— Marie por favor llévate a Elena arriba – la pequeña abre mucho los ojos porque no quiere dejar a su mami con las personas malas. — ¡No mami, mami! – logra zafarse de los brazos de la niñera y salta a los de su madre quien no está dispuesta a que Sócrates le vea el lado vulnerable — yo me quedo contigo por favor, por favor – toma su carita asustada entre sus manos. — Sube con la Nana Marie, yo voy en diez minutos ¿podrías contarlos? – asiente con las lágrimas ya corriendo por su acanelado y bello rostro — eso es mi niña fuerte – y la deja para que se la lleve su Nana hasta la parte superior de la gran casa. Al verla subir la escalera y pensar en que ella no merece todo el sufrimiento en la que ha sumido su vida, respira profundo y gira para encarar a su enemigo. — ¿Ya estás aquí conmigo? – ella lo mira directo a esos ojos que en algún momento la hicieron suspirar. — No me casaré contigo – él se muestra irascible — y me importa un bledo el testamento de mi suegro – señala arañando fuerza de las paredes de la casa — o que tomes posesión de lo que te dé la gana, idiota – el hombre la mira asombrado. — Eso es una palabrota – se mofa de ella — y te voy a aclarar algo, mi estúpido hermano era el simplón mi querida Dakota, no yo así que más te vale ajustarte a lo te viene porque soy un Pierce y la fortuna es mía – precisa con una seguridad casi mortal. — Y ya te dije que te la puedes quedar con los empleados de la empresa incluidos – su corazón se fractura ante las palabras que salen de su boca, pero las personas frente a ella son peligrosas y teme por su pequeña —, déjame ir y nunca más me verás… — Y podemos decir que moriste en un accidente automovilístico como tu esposo ¿verdad mi amor? – Dakota reconoce el rojo fuego en el cabello de la mujer que pronunció las palabras — y así no tienes que casarte con ella – pone los ojos en blanco. — ¡Vaya, creo que tomaré la resolución de tu zorra! — ¿Qué has dicho, perra? – la chica se acerca y Sócrates la detiene. — Carol, quieta – Dakota se siente con más fuerzas aunque su cabeza quiere caer de su cuello — esto es importante. — Ella me ofendió – el hombre pone los ojos en blanco. — Es cierto querido, esa mujer es una loca ofensiva – ahora se gira a ver a su madre con advertencia. — ¿Quieren cerrar la boca las dos? – les grita exasperado — ¡Jesús, son insoportables! ¿cómo quieren que haga mi parte si no me dejan solo? – protesta enfurruñado— madre, ya no soy un niño al que debas proteger – Dakota alza las cejas ante semejante tontería. — ¡Claro que lo eres, eres mi niño consentido! – ahora la morena se percata del porqué Marck se mudó a Canadá y no se quedó en los Estados Unidos. La mujer (Marcia) es desagradable por lo odiosa y pedante que se muestra. Jamás tuvo una muestra de empatía con Dakota por su piel oscura y su condición de persona pobre sin un apellido de renombre. Marck era rico de cuna y Dakota solo era una mujer trabajadora de la empresa cuando se enamoraron. Ella vivía en los Estados Unidos y conoció a Sócrates por medio de unas amigas, comenzaron algo que no llego a mucho ya que era un mujeriego, la trataba como una empleada y ella le aguantó eso porque estaba sola en el mundo hasta que le descubrió el amorío con la pelirroja y se marchó a Canadá para establecerse en San Rico donde conoció a su jefe y se enamoraron al instante sin saber que era hermano de Sócrates. — Salgan de aquí, espérenme en el hotel por favor – ordena el hombre y ambas mujeres niegan. — ¡Jamás te dejaré con esa perra! – Dakota pone los ojos en blanco, pero no mueve un músculo de donde se encuentra de pie, en guardia. — Créeme tonta que no quiero nada con este tipo ¿si recuerdas que lo dejé cuando se metió contigo hace más de seis años – la pelirroja intenta saltarle encima a Dakota, pero el hombre no se lo permite. — ¡Quieta dije, largo! – grita — ¡madre, Carol adiós! – las saca a cada una por un brazo ignorando sus protestas y cierra la puerta de la casa — bien, bonita – se acerca y ella retrocede — al fin solos para platicar de lo que nos interesa – su voz se enronquece y toma un matiz peligroso. — Ya te dije que no me casaré contigo, puedes tomar la empresa y hacer lo que desees – su voz no admite replica — yo no quiero nada que le pertenezca a ustedes. Dakota muere por dentro, pero pone en práctica lo que aprendió de su esposo y que él sabiamente le dijo que utilizara en momentos de emergencia