Rowan McCarthy, el rico propietario de la destilería de whisky más antigua de Irlanda, con 400 años de historia, no había dejado de darle vueltas al asunto, a lo sucedido en su pasado.«—Jamás podrás abandonarme, ¿Me escuchas, Moira? Nunca voy a permitir que te alejes de mí, antes te mato, antes viudo, que divorciado.Decía el pelirrojo mientras se sentaba al lado de su jovencísima esposa y la estrechaba contra su cuerpo para abrazarla, intentando consolarla de lo que él mismo había provocado.— Eres demasiado joven — siguió hablando el hombre — y yo debo educarte, pero te prometo, que cuando seas una buena mujer esto no volverá a ocurrir, solo debes aprender a comportarte.Ella solo lloró más fuerte mientras intentaba liberarse del abrazo de su esposo, lo que menos necesitaba en ese momento era tenerlo cerca, pero él no parecía dispuesto a ceder, es más, apretó más el agarre alrededor de su cuerpo.»— Señor, su viaje a los Estados Unidos está preparado y, tal y como pidió, logré que
— ¿Crees que esa es forma de besar a tu prometido? Fue la pregunta que le había hecho George por la manera en la que ella había evitado besarlo en la boca, atrayéndola hacia su cuerpo y encendiendo su piel.Joder, como le gustaba ese hombre, la forma en la que parecía fascinarle todo de ella, porque era tocarla y no poder dejar de hacerlo.Ni siquiera le había dado tiempo para responder tomando sus labios y así evitar que pudiera apartarlo o se defendiera.Por supuesto que un beso en la mejilla no era manera, pero si la única forma de evitar el fuego que se iniciaba cada vez que él la besaba.George no paraba de tocarla y ella no se negaba a qué la tocará, es más, ella también lo hacía. Perdiéndose en ese océano que eran los ojos de su futuro esposo y en las sensaciones que le provocaban esas manos traviesas recorriendo su codicioso cuerpo, ya que no deseaba otra cosa más que siguiera tocándola.El sonido de Jean-Paul aclarándose la garganta hizo que los dos se pusieran rojos, y se v
— Claro que voy a promocionar ese concurso, cuente conmigo — dijo Rowan estrechando la mano de George.Aquel irlandés era un patrocinador perfecto, o eso pensaba George, era el dueño de una conocida marca de whisky que intentaba hacerse camino con una nueva marca, tenía mucho dinero que invertir y era precisamente lo que hacía falta, un buen patrocinador con el grifo abierto.— Estoy encantado de hacer negocios con usted — dijo George pensativo — mire, tal vez le suene apresurado, pero me gustaría invitarlo a la fiesta de pre boda que doy esta noche, así puede conocer a mi futura esposa, que es precisamente a quién va a patrocinar¿Qué le parece?La mirada de Rowan se oscureció ante la invitación de George a su fiesta de pre-boda.La sola idea de volver a ver a Moria hizo que no dudara en estrechar la mano de ese hombre, del ladrón, del maldito usurpador que le había robado a su esposa, porque ella era su maldita esposa.—Por supuesto que estaré ahí, compartiendo su felicidad, al fin d
El joven se dejó caer sobre la cama, por un momento, tras guardar su ropa y sus papeles en su maleta y volverla a colocar en el fondo de su armario. El deseo de beber era ahora con lo que tenía que luchar, el dolor de cabeza que la falta de alcohol en su sistema le estaba causando lo abrumaba, por lo que se levantó molesto al escuchar por media hora el llanto incesante del hijo de su padre con esa mujer.—Joder, ¿Por qué diablos lloraba tanto?— se levantó molesto caminando hasta la habitación del pequeño viendo como la nana salía de allí con un chupete en la mano.«¿Qué tan difícil era mantener a un bebé callado?»Se cuestionó al entrar a la habitación, era la primera vez que se atrevía a ver a su pequeño hermano.El pequeño Ian seguía llorando, se encontraba rojo a causa del esfuerzo que hacía en cada nuevo llanto.—En serio que eres una verdadera molestia— le mencionó al pequeño bulto con voz fastidiada, estaba por irse cuando el pequeño abrió sus ojos observándolo. Evan no pudo mo
