—Señorita Blake… Disculpe el señor Ford acaba de llegar.
—Gracias Melisa pero ya te dije que me llamaras por mi nombre de pila.
—Disculpe seño… Megan es que no me acostumbro.
—Descuida. Has pasar al señor Ford y tráenos dos cafés por favor.
—En seguida.
Habían pasado tres meses desde que Megan había contratado un detective privado para poder dar con el paradero de su abuela paterna y el señor Ford era el mejor de toda Atlanta para el trabajo. Tocaron la puerta del despacho de su padre dando paso a un hombre alto, y algo mayor.
—Buenos días señor Ford, pase adelante y siéntese por favor.
—Buen día señorita Blake, le traigo buenas noticias en esta mañana.
—Me alegro mucho, ha pasado mucho tiempo desde que me envió su último informe.
Aquella investigación le estaba costando al señor Ford, su abuela había desaparecido de toda Atlanta. Empezaba a temer que su abuela estuviera muerta, quedando así sola sin ningún familiar.
Desde el trágico accidente que sufrieron sus padres en el viaje hacia Londres, el avión privado de su padre donde estos realizaron su viaje aquella mañana, se cruzó con una tormenta en la cual uno de los rayos había impactado el motor, estrellándose, costándola la vida a todos sus tripulantes, de eso hacía tres meses dejando a Megan desbastada por la pérdida de sus seres queridos.
Una semana entera había sido la pesadilla para ella, encargándose de todo lo referente al rescate de los cuerpos para luego enterrarlos. Un mes después de haber sepultado a sus padres el abogado de la familia dio paso a leer el testamento donde estipulaba que por ser hija única heredaba absolutamente todo.
Su padre como dueño de otro de los bancos más grandes e importantes de Atlanta había amasado una gran fortuna al pasar de los años. Sin embargo no conocía como era el trabajo del banco, por lo tanto le fue difícil tomar el mando del mismo, delegando todo al vicepresidente, un hombre mayor pero bastante competente para el puesto. Semanalmente realizaban reuniones para tenerla al tanto del funcionamiento y manejo de los negocios.
—Bueno aquí le traigo la última dirección del lugar donde su abuela residía. No estoy seguro que aun siga allí, pero esta es la información que le tengo por el momento.
Eso era mucho progreso, desde que se quedó sola en el mundo tomo la decisión de buscar a su abuela algo que su padre se negaba hacer. Decía que si su madre se había ido de casa y lo había abandonado a él y a su marido no tenía derecho a que dieran con ella. Megan para ese entonces tenía cuatro años cuando su abuela se había ido de casa, para ser una niña pequeña tenia vagos recuerdos de la anciana, la recordaba en la cocina horneando tarta de manzana, siempre y cuando su abuelo no estuviera en la casa ya que él solía decir que su esposa no tenía por qué realizar ese tipo de labores, que para eso existía pun personal quien se encargara. Y por desgracia su hijo había optado por inculcarles lo mismo a su esposa y a su hija.
No era para nada maravilloso provenir de una familia de hombres machistas, imponiendo su voluntad. Detestaba ese tipo de hombres, dominantes y posesivos.
—Déjeme revisar. Tomo el sobre con nerviosismo, tenía miedo de saber dónde estuvo su abuela todo ese tiempo. – ¡Aquí dice que estuvo en San Antonio!
—Efectivamente. ¡San Antonio! Repitió el detective.
—Según su investigación dice que mi abuela se encuentra en un rancho llamado “El orgullo J.M”
—También es correcto, ella estuvo viviendo en ese rancho no se en que calidad lo hacía señorita. Es un rancho bastante amplio, tiene muchos acres de tierra y mucho ganado, también crían caballos. El dueño es un hombre mayor llamado Eduard Manson. Pero lamentablemente no logre investigar nada más, las personas de esa localidad son muy reservadas. Hasta donde sé, esa es su última dirección.
—Entiendo señor Ford, esto es un gran comienzo. Ya que la dirección está aquí, me tomare el abuso de redactar una carta preguntando por mi abuela, alguien debe conocer su paradero.
—Espero que tenga mucha suerte señorita Blake.
