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Un amor en Dubai
Un amor en Dubai
Por: AliceJeune
Capítulo 1 - Una noticia

Días atrás

Un atardecer divino se muestra entre pinceladas celestes, blancas y naranjas frente a mí. Lo observo con quietud detrás del cristal del restaurante ejecutivo en el que me encuentro, estar en el cuarto piso tiene sus ventajas. Pienso.

De pronto una voz repentina me trae a la realidad.

—¡Vaya hoy alguien ha tenido demasiada hambre! —Es Henry, el chico que se ha robado mi corazón y del que tengo la fortuna de trabajar en el mismo lugar. Aunque por ahora lo nuestro no sea público me gusta cómo vamos llevando esto.

Lo observo con discreción y es inevitable no esbozar una media sonrisa.

Él comprende el mensaje, noto como toma mi mano libre que está sobre la mesa y con su pulgar acaricia con suavidad mis nudillos.

Doy un sorbo a mi bebida con algo de incomodidad.

—Te mentiría si te digo que no, la verdad hoy desayuné muy poco —comento, me llevo a la boca el último bocado, y me suelto despacio de su mano, acercando mi servilleta de tela que está sobre mi regazo. La tomo y me seco los labios con leves toques, dejándola reposar a un costado de mi plato. Tomo un respiro y lo suelto en discreto, coloco mis codos sobre la mesa, mi barbilla reposa sobre mis manos, lo observo con la mirada fija.

—Henry no está bien que hagas eso aquí, alguien de la oficina nos podría ver.  —Miro a todos lados de forma cautelosa. 

—Ya sabes que nadie debe enterarse de que estamos saliendo —advierto en voz baja.

—¡A veces lo olvido Sanaya!  —Sonríe.

—Recuerda que aquí solo somos compañeros de trabajo. ¡Okay! —afirmo con un tono de seriedad y retiro mis manos de la mesa.

—Supongo que sí. —Suelta un suspiro de resignación recargándose en el espaldar de su silla, su mirada es cálida y comprensiva.

Luego de algunos minutos, decido echarle una ojeada a mi reloj de mano y le hago señas de que es hora de irnos, tomo mi cartera, nos levantamos enseguida de nuestros asientos dirigiéndonos a la Caja, pagamos nuestra cuenta y nos marchamos del lugar.

A sólo unas cuadras, se alcanza a divisar la majestuosidad del edificio “Lux Hotel”, además de pertenecer a la administración matriz de la marca, también es un lugar donde se hospeda la mayoría de turistas extranjeros que arriban al país, hay una misión de marca detrás que me llena el alma y como dicen por ahí cuando haces lo que amas, sientes que no trabajas.

Y aunque eso muchas veces pareciera cambiar, siempre nos llevará a lugares que jamás imaginaríamos llegar. 

Seguimos caminando.

—Y saber que allí trabajo. Me sonrío mentalmente, pero de nuevo una voz repentina me hace aterrizar.

—¡Hey Sanaya cuidado! —reacciona Henry, quien me detiene del brazo de inmediato, me señala el escalón de la entrada del edificio que no estaba viendo por divagar en mis propios pensamientos.

En ese instante un resoplo de alivio se asomó.

—Muchas gracias Henry, lo despistada parece que aún no se me quita—. Admito con una sonrisa de resignación y él niega divertido.

Subimos los escalones con cuidado, el hombre de la seguridad nos abre la enorme puerta de cristal con detalles de acero que conecta con el lobby del hotel de la planta baja, nos saluda con amabilidad, le correspondemos de una forma cortés, entramos y caminamos en dirección al elevador. Mis tacos resuenan de una forma elegante el porcelanato del lugar. Veo a Henry que revisa su móvil mientras esperamos.

Escucho que el ascensor se aproxima, mi mirada está puesta en las brillantes luces rojas alrededor de los números que avisan que va por el piso dos. Segundos después, las puertas se abren, salen algunas personas, y entramos. Henry guarda el móvil en el bolsillo de su pantalón, presiona el botón del piso 4 y 5, las puertas están a punto de cerrarse, pero vemos que una mano se intercepta en el censor impidiéndolo.

