Días atrás
Un atardecer divino se muestra entre pinceladas celestes, blancas y naranjas frente a mí. Lo observo con quietud detrás del cristal del restaurante ejecutivo en el que me encuentro, estar en el cuarto piso tiene sus ventajas. Pienso.
De pronto una voz repentina me trae a la realidad.
—¡Vaya hoy alguien ha tenido demasiada hambre! —Es Henry, el chico que se ha robado mi corazón y del que tengo la fortuna de trabajar en el mismo lugar. Aunque por ahora lo nuestro no sea público me gusta cómo vamos llevando esto.
Lo observo con discreción y es inevitable no esbozar una media sonrisa.
Él comprende el mensaje, noto como toma mi mano libre que está sobre la mesa y con su pulgar acaricia con suavidad mis nudillos.
Doy un sorbo a mi bebida con algo de incomodidad.
—Te mentiría si te digo que no, la verdad hoy desayuné muy poco —comento, me llevo a la boca el último bocado, y me suelto despacio de su mano, acercando mi servilleta de tela que está sobre mi regazo. La tomo y me seco los labios con leves toques, dejándola reposar a un costado de mi plato. Tomo un respiro y lo suelto en discreto, coloco mis codos sobre la mesa, mi barbilla reposa sobre mis manos, lo observo con la mirada fija.
—Henry no está bien que hagas eso aquí, alguien de la oficina nos podría ver. —Miro a todos lados de forma cautelosa.
—Ya sabes que nadie debe enterarse de que estamos saliendo —advierto en voz baja.
—¡A veces lo olvido Sanaya! —Sonríe.
—Recuerda que aquí solo somos compañeros de trabajo. ¡Okay! —afirmo con un tono de seriedad y retiro mis manos de la mesa.
—Supongo que sí. —Suelta un suspiro de resignación recargándose en el espaldar de su silla, su mirada es cálida y comprensiva.
Luego de algunos minutos, decido echarle una ojeada a mi reloj de mano y le hago señas de que es hora de irnos, tomo mi cartera, nos levantamos enseguida de nuestros asientos dirigiéndonos a la Caja, pagamos nuestra cuenta y nos marchamos del lugar.
A sólo unas cuadras, se alcanza a divisar la majestuosidad del edificio “Lux Hotel”, además de pertenecer a la administración matriz de la marca, también es un lugar donde se hospeda la mayoría de turistas extranjeros que arriban al país, hay una misión de marca detrás que me llena el alma y como dicen por ahí cuando haces lo que amas, sientes que no trabajas.
Y aunque eso muchas veces pareciera cambiar, siempre nos llevará a lugares que jamás imaginaríamos llegar.
Seguimos caminando.
—Y saber que allí trabajo. Me sonrío mentalmente, pero de nuevo una voz repentina me hace aterrizar.
—¡Hey Sanaya cuidado! —reacciona Henry, quien me detiene del brazo de inmediato, me señala el escalón de la entrada del edificio que no estaba viendo por divagar en mis propios pensamientos.
En ese instante un resoplo de alivio se asomó.
—Muchas gracias Henry, lo despistada parece que aún no se me quita—. Admito con una sonrisa de resignación y él niega divertido.
Subimos los escalones con cuidado, el hombre de la seguridad nos abre la enorme puerta de cristal con detalles de acero que conecta con el lobby del hotel de la planta baja, nos saluda con amabilidad, le correspondemos de una forma cortés, entramos y caminamos en dirección al elevador. Mis tacos resuenan de una forma elegante el porcelanato del lugar. Veo a Henry que revisa su móvil mientras esperamos.
Escucho que el ascensor se aproxima, mi mirada está puesta en las brillantes luces rojas alrededor de los números que avisan que va por el piso dos. Segundos después, las puertas se abren, salen algunas personas, y entramos. Henry guarda el móvil en el bolsillo de su pantalón, presiona el botón del piso 4 y 5, las puertas están a punto de cerrarse, pero vemos que una mano se intercepta en el censor impidiéndolo.
