Elena mira hacia arriba encontrándose con el hombre al que le teme su mamá, pero ella por alguna razón no lo hace ¿por qué no le teme si claramente tiene un aura oscura y peligrosa?
La mira directamente a los ojos y ella puede captar un destello de vida en ellos aun cuando se van apagados y sin expresión, sacude la cabeza e intenta levantarse sin éxito ya que el nerviosismo se lo impide. — En el tejado y yo no tengo mocos – le rebate con actitud —, además no creo que eso le importe a usted señor malo – los ojos de Sócrates se abren por la sorpresa. — ¡Vaya, vaya, pero si eres una fiera como tu padre! – se acuclilla hasta casi colocar el rostro a nivel del de ella —. Te recuerdo niñita que pronto seré el dueño de todo y eso te incluye – señala perverso y Elena se arrastra hacia atrás ahora sí, con el miedo de saber que el hombre está decidido a quitarles la casa y todo lo demás de lo que ella no tiene conocimiento. Y parece que habla muy en serio. — Mi papi era el dueño y ahora es mi mami, señor malo – levanta la barbilla al hablar ahora más lejos de él — usted no tiene derecho a quitarnos lo que dejó mi papi, Dios le va a cobrar – se carcajea burlándose de ella. — ¡Pero si ustedes son bienvenidas a mis dominios niña tonta! – ella achica la mirada hacia él —. Solo tienes que obedecerme y las cosas irán bien. Seré tu nuevo papi – Elena niega, pero observa ese destello hermoso en los ojos del hombre que considera malo. — Usted no será mi papi jamás… — ¿Elena, que pasa mi amor? – Dakota se queda de piedra al ver a su hija en el piso y a Sócrates acuclillado frente a ella — ¡deja a mi hija en paz! – el hombre se levanta y Elena mira cuan alto es, le sonríe a su madre con falsa inocencia lo cual hace que Dakota le devuelva una muy linda. Ahora Elena está más confundida vagando entre la incertidumbre de que su madre pueda sentirse agradada por ese hombre y la memoria de su padre se extinga, se encuentra preocupada de que les quite la casa y no tenga donde colocar su árbol de navidad. — ¿Qué? – Sócrates se encoge de hombros al hablar —. Solo estaba preguntándole donde estaban ¿es que acaso no tienen hambre? – Elena estira la espalda por la gran mentira — si voy a ser el próximo esposo y padre de esta casa ya debemos comenzar a estrechar vínculos ¿no les parece? – ambas abren la boca y la cierran de nuevo sin saber que decir. — ¡Usted no será mi papi jamás! — Elena mi amor, modales por favor – la niña se gira hacia su madre totalmente ofendida —. El testamento es una obligación y creo que se debe cumplir, pero no te equivoques conmigo – señala con una tranquilidad que exaspera a todos —: jamás serás mi esposo, tal vez un papel lo diga, pero escucha esto: ¡jamás lo serás! Y ahora si me permites necesito salir a buscar un árbol de navidad y adornos para “mi casa” – estira la mano para que Elena la tome y esquiva el enorme cuerpo del hombre que ha quedado con la boca tan abierta como un pez en el agua. [***] Dakota lucha contra todos sus demonios para poder salir de la casa, ha gastado toda su energía en tratar de controlarse frente al miedo que le produce salir a la calle. La posibilidad de que un conductor borracho las lastime destroza sus nervios y la pone muy mal. — ¿Mami, mamá? – Elena la sacude un poco para que salga del estupor — ¿todo está bien? – de pronto Dakota cae en cuenta de que debe someterse a una realidad abrumadora y abraza a su hija. Llora desesperada, con mucho sentimiento. Elena abraza a su madre con fuerza percatándose del temblor de su cuerpo y logra entender el miedo que tiene. — Lo que viví con tu padre fue un cuento de hadas mi amor – expresa la mujer sin dejar de aplastar el cuerpo de su hija contra su pecho —, todo siempre fue tan perfecto que ahora me parece irreal – llora desesperada con cada palabra que pronuncia — que en este momento donde me atrapa la circunstancia creo que no voy a poder continuar – Elena se tensa entre sus brazos y recuerda las palabras del gran ser que le dio la esperanza y fe, cierra los ojos soltando