Capítulo final - Una propuesta *** Llegó el día de la última sesión video fotográfica con los autores del documental, aquella sesión que tendría lugar en la Gran Barrera Coral cerca de Australia mismo. Chris casi que me ha obligado a que esté presente supervisando todo sobre el tema del patrocinio. Además me pide que lleve ropa de baño porque aparentemente voy a salir en el video, algo que me sorprende pero ni modo. Acepto con la condición de no ser tan exhibicionista. —Alguien ha visto un traje de baño de mi mochila por ahí, uno negro con tiras... —cuestiono en camerino con voz alta. —Sanaya, hay uno pero es de una de las modelos que no usaron para nada, está nuevo. —responde el jefe de vestuario. —me acerco para chequearlo. —Oh por Dios! Esto es demasiado! —Luciría bien contigo puesto eh! –dijo el productor, negué y rogué que graben rápido la escena. Es un conjunto rojo, dos piezas. Suelto mis ondas, y toda la atención del personal esta puesta en mí, como si no hubieran visto
—¡Espera qué es... qué es eso! —exclamó angustiada una pareja de extranjeros que venía en dirección opuesta a mí, sus rostros palidecieron, volteé para ver curiosamente a lo que se referían, y mis ojos no lo creían, una ola en medio de este túnel se aproximaba hacia nosotros. —¡Oh por Dios, qué es esto! —me dije mientras corría. ¡Qué corría, volaba a toda prisa! Las luces rojas de emergencia se encendían y las alarmas empezaron a sonar, la gente salía despavorida del acuario. Los guías, con trajes y linternas neón, conducían a los turistas hacia la salida de emergencia. —A la derecha, señores, a la derecha. —gritaban precipitados, balanceando las luces como señaléticas. Seguía corriendo en medio de tanta gente. —Parece que acabo de perder de vista a... —¡Rayos! —tropiezo con alguien, —¡Quítate niña!—. Espetan desesperados. A lo lejos escuchaba gritos, llanto de niños, es una locura, los acuaristas avisan que quedan dos minutos para evacuar; advierten una enorme... Sigo corriend
Días atrás Un atardecer divino se muestra entre pinceladas celestes, blancas y naranjas frente a mí. Lo observo con quietud detrás del cristal del restaurante ejecutivo en el que me encuentro, estar en el cuarto piso tiene sus ventajas. Pienso. De pronto una voz repentina me trae a la realidad. —¡Vaya hoy alguien ha tenido demasiada hambre! —Es Henry, el chico que se ha robado mi corazón y del que tengo la fortuna de trabajar en el mismo lugar. Aunque por ahora lo nuestro no sea público me gusta cómo vamos llevando esto. Lo observo con discreción y es inevitable no esbozar una media sonrisa. Él comprende el mensaje, noto como toma mi mano libre que está sobre la mesa y con su pulgar acaricia con suavidad mis nudillos. Doy un sorbo a mi bebida con algo de incomodidad. —Te mentiría si te digo que no, la verdad hoy desayuné muy poco —comento, me llevo a la boca el último bocado, y me suelto despacio de su mano, acercando mi servilleta de tela que está sobre mi regazo. La tomo y me
—Así que ya te enteraste por lo que veo. —Se aproxima Melany con una sonrisa de oreja a oreja, se la ve emocionada. —Aún no asimilo la noticia Mel. —Reposo mis brazos en el pequeño mesón de granito, mientras resoplo un suspiro... —Es normal amiga, yo también me sorprendí cuando me dijo que separemos una partida presupuestaria para ese viaje, y todo por la firma de ese inversionista, —comenta, llenando su tasa con agua caliente del dispensador, coloca un té de bolsitas. —Pensé que la firma era aquí en la ciudad, pero cuando Chris me dijo “viaje a Dubai” te juro que no lo podía creer. —respondo con asombro mientras ella toma una cucharita para revolver su té, parece que es de manzanilla, por el delicioso aroma. Me hace un gesto como preguntando si deseo té, al que niego amablemente. Asiente y sonríe. —Me imagino tu gesto de sorpresa pero tranquila, después de todo lo vale, el tipo esta bañado en dinero según cuentan, así que es tu oportunidad Sanaya, convéncelo de esa firma y tráen
