Caleb.Cuando abrí mis ojos, estaba en la mansión ShadowMoon, pero me di cuenta que era el pasado. Habían caras conocidas caminando de un lado a otro con sonrisas.—Caleb, prometiste llevarme hoy al bosque —Esa voz me hizo girarme a toda velocidad.Ahí estaba ella. Tenía ambas manos en la cintura y una expresión enojada, pero con un lindo puchero en sus labios. Su largo cabello castaño caía por debajo de sus hombros.—K-Kate... —titubeé.En ese momento supe que lo que sucedía no era real. No podía creer que estuvieran jugando con mi pasado para dañarme emocionalmente. Haber vuelto a ver a Kate, así fuera una simple ilusión, me hizo tirarme al suelo.Mis rodillas golpearon la dura cerámica y me lamenté por no haberla salvado.—Hey, ¿qué sucede? —Se acercó a mí y apoyó una mano en mi hombro—. No te ves bien.—Perdóname, por favor... No pude protegerte —dije, entre dientes.—Me estás preocupando, tonto —respondió.Vi sus ojos. Esas azuladas iris tenían ese auténtico brillo que la caracte
Laia.Después de haberme separado de Caleb, aparecí en un entorno familiar que me hizo traer un montón de recuerdos.La manada Eclipse todavía vivía y hacía sus labores cotidianas del día a día. Tragué saliva. Todo ese ambiente lo sentía tan falso, producto de mi propia imaginación a lo que alguna vez fue mi hogar.—Laia, ¿por qué no vienes un momento? —cuestionó mi padre, llamándome con su mano.Corrí hacia él, y a pesar de que sabía que su imagen era una vil mentira, lo abracé como nunca antes. Volver a sentir su calidez paternal era lo que más necesitaba en ese momento.—Fuiste el mejor padre —hablé, cerca de su oído—. No me importa si esto es una visión o lo que sea... Aprovecharé este instante para abrazarte.No quería soltarlo porque sabía que si lo hacía, jamás volvería a tener una oportunidad como esa. La realidad era que él no estaba entre el mundo de los vivos...—¿Laia? —Una voz femenina me dejó aturdida.Solté a mi padre para comprobar de dónde venía. Me giré y no hizo fal
Laia.Llevábamos días caminando y no parecía existir un final. Todos estábamos con un olor terrible por no encontrar una forma de bañarnos, ya que Morgana nos alertó de que los lagos cercanos estaban contaminados.—Si no me doy un baño pronto, creo que me disecaré —se quejó Zoé, bebiendo agua de una botella.Caleb decidió juntar todos los suministros que teníamos para ahorrar en lo máximo posible. No sabíamos cuándo llegaríamos a nuestro destino.—Y eres la que más apesta —soltó el alfa, cubriendo su nariz.—Nadie pidió tu opinión —refutó la joven, asesinándolo con la mirada.Yo me quedé detrás de ellos para encontrar con mis ojos un buen lugar para descansar, pero se veían árboles y más árboles. Ninguno se atrevía a cruzarlos por la advertencia que nos dio el anciano.Leo me hacía compañía, no se separaba de mí y apreciaba ese gesto.Ambos caminábamos en silencio, dando pasos suaves sobre el musgo. La luna llena se filtraba entre las ramas, creando un mosaico de sombras y luz. Me pre
Laia.No sabía si Leo era un novato en los temas amorosos como yo, o antes había tenido pareja, pero cada vez me lanzaba ciertas miradas llenas de picardía.Todos habíamos logrado bañarnos al fin y continuamos con nuestra caminata esa misma noche ya que Morgana sintió un poder mágico increíble muy cerca.—Es ahí... —señaló, con el dedo tembloroso.Miré en esa dirección y no había absolutamente nada. Me quedé extrañada y le iba a protestar por eso, pero Caleb dio un paso al frente, canalizó una fuerza increíble en su puño para luego golpear una pared invisible.—¿Hay alguna forma de destruirla? —cuestionó el alfa, al notar que no se rompía.—¿Qué carajos es? —preguntó Zoé, ella tampoco podía verlo.—Es un campo protector —informó Morgana, con ambas cejas inclinadas—. Si logramos destruirlo, estoy segura de que la biblioteca está del otro lado.Caleb siguió utilizando su fuerza para ello y Leo no tardó en unirse a él para aumentar las probabilidades de éxito.—Muy bien, usemos la fuerza