un par de lágrimas. — Mamita, no te preocupes que todo se va a arreglar y lo haremos juntas – trata de consolar su llanto — solo debes creer, tener fe y esperanza – Dakota separa un poco a Elena de su cuerpo para poder mirarla a la cara, ese precioso rostro que de la nada la alienta comprendiendo que: de no comenzar a pensar y sentir como su hija jamás se podrá deshacer del miedo y la inseguridad. — Lo sé mi amor – trata de sonreír, no le llega a los ojos y sin embargo le refleja lo que siente… esperanza —, eres mi niña fuerte y vamos a salir de esto. Se abrazan de nuevo y entonces Dakota camina con Elena de la mano para acercarse a la verja. Toma una bocanada de aire mirando hacia el otro lado y de ese modo reunir las fuerzas suficientes para poder cruzarlo, pasar hacia el otro lado con el fin de superar ese obstáculo que con tanto temor la arropa. Elena guía a su madre poco a poco, se miran mutuamente por un momento llegando al portón del gran cercado que en lugar de un enrejado parecen barrotes de una cárcel. — ¡Lista mamita! – Dakota toma una respiración furiosa resuelta a dejarse guiar por su pequeño ángel que le llena el corazón de amor —. Solo dime y esperamos un poco más – niega. — ¡No! – dice casi en un murmullo — es ahora o ¡nunca mi amor! – entonces al abrir el gran portal saca un pie fuera de la propiedad con el cuerpo tembloroso y consecutivamente el otro. Una furioso mareo le sobreviene queriéndola amedrentar, pero al sentir la fuerza y determinación de su pequeña recobra el aliento y continúa hacia adelante dejando atrás la casa, el miedo y la impotencia. Por un largo rato de caminar por la acera sin decir nada, solo agarradas de la mano con firmeza Dakota se relaja un poco ya que la casa se encuentra ubicada en una prestigiosa zona en lo alto de una cumbre que de lejos parece la estructura de un castillo ya que solo hay cuatro casas una más arriba de la otra semejando una escalera que se dirige hacia el cielo. — ¿Cómo te sientes mamita? – la pregunta la toma por sorpresa ya que realmente se siente bien y muy tranquila. — Mientras estemos juntas todo estará bien mi amor – expone con amor profundo en cada palabra — ya no siento miedo porque estamos juntas – Elena sonríe y continua caminando sin dejar de sostener la mano de su madre. — Siempre estaremos juntitas mamita – la vocecita de Elena se escucha temblorosa por la emoción que siente de saberse amada por su madre y ahora que se han compenetrado un poco más las cosas serán mucho más sencillas considerando que no existe el muro que las separaba en días anteriores. Bajan hacia el centro del pueblo emocionadas por la belleza y sencillez de todo, los escaparates de las tiendas lucen sus adornos en rojo y verde alusivos a la fecha. Cada vidriera que miran es mucho más hermosa que la otra e incluso más llamativa. Se encuentran en una parte de la plaza una hilera de árboles frondosos, de un verde precioso que enamora completamente a la niñita, pero al mirar al centro de la gran plaza queda prendada del gigante y hermoso árbol adornado con esferas blancas, verdes, doradas y rojas. Sus pies toman vida propia y arrastra a su madre en una carrera hacia la inmensidad del pino colorida. — ¡Es tan hermoso! – chilla señalando la belleza que ve — ¿esos regalos son de verdad, mamita? – aunque la mujer no tiene ni la menor idea de ello, niega. Las veces que había abandonado la casa, nunca se detenía en ninguna parte más que donde se disponía a adquirir provisiones o enceres para la casa junto a su esposo, la dicha y felicidad que ella (Dakota) conocía era solo junto a Marck en la tranquilidad de su hogar, comprendiendo que nunca fue al cine o a comer algo más que un dulce mientras hacían el mercado porque la mayoría de lo que usaban inclusive la ropa y calzado se adquiría por medio de catálogos por internet y eran llevados a la puerta de la casa. Una figura conocida con un par de chaquetas, guantes y abrigos aparece en su campo de visión, Elena se coloca detrás de su madre y esta se pone en