El día pasó velozmente, y Jack estaba de muy mal humor. Había perdido un novillo, una vaca se había lastimado con el alambrado de la cerca y una de sus mejores yeguas que estaba en celo no le gustaba su alazán medianoche, quería hacer ese cruce de razas pero la yegua no cooperaba. No le había dado tiempo de ir a la casa para almorzar, estaba sucio y hambriento. Al entrar en la gran casa de dos plantas, el olor a comida hizo que le volviera el alma al cuerpo. Grisell siempre cocinaba de maravilla, no la podía cambiar por ninguna otra mujer, aunque esta estuviera empeñada hacer de casamentera.
Como si él quisiera tal cosa, se sentía muy bien como estaba, si le faltaba el calor de una mujer en San Antonio habían de sobra solo media hora de camino y podría salir con una chica guapa sin complicarse la vida. De momento seguiría así, además sus últimas citas habían sido de lo peor siempre terminaban antes de lo esperado, nunca pasaban de los tres meses ya que con las mujeres las que solía salir al final deseaban algo muy serio o mudarse a la ciudad, y él no estaba interesado en ninguna de las dos opciones.
—¿Qué huele tan bien?
—¡Has llegado ya! La cena está casi lista.
—Qué bien, me daré un baño y bajo en seguida.
Definitivamente su vida estaba muy bien así, sin ninguna mujer que lo volviera loco al llegar a la casa, o que estuviera encima de él, porque al final el rancho no era lo que quería para su vida y luego se viera obligado a tener que mudarse a la ciudad o bien sea tener que divorciarse. O peor aún casarse con una mujer que quiera tener una docena de hijos corriendo por la casa, el silencio que le daba su hogar le gustaba y quería que así fuera, por un largo tiempo. Cuando bajo Grisell ya estaba poniendo la mesa para que el cenara como todas las noches.
—Tu cena ya está servida, ven a comer antes de que se enfrié.
—Hmm... Esto tiene buena pinta. Grisell le había preparado un plato con bistec, puré de patatas, espárragos salteados y pan tostado junto con un gran vaso de té helado.
—Se lo que te gusta para cenar Jack.
—Si lo sé, por eso me gusta que cocines tú. Ven y siéntate conmigo y acompáñame a cenar, nunca lo haces y te lo he pedido muchas veces.
—¡Oh no muchacho no podría!
—Tonterías Grisell, tu eres como de la familia. Además así aprovechas y me cuentas todo ese rollo de la carta de tu nieta.
—Está bien te lo contare todo.Mientras Jack daba buena parte de la cena, Grisell se sentó a su lado sirviéndose un vaso de té.
—Bueno veras, cuando yo llegué aquí estaba divorciada de mi ex marido. De nuestro matrimonio solo tuvimos un hijo que en lo que tuvo la mayoría de edad mi esposo arreglo todo para que se casara y tuviera descendencia muy rápido, de ese arreglo nació mi nieta Megan. Yo me separe de mi marido y me fui de mi casa, dejando a mi nieta y mi familia no tuve más remedio, mi esposo era para ese entonces me controlaba la vida no me dejaba hacer nada por mi cuenta, ni trabajar, ni cocinar absolutamente nada. Y ya me había cansado de esa vida de privaciones por esa razón decidí divorciarme e irme de Atlanta.
—Entiendo Grisell, yo no soy nadie para juzgarte tranquila.
—Lo sé muchacho. Mi nieta me ha contado que su abuelo murió hace muchos años y mi hijo y su esposa fallecieron en un accidente aéreo hace unos tres meses.
Dijo aquello con mucho pesar, mientras ambos guardaban silencio por unos segundos.
—Lo siento mucho Grisell, debió ser duro saber todo eso simplemente por una carta. ¡Nunca nos dijiste nada acerca de tu familia!