Laia.¿Eris?¿Quién era Eris?—Haré que cada uno lea una parte, así entenderán mejor —comentó Rubí, chasqueando sus dedos.Mis labios empezaron a moverse sin yo pedirlo y me di cuenta que estaba siendo controlada. Era algo aterrador, menos mal que ella estaba de nuestro lado.—Hace mucho tiempo, en un mundo donde la magia y la naturaleza se entrelazaban, existían dos hermanas llamadas Luna y Eris —hablé, concentrada en las letras—. Ambas compartían una conexión profunda con los elementos y una responsabilidad única de mantener el equilibrio natural. Se les otorgó un poder inimaginable.—Luna, la hermana mayor, era gentil y compasiva. Cuando se les ofreció el poder de los dioses para preservar la armonía en el mundo, Luna lo aceptó con gratitud y estaba dispuesta a preservar la paz —continuó Caleb, se veía frustrado—. Su corazón estaba lleno de bondad, y su misión era proteger a los seres vivos y asegurar que la naturaleza floreciera.Era increíble cómo Rubí solo tuvo que chocar sus de
Laia.—La profecía la creé con el fin de que Eris fuera derrotada —comentó la diosa.El ambiente dejó de ser oscuro y la neblina se fue esparciendo poco a poco. Se le abrió paso a un bonito paisaje, en donde había una banca para sentarse y el bosque frente a nosotros nos sorprendió.Era increíble el poder mágico que tenían algunas personas. La noche seguía siendo perfecta con la luna llena. Después de todo, ambos estábamos dentro de mi mente.—¿Por qué su hermana decidió irse por el mal camino? —pregunté.—No todos serán buenos, Laia —bufó Caleb, cruzado de brazos.—Es cierto. Por desgracia, mi hermana siempre tuvo esa chispa de maldad que poco a poco se fue avivando —resopló ella, sentándose con cautela—. Estuve perfeccionando un poder capaz de derrotarla. Es obvio que ahorita se volvió más fuerte, pero sin dudas la loba suprema podrá ponerle fin.—¿Loba suprema? —cuestioné.Creí que se trataba de un lobo, pero recordé que en el Codex decía que la diosa le daría el poder a una joven
Laia.—Sí, Laia... El poder que llevas dentro me pertenecía en el pasado. Fui perfeccionándolo para poder entregártelo —afirmó, con una sonrisa—. Espero que puedas derrotar a Eris, o el mundo será destruido. Todas las criaturas que están en la tierra dejarán de existir.—¿Cuántas manadas quedan? —cuestionó Caleb, intrigado—. Sería una derrota inminente perderlas a todas. Hay que movilizarnos con eso.—Diez manadas. Dos que igualan el poder de los ShadowMoon y las demás son normales. Las más débiles fueron destruidas por completo, que eran mayoría —respondió la diosa, tragando saliva.¿Diez manadas? Era imposible que quedaran tan pocas. Si seguía así, los lobos estaban próximos a extinguirse y eso era aterrador.Eris sabía que éramos la única especie que podía destruirla y acabar con su deseo de gobierno mundial.—P-pero habían muchísimas —balbuceó Caleb, estupefacto con la noticia.—Es lamentable la pérdida de tantas manadas después de que se hayan expandido durante años —murmuró la d
Laia. Habían pasado unos días y Caleb se estaba encargando de encontrar a las demás manadas, junto con Xavier y algunos exploradores. Yo estaba en mi habitación en compañía de Leo porque necesitábamos experimentar un poco más para descubrir mi poder... Zoé no estaba, así que le puse seguro a la puerta para no ser interrumpidos en el proceso. —Laia, ¿estás segura? No tengo problemas en esperar... —comentó, se veía nervioso. ¿Y cómo no? Si yo lo estaba viendo con unos ojos lujuriosos porque quería comérmelo de verdad. —Sabes que se nos acaba el tiempo... Mientras más esperemos, Eris tendrá la oportunidad de ganar —recordé, acercándome—. Necesito saber si esto funcionará, Leo, y solo he pensado en ti para conseguirlo. Él estaba sentado en la orilla de la cama, con ambos brazos apoyados sobre el colchón. Yo me fui acercando poco a poco hasta llegar frente a él, acariciando con suavidad sus mejillas. —No quiero forzarte —suspiró, pero yo solo veía lo sexy de su expresión—. Pero si