guardia con la barbilla en alto. El hombre pone los ojos en blanco de manera grosera y extiende lo que tiene en las manos hacia ella. De pronto son conscientes del frío y que las manos se encuentran entumecidas y doloridas. — Son tan tontas e irresponsables que ni siquiera se percataron de que no llevaban abrigos – dice Sócrates en un resoplido y Elena capta el momento en que sus ojos reflejan algo parecido a la preocupación — ¡abríguense o pescarán una pulmonía! – los dientes de la niña de pronto comienzan a castañetear, su cuerpo tiembla copiosamente y el dolor se hace presente ante las punzadas en las extremidades. Grita doblándose hacia a delante apretando las manos contra las piernas. Se desploma sin fuerzas y unas grandes manos junto a un aroma agradable la sostienen, pero pierde el conocimiento. [***] El hedor a desinfectante despierta a Elena y un murmullo de voces se escucha a su alrededor, siente el cuerpo entumecido aun a causa de una hipotermia que ha sufrido por salir a la intemperie sin la debida protección, un llanto sin consuelo se escucha a lo lejos. Desesperada y sin control grita Dakota culpándose por lo ocurrido. — Necesitas descansar – escucha una voz fuerte y recia decirle a su madre —, todos de alguna manera tenemos culpa de esto Dakota, cálmate – es firme, sí, pero consoladora a la vez. Intenta incorporarse y descubre una serie de mangueras y tubos en su boca, manos y brazos, de pronto escucha el pitido relajado de una máquina a su derecha y un luz brillante se asoma dándole paz y tranquilidad, sus ojos se desorbitan al ver materializarse la figura del hombre más hermoso y resplandeciente que ha visto y con el cual platicó el día de ayer. — Mi pequeño Ángel – acerca su rostro al de ella y besa su frente, el cosquilleo que siente la divierte un poco —, creo que las cosas se complicaron un poco ¿no crees? – Elena asiente sin entender —. Mamá se culpa por lo sucedido, pero ese caballero está siendo amable – ella niega y él la ayuda a incorporarse. — Ese señor es malo, quiere casarse con mi mami para quitarle lo que mi papito nos dio – refunfuña — y aunque no estoy segura de lo que es, mi mami sufre por ello – el gran hombre asiente comprendiendo sus palabras. — ¿Recuerdas pequeño ángel cuando te dije que debías creer? – asiente — ¿y cuando te indiqué que debías obedecer a tus instintos? – asiente — ¿lo hiciste? – niega — entonces ¿qué piensas ahora de todo esto? — Nos dejamos llevar por la emoción de que mi mami pudo salir de la casa y no tomamos las previsiones – dice con tristeza — y ahora me encuentro enferma y mi mami se culpa – el hombre niega. — Elena mi amor, estas muriendo y ese hombre malo que según tu quiere quitarle a tu mami lo que le dejó tu padre ha estado seis meses a su lado, ha ignorado el testamento y a su propia madre por consolar y amar a tu madre – las lágrimas de Elena fluyen por sus mejillas. — Él es el tesoro escondido – asiente con una hermosa sonrisa —. Entonces fallé en mi misión y ahora me quedo contigo – expone con tristeza y resignación tomando las cosas con madurez lo cual conmueve al creador. — Es lo que debería pasar, pero recuerda quien soy – le hace un guiño y aprieta sus mejillas tal como lo hizo la primera vez que platicaron. — Entonces padre ¿no moriré? – niega. — Ciertamente no lo harás, pero esta vez debes lograr que las cosas cambien – asiente con una sonrisa de niña obediente —, debes catar las señales – y entonces recuerdos de los ojos de Sócrates llegan a su memoria y entiende de lo que habla — en ese hombre que tú piensas es malo hay sufrimiento desde que nació, debes lograr que cese y sean felices ¿lo entiendes? – asiente una vez más, pero con una confusión de niveles elípticos reflejada en sus preciosos ojos. — Está bien, perdóname por no haberlo visto – el hombre sonríe con ternura. — Estás perdonada mi hermoso Ángel ya que has comenzado bien tu misión haciendo que tu mami regrese de la tristeza, pero recuerda que a veces los ángeles son dificiles de identificar, tambien