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4. Estoy buscando a la señora Marjorie.

Ni siquiera sabía qué estaba haciendo allí, en el lugar que indicaba la tarjeta, aquello era una agencia de modelos, pero no una cualquiera, una agencia de modelos XL, ¿Cómo no se había dado cuenta antes "XL beautiful", el nombre lo decía todo? A veces costaba creer que se hubiera graduado siendo la mejor programadora de su promoción.

Miró a su alrededor y se maravilló con el inmenso número de fotos que adornaban las paredes, todas eran chicas, con curvas, nada normativas, como ella, pero a pesar de eso no se parecían en nada, lucían hermosas, semidesnudas o con cualquier bonito conjunto de ropa, llenas de autoconfianza y amor propio.

—¿Podría ayudarme?— Le preguntó a la joven que había sentada en la recepción— estoy buscando a la señora Marjorie.

— Perdone, eso no será posible, ella no se entrevista con aspirantes, si viene para las pruebas de admisión tiene que seguir por ese pasillo hasta llegar a…

— No… no vengo buscando trabajo — la recepcionista levantó la mirada y la observó de forma escrutadora para terminar con una sonrisa de incredulidad.

— ¿Entonces qué es lo que quiere?

— Vengo de parte del señor Evan Anderson él me dijo que…

— O si, querida, ya te esperaba— sonó una voz tras su espalda cuando una bella y también robusta mujer se acercó a ella, la observó de arriba a abajo y le regaló una sonrisa triunfante — creo que lo primero de todo será hacer algo con ese pelo — aseguró tras revisarla, para luego tomarla de la mano y hacer que la siguiera hasta la zona donde preparaban a las modelos para las sesiones de fotos.

— ¿Jean Pol qué opinas?— un hombre de unos 45 años más delgado de la cuenta y vestido de forma vistosa y colorida, se acercó a ella y le tocó el cabello — Está sano, pero sin brillo ni forma — Yo aclararía ese castaño hasta un tono dorado con reflejos rubios y le quitaría un poco de volumen.

— Entonces la dejo en tus manos — volvió a centrar la atención en ella y le sonrió con dulzura — vuelvo en un par de horas, intenta disfrutar del cambio de look.

— Pero yo no quiero cortarme el cabello…— definitivamente ella no quería cortarse el cabello, adoraba su pelo largo, aunque la mayoría de las veces debía llevarlo recogido.

— Es necesario, querida — Aseguró el hombre pasando una mano por su cintura y llevándola hasta una de las sillas que estaban frente a un espejo — Primero el color, quiero mucha luz en este bello rostro, así que voy a llenarte de reflejos rubios que aclaren este tono castaño claro, luce bastante apagado.

No era la primera vez que le decían que tenía una cara bonita, de hecho ese había sido el único cumplido sobre su aspecto que recordaba haber recibido desde pequeña.

«Es una pena que no se cuide porque mira, que es guapa de cara»

Más o menos, algunas personas con más amabilidad y otras con menos, con esas palabras u otras distintas, pero todas venían a decir exactamente lo mismo, cara bonita y cuerpo horrendo.

Debía reconocer que le gustó lo que vio reflejado en el espejo cuando el estilista terminó de peinarla, seguía teniendo el cabello largo, no tanto, pero ahora se veía muy sano, lleno de vida, con un corte actual y bastante más claro.

Tras el peinado llegó el maquillaje, suave, casi imperceptible, aunque resaltaba todas sus virtudes a la perfección y solo entonces le tomaron las medidas para vestirla.

Jean-Paul y Marjorie se miraron el uno al otro, sintiéndose con complicidad, sabían exactamente qué iban a ponerle porque estaban trabajando en ese momento con el catálogo de una conocida marca de ropa que sacaba una línea para mujeres de tallas más grandes y era una marca muy exclusiva.

El vestido de cóctel, azul claro, con los tirantes caídos por los hombros, le enmarcaba un bonito y exuberante escote que no llegaba a ser exagerado, se ceñía a la cintura algo arrugado por el lado donde un broche lo sujetaba y solo unos pocos por encima de la rodilla dedos por encima de la rodilla, sexy a la par que elegante.

El fotógrafo que pasaba por allí justo en el instante en que salía de detrás de la cortina donde la joven se había estado vistiendo se quedó maravillado con lo que vió porque había fotografiado a varias chicas con esa colección de ropa y con ninguna había terminado convencido del todo, pero esa mujer, fuera quién fuera era ideal para la campaña

— ¿Me permitirás hacerte unas fotos Marjorie?— preguntó acercándose a la fundadora de la agencia.— Es exactamente lo que estábamos buscando para la campaña de esa firma a la que corresponde el vestido que lleva en este momento.

— No es una de mis modelos, así que tendrás que preguntarle a ella.

Lia negó por inercia, una cosa era jugar a ser la Cenicienta durante un momento, dejar que esa especie de hada madrina moderna la pusiera guapa e ir a aquella cena y rechazar amablemente la propuesta del hombre más deseado del momento sintiéndose toda una diva por un día y otra muy distinta exponerse a nadie más.

— Yo no sé posar siquiera, en realidad salgo mal en todas las fotografías que me echan.

— Eso es porque no has dado con un fotógrafo que haga que te relajes, porque estás tensa si dejas que yo te haga un par de fotos, verás como es completamente distinto.

Lia lo observó pensativa por un instante ¿Qué podía hacer, debía dejar que ese hombre la fotografiaba o debía marcharse para llegar puntual a su reunión de negocios disfrazada de cita?

Al final accedió y, al contrario de lo que pensaba, se había sentido muy a gusto en esa sesión de fotos, tanto que un par se convirtieron en un par de veintenas de fotos en las que en cada una salía más desinhibida que la anterior, menos tensa, mucho más sonriente con ese brillo especial que no se puede aprender, se nace con ello, o se tiene o no sé tiene. El fotógrafo opinaba que era una pena que esa mujer no fuera capaz de ver la belleza que tenía por si sola y que debía convencerla para hacer ella el trabajo, aunque parezca un momento dejaría que se fuera como ella la contactaría días más tarde.

Estaba observando las fotografías cuando un misterioso hombre, con un impecable traje negro, con corbata a juego y camisa blanca, entró observándola y luego desviando la vista a Marjorie quién le sonrió en asentamiento.

— Vinieron a buscarte — Aseguró Marjorie salvando a la joven del fotógrafo que pretendía hincharle el ego para que aceptara el trabajo, ya que ella sabía a Eva no iba a gustarle nada como sobre todo si tenía los planes que le había revelado unos días atrás.

— ¿Quién?— preguntó ella mirando en dirección a la puerta y aunque no lo había visto antes supo qué tenía que ver con Evan.

— Señorita Taylor, mi jefe me pidió que viniera a buscarla para llevarla a su cita a mayor brevedad posible.

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