Y es... el joven Christopher Sander el nuevo vicepresidente de la compañía, alias mi jefe.
Mejor dicho, formalmente mi jefe.
—¡Buenas tardes! —levanta su mirada hacia nosotros con un saludo cordial y educado, asentimos mientras se coloca de mi lado, en el otro está Henry.
Todo es silencio... hasta que luego de eternos segundos por fin las puertas del ascensor se abren. Christopher me hace un gesto para que yo salga primero. Agradezco, él me sigue, noto que Henry se tensa un momento, aún no entiendo por qué pero bueno, lo pierdo de vista cuando las puertas se cierran, él se queda en el siguiente piso.
Entramos, me dirijo a mi escritorio que está cerca de la vicepresidencia, el ambiente laboral es bastante movido. Al rato, escucho a mi jefe llamarme a mis espaldas, volteo despacio, y parece que está haciendo una llamada telefónica, noto como cubre con una de sus manos el interlocutor y me pide que en diez minutos vaya a su oficina, asiento enseguida.
—¡Hola Thomas! Sí, te estoy escuchando.
Lo oigo retomar su llamada mientras camina fijamente hacia su oficina. El resto del personal administrativo continúa sus labores en sus respectivos cubículos, me dirijo a mi puesto, dejo mi cartera a un costado del archivero, abro la cajonera de mi escritorio, saco mi neceser, aprovecho para ir al baño y cepillar mis dientes a toda prisa.
Esto de colaborar con vicepresidencia es muchas veces CORRER EN OFICINA.
Me retoco el maquillaje suave que cargo sin dañarlo. Acomodo mi cabello haciendo una coleta enrulada, y con unas palmadas firmes repaso mi falda de forma rápida, ajusto el cuello de mi blusa de una forma recatada y salgo enseguida. Voy por mi libreta de apuntes, un bolígrafo, mi móvil y mi infaltable carpeta de reportes semanales.
Camino rumbo a lu oficina de mi jefe, golpeo la puerta con ligereza, entonces escucho su voz desde el otro lado confirmando que puedo pasar.
—¡Permiso! —Veo que levanta su mirada hacia mí desde su escritorio, sonríe y me hace un gesto para que tome asiento.
Agradezco, acomodo mi falda tubo de color gris, me siento y cruzo mi pierna sobre la otra en discreto, cargo conmigo la documentación necesaria, mi atención está puesta en él, acomodo mis lentes de pasta negra gruesa que se deslizan por el puente de mi nariz, los que cargo únicamente en el trabajo, por lo mucho que paso en frente del computador.
—¡Sanaya, contactar a Watson! —Lo dice con una amplia sonrisa. Mis ojos se abren asombrados al recordar ese apellido, era un inversionista potencial para la cadena hotelera que maneja nuestra compañía, bastante “exquisito” y adinerado".
—¡Wow! Te refieres a... —Él asiente.
—Esa es una buena noticia Christopher. —Le gusta que lo llame por su nombre, eso fue lo primero que me aclaró cuando asumió el cargo, aproximadamente hace diez meses; él tiene 29 años y yo 24.
—Así es, el mismo Watson que todos conocemos aquí. —Noto que sus manos se posan con seriedad sobre su escritorio.
—Y eso no es todo. ―advierte, y mi mirada se posa algo curiosa.
—¿A qué te refieres Chris? —respondo algo confusa.
—Te explico, en unanimidad con presidencia, hemos decidido que tú te encargarás de cerrar el contrato con él, hemos observado tu gran desempeño laboral en tan poco tiempo, así que no hay marcha atrás, Watson quiere revisar toda la documentación personalmente junto con su asesor legal, ya sabes leer las letras pequeñas y firmar.
Me sorprendo aún más, no porque no tenga la capacidad para hacerlo, solo que apenas llevaba dos años en Lux, y ese tipo de negociaciones eran asignadas a los agentes con más de cinco años de experiencia. Trago saliva y contesto enseguida.
—De verdad, gracias por la confianza Chris.
Trago saliva y decido pedirle de forma inmediata el número de Watson para registrarlo.
