Shirley se sorprendió:—¿Va a darme todos sus ahorros? ¿Cómo entonces van a sobrevivir sin dinero? Melín suspiró con amargura: —Hemos estado esperando este día desde hace muchísimo tiempo. Tú y Nadia deben irse lo más pronto posible. Con este dinero, siempre y cuando no sean demasiado codiciosas, podrán casarse y llevar una vida muy tranquila.Shirley sintió un fuerte dolor en lo profundo de su corazón y estuvo a punto de llorar. —Tía... Debe haber otra manera de resolver este problema... Podemos pedirle ayuda a Luna. Ella me dijo que la única persona que puede hacer algo contra José es el presidente del Grupo Prosperidad, que es su hermano. Él seguramente podrá ayudarnos.—Shirley... Somos unas simples forasteras en la capital, la señorita García ya nos ha ayudado bastante. Esta situación es muy diferente, ya no podemos seguir dependiendo de ella.En ese momento, Nadia llegó torpemente cargando un vaso de agua. —Mamá, aquí tienes. Ah, por cierto, rompí sin querer ese vaso, pero ya
Uno era empresario y el otro político, ambos eran líderes en sus respectivos campos.En su vida anterior, precisamente por su relación oculta con José, éste había despejado todos los obstáculos presentes en su camino. Por lo tanto, esta vez en la nueva vida, ella no se permitiría perder a ese fuerte apoyo. Nadie la detendría en su propósito.—Tenía que deshacerse de ese lio lo más rápido posible. Acariciando satisfecha su vientre, subió a un automóvil, sus ojos destellaban determinación.«Andrés, ¿crees que ya no puedo hacerte nada porque te has casado con Luna? En la vida pasada te habías casado con ella, ¡pero al final también la desechaste sin piedad alguna y luego te divorciaste de ella! ¡Las personas cambian! Al final, te darás cuenta de que yo soy la opción más adecuada para ti. Estos dos hombres tan exitosos y poderosos se rinden ante mi inigualable belleza, Luna García, nunca sabrías la gran satisfacción incluso si tienes dos oportunidades de vida. En esta vida, también estás
Era una noche tan tranquila y silenciosa, solo se veía la tenue luz de la luna.De repente, sin previo aviso, comenzó a nevar a cántaros. Los copos de nieve blancos caían y se derretían suavemente en el suelo.José estaba sentado muy tranquilo en el auto, abrazando a Nadia, quien dormía profundamente. Después de unos días sin verla, ella había subido en realidad un poco de peso.Todas las mujeres a su alrededor tenían una figura esbelta y muy elegante, pero ella al contrario... era como una regordeta bola de nieve hecha a mano.Él nunca había visto a una mujer que no se preocupara por su figura.A lo lejos, un coche se aproximaba con cautela. Cuando se acercó más, Shirley reconoció al instante la matrícula del vehículo.Abrió los ojos ampliamente porque vio a una persona conocida bajar del coche.¡Era él!¿Qué venía a hacer?Al pensar en cómo la había utilizado, ella agachó de inmediato la cabeza, sin querer mirar más a ese hipócrita…Álvaro se acercó y saludó muy caluroso a José:—Señ
Álvaro posó su mirada en la mujer arrodillada en el suelo, después la dirigió directamente al médico:—Doctor, me gustaría pedirle que mantenga este asunto en secreto, incluyendo lo del hospital. También enviaré a alguien para arreglarlo todo.El médico aceptó:—De acuerdo. Si requiere algún tipo de tratamiento adicional en el futuro, puede venir a buscarme cuando lo necesite.—Muchas gracias —le respondió Álvaro.Después de que se fueran, Álvaro habló con calma:—La preocupación no resolverá nada. Ya he reservado un coche. Tú y la señora regresen enseguida a la capital. Me encargaré de organizar todos los tratamientos posteriores.Los ojos de Shirley se enrojecieron de inmediato:—Aún no me has dicho qué le pasó…Álvaro frunció el ceño:—No necesitas saberlo. Si quieres que los Vázquez estén a salvo, haz lo que te digo. La capital se volverá un completo caos por un tiempo, y no puedo garantizar que ellos tengan tanta suerte como ahora.Shirley exclamó entre sollozos y lágrimas:—¡Tien
