—Rodrigo estará bien, él puede encargarse de la situación. Le diré que prepare un aviso con el nombre de tu nieta para que se puedan identificar.
—Hmm... ¿Qué te pasa? Es que no te agrada la visita de mi nieta. Te incomoda que pase unos días aquí con nosotros. Le acuso viéndolo a la cara fijamente.
—Claro que no, ¡es absurda tu pregunta! Tengo mucho trabajo me voy, regreso más tarde.
—¡Bien como quieras! Y que Rodrigo no corra mucho cuando la traiga de regreso.
—Si de acuerdo. Dijo saliendo de la casa, luego Grisell observo por la ventana como Jack le daba instrucciones a Rodrigo y seguido este se subió al coche de Jack y salió disparado por el camino de tierra que conectaba con la carretera para San Antonio.
Por lo menos su nieta no estaría esperando tanto en el aeropuerto Rodrigo llegaría con tiempo de sobre.
En el aeropuerto descendía el avión de las chicas, mientras pasaban por las respectivas revisiones, luego fueron en busca de quien las iba a recoger. Su abuela había dicho que mandarían a alguien por ellas, así que no les quedó otro remedio que buscar de lado a lado un indicio de que alguien esperaba por ellas.
—Mira Megan ese hombre de allí tiene escrito tu apellido en ese cartel. Exclamo su amiga.
—Es cierto, tendremos que preguntarle tal vez sea otra persona.
—¡Oh vaya ya te diste cuenta que es un vaquero guapo! Al parecer no son nada desgarbados. Rio su amiga.
—¡Melisa por el amor de Dios! La riño Megan reprimiendo una sonrisa. A pesar de todo su amiga tenía razón ese vaquero no estaba nada mal, alto, moreno, muy musculoso, su cabello y sus ojos no se apreciaban por el sombrero pero tenía un mentón firme.
Se acercaron hasta el cowboy…
—Hola, ¿Ese cartel es por Megan Blake?
El hombre parpadeo un momento como si estuviera asombrado por verlas.
—Sí, estoy esperando a la nieta de Grisell.
—¡Oh qué bien!, soy ella misma mucho gusto. Le tendió la mano. – Ella es mi amiga Melisa.
Le tuvo que dar un codazo a su amiga para que reaccionara ante aquella belleza de hombre.
—Un placer señoritas. Se tocó el ala del sombrero en forma de saludo sonriéndoles. – Entonces yo llevare su equipaje, ¿Solo traen esas dos maletas?
—Si solo estas dos maletas.
—De acuerdo entonces vamos, estamos a media hora de camino al rancho.
—¿Te fijaste en su acento? ¡Me encanta como hablan las personas de aquí! Le susurro a su amiga.
—Compórtate. Ese hombre te ha dejado embobada.
—¡Y a quien no! Se abanicó con la mano mientras lo veía llevar las dos maletas como si no pesaran.
—¡Oh por favor Mel!
—Este tipo de hombres no se ven en Atlanta Megan, ¿o es que crees que me gusta ver al cartero o el que trae la leche?
—No, pero… Oye ¿Qué tiene de malo el chico que reparte la leche?
—Nada, simplemente que su esposa y sus tres hijos no lo hacen para nada atractivo.
—¡Oh eso no lo sabía! Reprimiendo una sonrisa.
—Bueno señoritas este es nuestro coche. Les anuncio Rodrigo metiendo sus maletas en la parte trasera del coche.
—¿Iremos en este coche tan grande? Exclamo Melisa.
—Sí, el jefe me lo dio para que pudiera venir a buscarlas y para que estuvieran cómodas.
—Entiendo, tu jefe es muy considerado. Recuérdame darle las gracias Melisa.
—¡Claro que sí!
De camino al rancho Rodrigo les hablo del rancho y de las hectáreas que tenía, del ganado y la cría de los mejores caballos. Ambas mujeres estaban fascinadas por aquello tan nuevo.