como lo es este. Siempre le decía que era muy fuerte y que podría con todo, solo que nunca se atrevió por el hecho de que Marck siempre estuvo ahí para ella. — Y te repito que las cosas no son de esa forma – expone ya con mal humor lo que hace que ella (quien lo conoce bien) recule temerosa —, debemos casarnos para que todo quede a tu nombre y luego me lo entregues y ¡listo, todos felices! – le sonríe radiante — luego de eso te puedes largar a la China si así lo deseas – Dakota no se siente convencida de lo que va a responder. — ¿Lo puedo pensar? – es más una súplica de parte de ella. Niega. — ¿Qué parte de: No.Hay.Tiempo no entiendes? Realmente te pensé más inteligente ¿sabes? – reprocha él con sorna. — Entonces dame esta noche por favor – Sócrates se restriega la cara, pero le hace los honores — ¿cómo pretendes que le diga a Elena que me casaré contigo sin antes explicarle ciertas cosas? – expresa llorosa — es una niña ¡por el amor de Dios! – merece por lo menos que le explique lo que está pasando – lo mira con ojos de cachorro perdido y el hombre resopla consciente de la situación. — Bueno, para que veas que pretendo ser un buen esposo te concederé esto – ella asiente con una sonrisa forzada —, pero no me creas tan imbécil de irme y dejarte para que escapes – ella abre los ojos asombrada falsamente considerando la poca percepción que tiene el tipo. — ¿Y a dónde iría? – expone la obviedad — llevo cuatro años sin salir de aquí ¿crees que escaparía así nada más? – Sócrates pone cara de circunstancia — ¡le temo a la calle, a los autos y a… estar sola! – gime apelando al corazón de piedra que recuerda tiene el hombre en el pecho. — Te aconsejo que te largues a hablar con la mocosa de esto mientras mi paciencia dure querida Dakota porque de otro modo se lo diré yo y créeme que de ninguna manera será bonito – le sonríe como si fuera el mismo Lucifer —, me convenciste de largarme a comer algo. Esta casa es tan sosa que ni siquiera me molestaré en pedir que me hagan comida – expone con toda la odiosidad que puede — ¿aún estas aquí mujer? – el cuestionamiento en su boca se vuelve amenaza. Ella sube la escalera de dos en dos con las lágrimas brotando, mojando su rostro de canela y sus orbes verdes se enrojecen aún más por el llanto que intenta detener antes de llegar a la habitación de Elena. Entra apresurada revisando el closet. Saca un pequeño bolso color rosa con corazones violeta. Niega bajo la mirada asombrada de Elena y Marie, busca de nuevo sacando una maleta verde lima con estampado en fucsia, niega de nuevo. Extrae una bolsa de deporte en color azul cielo y flores naranja. — ¿Es en serio hija? – Dakota se sienta en el piso en actitud de derrota — ¿todos los bolsos y maletas que tienes son tan chillonas? – la pequeña no entiende el predicamento de su madre y se lo hace saber con un encogimiento de hombros. — Necesitamos salir de aquí cuanto antes – la respiración de Elena se dispara y el nerviosismo que la agobia la hace negar — ¿Elena, mi amor estás bien? – niega de nuevo. — ¡Estoy asustada! – tiembla copiosamente — ¿ese señor quiere hacernos daño? – Dakota niega entendiendo que ha sido ella misma quien la asustó. — Cariño – mira a Marie mientras toma a su hija en brazos —, parece que el abuelo al cual no conociste no le gustábamos mucho, pero no pasa nada ¿entiendes? Yo te voy a defender – la niña asiente con la cara bañada en lágrimas y niega. — ¿A dónde iremos mami? – la mujer cierra los ojos tomando una bocanada de aire para tranquilizar su propio corazón —. No conocemos a nadie y… — No te preocupes por eso ahora mi amor – la niña niega de nuevo sabiendo que si se van del pueblo no encontrará jamás lo que debe comenzar a buscar —, Marie por favor recoge algo de ropa y calzado, no mucho para que podamos irnos. — Enseguida señora – responde obediente la Nana. — ¿Marie irá con nosotros? – Dakota niega. — No cariño, por ahora solo nos iremos nosotras dos porque no podemos levantar sospechas, después volveremos por Marie – explica con un dejo de dolor al mentirle a la niña. — Y por George – la mujer ladea la cabeza sin comprender — es el jardinero mamá, el novio de Marie – Elena pone los ojos en blanco por el desconocimiento de su madre. — ¡Sí, sí claro! – se desembaraza de la expresión interrogante de su hija —. Ahora vamos cariño debemos irnos… *** Una vez en el tejado de la casa… — ¡Mami, tengo mucho