—Siga investigando, tome el pago acordado y cualquier información que tenga hágamela saber, muchas gracias.
Megan entendió porque el detective no daba con el paradero de su abuela, no se encontraba en la ciudad, sino, en el sur de Texas. Que la había impulsado a irse hasta un lugar así, alejándose tanto de su familia. Pero lo averiguaría, escribiría una carta bien sea dirigida al dueño de ese rancho o a su propia abuela. Estaba decidida a reencontrarse con ella para que estuvieran juntas.
Unos toques leves en la puerta hizo que levantara la mirada de los papeles que le había entregado el detective, miro a Melisa que entraba en el antiguo despacho de su padre, aun podía oler su fragancia a pino, le producía un profundo dolor recordar su última conversación o más bien discusión, para luego perderlos y ahora estar allí sentada en su escritorio encargándose de sus asuntos.
—Seño… Megan, el joven Dixon está en la sala esperándote. Me ha dicho que necesita conversar contigo.
—Hazlo pasar Mel.
Gerald vestía siempre de traje igual que su padre, pero ese día estaba demasiado formal para ser una simple visita.
—Hola Megan, estoy encantado de verte de nuevo a pasado mucho desde la última vez que nos vimos.
—Si mucho tiempo Gerald. ¿Qué te trae por aquí?
En ese momento Melisa entraba con dos tazas de café, las dejo en la mesa y se marchó.
—Bueno veras, sé que es algo prematuro pero quería invitarte a almorzar para conversar sobre algunas cosas que tenemos pendientes.
—No creo que tengamos nada pendiente Gerald, de hecho estoy bastante ocupada tengo muchas cosas que revisar y…
—Oh vamos, un almuerzo nada más. Además tengo algo muy importante que decirte.
—Gerald. Le dijo levantándose de la silla y camino hasta la ventana que daba a una espléndida piscina que tenía la casa en el jardín, era de una vista estupenda y esa mañana hacia un día maravilloso. – Quiero que sepas, que yo no estoy interesada en ti Gerald. ¡No deseo casarme lo siento! Corto el rollo sin andarse por las ramas.
—Megan, eso sí que ha sido una sorpresa para mí. Tú me gustas y quería proponerte pasar a otro nivel de nuestra relación de amigos, yo pensaba que te gustaba.
—Yo aceptaba tus invitaciones porque mis padres me obligaban hacerlo, ellos querían que nos casáramos Gerald pero yo no lo quería, lo siento.
Él se levantó despacio y miro espalda recta.
—Entiendo mal intérprete tus sentimientos, pensé otra cosa y me deje llevar por mi padre y los tuyos. Entonces no tengo nada que hacer aquí lamento si te importune.
—Lo siento Gerald.
—¡No te preocupes! No puedo obligarte a que sientas algo por mí.
No podía engañarlo, ni a ella misma metiéndose en una relación que no desea solo por complacer la memoria de sus padres. Era su felicidad la que estaba en juego y lucharía por ella a como dé lugar. Volvió a su escritorio y comenzó a escribir la carta para su abuela, esperando una respuesta positiva.
—¿Crees que le respondan la carta que envió? Pregunto Melisa mientras vestía la cama de Megan.
—Hace tres días que la envié, no esperaba que respondieran al día siguiente. De hecho tal vez no respondan.
—¿Y qué hará si su abuela aún se encuentra en ese rancho?
—Ir a por ella. No sé qué podría estar haciendo en un rancho de Texas.
—Y si fue que su abuela se volvió a casar, tal vez con el dueño o algo así y no desee regresar.
—Ella se fue porque mi abuelo era demasiado cavernícola para su gusto, ella era muy independiente y mi abuelo la sofocaba.
—Ya sabemos de quien ha heredado usted sus ganas de independizarse. Rio su amiga.
—Si puede ser. Soy un poco como mi abuela, y ahora que mi abuelo y mi padre no están me gustaría que regresara conmigo, aquí podría hacer lo que quisiera. Y si no le gusta esta casa, la vendo y compro otra, menos ostentoso y con menos lujo.
—¿Haría eso señorita? Pregunto Melisa alarmada.