—Rodrigo ¿crees que podamos montar a caballo uno de estos días? Pregunto Melisa.
—Por supuesto señorita. Yo me puedo encargar de eso, si no tienen problemas. Le dijo mirándola por el retrovisor.
Megan capto de inmediato esa batalla de miradas y comprendió que a ese tal Rodrigo le gustaba Melisa y ella estaba dejando la baba por aquel vaquero musculoso.
—Debes saber que nosotras no sabemos montar. Dijo Megan mirando por la ventanilla aquel maravilloso paisaje cubierto de pasto y tierra hasta donde le alcanzaba la vista, estaba comenzando a entender por qué su abuela seguía allí.
—Eso no se será problema, tenemos los mejores caballos lo más dóciles. Enseñarles a montar no será problema para mí, y dudo que mi jefe tenga problemas tampoco.
—Eso es genial. Estoy impaciente por aprender.
Dijo Melisa disfrutando de cada minuto del viaje.
—Entonces serás nuestro entrenador Rodrigo, siempre y cuando no interfiera en tu trabajo. No queremos importunar y que tengas problemas de tiempo.
—Tranquila señorita, ¡soy el capataz suelo tener muchos ratos libres!
—Llámame Megan por favor, y a ella puedes llamarla Melisa.
—¡Bueno si es lo que quieren así será!
Estaba harta del señorita esto, señorita lo otro. Porque no podían llamarla por su nombre como a todo el mundo.
—Si nos parece bien que nos llames por nuestros nombres de pila.
—Muy bien, espero que el patrón no objeciones por eso.
—¡Descuida no habrá problemas!
—Bueno ya estamos llegando al rancho, pronto vera a su abuela.
—¡Gracias a Dios!
—Aquí la temperatura es algo cruel, y más lo debe ser para ustedes que vienen de la ciudad y su piel es más delicada que la de todos nosotros que estamos acostumbrados al clima de aquí. Les recomiendo que se estén más dentro de la casa, es mucho más fresca.
Entendía que quisiera aconsejarles que se estuvieran con cuidado con respecto al clima, pero porque todo el mundo se empeñaba en decirle lo que tenía que hacer.
—Gracias por preocuparte Rodrigo, te aseguro que estaremos bien.
—¡Muy bien ya llegamos!
Jack se encontraba en la cocina con Grisell tomando una limonada cuando escucharon el ruido de su todoterreno. Eso quería decir que la tal Megan ya había llegado, se levantó de la mesa para acompañar hasta la puerta a Grisell que saltaba de la emoción. Cuando abrieron la puerta y este miro en dirección del coche este se quedó helado, ¿aquello era una broma? Rodrigo lo observo y solo le sonrió tocándose el ala del sombrero. Grisell salió disparada hacia el encuentro de la mujer que era su nieta y que era realmente hermosa.
No se lo podía creer, no era ninguna cría. Era una mujer hecha y derecha tan hermosa como una rosa, de baja estatura, su piel era tan blanca como la nieve y su cabello estaba recogido en una espantosa trenza. No llevaba joyas ni ropa de marca, simplemente iba vestida con unos vaqueros que de ser ilegales la encarcelarían, en conjunto con una camisa tres cuarto color rosa de cuadros y unas zapatillas.
Esa mujer no era nada de lo que él esperaba, tendría más de unos veinticinco años. Observaba como Grisell le daba un fuerte abrazo muy cariñoso colmándola de besos, igualmente lo hacia su nieta. Era muy notorio que ambas se querían mucho, y si Grisell quisiera marcharse con ella él no tendría el valor para impedírselo. ¿Pero qué estaba haciendo allí parado como idiota?, miro a Rodrigo y este solo lo miraba y se reía de él, “idiota seguro se estaba burlando de él” seguramente por lo que le había dicho, que estuviera atento porque la visita podría ser una snob.
Bajo los escalones y se acercó a la reunión familiar, no se sentía culpable por pensar así, aún no había tratado con esa mujer todo dependía del trato.