miedo! – masculla una Elena aterrada porque debe saltar a uno de los autos que ha dispuesto su madre para escapar — está muy alto – Dakota la abraza y toma su rostro entre las manos. — ¿Recuerdas que dije te protegería de lo que sea mi amor? – la niñita afirma con la cabeza y sus hermosos rizos se mueven como si volaran —. Eso es exactamente lo que estoy haciendo, liberándote de algo que no debes vivir – explica con voz temblorosa. — ¿No será que tú no lo quieres enfrentar? – expresa Elena y se arrepiente al instante. — ¿Qué has dicho? – se encoge en el sitio, sabe que le ha faltado a su madre y teme ser castigada. — Es que tenemos cuatro años sin salir de la casa y ahora por no querer enfrentar tus miedos tenemos que escapar y dejar atrás nuestro hogar – Dakota se siente juzgada, pero reconoce que Elena lleva razón. — Mi cielo, entiendo como te sientes – la niña niega — quieres un árbol de Navidad y juguetes, pero en este momento las cosas están Raras con la llegada de tu abuela y el tío que es un patán, es por eso que he decidido esto, alejarnos es lo conveniente – habla mientras vela por que todo esté en el orden que necesita. — Para ti – gira la cabeza hacia su hija tan rápido que le produce dolor en el cuello —, te parece más sencillo escapar que enfrentar tus miedos, no tienes amigos porque los echaste luego de la muerte de papá – repite lo que ha escuchado —, no trabajas desde casa, solo recibes el dinero – señala sin intención — existen personas que dirigen la empresa que era de él y tú solo llamas por teléfono para que te den información, pero nunca tienes tiempo de ir – eso lo escucho de ella al entrar clandestinamente al estudio y esconderse bajo el escritorio una noche. — ¿Cómo… cómo sabes eso? – la nena cierra los ojos negando. — Tengo ocho años mamá, tu todavía vives en el pasado – resopla enfadada —. Se muchas cosas y me he enterado de otras ¿crees que no escucho tu llanto llamando a papá? – cuestiona ya con los ojos aguados — ¿piensas que por ser pequeña no me duele cuando dices que no tienes por qué vivir? – a medida que Elena habla Dakota se da cuenta de muchas cosas que no sabía y que le hacen daño a su hija. Niega —. Eres mi madre, solo quiero que vivas por y para mi, pero también quiero que seas feliz, que esa tristeza desaparezca y… — ¡Oh mi amor, lo siento tanto! – la abraza con fuerza — perdóname por haberte lastimado desde la inconsciencia de mi sufrimiento – lloran juntas — prometo que de ahora en más seré una mejor madre – dice entre sollozos. — Creo que debemos quedarnos y luchar por nuestro hogar – Dakota la aparta para mirarla a esos ojos que le recuerdan tanto a Marck y más aun con la determinación que le habla — es nuestra casa, nuestra vida y… y… - ladea la cabeza esperando que Elena termine de hablar —. Ya quiero hacer pis y también quiero un árbol de Navidad para que lo adornemos juntas – Dakota rompe en risas. — ¿Estas segura de esto? – la niña se encoge de hombros — ¿de querer quedarte aunque todo se complique? – asiente. — Si estamos juntas y tenemos fe ¿qué puede pasar? – una brisa fresca las baña en el tejado de la casa y poco a poco se asoman copos de nieve que caen en sus cabezas. — ¡Fe! – suspira —. Es una hermosa palabra, pero debemos creer en que todo se arreglará – le sonríe y los ojitos de Elena brillan. — Exactamente eso fue lo que él dijo – sonríe recordando la plática que tuvo con Dios. — ¿Quién? – indaga extrañada Dakota. — ¿Ah? ¡eh, nadie! No me prestes atención solo… - quiere inventar algo, pero no se le ocurre nada — olvídalo – hace movimientos con la mano derecha para restarle hierro al asunto. — Bien, ahora ¿qué tienes en mente? – le hace un guiño. — Debemos bajar – Dakota asiente y ayuda a Elena a bajar por donde subieron. Ingresan al ático y bajan hacia la segunda planta de la casa, Elena corre alegre hacia su habitación seguida de su madre. Siente que algo se ha develado entre ellas, esa distancia de antes ya casi no la siente mientras ríe corriendo delante de su madre. — ¡Atrápame si puedes mamá! – se carcajea casi en lo alto de la escalera. — Ya verás niña traviesa, te encontraré y te arrepentirás – responde con voz de monstruo y Elena chilla al verla casi sobre ella. Corre lo más rápido que puede con los ojos cerrados y las carcajadas en la garganta, pero no llega muy lejos ya que se da de bruces con un cuerpo duro precipitándose al piso. — ¿Dónde estaban mocosa?