Cuando las sirvientas escucharon la voz consternada de Luna, casi que se les encogió el corazón, temiendo que los dos volvieran a discutir. Cada vez que discutían, Luna se enojaba tanto que ni siquiera podía comer, terminando por arrojar todos los cubiertos al suelo y subía furiosa a su recámara sin probar bocado. Andrés siempre intentaba calmarla, pero nada funcionaba cuando ella estaba así de molesta.Sin embargo, Andrés había aprendido cómo manejar este tipo de situaciones: durante las comidas, simplemente se quedaba callado mientras Luna lo regañaba. Solo cuando ella lograba desahogarse y se calmaba por completo, podían terminar la comida tranquilamente.Pero en ese momento, Luna siguió hablando sin parar, Andrés ni siquiera le prestaba atención, comiendo con calma y leyendo muy entretenido el periódico financiero. Mientras leía, no olvidaba servirle a Luna algunos alimentos.Ella miraba con enojo el anillo en el dedo anular de Andrés y le gritó furiosa:—¡Andrés, te estoy hablando
Aparte de María…Aunque ella le había propuesto una idea, en su corazón, ella era simplemente una persona ignorante que no entendía nada y solo le causaría problemas. Él podría creer e incluso seguir incondicionalmente todos los consejos de María, pero jamás tomaría en serio sus palabras.Porque ella había escuchado a Andrés decir lo siguiente sobre ella:—Los asuntos de la empresa no son tu área, no puedes compararte en nada a María en cuanto a negocios.***La junta matutina del grupo se llevó a cabo mediante una videollamada en línea.—Jefe, ¿de veras quiere hacer esto? Los socios comerciales con los que acordamos cooperar ya empezaron a diseñar y producir los modelos, ahora si cancelamos los pedidos de repente, nuestra empresa tendrá que pagar una cuantiosa indemnización.Andrés, vestido con una pijama sencilla, pero con un porte elegante, agachó la cabeza jugueteando un poco con el bolígrafo. Les respondió sin darle mucha importancia:—Preparen primero el contrato de rescisión.
Después de la junta. Los altos ejecutivos se fueron retirando uno a uno, y Susan, que había estado esperando afuera por mucho rato, entró apurada con un montón de documentos en los brazos. Apresurada, le dijo a Álvaro:—Jefe, la señorita Rodríguez ya regresó y nos pidió un montón de documentos. También quiere revisar los informes trimestrales, ahora no sé qué más va a querer que hagamos...Álvaro muy serio sin decir nada se fue a grandes pasos del salón de juntas. Shirley quiso seguirlo por instinto, pero Susan la empujó a un lado con una mirada de satisfacción y completa arrogancia. Y ella misma se apresuró a seguir a Álvaro.Cuando Álvaro fue a ver qué pasaba, Shirley se dio cuenta de que su lugar junto a Álvaro había sido ocupado, y sus cosas también estaban en un escritorio temporal. Miró de reojo hacia la oficina, vio a Susan hablando con Álvaro, sin poder saber de qué estaban hablando.Después de un largo rato, Susan salió de la oficina y se le dijo directamente.—Shirley... El
—Ya basta, ya deja de estarme adulando, súbete al auto y listo —le respondió afanosa María.Debido a lo ocurrido anteriormente, Shirley terminó subiendo al auto. Con una expresión algo tímida y vacilante, le preguntó: —Señorita Rodríguez, ¿en qué puedo ayudarle…?María sonrió con malicia:—En las últimas semanas, he estado muy ocupada con otros asuntos, así que te hice trabajar con Álvaro. Él no te ha tratado mal, ¿verdad?Shirley no pudo evitar quejarse: —¡Más que maltratarme! ¡Ha sido casi una explotación despiadada! Señorita, mire estas ojeras que tengo, ¡son producto de estos días tan agotadores!María aún llevaba la sonrisa en el rostro:—Sí, ha sido un trabajo muy duro. Si quieres, puedes ir a descansar por un tiempo. Haré que te den unos días libres.Sin embargo, al ver esa sonrisa, Shirley la miró con cierta desconfianza en su mirada.—No es necesario… Últimamente han surgido algunos problemas familiares, al terminar este mes, renuncié.María, con curiosidad, le preguntó: —¿