recuerda mis palabras: debes creer… debes creer… debes creer…Elena abre los ojos y de pronto es consciente del tubo que atraviesa su garganta para poder respirar. Tose incómoda, dolorida. La persona que se encuentra a su lado se levanta de un salto, grita procurando un médico para que la asista y que la niña deje de sufrir por el tubo en su garganta. Se hace el proceso al llegar el médico de guardia y todo es calma por un momento.Dakota corre hacia la habitación de su hija luego de haberla llamado por teléfono ya que ese día en contra de su propia voluntad había dado el permiso de desconectarla y darle descanso a su cuerpo, pero hoy una nueva esperanza habitaba en su corazón y ahí estaba la respuesta.Su pequeña Elena había despertado del coma inducido por los médicos para evitar el dolor con el que iba a despedirse de este mundo ya que el frío extremo al que fue expuesto su pequeño cuerpo comprometió fatalmente sus órganos importantes dando como resultado un fallo renal irreparable siendo esa la causa del inminente deceso, pero como el mismo
La confusión y el desorden emocional que ha sufrido Dakota la ha llevado a un shock del cual le es difícil regresar, su inconsciente solo reconoce el hecho de que dio el permiso de desconectarla y entonces hoy en medio de un agudo dolor la vio y le fue difícil asimilarlo.Sócrates observa detenidamente el rostro de su esposa y aunque mantiene el tipo no puede evitar sentir su dolor, él fue uno de los que mencionó aquello de que los milagros existen aun cuando es un no creyente de las cosas divinas, pero lamentablemente para su estado mental, los médicos afirman que lo es. Se entretiene dándole vueltas a su sortija de bodas, pensando en cómo lograr que Dakota salga de ese sitio oscuro en el que se encuentra y de donde él ha venido ya que su estabilidad emocional estuvo comprometida al ver en los periódicos que se casaba con su hermano, habiéndolo dejado por una simple confusión o tal vez no lo haya sido, pero él nunca la engañó y pese a que llegó dispuesto a vengarse de ella, no ha pod
— ¿Qué diablos hace él aquí? – gruñe señalando el niño como si tuviese una enfermedad contagiosa — ¡ensuciará los muebles!— ¡No le hables de ese modo, es mi invitado!– grita Elena renegando de que su padre celestial le ha puesto una tarea difícil porque ese hombre es odioso y exasperante.Sabe que debe obedecer a su padre de arriba, pero el caballero no ayuda para nada, contrario a eso es una mala persona pese a que recibe malos tratos de su mamá y hasta de ella misma.— Elena mi amor no grites por favor – exhorta con dulzura una Dakota tranquila y controlada — Sócrates – respira profundo componiendo una sonrisa, disimulando su mal humor — ¿podrías sentarte a la mesa y comer con nosotros? – el hombre achica la mirada hacia ella con sospecha — Otto es el invitado de Elena y es bienvenido las veces que desee estar con ella - el hombre no puede hacer otra cosa que sentarse, pero lo hace sin dejar de mirar a su esposa como si estuviese loca.El muchacho se siente tan incómodo que quiere
Uno de los empleados corre en su ayuda y al verlo abre la boca para decir algo, Sócrates lo señala con advertencia, entonces cierra la boca.— Buen… - se retracta enseguida el joven — dígame que necesita y lo traeré hasta acá – el muchacho sonríe sinceramente y el hombre en el piso extiende la mano pidiendo ayuda.— Lo primero es que laven ese puto baño, es un asco – responde con mal humor.— Es que el baño de empleados y transeúntes se encuentra dentro – el rostro pétreo del hombre le impide continuar con la diatriba respecto al baño —, pero venga conmigo para conseguirle ropa limpia y… unos zapatos – mira los de Sócrates asombrado de lo finos y delicados que se ven.— ¡Gracias! – expone incómodo por la amabilidad a la cual no se encuentra habituado — ¿qué clase de ropa venden en este lugar? – el empleado gira a verlo y aprieta los labios preocupado.— No tan elegante, pero si así lo desea luego de ofrecerle un café puedo pedir algo para usted en el pueblo – le sonríe amable y él asi