Elena mira hacia arriba encontrándose con el hombre al que le teme su mamá, pero ella por alguna razón no lo hace ¿por qué no le teme si claramente tiene un aura oscura y peligrosa?La mira directamente a los ojos y ella puede captar un destello de vida en ellos aun cuando se van apagados y sin expresión, sacude la cabeza e intenta levantarse sin éxito ya que el nerviosismo se lo impide.— En el tejado y yo no tengo mocos – le rebate con actitud —, además no creo que eso le importe a usted señor malo – los ojos de Sócrates se abren por la sorpresa.— ¡Vaya, vaya, pero si eres una fiera como tu padre! – se acuclilla hasta casi colocar el rostro a nivel del de ella —. Te recuerdo niñita que pronto seré el dueño de todo y eso te incluye – señala perverso y Elena se arrastra hacia atrás ahora sí, con el miedo de saber que el hombre está decidido a quitarles la casa y todo lo demás de lo que ella no tiene conocimiento.Y parece que habla muy en serio.— Mi papi era el dueño y ahora es mi m
Elena abre los ojos y de pronto es consciente del tubo que atraviesa su garganta para poder respirar. Tose incómoda, dolorida. La persona que se encuentra a su lado se levanta de un salto, grita procurando un médico para que la asista y que la niña deje de sufrir por el tubo en su garganta. Se hace el proceso al llegar el médico de guardia y todo es calma por un momento.Dakota corre hacia la habitación de su hija luego de haberla llamado por teléfono ya que ese día en contra de su propia voluntad había dado el permiso de desconectarla y darle descanso a su cuerpo, pero hoy una nueva esperanza habitaba en su corazón y ahí estaba la respuesta.Su pequeña Elena había despertado del coma inducido por los médicos para evitar el dolor con el que iba a despedirse de este mundo ya que el frío extremo al que fue expuesto su pequeño cuerpo comprometió fatalmente sus órganos importantes dando como resultado un fallo renal irreparable siendo esa la causa del inminente deceso, pero como el mismo
La confusión y el desorden emocional que ha sufrido Dakota la ha llevado a un shock del cual le es difícil regresar, su inconsciente solo reconoce el hecho de que dio el permiso de desconectarla y entonces hoy en medio de un agudo dolor la vio y le fue difícil asimilarlo.Sócrates observa detenidamente el rostro de su esposa y aunque mantiene el tipo no puede evitar sentir su dolor, él fue uno de los que mencionó aquello de que los milagros existen aun cuando es un no creyente de las cosas divinas, pero lamentablemente para su estado mental, los médicos afirman que lo es. Se entretiene dándole vueltas a su sortija de bodas, pensando en cómo lograr que Dakota salga de ese sitio oscuro en el que se encuentra y de donde él ha venido ya que su estabilidad emocional estuvo comprometida al ver en los periódicos que se casaba con su hermano, habiéndolo dejado por una simple confusión o tal vez no lo haya sido, pero él nunca la engañó y pese a que llegó dispuesto a vengarse de ella, no ha pod
— ¿Qué diablos hace él aquí? – gruñe señalando el niño como si tuviese una enfermedad contagiosa — ¡ensuciará los muebles!— ¡No le hables de ese modo, es mi invitado!– grita Elena renegando de que su padre celestial le ha puesto una tarea difícil porque ese hombre es odioso y exasperante.Sabe que debe obedecer a su padre de arriba, pero el caballero no ayuda para nada, contrario a eso es una mala persona pese a que recibe malos tratos de su mamá y hasta de ella misma.— Elena mi amor no grites por favor – exhorta con dulzura una Dakota tranquila y controlada — Sócrates – respira profundo componiendo una sonrisa, disimulando su mal humor — ¿podrías sentarte a la mesa y comer con nosotros? – el hombre achica la mirada hacia ella con sospecha — Otto es el invitado de Elena y es bienvenido las veces que desee estar con ella - el hombre no puede hacer otra cosa que sentarse, pero lo hace sin dejar de mirar a su esposa como si estuviese loca.El muchacho se siente tan incómodo que quiere
