—Sanaya, si es parte de ti no tienes por qué esconderla. —interrumpe sutilmente. La empieza a besar, —algo que me confunde pero de a poco me convence. —Me encanta esa flecha y ese “fire” en letras cursivas y elegantes. —se le esboza media sonrisa, pícara. —Es parte de ti, y si es parte de ti, la amo. —lo que ha dicho me ha hecho sonreír, siento como si algo en mi mente se acabara de derrumbar es como si el prejuicio de no aceptarme completamente se diluye con la seguridad que me da. —¡Deberías lucirlo! ¡Se te ve tan sexy! —niego divertida. Sus palabras calan en mí, siento que ha descubierto a la Sanaya que escondía, a esa Sanaya que no tenía miedo a ser. —¡Te amo Dave! —replico en voz baja. —¡Te amo Sanaya y será cuando de verdad te sientas segura. —las palabras no vienen a mí, pero siento unas ganas enormes de abrazarlo, lo hago, él corresponde. —Yo sabía que contigo iba a ser diferente, lo supe desde que te vi. –lo dice acomodando su brazo debajo de mi cuello mientras mi cabe
Dos años después.He salido de la cafetería que está en la planta baja del edificio, camino en dirección al elevador, las puertas se abren, entro y saludo a quienes se encuentran dentro de éste. Noto que son parte del personal administrativo con el que trabajo, presiono el botón del piso 5, noto como de a poco se va vaciando conforme va subiendo, me quedo sola, me planto frente al espejo de la pared, cargo mis lentes de oficina de pasta negra y mi traje ejecutivo de dos piezas de color azul marino.—¡Bien Sanaya! Otro día más en Lux, como Gerente de la Cadena en Australia! —suelto un suspiro.Las puertas del ascensor se abren, y a quien veo enseguida es a la recepcionista quien esta tecleando algo en su computador pero levanta la mirada para recibirme con una cálida sonrisa, le acompaña su audífono de call center negro. —¡Buenos días Caroline! —aviso, ella corresponde el saludo cortésmente. Miro mi reloj de mano son las 9:30 amCamino hacia mi oficina, mi asistente se pone de pie con
Una visita inesperada Es la madre de Dave. Me alcanza a ver y muestra una sonrisa amena. —Hola, ¿Sanaya cierto? —se pone de pie. —Sí, Sra Collins tanto tiempo, ¿cómo está? —le saludo con un cálido abrazo, ella corresponde de una forma diplomática. —¡Felicidades por tu nuevo cargo, no podía creerlo cuando me enteré, pero ya sabes como es mi esposo! —niego divertida, miro mi reloj de mano y asiento. Le hago un gesto para que me acompañe a mi oficina, aviso a Maddy que nadie me interrumpa, la Sra Collins le saluda con un arqueo de ceja muy cortes. Entramos. —¡Bienvenida Sra. Collins! —aviso que tome asiento, ella hace una inspección rápida al lugar, acomoda su vestido celeste formal que combina con sus ojos, tiene su cabello rubio recogido, un fleco elegante que resbala un poco por su frente, y su cartera de marca colgando en la parte interna de su brazo. —Muy acogedor, y ¿ese olor? —cuestiona mientras se sienta. —Oh, son mis inciensos, los compré en... —la mente me ha jugado una
Echo un ojo a mi calendario que está cerca del velador de mi cama, es sábado y suelto un suspiro.Un día como hoy, recuerdos me empañan la mente, un día como hoy fuimos uno solo en La India, un día como hoy fui suya...—Dave. ―escapo de mis labios su nombre con una profunda nostalgia.Me despabilo el pensamiento, decido visitar a mis padres, si bien es cierto me había independizado joven, pero estábamos en contacto casi siempre. Me encantaba llevarlos a lugares donde ellos siempre soñaron, conocimos Galápagos, París, Venecia, Miami, Madrid. Con el tiempo aprendimos a llevarnos mejor, principalmente con mi padre.Él tenía la mentalidad de que una mujer puede irse de casa solo cuando se case de velo y corona, era su creencia y no estaba mal, el punto era cuando trataba de imponérmela, lo que no entendía es que eso no estaba en mis planes, y que la libertad que yo necesitaba no tenía precio, y mucho menos querer comprometerme, cuando yo también podía salir adelante por mis propios medios