Fue escuchar esas palabras y hacer que la mirada alegre de Marjorie se convirtiera en una de terror que la hizo soltarse del brazo de George y correr a la salida, no sin antes voltear hacia atrás para ver si él la seguía, viendo por un momento una cara conocida, una cara que no debía de estar ahí.Pero eso era imposible, por lo que volvió a voltear hacia adelante antes de volver su cabeza y darse cuenta de que ya no estaba ahí.Aun así, no ver a esa persona no hizo que su temor se hiciera menos, sino que se incrementará aún más.—¡George! ¡George! — le llamó al ver qué se entretenía hablando con el chico del parking de esa noche.—Tenemos que ir a casa, ver qué ellos se encuentran bien.Todo pasó tan rápido que en un momento se encontraba alimentando a su pequeño hermano, sonriendo por la forma que este parecía gustarle su presencia.Siempre había querido un hermano, más su padre le dijo que eso sería imposible. Su madre, tras tenerlo había perdido la capacidad de volver a tener hijos
Marjorie le sonrió a George, aun así no perdió el tiempo corriendo hacia el interior de la casa, subiendo las escaleras en busca del pequeño, tenía que cerciorarse que se encontraba bien, casi le da un infarto al subir a la habitación del bebé y no verlo ahí.—Ian, ¿Dónde está Ian?— dijo volviendo a salir en busca de la niñera, quien en ese momento se percataba de la llegada del señor y la futura señora de la mansión.— ¿Evan salió o se encuentra en casa?— preguntó también preocupado por su hijo.—Señores han vuelto— dijo la niñera haciendo una ligera inclinación con su cuerpo en señal de respeto — no sé preocupen, tanto el joven como el pequeño Ian, se encuentran bien, es más…— les indicó que la siguieran hasta la habitación de Evan.Marjorie se sorprendió al escuchar a la mujer y más ante la indicación de esta para que la siguieran y no hicieran ruido.—El pequeño Ian tuvo una noche muy rebelde y solo se calmó cuando su hermano mayor lo tomó en brazos, estaba con él alimentándolo, j
Marjorie se sentó frente al espejo, para desmaquillarse, pero sobre todo, para conversar con ella misma, con la mujer reflejada en el espejo.Esa mujer radiante y sonriente que le regresaba el espejo, esa sonrisa deslumbrante que era a causa de George Anderson.El hombre que le ofreció un amor de contrato y que no podía hacerla más feliz a pesar de las dudas iniciales, estaba segura de que haber aceptado era lo mejor que pudo hacer.—No temas, pase lo que pase, confía en que George seguirá haciendo que conserves esa sonrisa — se dijo a sí misma, terminando de desmaquillarse.A partir de mañana empezaría un nuevo capítulo en su vida. Uno donde solo se permitiría conservar el recuerdo de su adorada hija y desecharía todo lo demás. Todo ese pasado doloroso, lleno de espinas, del cual no quería ni acordarse.—A partir de mañana solo seré Marjorie Anderson y nadie más. Ojalá hubiera encontrado a George antes de haberte perdido hija mía, pero descuida, haré que tu hijo sea feliz y jamás con
George sonrió al ver salir a la sirvienta y luego centró la atención en su hijo. La sonrisa que tenía en el rostro era radiante, se notaba que era feliz y ansiaba casarse.— ¿Cómo dormiste?— preguntó llevándose el café a los labios, a pesar de su apariencia tranquila, estaba tan nervioso que no podía comer nada más. — estoy seguro de que muy bien, dormir junto a un bebé siempre da mucha tranquilidad ¿Verdad?Otra cosa por la que el patriarca Anderson tenía para estar más feliz. Era por la cercanía que sus hijos empezaban a tener, sobre todo por las sospechas de que ese bebé quizá no era tan ajeno como pensaba, pero eso era algo que ya tendría tiempo de investigar en su luna de miel. Tampoco le quitaba el sueño, aunque si llenaba ciertas lagunas que no había podido evitar encontrar en la procedencia de Ian, como por ejemplo ¿Quién era el padre? Sin embargo, no era el día de pensar en eso.Evan creyó que se molestaría ante las palabras de su padre, ante la mención de la interacción qu