Tomo mi móvil, toco la opción para crear contacto, mientras él me hace señas de que antes de eso le espere un momento, parece que está revisando algo en la pantalla de su computador al otro lado del escritorio, luego de unos segundos, teclea el “enter” con fuerza como para escucharlo.
—¡Listo Sanaya! —Me mira.
—Te acabo de enviar la propuesta que él aprobó, sólo debes hacer los respectivos cambios que dejé en el espacio de sugerencias. —comenta mientras acomoda sus lentes dorados de pasta fina, se recarga en el espaldar de su sillón de cuero elegante, luce relajado con la noticia.
—¡Perfecto! —afirmo con un tono de voz profesional.
—Disculpa Chris, me ayudas con el núm... —Hace un gesto como de “quien casi lo olvida” toma su móvil para dictármelo y yo el mío para registrarlo.
Luego de haber guardado el número, terminamos la conversación, salgo de su oficina y me dirijo a mi puesto, aprovecho para devolver la carpeta de reportes semanales al archivero que está detrás de mi asiento, mi móvil y mi agenda quedan a un costado del teléfono convencional que esta sobre mi escritorio, me concentro en revisar el mail que me ha enviado, le doy una repasada a los valores indicados en la propuesta, confirmo con mi calculadora de mesa para estar segura de que no se me escapa nada, y realizo los cambios solicitados en el adjunto del contrato...
***
—Al fin. —exclamo luego de casi dos largas horas, me retiro los lentes por un momento, estoy un poco exhausta, tomo un respiro y lo suelto con la tranquilidad de haber concluido mi labor del día.
Decido marcarle a Chris por el interno de la extensión telefónica para avisarle que la propuesta está corregida y que se la he enviado al correo. Me explica que la revisará en cuanto pueda porque está en una reunión.
Quince minutos más tarde
Observo que Melany, la jefa de presupuesto acaba de salir de la oficina de vicepresidencia, se aproxima a mi escritorio.
—Sanaya, te llama Christopher. —asevera con voz intrigante.
—¿Qué hiciste ahora? —concluye con picardía.
—Enseguida voy. —sonrío a lo último que ha dicho. Ella se retira con una par de carpetas en mano, miro el reloj de la computadora y ya son casi las cuatro de la tarde, me apuro para no coincidirme con la hora de salida.
Noto que la puerta de su oficina está abierta, Chris me hace señas de que pase, me indica que ha revisado el contrato con la nueva propuesta y me ordena que la imprima pronto, para llevársela personalmente al Sr.Watson.
—¡Enseguida Chris! —asiento y estoy a punto de retirarme de la oficina pero entonces, lo escucho decir que debo alistarme para el viaje. Me congelo en mi lugar antes de girar la perilla de la puerta, trago saliva y me giro hacia él.
—¿Viaje? —levanto mis cejas de una forma interrogativa.
—Sí, la firma de contrato con Watson se hará en Dubai, pensé que te lo había comentado, él está hospedado en un hotel de allá, y vendrá después de seis meses, no podemos arriesgarnos a que cambie de opinión con lo raro y excéntrico que es, y con lo que nos ha costado convencerlo, además necesitamos arrancar el proyecto pronto, así que necesitamos que la firma de ese inversionista la tomes allá. Tus viáticos ya están aprobados con Melany, de presupuesto, viajarás en dos días.
Me sorprendo al escuchar el plan que me ha armado en Dubai.
—Pero no es mejor que envíe firma dig...
—No quiere sellos ni firmas digitales. —completa la frase.
Nos interrumpe el sonido de su celular, él le da una ojeada rápida para ver de quién se trata.
—Sanaya, si me disculpas tengo que atender, conversamos luego. —Asiento y me retiro estupefacta con la noticia.
Salgo de su oficina como quien no asimila la noticia, me dirijo a la cafetería que quedaba en el mismo piso, voy por un vaso de agua, me lo sirvo, y me lo termino segundos después, casi que sin respirar.
—Dubai. —Me repito en la mente.