—Está bien, las cosas pasas y nada podemos hacer. Mi ex no quería saber nada de mi después que le pedí el divorcio, y mi hijo quedo resentido porque él pensaba que lo abandonaba. Yo le dije cuáles eran mis motivos pero su padre lo había criada bajo sus principios. ¡Además él ya se había casado y tenía una familia, no era ningún niño!
—Claro comprendo. A veces los hijos somos muy cabezotas.
—¡Sí que lo son! Desde luego yo no quise tener más hijos con mi esposo y menos con un snob, intente criar a mi hijo de una forma más normal para que fuera una gran chico que sociabilizará con todo el mundo pero su padre no me lo permitía, pronto se fue convirtiendo en una persona que yo no quería que fuera, su esposa se adaptó a esa vida y bueno encajo muy bien también era otra snob, por lo tanto mi hijo no tuvo problemas con ella.
—Eso suena horrible Grisell. ¿Y cómo que se adaptó a esa vida? ¿Qué vida es esa?
—Pues, mi ex marido era una persona adinerada y cuando murió le lego todo a mi hijo, que a su vez le dejo todo a mi nieta.
—Entonces, ¿tú eres rica Grisell?
—¡Oh no!, no. Yo no soy rica, mi nieta sí que lo es.
—¿Entonces tu nieta también es una persona así de frívola como sus antepasados?
—Espero que no sea así. Me dolería muchísimo que lo fuera. Es por eso que quiero preguntarte si la puedo invitar a pasar unos días aquí en el rancho.
Jack bebía té en ese momento y al escucharla se atraganto de golpe. Si su abuelo y su padre eran unos snobs no se quería imaginar cómo sería la tal Megan. Seguramente era una niña mimada que obtenía todo lo que deseaba con solo pedirlo. El rancho tal vez no le sentara nada bien, al final de todo era una citadina estirada. Dudaba que el olor a ganado y caballo, le fueran de su agrado. Bueno su casa no era en lo absoluto fea, era muy elegante su madre se había encargado de remodelarla y dejarla hermosa digna de ser la casa de su madre.
—Bueno Grisell, ¿no crees que a tu nieta le incomode el rancho? Ella es una mujer joven y de ciudad.
—No lo creo, dudo que mi nieta sea una snob me niego a creer tal cosa.
—Sabes cómo es la vida aquí, no es lo mismo que la ciudad los mismos lujos en los que ella está acostumbrada a vivir.
—Tu tranquilo que de eso me encargo yo. Solo quería pedir tu consentimiento para que ella pase unos días aquí y conozca lo que yo hago.
—Grisell no te has puesto a pensar que tal vez ella quiera que te marches con ella a la ciudad.
—Si lo he pensado. Estoy segura que ella querrá que me devuelva. Pero su carta decía que quería estar conmigo donde quiera que este así que tomare eso como luz verde, tal vez la convenzo y se queda aquí en Texas.
—¡Si tú lo dices! Por mí no hay problema puede quedarse el tiempo que desee.
Y con eso tenía que decirle adiós a la paz en aquella casa. Traer más mujeres no parecía la mejor de las ideas.
—Gracias muchacho, entonces le responderé su carta y la invitare mañana mismo.
—¿Mañana? ¡Tan rápido!
—Claro, mientras más rápido llegue mejor, quiero verla y ella debe sentirse igual. Si no, no me hubiera buscado.
Al parecer la iba a tener en su casa lo antes posible, aquello comenzaba a ser un dolor de cabeza. ¿Cómo sería? Una adolecente, o una mujer pero con personalidad de adolecente. Bueno ya no podía hacer más nada al respecto, Grisell tenía derecho de ver a su familia.
—Bueno espero que tengas suerte y des con ella Grisell. La cena estuvo estupenda como siempre. Cuando quieras prepara alguno de los dormitorios desocupados para tu nieta.
—Gracias Jack yo me ocupo de eso. Le dijo con una reluciente sonrisa.