La conmoción hace presa de las chicas, pero Otto quien se encuentra debidamente vestido y calzado además de limpio y perfumado, se acerca al animalito y lo acaricia, Lola le retribuye la caricia con lametones babosos que lo divierten mucho, es un peque bueno y con mucho carisma, pero no pertenece a esta casa.— Espero hayan pasado un buen día – Dakota lo mira de pies a cabeza, extrañada — debo tener pelo encima de Lola – se sacude la camiseta, sonríe tan forzado que le duele cada músculo.— Hoy no trabajaste – niega — eso es raro ¿y ese atuendo? – Sócrates se mira y se pone mucho más nervioso por el escrutinio de Dakota.— Si bueno, hoy fue un día raro – se excusa aun cuando sabe que no hizo nada malo — anduve por el pueblo y no era cómodo el traje, así que decidí cambiarme por algo más… cómodo. – arruga la frente manteniendo la vista baja.La risa de Elena lo hace subirla, siente una brisa fresca es como si el peso que llevaba en los hombros desapareciera poco a poco con la risa de l
Los ojos de Elena se abren ante lo que lee y una amplia, sincera y feliz sonrisa se forma en su cara al punto de que puede llegarle a las orejas. La carta de su abuelo relata un cuento precioso de un leñador que cultivaba árboles para entregarlos en navidad a las personas más necesitadas, en relato expresa que el hombre es muy rico y tiene un corazón de oro lo cual no esconde, más si lo hace con su fortuna ya que viste de overol, camiseta y abrigo peludo.Ese hombre también tiene un hermoso refugio en las montañas donde cuida y alimenta a las personas y animales que lo necesitan siendo una hermosa fuente de vida para mucha gente, las lágrimas de Elena se confunden con los pequeños riachuelos y cascadas que menciona el abuelo en el cuento, la mente de la niña vuela hasta el sitio que describe teniendo una imagen clara de lo que narra ese hombre que no conoce, pero que ama por lo hermosas de sus palabras. Ella sueña con un lugar así, verde y frondoso, hermoso y con muchos árboles frutal
— ¡Dense prisa, parecen tortugas! – grita Elena entre risas — a este ritmo llegaremos en año nuevo – esboza de nuevo con ambas manos hechas como una trompeta en su boca.El frío arrecia, ya no está nevando y la temperatura a esta altura está tan baja que casi no pueden seguir pese a los abrigos térmicos especiales que les recomendaron en la boutique del pueblo.— Eso lo dices porque tu abrigo es enorme para ti – protesta Marie en los brazos de su esposo —, no me sueltes cielo porque me congelaré – el hombre besa lo alto de su cabeza sobre l grueso gorro que lleva puesto.— Cariño ten cuidado por favor estás muy lejos – se escucha la voz de Dakota temblar un poco — ajusta esa chaqueta que me da miedo – dice mientras sube el resto de la montaña con la ayuda de Otto.— Serán llorones ustedes ¡muévanse que estamos cerca! – y tenía mucha razón.No solo el sitio existe, sino que es una pequeña ciudad en lo más profundo del “bosque de los pinos silvestres”, una zona inexplorada en lo Alto de
Las festividades decembrinas traen un mundo de felicidad para las personas que aman esta época, pero para Elena y su madre es un tiempo de tristeza ya que su padre fue víctima de un hombre borracho que colisionó contra su auto y el resultado fue lamentable ya que no pudo sobrevivir. Sin embargo hoy a pocos días del cuarto año de su deceso ya por lo menos han decidido salir a hacer algunos pendientes. — Tienes que abrigarte bien mi amor, debe estar haciendo un frío increíble – su voz es un lamento, pero reprende con dulzura. Dakota Pierce, viuda de Marck Pierce un hombre sumamente bueno y con mucha influencia dentro del pueblo permanece en una oscuridad de la cual se le ha hecho imposible salir ya que extraña a como ella bien lo dice: su motivo para vivir. Deciden establecerse en San Rico porque es un sitio sumamente tranquilo y apto para criar hijos considerando que todos sus habitantes son amables, agradables y considerados. — ¡Si mami! - responde la niña de apenas ocho años de