—Así que ya te enteraste por lo que veo. —Se aproxima Melany con una sonrisa de oreja a oreja, se la ve emocionada. —Aún no asimilo la noticia Mel. —Reposo mis brazos en el pequeño mesón de granito, mientras resoplo un suspiro... —Es normal amiga, yo también me sorprendí cuando me dijo que separemos una partida presupuestaria para ese viaje, y todo por la firma de ese inversionista, —comenta, llenando su tasa con agua caliente del dispensador, coloca un té de bolsitas. —Pensé que la firma era aquí en la ciudad, pero cuando Chris me dijo “viaje a Dubai” te juro que no lo podía creer. —respondo con asombro mientras ella toma una cucharita para revolver su té, parece que es de manzanilla, por el delicioso aroma. Me hace un gesto como preguntando si deseo té, al que niego amablemente. Asiente y sonríe. —Me imagino tu gesto de sorpresa pero tranquila, después de todo lo vale, el tipo esta bañado en dinero según cuentan, así que es tu oportunidad Sanaya, convéncelo de esa firma y tráen
Al rato de haber tomado el taxi en dirección a mi casa, le expliqué a Henry que hoy pretendía decirle lo del viaje por trabajo porque ayer estaba demasiado agotada como para conversar de ello pero que, desafortunadamente no pensé que mi jefe lo anunciaría de manera anticipada. El conductor nos mira negando con la cabeza por el retrovisor, parece que ha escuchado nuestra flamante historia y sonríe como quien dice “Ay estos jóvenes”. Me recuesto en el asiento trasero en el que vamos, tomo de la mano de Henry, pero él sigue mostrándose un poco indiferente. A veces no lo entiendo, pero en fin ya es cuestión de él, yo ya le expliqué lo que sucedió y no fue mi intención que se enterara por otras fuentes. No me gusta estar en malos términos con él y más aún irme de viaje con una disyuntiva de estas. He decidido aceptar la propuesta que me ha venido haciendo desde hace mucho; apenas se termine el tema del contrato, haré oficial la relación con nuestros padres creo que eso lo
Al día siguiente. Son las siete de la mañana. Le he avisado a Chris, mi jefe, que ya pasé por migración, he revisado mi boleto, la visa, pasaporte y demás, bajo las escaleras eléctricas. Estoy a la espera de que anuncien mi vuelo por las pantallas y micrófonos del aeropuerto. —Bueno Sanaya, la historia comienza aquí... todo por Lux. Minutos más tarde escucho “vuelo a Dubai”, primer llamado, de inmediato me dirijo a donde me indican los guías, las puertas que conectan con la autopista se empiezan a abrir dándole toda mi atención al enorme avión plantado allí, admito que he viajado antes, pero saber que es a muchas horas de diferencia, siento un cúmulo de nervios en el estómago como si se tratase de una primera vez. Me coloco en la fila de pasajeros, y escucho detrás de mí a un grupo de jóvenes emocionados por la aventura inexplorada que les esperaría en un nuevo país—. Sonrío, pero quien estaba detrás de
—¿Disculpad, esperas a alguien? —levanto mi mirada, y me desconcierto al coincidir con unos ojos azules intensos que me miran fijo, le adornan sus pestañas rizadas, sus cejas y cabello negro, buen porte y físico... —Me hace señas con la mano como volviéndome a preguntar, y reacciono de inmediato. —¡Eh! No, para nada, adelante. —Él no lo piensa dos veces y acomoda su mochila a un costado de su silla mientras se sienta frente a mí. Parece que el lugar sigue lleno por lo que veo. Trato de regresar mi mirada al móvil pero incluso siento que he olvidado lo que iba a hacer; pareciera que lo hubiera visto antes, su rostro me es familiar; de reojo noto que coloca sus codos sobre la mesa, veo que el mesero se acerca con mi orden. —Jugo de naranja, un sandwuich de jamón y una ensalada de frutas express, como ordenó señorita, buen provecho. —me deja el desayuno sobre la mesa, agradezco y toma el pedido del joven. *** <