Un reencuentro—¡Oh disculpa, te he lastimado! —él reacciona con algo de sorpresa.—¡No, no te preocupes! —mi mirada sigue perdida en él como quien no asimila ver al hombre que ama después de tantos años.—¡Qué haces aquí!—Pues escuché lo del documental de los corales y me llamó la atención, ya sabes que soy fan de los acuarios. —su madre se come la película. —Mentirosa, mentirosa viniste por él, me reprocha la mente.—¡Oh ya! Entiendo! ¡Qué gusto me ha dado verte! —lo dice mientras se le esboza una media sonrisa.—Me alegra saber que te está yendo bien... —acomodo mi cabello detrás de mi oreja para calmar los nervios. Él asiente algo incómodo a mi comentario.—Madre te importa si nos dejas hablar un momento! —la Sra Collins cordialmente se retira. Gesto que me tensa, estoy sola con él, sí con Dave.—Qué bella estás! —admito que me ha dejado sin palabras.—Oh gracias! —se lleva una mano a la boca como quien se cubre una sonrisa.—¡Qué sucede! —cuestiono con una mirada curiosa, acomod
Capítulo final - Una propuesta *** Llegó el día de la última sesión video fotográfica con los autores del documental, aquella sesión que tendría lugar en la Gran Barrera Coral cerca de Australia mismo. Chris casi que me ha obligado a que esté presente supervisando todo sobre el tema del patrocinio. Además me pide que lleve ropa de baño porque aparentemente voy a salir en el video, algo que me sorprende pero ni modo. Acepto con la condición de no ser tan exhibicionista. —Alguien ha visto un traje de baño de mi mochila por ahí, uno negro con tiras... —cuestiono en camerino con voz alta. —Sanaya, hay uno pero es de una de las modelos que no usaron para nada, está nuevo. —responde el jefe de vestuario. —me acerco para chequearlo. —Oh por Dios! Esto es demasiado! —Luciría bien contigo puesto eh! –dijo el productor, negué y rogué que graben rápido la escena. Es un conjunto rojo, dos piezas. Suelto mis ondas, y toda la atención del personal esta puesta en mí, como si no hubieran visto
—¡Espera qué es... qué es eso! —exclamó angustiada una pareja de extranjeros que venía en dirección opuesta a mí, sus rostros palidecieron, volteé para ver curiosamente a lo que se referían, y mis ojos no lo creían, una ola en medio de este túnel se aproximaba hacia nosotros. —¡Oh por Dios, qué es esto! —me dije mientras corría. ¡Qué corría, volaba a toda prisa! Las luces rojas de emergencia se encendían y las alarmas empezaron a sonar, la gente salía despavorida del acuario. Los guías, con trajes y linternas neón, conducían a los turistas hacia la salida de emergencia. —A la derecha, señores, a la derecha. —gritaban precipitados, balanceando las luces como señaléticas. Seguía corriendo en medio de tanta gente. —Parece que acabo de perder de vista a... —¡Rayos! —tropiezo con alguien, —¡Quítate niña!—. Espetan desesperados. A lo lejos escuchaba gritos, llanto de niños, es una locura, los acuaristas avisan que quedan dos minutos para evacuar; advierten una enorme... Sigo corriend
Días atrás Un atardecer divino se muestra entre pinceladas celestes, blancas y naranjas frente a mí. Lo observo con quietud detrás del cristal del restaurante ejecutivo en el que me encuentro, estar en el cuarto piso tiene sus ventajas. Pienso. De pronto una voz repentina me trae a la realidad. —¡Vaya hoy alguien ha tenido demasiada hambre! —Es Henry, el chico que se ha robado mi corazón y del que tengo la fortuna de trabajar en el mismo lugar. Aunque por ahora lo nuestro no sea público me gusta cómo vamos llevando esto. Lo observo con discreción y es inevitable no esbozar una media sonrisa. Él comprende el mensaje, noto como toma mi mano libre que está sobre la mesa y con su pulgar acaricia con suavidad mis nudillos. Doy un sorbo a mi bebida con algo de incomodidad. —Te mentiría si te digo que no, la verdad hoy desayuné muy poco —comento, me llevo a la boca el último bocado, y me suelto despacio de su mano, acercando mi servilleta de tela que está sobre mi regazo. La tomo y me