—No te angusties, nadie se quedara sin empleo en esta casa. Todos se irán conmigo, y si lo haría, por mi abuela lo haría además tampoco me gusta esta casa tan abrumadora.
—Bueno señorita, usted es la dueña y sabrá tomar la decisión correcta.
—Ya hemos hablado de lo de llamarme señorita Melisa, mis padres ya no están aquí así por favor llámame por mi nombre de pila.
—Sí, si disculpa.
Melisa era tres años menor que Megan y se criaron casi juntas, tenían que jugar a escondidas porque los padres de Megan eran muy selectivos con las amistades de su hija y por ello las niñas jugaban a escondidas.
La madre de melisa trabajo por años para la familia Blake y además de ser la que llevaba la casa era la nana de Megan, esta había fallecido hace cinco años dejando a su hija a cargo de la mayor parte de todo lo relacionado con las labores de la casa. Pero ahora los padres de Megan fallecidos, esta no le imponía absolutamente nada a ninguno de sus empleados a menos que fuera estrictamente necesario, y por ende Melisa había pasado de ser una empleada a ser su amiga.
—Si mi abuela se encuentra en ese rancho, iré a buscarla y tú me acompañaras Mel.
—Por supuesto que sí. Ya está lista la cama, ¿quieres que te prepare el baño?
—No, ¡por el amor de Dios! Deja de hacer ese tipo de tareas sabes muy bien que las puedo hacer yo misma, odiaba que tuvieran que hacerme todo antes.
—Está bien, te dejare. Llámame si necesitas algo. Melisa salió de la habitación dejando a Megan sola con sus pensamientos.
Esta suspiro y pensó que donde podría estar su abuela si estaría sana, la extrañaba mucho.
Mientras tanto en “El orgullo J.M”—Increíble Grisell, estos son los bollos más deliciosos que he probado nunca. Me gusta cuando le agregas canela.—Pareces un niño Jack, deja bollos para los muchachos de la barraca.—¿Pero cómo hago? Tú preparas los mejores bollos y por mí me comería todos estos. Jack se levantó y se sirvió un poco más de café.—Siempre dices los mismo, cada vez que los preparo te comes casi todos dejando sin nada a los muchachos que también esperan por ellos.—Bueno si los prepararas más seguidos no tendríamos estos problemas.—Es que tres veces a la semana no son suficientes para ti, ¿qué se necesita para mantenerte satisfecho muchacho?—Pues que los prepares tod
El día pasó velozmente, y Jack estaba de muy mal humor. Había perdido un novillo, una vaca se había lastimado con el alambrado de la cerca y una de sus mejores yeguas que estaba en celo no le gustaba su alazán medianoche, quería hacer ese cruce de razas pero la yegua no cooperaba. No le había dado tiempo de ir a la casa para almorzar, estaba sucio y hambriento. Al entrar en la gran casa de dos plantas, el olor a comida hizo que le volviera el alma al cuerpo. Grisell siempre cocinaba de maravilla, no la podía cambiar por ninguna otra mujer, aunque esta estuviera empeñada hacer de casamentera. Como si él quisiera tal cosa, se sentía muy bien como estaba, si le faltaba el calor de una mujer en San Antonio habían de sobra solo media hora de camino y podría salir con una chica guapa sin complicarse la vida. De momento seguiría así, además sus ú
Leyó en voz alta:Querida y adorada nieta, estoy bien y me alegra saber que tu estas bien. Fue un fuerte impacto saber que tus padres fallecieron, pero yo si mi niña. Estoy deseando poder verte de nievo y abrazarte, por eso te invito a venir al rancho “El orgullo J.M” te estaré esperando mi niña el día que desees venir, solo avísame con tiempo para enviar una persona a recogerte al aeropuerto. Te echo de menos. Te quiere la abuela.—Está bien Mel. Y me invito a pasar unos días en ese rancho, entonces tú y yo hagamos las maletas de una vez.—Un momento. ¿Qué pasa con la casa? ¿Y tus negocios? tú no puedes dejar todo así tirado, tienes responsabilidades. Demonios, no podía viajar y dejar todo tirado así sin más. Debía ser más responsable.—Tienes razó