Este se dirigió a su despacho y se encerró. Grisell organizo la cocina y se dirigió a su habitación para redactar la carta para su nieta. Solo esperaba que todo saliera muy bien, así todos saldrían ganando.
Dos días después en la ciudad de Atlanta, melisa recogía la correspondencia y entraba en la cocina donde Megan desayunaba tostadas con mermelada y café, había tomado ese hábito de desayunar en la cocina mientras leía el periódico, sus padres nunca habían aprobado desayunar en la cocina, siempre lo hacían en el gran comedor.
—Tienes correo Megan. Le dijo Melisa moviendo de un lado a otro el puño de cartas.
—Hmm… Eso es normal en esta casa ¿no?
—Sí, pero hay una en especial. Y es de San Antonio Texas.
Megan dejo de comer de inmediato y se lanzó a tomar la carta, la abrió tan deprisa que pensó que la rompería de los nervios.
—¡Oh por Dios! Es mi abuela… Aún vive en ese rancho. Grito eufórica de la alegría.
—¿Pero qué dice?
Leyó en voz alta:Querida y adorada nieta, estoy bien y me alegra saber que tu estas bien. Fue un fuerte impacto saber que tus padres fallecieron, pero yo si mi niña. Estoy deseando poder verte de nievo y abrazarte, por eso te invito a venir al rancho “El orgullo J.M” te estaré esperando mi niña el día que desees venir, solo avísame con tiempo para enviar una persona a recogerte al aeropuerto. Te echo de menos. Te quiere la abuela.—Está bien Mel. Y me invito a pasar unos días en ese rancho, entonces tú y yo hagamos las maletas de una vez.—Un momento. ¿Qué pasa con la casa? ¿Y tus negocios? tú no puedes dejar todo así tirado, tienes responsabilidades. Demonios, no podía viajar y dejar todo tirado así sin más. Debía ser más responsable.—Tienes razó
—Rodrigo estará bien, él puede encargarse de la situación. Le diré que prepare un aviso con el nombre de tu nieta para que se puedan identificar.—Hmm... ¿Qué te pasa? Es que no te agrada la visita de mi nieta. Te incomoda que pase unos días aquí con nosotros. Le acuso viéndolo a la cara fijamente.—Claro que no, ¡es absurda tu pregunta! Tengo mucho trabajo me voy, regreso más tarde.—¡Bien como quieras! Y que Rodrigo no corra mucho cuando la traiga de regreso.—Si de acuerdo. Dijo saliendo de la casa, luego Grisell observo por la ventana como Jack le daba instrucciones a Rodrigo y seguido este se subió al coche de Jack y salió disparado por el camino de tierra que conectaba con la carretera para San Antonio.Por lo menos su nieta no estaría esperando tanto en el aeropu
—Mucho gusto señorita Blake. Bienvenida a mi casa, puede quedarse el tiempo que guste.—Muchas gracias Jack. Pero llámeme Megan por favor. Ella es mi amiga Melisa.—Encantado de conocerla Melisa. —Gracias, señor Jack.—Entonces porque no entramos y nos refrescarnos con una limonada bien fría. Vamos Rodrigo debes estar sediento. Los invito Grisell.Las mujeres siguieron dentro de la casa mientras Rodrigo y Jack bajaban las maletas.—¿Solo estas dos? Pregunto asombrado, él se esperaba un arsenal de maletas.—Sorprendido ¿no?, con que una citadina malcriada. Riéndose a carcajadas.—¡Eres idiota! Como demonios iba a saber que sería una mujer madura, Grisell siempre hablaba de ella como si fuera una niña.&mdash