Al rato de haber tomado el taxi en dirección a mi casa, le expliqué a Henry que hoy pretendía decirle lo del viaje por trabajo porque ayer estaba demasiado agotada como para conversar de ello pero que, desafortunadamente no pensé que mi jefe lo anunciaría de manera anticipada. El conductor nos mira negando con la cabeza por el retrovisor, parece que ha escuchado nuestra flamante historia y sonríe como quien dice “Ay estos jóvenes”. Me recuesto en el asiento trasero en el que vamos, tomo de la mano de Henry, pero él sigue mostrándose un poco indiferente. A veces no lo entiendo, pero en fin ya es cuestión de él, yo ya le expliqué lo que sucedió y no fue mi intención que se enterara por otras fuentes. No me gusta estar en malos términos con él y más aún irme de viaje con una disyuntiva de estas. He decidido aceptar la propuesta que me ha venido haciendo desde hace mucho; apenas se termine el tema del contrato, haré oficial la relación con nuestros padres creo que eso lo
Al día siguiente. Son las siete de la mañana. Le he avisado a Chris, mi jefe, que ya pasé por migración, he revisado mi boleto, la visa, pasaporte y demás, bajo las escaleras eléctricas. Estoy a la espera de que anuncien mi vuelo por las pantallas y micrófonos del aeropuerto. —Bueno Sanaya, la historia comienza aquí... todo por Lux. Minutos más tarde escucho “vuelo a Dubai”, primer llamado, de inmediato me dirijo a donde me indican los guías, las puertas que conectan con la autopista se empiezan a abrir dándole toda mi atención al enorme avión plantado allí, admito que he viajado antes, pero saber que es a muchas horas de diferencia, siento un cúmulo de nervios en el estómago como si se tratase de una primera vez. Me coloco en la fila de pasajeros, y escucho detrás de mí a un grupo de jóvenes emocionados por la aventura inexplorada que les esperaría en un nuevo país—. Sonrío, pero quien estaba detrás de
—¿Disculpad, esperas a alguien? —levanto mi mirada, y me desconcierto al coincidir con unos ojos azules intensos que me miran fijo, le adornan sus pestañas rizadas, sus cejas y cabello negro, buen porte y físico... —Me hace señas con la mano como volviéndome a preguntar, y reacciono de inmediato. —¡Eh! No, para nada, adelante. —Él no lo piensa dos veces y acomoda su mochila a un costado de su silla mientras se sienta frente a mí. Parece que el lugar sigue lleno por lo que veo. Trato de regresar mi mirada al móvil pero incluso siento que he olvidado lo que iba a hacer; pareciera que lo hubiera visto antes, su rostro me es familiar; de reojo noto que coloca sus codos sobre la mesa, veo que el mesero se acerca con mi orden. —Jugo de naranja, un sandwuich de jamón y una ensalada de frutas express, como ordenó señorita, buen provecho. —me deja el desayuno sobre la mesa, agradezco y toma el pedido del joven. *** <
Sigo sentada donde me ha dejado Dave. Busco el número de Watson en mi celular, y le marco enseguida, el teléfono suena y suena pero nadie responde. Luego de dos intentos más, me atienden. —¿Buenas tardes con el Sr.Watson? —Sí, el mismo, ¿quién habla? —me identifico como executive officer de Lux, él me reconoce cuando menciono a Christopher Sander, mi jefe. —Oh claro muchacha, tú vienes por la firma, ¡cierto! —le respondo que sí. —Sí Sr.Watson, me gustaría acordar con usted una fecha para reunirnos personalm... —me interrumpe avisando que lo coordine con su asistente, me pasa la llamada. Escucho la voz y es la misma joven que me respondió temprano, —¡Qué modales! —Pienso. —¿Hola? —Sí, sí le escucho Srta, buenas tardes, tome apunte por favor. —Claro, dígame. —pongo el altavoz y abro mis notitas del celular rápidamente sin cerrar la llamada, para registrar lo que me indica. —Mr.Watson tiene es