Y es... el joven Christopher Sander el nuevo vicepresidente de la compañía, alias mi jefe.

Mejor dicho, formalmente mi jefe.

—¡Buenas tardes! —levanta su mirada hacia nosotros con un saludo cordial y educado, asentimos mientras se coloca de mi lado, en el otro está Henry.

Todo es silencio... hasta que luego de eternos segundos por fin las puertas del ascensor se abren. Christopher me hace un gesto para que yo salga primero. Agradezco, él me sigue, noto que Henry se tensa un momento, aún no entiendo por qué pero bueno, lo pierdo de vista cuando las puertas se cierran, él se queda en el siguiente piso.

Entramos, me dirijo a mi escritorio que está cerca de la vicepresidencia, el ambiente laboral es bastante movido. Al rato, escucho a mi jefe llamarme a mis espaldas, volteo despacio, y parece que está haciendo una llamada telefónica, noto como cubre con una de sus manos el interlocutor y me pide que en diez minutos vaya a su oficina, asiento enseguida.

—¡Hola Thomas! Sí, te estoy escuchando.

Lo oigo retomar su llamada mientras camina fijamente hacia su oficina. El resto del personal administrativo continúa sus labores en sus respectivos cubículos, me dirijo a mi puesto, dejo mi cartera a un costado del archivero, abro la cajonera de mi escritorio, saco mi neceser, aprovecho para ir al baño y cepillar mis dientes a toda prisa.

Esto de colaborar con vicepresidencia es muchas veces CORRER EN OFICINA.

Me retoco el maquillaje suave que cargo sin dañarlo. Acomodo mi cabello haciendo una coleta enrulada, y con unas palmadas firmes repaso mi falda de forma rápida, ajusto el cuello de mi blusa de una forma recatada y salgo enseguida. Voy por mi libreta de apuntes, un bolígrafo, mi móvil y mi infaltable carpeta de reportes semanales.

Camino rumbo a lu oficina de mi jefe, golpeo la puerta con ligereza, entonces escucho su voz desde el otro lado confirmando que puedo pasar.

—¡Permiso! —Veo que levanta su mirada hacia mí desde su escritorio, sonríe y me hace un gesto para que tome asiento.

Agradezco, acomodo mi falda tubo de color gris, me siento y cruzo mi pierna sobre la otra en discreto, cargo conmigo la documentación necesaria, mi atención está puesta en él, acomodo mis lentes de pasta negra gruesa que se deslizan por el puente de mi nariz, los que cargo únicamente en el trabajo, por lo mucho que paso en frente del computador.

—¡Sanaya, contactar a Watson! —Lo dice con una amplia sonrisa. Mis ojos se abren asombrados al recordar ese apellido, era un inversionista potencial para la cadena hotelera que maneja nuestra compañía, bastante “exquisito” y adinerado".

—¡Wow! Te refieres a... —Él asiente.

—Esa es una buena noticia Christopher. —Le gusta que lo llame por su nombre, eso fue lo primero que me aclaró cuando asumió el cargo, aproximadamente hace diez meses; él tiene 29 años y yo 24.

—Así es, el mismo Watson que todos conocemos aquí. —Noto que sus manos se posan con seriedad sobre su escritorio.

—Y eso no es todo. ―advierte, y mi mirada se posa algo curiosa.

—¿A qué te refieres Chris? —respondo algo confusa.

—Te explico, en unanimidad con presidencia, hemos decidido que tú te encargarás de cerrar el contrato con él, hemos observado tu gran desempeño laboral en tan poco tiempo, así que no hay marcha atrás, Watson quiere revisar toda la documentación personalmente junto con su asesor legal, ya sabes leer las letras pequeñas y firmar.

Me sorprendo aún más, no porque no tenga la capacidad para hacerlo, solo que apenas llevaba dos años en Lux, y ese tipo de negociaciones eran asignadas a los agentes con más de cinco años de experiencia. Trago saliva y contesto enseguida.

—De verdad, gracias por la confianza Chris.

