexander, por mucho que él hiciera todo lo posible por acercarse.Amelia lloraba todas las noches, martirizándose por sus propias decisiones mientras intentaba seguir adelante por el bebé que crecía poco a poco en su vientre.Intentaba cuidarse todo lo que podía. Comía bien y tomaba sus vitaminas. Benjamin la acompañaba a sus citas con el primer médico, el que se convirtió oficialmente en su obstetra. Y siempre que iba al centr
Amelia sintió frío. Su presión dio un ligero bajón mientras se apoyaba en el arco de la puerta de la cocina y miraba a Helena y la caja vacía de vitaminas para la gestación que había sobre la encimera.- I.. - Amelia se frenó y pronto Helena se acercó a ella, cogiéndole la mano y guiándola hasta uno de los taburetes para que se sentara.- Amelia, no pasa nada. - Helena trató de tranquilizarla. - Puedes contármelo si quieres. Pero necesito saber si te estás cuidando bien.- Helena, yo... - Amelia simplemente no podía hablar.- Amy, llevo unas semanas notando tus cambios. - dijo Helena, tendiéndole una taza de té. - Náuseas constantes, no has querido hablar de tu cita con mi médico, tienes el pelo brillante y sedoso y has estado comiendo demasiada sal. - comentó mientras sonreía. - Sé cuando una mujer está embarazada. Tengo dos hijos, ¿lo has olvidado?Amelia se sentía cada vez más tensa, pero mientras Helena sonreía complacida, los ojos de Amelia se llenaron de lágrimas cuando Helena s