—Bienvenidas señoritas. Miro a Rodrigo de reojo y vio que reprimía una sonrisa, ya le daría un castigo por su burla.
—¡Oh Jack hasta que por fin te acercas! Te presento a mi nieta Megan y su amiga Melisa.
¡Demonios! Que ojos más hermosos tenía aquella mujer, marrones como la miel pura.
—Mucho gusto señor Jack.
—¡Oh no hija! solo dile Jack. ¡Él es el dueño del rancho!
Megan abrió los ojos como platos, ¿entonces no era un señor mayor el dueño? Entonces aquel tenía que ser su hijo Jack Manson. No podía negar que los vaqueros de aquel lugar eran muy guapos, porque el dueño no se quedaba atrás, era peligrosamente sexy de hecho su mirada dejaba mucho que decir y esos labios estaban hechos para ser besado por toda una vida entera.
Él se quitó el sombrero se lo coloco en el pecho y le tendió la mano para estrechársela, aquella mano era firme y se sentía áspera, manos de hombre que trabajaba duro a diario. El sol le había bronceado la cara dándole un aire de masculinidad que a cualquier mujer le haría perder los estribos, lo miraba de arriba hacia abajo ya que era extremadamente alto y musculoso.
—Mucho gusto señorita Blake. Bienvenida a mi casa, puede quedarse el tiempo que guste.—Muchas gracias Jack. Pero llámeme Megan por favor. Ella es mi amiga Melisa.—Encantado de conocerla Melisa. —Gracias, señor Jack.—Entonces porque no entramos y nos refrescarnos con una limonada bien fría. Vamos Rodrigo debes estar sediento. Los invito Grisell.Las mujeres siguieron dentro de la casa mientras Rodrigo y Jack bajaban las maletas.—¿Solo estas dos? Pregunto asombrado, él se esperaba un arsenal de maletas.—Sorprendido ¿no?, con que una citadina malcriada. Riéndose a carcajadas.—¡Eres idiota! Como demonios iba a saber que sería una mujer madura, Grisell siempre hablaba de ella como si fuera una niña.&mdash
—No lo hago por mal mi niña, pero algunos hombres les hace falta un empujón de vez en cuando.—Es cierto Megan, así son algunos hombres de duros. Por cierto, señora Grisell ¿ese cowboy está soltero? Ese tal Rodrigo.—¡Melisa no empieces! La riño su amiga.—¡Oh! parece que te ha gustado Rodrigo ¿eh? Te diré que él es todo un don Juan, se ha ganado esa reputación porque ha tenido novias en todos lados, menos aquí en el rancho. ¡Así que si le has puesto el ojo mi querida niña ten mucho cuidado!—Melisa ese hombre puede romperte el corazón.—Es cierto, si tú le has gustado seguro que irá a por ti. Y más si sabe que no te quedaras. Le dijo Grisell.—¡Debes ser precavida Mel por favor! Sabes que no nos
—Rodrigo ven conmigo. Le grito de lejos.—Claro patrón ¿Qué ocurre? Le dijo levantándose rápidamente.—Nada, solo que Grisell quiere que cenes con nosotros.—¡Oh vaya!, así que fue Grisell. Porque me parece que ella te riño para que vinieras por mí.—¡Cállate! Grisell piensa que si quieres acercarte a Melisa que no deba meterme.—Y así es. No es de tu incumbencia, ella realmente me gusta.—Tú, eres un don Juan te gustan todas las mujeres que se te cruzan por el camino.—Que pasa Jack, no me catalogues así. Puedo ser un hombre que quiera sentar cabeza. ¿Tu cuando piensas hacerlo?—Eso no es asunto tuyo.—Vi como mirabas a Megan, ella si es que guapa, todos hablan de ella. &iques