Uno de los empleados corre en su ayuda y al verlo abre la boca para decir algo, Sócrates lo señala con advertencia, entonces cierra la boca.— Buen… - se retracta enseguida el joven — dígame que necesita y lo traeré hasta acá – el muchacho sonríe sinceramente y el hombre en el piso extiende la mano pidiendo ayuda.— Lo primero es que laven ese puto baño, es un asco – responde con mal humor.— Es que el baño de empleados y transeúntes se encuentra dentro – el rostro pétreo del hombre le impide continuar con la diatriba respecto al baño —, pero venga conmigo para conseguirle ropa limpia y… unos zapatos – mira los de Sócrates asombrado de lo finos y delicados que se ven.— ¡Gracias! – expone incómodo por la amabilidad a la cual no se encuentra habituado — ¿qué clase de ropa venden en este lugar? – el empleado gira a verlo y aprieta los labios preocupado.— No tan elegante, pero si así lo desea luego de ofrecerle un café puedo pedir algo para usted en el pueblo – le sonríe amable y él asi
La conmoción hace presa de las chicas, pero Otto quien se encuentra debidamente vestido y calzado además de limpio y perfumado, se acerca al animalito y lo acaricia, Lola le retribuye la caricia con lametones babosos que lo divierten mucho, es un peque bueno y con mucho carisma, pero no pertenece a esta casa.— Espero hayan pasado un buen día – Dakota lo mira de pies a cabeza, extrañada — debo tener pelo encima de Lola – se sacude la camiseta, sonríe tan forzado que le duele cada músculo.— Hoy no trabajaste – niega — eso es raro ¿y ese atuendo? – Sócrates se mira y se pone mucho más nervioso por el escrutinio de Dakota.— Si bueno, hoy fue un día raro – se excusa aun cuando sabe que no hizo nada malo — anduve por el pueblo y no era cómodo el traje, así que decidí cambiarme por algo más… cómodo. – arruga la frente manteniendo la vista baja.La risa de Elena lo hace subirla, siente una brisa fresca es como si el peso que llevaba en los hombros desapareciera poco a poco con la risa de l
Los ojos de Elena se abren ante lo que lee y una amplia, sincera y feliz sonrisa se forma en su cara al punto de que puede llegarle a las orejas. La carta de su abuelo relata un cuento precioso de un leñador que cultivaba árboles para entregarlos en navidad a las personas más necesitadas, en relato expresa que el hombre es muy rico y tiene un corazón de oro lo cual no esconde, más si lo hace con su fortuna ya que viste de overol, camiseta y abrigo peludo.Ese hombre también tiene un hermoso refugio en las montañas donde cuida y alimenta a las personas y animales que lo necesitan siendo una hermosa fuente de vida para mucha gente, las lágrimas de Elena se confunden con los pequeños riachuelos y cascadas que menciona el abuelo en el cuento, la mente de la niña vuela hasta el sitio que describe teniendo una imagen clara de lo que narra ese hombre que no conoce, pero que ama por lo hermosas de sus palabras. Ella sueña con un lugar así, verde y frondoso, hermoso y con muchos árboles frutal
— ¡Dense prisa, parecen tortugas! – grita Elena entre risas — a este ritmo llegaremos en año nuevo – esboza de nuevo con ambas manos hechas como una trompeta en su boca.El frío arrecia, ya no está nevando y la temperatura a esta altura está tan baja que casi no pueden seguir pese a los abrigos térmicos especiales que les recomendaron en la boutique del pueblo.— Eso lo dices porque tu abrigo es enorme para ti – protesta Marie en los brazos de su esposo —, no me sueltes cielo porque me congelaré – el hombre besa lo alto de su cabeza sobre l grueso gorro que lleva puesto.— Cariño ten cuidado por favor estás muy lejos – se escucha la voz de Dakota temblar un poco — ajusta esa chaqueta que me da miedo – dice mientras sube el resto de la montaña con la ayuda de Otto.— Serán llorones ustedes ¡muévanse que estamos cerca! – y tenía mucha razón.No solo el sitio existe, sino que es una pequeña ciudad en lo más profundo del “bosque de los pinos silvestres”, una zona inexplorada en lo Alto de