—No lo hago por mal mi niña, pero algunos hombres les hace falta un empujón de vez en cuando.—Es cierto Megan, así son algunos hombres de duros. Por cierto, señora Grisell ¿ese cowboy está soltero? Ese tal Rodrigo.—¡Melisa no empieces! La riño su amiga.—¡Oh! parece que te ha gustado Rodrigo ¿eh? Te diré que él es todo un don Juan, se ha ganado esa reputación porque ha tenido novias en todos lados, menos aquí en el rancho. ¡Así que si le has puesto el ojo mi querida niña ten mucho cuidado!—Melisa ese hombre puede romperte el corazón.—Es cierto, si tú le has gustado seguro que irá a por ti. Y más si sabe que no te quedaras. Le dijo Grisell.—¡Debes ser precavida Mel por favor! Sabes que no nos
—Rodrigo ven conmigo. Le grito de lejos.—Claro patrón ¿Qué ocurre? Le dijo levantándose rápidamente.—Nada, solo que Grisell quiere que cenes con nosotros.—¡Oh vaya!, así que fue Grisell. Porque me parece que ella te riño para que vinieras por mí.—¡Cállate! Grisell piensa que si quieres acercarte a Melisa que no deba meterme.—Y así es. No es de tu incumbencia, ella realmente me gusta.—Tú, eres un don Juan te gustan todas las mujeres que se te cruzan por el camino.—Que pasa Jack, no me catalogues así. Puedo ser un hombre que quiera sentar cabeza. ¿Tu cuando piensas hacerlo?—Eso no es asunto tuyo.—Vi como mirabas a Megan, ella si es que guapa, todos hablan de ella. &iques
Todos estaban sentados en la mesa del comedor, Melisa no paraba de hablar con Rodrigo y Grisell conversaba con todos a la vez. Pero Megan estaba en silencio y cruzaba los dedos para que nadie se diera cuenta de su labio. Mientras ella estaba angustiada el cretino de Jack estaba como si no hubiera pasado nada. Como se atrevía a besarla y de paso amenazarla con hacerlo de nuevo. Era un bruto, un sexy bruto arrogante.—Hija porque estas tan callada, ¿te sientes bien?—Estoy bien abuela, solo que estoy cansada, después de cenar me gustaría irme a la cama si no les importa.—Hmm claro que no mi niña. Grisell la tomo de la cara y se la alzo mirando su labio, abrió los ojos como platos y luego miro a Jack de reojo. –Es mejor que subas a descansar de una vez.Megan no entendía porque su abuela no había hecho ningún comentario sobre
—Eres una mal mentirosa citadina.—¿De qué rayos hablas?—Ya me voy, que descanses.Salió de su habitación dejándola más nerviosa de lo que ya estaba, su primera noche allí y ya el dueño la había besado y manoseado. Lo que menos imagino al llegar a San Antonio era conocer a un vaquero sexy que la besara el mismo día de su llegada sin previo aviso, y ni siquiera se la llevaban bien. Tendría que arreglársela para evitarlo los días próximos. Se cambió de ropa y se metió en la cama, no pensaría más en ese Jack abusador.Mientras tanto en la habitación siguiente Jack no paraba de dar vueltas en la cama, al salir de la habitación de Megan entro en la suya pensando lo que había hecho ¿A dónde quería llegar con aquello? No podía negar
Pero a él que más le daba que todos se enteraran que la había besado, al final era un simple beso que no se volvería a repetir.—Claro. Mi amigo Jack a usted le gusta esa mujer, desde que la viste te gusto es mejor que no te lo niegues a ti mismo.—Y que si me gusta, es una mujer hermosa.—Claro que lo es. ¡Bueno ya me voy deben estar esperándome ya!¿Qué podría hacer? Evitar a esa mujer o seguir molestándola para ver a donde iba a parar todo aquello, no es que se quejara porque besarla y tocarla le despertaba el instinto salvaje que llevaba por dentro. Deseaba hacerle el amor a Megan.—¡Oh que hermosas son! Exclamo Melisa ante la belleza de las dos yeguas que tenía delante.—Si Rodrigo son muy bellas, ¿y son mansas?—Claro que sí, les tra