Todos estaban sentados en la mesa del comedor, Melisa no paraba de hablar con Rodrigo y Grisell conversaba con todos a la vez. Pero Megan estaba en silencio y cruzaba los dedos para que nadie se diera cuenta de su labio. Mientras ella estaba angustiada el cretino de Jack estaba como si no hubiera pasado nada. Como se atrevía a besarla y de paso amenazarla con hacerlo de nuevo. Era un bruto, un sexy bruto arrogante.—Hija porque estas tan callada, ¿te sientes bien?—Estoy bien abuela, solo que estoy cansada, después de cenar me gustaría irme a la cama si no les importa.—Hmm claro que no mi niña. Grisell la tomo de la cara y se la alzo mirando su labio, abrió los ojos como platos y luego miro a Jack de reojo. –Es mejor que subas a descansar de una vez.Megan no entendía porque su abuela no había hecho ningún comentario sobre
—Eres una mal mentirosa citadina.—¿De qué rayos hablas?—Ya me voy, que descanses.Salió de su habitación dejándola más nerviosa de lo que ya estaba, su primera noche allí y ya el dueño la había besado y manoseado. Lo que menos imagino al llegar a San Antonio era conocer a un vaquero sexy que la besara el mismo día de su llegada sin previo aviso, y ni siquiera se la llevaban bien. Tendría que arreglársela para evitarlo los días próximos. Se cambió de ropa y se metió en la cama, no pensaría más en ese Jack abusador.Mientras tanto en la habitación siguiente Jack no paraba de dar vueltas en la cama, al salir de la habitación de Megan entro en la suya pensando lo que había hecho ¿A dónde quería llegar con aquello? No podía negar
Pero a él que más le daba que todos se enteraran que la había besado, al final era un simple beso que no se volvería a repetir.—Claro. Mi amigo Jack a usted le gusta esa mujer, desde que la viste te gusto es mejor que no te lo niegues a ti mismo.—Y que si me gusta, es una mujer hermosa.—Claro que lo es. ¡Bueno ya me voy deben estar esperándome ya!¿Qué podría hacer? Evitar a esa mujer o seguir molestándola para ver a donde iba a parar todo aquello, no es que se quejara porque besarla y tocarla le despertaba el instinto salvaje que llevaba por dentro. Deseaba hacerle el amor a Megan.—¡Oh que hermosas son! Exclamo Melisa ante la belleza de las dos yeguas que tenía delante.—Si Rodrigo son muy bellas, ¿y son mansas?—Claro que sí, les tra
—Bueno muchachas mañana las llevare a dar otra vuelta.—Muchas gracias Rodrigo. Le dijeron las féminas al unisonó.Entraron en la casa y enseguida las recibió Grisell con una bandeja con limonada y galletas.—Hola abuela, estamos sedientas.—Volvieron muy pronto ¿Es que Jack le ha puesto trabajo al pobre de Rodrigo?—No. Bueno más bien el llego hasta donde estábamos buscándolo porque había una vaca que tenía complicaciones para parir o algo así.—Entiendo, mañana será otro día. Aquí les prepare una limonada, mientras esta el almuerzo.—Muchas gracias señora Grisell.—¿Pero el paseo fue bueno o no?—Claro que lo fue, Rodrigo es un excelente guía. Exclamo fascina
—Yo me divierto a mi manera.—¿Y cuál es esa manera? Pregunto Mirándola fijamente a la cara.Le dio un vuelco al corazón cuando la penetrante mirada de Jack se posó en ella, todas sus terminaciones nerviosas estaban comenzando a colapsarse. Su mirada la dejo helada sin saber que responder, ¿por qué se sentía así cada vez que él estaba cerca de ella? De pronto noto que el inclinaba la cabeza, la iba a besar y ella se lo iba a permitir.—¡Aquí están! Se vieron interrumpidos por Rodrigo y Melisa que se aproximaban. Megan salió del trance y rogaba porque sus mejillas sonrojadas pasaran desapercibidas.—¿Has estado aquí sentada toda la tarde? Le pregunto su amiga a Megan, estaba tan nerviosa para responder sentía el calor del cuerpo de Jack y había una especie de tensi&oacut