Trago saliva y decido pedirle de forma inmediata el número de Watson para registrarlo.

Tomo mi móvil, toco la opción para crear contacto, mientras él me hace señas de que antes de eso le espere un momento, parece que está revisando algo en la pantalla de su computador al otro lado del escritorio, luego de unos segundos,  teclea el “enter” con fuerza como para escucharlo.

—¡Listo Sanaya! —Me mira.

—Te acabo de enviar la propuesta que él aprobó, sólo debes hacer los respectivos cambios que dejé en el espacio de sugerencias. —comenta mientras acomoda sus lentes dorados de pasta fina, se recarga en el espaldar de su sillón de cuero elegante, luce relajado con la noticia.

—¡Perfecto! —afirmo con un tono de voz profesional.

—Disculpa Chris, me ayudas con el núm... —Hace un gesto como de “quien casi lo olvida” toma su móvil para dictármelo y yo el mío para registrarlo.

Luego de haber guardado el número, terminamos la conversación, salgo de su oficina y me dirijo a mi puesto, aprovecho para devolver la carpeta de reportes semanales al archivero que está detrás de mi asiento, mi móvil y mi agenda quedan a un costado del teléfono convencional que esta sobre mi escritorio, me concentro en revisar el mail que me ha enviado, le doy una repasada a los valores indicados en la propuesta, confirmo con mi calculadora de mesa para estar segura de que no se me escapa nada, y realizo los cambios solicitados en el adjunto del contrato...

***

—Al fin. —exclamo luego de casi dos largas horas, me retiro los lentes por un momento, estoy un poco exhausta, tomo un respiro y lo suelto con la tranquilidad de haber concluido mi labor del día.

Decido marcarle a Chris por el interno de la extensión telefónica para avisarle que la propuesta está corregida y que se la he enviado al correo. Me explica que la revisará en cuanto pueda porque está en una reunión.

Quince minutos más tarde

Observo que Melany, la jefa de presupuesto acaba de salir de la oficina de vicepresidencia, se aproxima a mi escritorio.

—Sanaya, te llama Christopher. —asevera con voz intrigante.

—¿Qué hiciste ahora? —concluye con picardía.

—Enseguida voy. —sonrío a lo último que ha dicho. Ella se retira con una par de carpetas en mano, miro el reloj de la computadora y ya son casi las cuatro de la tarde, me apuro para no coincidirme con la hora de salida.

Noto que la puerta de su oficina está abierta, Chris me hace señas de que pase, me indica que ha revisado el contrato con la nueva propuesta y me ordena que la imprima pronto, para llevársela personalmente al Sr.Watson.

—¡Enseguida Chris! —asiento y estoy a punto de retirarme de la oficina pero entonces, lo escucho decir que debo alistarme para el viaje. Me congelo en mi lugar antes de girar la perilla de la puerta, trago saliva y me giro hacia él.

—¿Viaje? —levanto mis cejas de una forma interrogativa.

—Sí, la firma de contrato con Watson se hará en Dubai, pensé que te lo había comentado, él está hospedado en un hotel de allá, y vendrá después de seis meses, no podemos arriesgarnos a que cambie de opinión con lo raro y excéntrico que es, y con lo que nos ha costado convencerlo, además necesitamos arrancar el proyecto pronto, así que necesitamos que la firma de ese inversionista la tomes allá. Tus viáticos ya están aprobados con Melany, de presupuesto, viajarás en dos días.

Me sorprendo al escuchar el plan que me ha armado en Dubai.

—Pero no es mejor que envíe firma dig...

—No quiere sellos ni firmas digitales. —completa la frase.

Nos interrumpe el sonido de su celular, él le da una ojeada rápida para ver de quién se trata.

—Sanaya, si me disculpas tengo que atender, conversamos luego. —Asiento y me retiro estupefacta con la noticia.

Salgo de su oficina como quien no asimila la noticia, me dirijo a la cafetería que quedaba en el mismo piso, voy por un vaso de agua, me lo sirvo, y me lo termino segundos después, casi que sin respirar.

 —Dubai. —Me repito en la mente.

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