—Rodrigo estará bien, él puede encargarse de la situación. Le diré que prepare un aviso con el nombre de tu nieta para que se puedan identificar.—Hmm... ¿Qué te pasa? Es que no te agrada la visita de mi nieta. Te incomoda que pase unos días aquí con nosotros. Le acuso viéndolo a la cara fijamente.—Claro que no, ¡es absurda tu pregunta! Tengo mucho trabajo me voy, regreso más tarde.—¡Bien como quieras! Y que Rodrigo no corra mucho cuando la traiga de regreso.—Si de acuerdo. Dijo saliendo de la casa, luego Grisell observo por la ventana como Jack le daba instrucciones a Rodrigo y seguido este se subió al coche de Jack y salió disparado por el camino de tierra que conectaba con la carretera para San Antonio.Por lo menos su nieta no estaría esperando tanto en el aeropu
—Mucho gusto señorita Blake. Bienvenida a mi casa, puede quedarse el tiempo que guste.—Muchas gracias Jack. Pero llámeme Megan por favor. Ella es mi amiga Melisa.—Encantado de conocerla Melisa. —Gracias, señor Jack.—Entonces porque no entramos y nos refrescarnos con una limonada bien fría. Vamos Rodrigo debes estar sediento. Los invito Grisell.Las mujeres siguieron dentro de la casa mientras Rodrigo y Jack bajaban las maletas.—¿Solo estas dos? Pregunto asombrado, él se esperaba un arsenal de maletas.—Sorprendido ¿no?, con que una citadina malcriada. Riéndose a carcajadas.—¡Eres idiota! Como demonios iba a saber que sería una mujer madura, Grisell siempre hablaba de ella como si fuera una niña.&mdash
—No lo hago por mal mi niña, pero algunos hombres les hace falta un empujón de vez en cuando.—Es cierto Megan, así son algunos hombres de duros. Por cierto, señora Grisell ¿ese cowboy está soltero? Ese tal Rodrigo.—¡Melisa no empieces! La riño su amiga.—¡Oh! parece que te ha gustado Rodrigo ¿eh? Te diré que él es todo un don Juan, se ha ganado esa reputación porque ha tenido novias en todos lados, menos aquí en el rancho. ¡Así que si le has puesto el ojo mi querida niña ten mucho cuidado!—Melisa ese hombre puede romperte el corazón.—Es cierto, si tú le has gustado seguro que irá a por ti. Y más si sabe que no te quedaras. Le dijo Grisell.—¡Debes ser precavida Mel por favor! Sabes que no nos
—Rodrigo ven conmigo. Le grito de lejos.—Claro patrón ¿Qué ocurre? Le dijo levantándose rápidamente.—Nada, solo que Grisell quiere que cenes con nosotros.—¡Oh vaya!, así que fue Grisell. Porque me parece que ella te riño para que vinieras por mí.—¡Cállate! Grisell piensa que si quieres acercarte a Melisa que no deba meterme.—Y así es. No es de tu incumbencia, ella realmente me gusta.—Tú, eres un don Juan te gustan todas las mujeres que se te cruzan por el camino.—Que pasa Jack, no me catalogues así. Puedo ser un hombre que quiera sentar cabeza. ¿Tu cuando piensas hacerlo?—Eso no es asunto tuyo.—Vi como mirabas a Megan, ella si es que guapa, todos hablan de ella. &iques
Todos estaban sentados en la mesa del comedor, Melisa no paraba de hablar con Rodrigo y Grisell conversaba con todos a la vez. Pero Megan estaba en silencio y cruzaba los dedos para que nadie se diera cuenta de su labio. Mientras ella estaba angustiada el cretino de Jack estaba como si no hubiera pasado nada. Como se atrevía a besarla y de paso amenazarla con hacerlo de nuevo. Era un bruto, un sexy bruto arrogante.—Hija porque estas tan callada, ¿te sientes bien?—Estoy bien abuela, solo que estoy cansada, después de cenar me gustaría irme a la cama si no les importa.—Hmm claro que no mi niña. Grisell la tomo de la cara y se la alzo mirando su labio, abrió los ojos como platos y luego miro a Jack de reojo. –Es mejor que subas a descansar de una vez.Megan no entendía porque su abuela no había hecho ningún comentario sobre