Sigo sentada donde me ha dejado Dave. Busco el número de Watson en mi celular, y le marco enseguida, el teléfono suena y suena pero nadie responde. Luego de dos intentos más, me atienden. —¿Buenas tardes con el Sr.Watson? —Sí, el mismo, ¿quién habla? —me identifico como executive officer de Lux, él me reconoce cuando menciono a Christopher Sander, mi jefe. —Oh claro muchacha, tú vienes por la firma, ¡cierto! —le respondo que sí. —Sí Sr.Watson, me gustaría acordar con usted una fecha para reunirnos personalm... —me interrumpe avisando que lo coordine con su asistente, me pasa la llamada. Escucho la voz y es la misma joven que me respondió temprano, —¡Qué modales! —Pienso. —¿Hola? —Sí, sí le escucho Srta, buenas tardes, tome apunte por favor. —Claro, dígame. —pongo el altavoz y abro mis notitas del celular rápidamente sin cerrar la llamada, para registrar lo que me indica. —Mr.Watson tiene es
A la noche del día siguiente... De pronto escucho el móvil, me levanto, —Ash, me quedé dormida en la página 56/80 del libro. Me tanteo la cara por un momento, veo que ya es de noche, el móvil sigue sonando, no veo quien es pero presiono el botón verde para contestar, —Sí, ¡hola!—mi voz es algo ronca por lo somnolienta, entrecierro mis ojos aún. —¡Hola Sanaya, te he despertado, disculpadme! —abro mis ojos de un solo golpe al escuchar esa voz. —¿Dave? —Sí, soy yo. Hay un evento en un resort del que te había comentado no sé si quieras venir, tengo pases gratis. —me sorprendo al escuchar esa invitación, había olvidado que habíamos intercambiado números de celular. Me quedo en silencio por un momento, —Después de todo, debo disfrutar la experiencia en Dubai como dijo Melany. —Pienso, así que decido dar el sí. —Esta bien. —Vale, ¿te parece bien si paso por ti en 20 minutos diago
—Te puedo confesar algo... —comenta sin filtros. —Adelante. —¡Cuando te conocí me parecía haberte visto antes! —¿En serio? —Sí, la verdad no sé en dónde pero tu rostro se me hizo muy familiar! —Eso me dicen todas, tranquila. —ruedo mis ojos en blanco y suelto una carcajada. —¡Qué osado! —lo digo en tono divertido, mientras arqueo mi ceja, ambos reímos. Minutos después, solo escuchamos música, dejamos de hablar por un momento, observo la ciudad nocturna, luces, edificios... —Estamos a punto de llegar Srta. San... —detiene lo que dice, y suelta una pregunta. —¿Sabeis el origen de tu nombre, Sanaya? —me descoloca por un momento pero respondo que sí, le explico que es de La India. —Bueno eso me decían mis padres. —Él asiente como diciendo “interesante” —¿Y has visitado La India? —le he dicho que no, pero que me encantaría conocer el famoso Tag Mah hal, y quizá algo de Nueva De
—Adelante. —¡Cuando te conocí me parecía haberte visto antes! —¿En serio? —Sí, la verdad no sé en dónde pero tu rostro se me hizo muy familiar! —Eso me dicen todas, tranquila. —ruedo mis ojos en blanco y suelto una carcajada. —¡Qué osado! —lo digo en tono divertido, mientras arqueo mi ceja, ambos reímos. Minutos después, solo escuchamos música, dejamos de hablar por un momento, observo la ciudad nocturna, luces, edificios... —Estamos a punto de llegar Srta. San... —detiene lo que dice, y suelta una pregunta. —¿Sabeis el origen de tu nombre, Sanaya? —me descoloca por un momento pero respondo que sí, le explico que es de La India. —Bueno eso me decían mis padres. —Él asiente como diciendo “interesante” —¿Y has visitado La India? —le he dicho que no, pero que me encantaría conocer el famoso Tag Mah hal, y quizá algo de Nueva Delhi. —Vaya conoces bastante de cultura y geografía. —Me especialicé en comercio exterior, en esa carrera me obligué a aprender más de culturas, para fam