—Si el director general del Grupo Prosperidad y la señora de la familia García pueden venir, los recibiré gratamente con los brazos abiertos. Porque has dicho que van a venir, ¿verdad? Les esperaré 20 minutos más y si pasado ese tiempo aún no han llegado, ¡empezaremos en ese momento el banquete!—¡Pues entonces esperemos 20 minutos! No te tengo miedo.Otra tía de Martín dijo:—¡Como si nunca hubiésemos visto a alguien importante, esto no tiene nada de especial!Un adolescente sentado le dijo a su hermana: —Oye, Nadia de verdad conoce a esa señora ¿cómo se llama? ¿Por qué nunca había escuchado hablar de ella antes?—Y yo qué sé, ¡no preguntes tanto!—Oye, ¿te estás poniendo otra vez la ropa de Nadia? Ya te lo dije, la ropa de Nadia solo le queda bien a ella, estás realmente ridícula con eso puesto.—¡Cállate de una puta vez! No paras de hablar de Nadia. Si tanto te gusta, pídele que sea tu hermana y deja ya de molestarme.En el Campo de Golf Excelencia Líder, los camareros volvieron a
El gerente del hotel supo que había ocurrido algo e inmediatamente se acercó a ver qué pasaba, pero no esperaba realmente encontrarse esa caótica escena.Al ver al recién llegado, inmediatamente se acercó como un perro faldero y dijo:—Señor Gómez, ¿cómo usted por aquí?Shirley gritó muy frenética:—Yo... estoy con él.Al oír eso, el gerente del hotel miró de inmediato hacia el guardia de seguridad, quien la soltó de inmediato. Entonces, Shirley corrió al lado de Álvaro y preguntó curiosa: —¿Señor Gómez? ¡Luna no dijo que vendría!La presencia de Álvaro la sorprendió profundamente, pero daba igual quien viniese, pues Álvaro tenía un aura muy imponente y poderosa. Todo el mundo en Astraluna conocía muy bien, tanto al Grupo Prosperidad como a las personas de confianza de su director general, así que la llegada de Álvaro fue suficiente para sorprender demasiado a todos los presentes.El Grupo Prosperidad y la familia Álvarez eran totalmente diferentes. ¿Cómo era posible que una familia t
El guardaespaldas agarró el palo de golf de Andrés y lo echó hacia un lado.Luna se puso rápidamente el auricular y comenzó a escuchar lo que pasaba en el interior. En cuanto se lo puso, escuchó a Shirley discutir. Esa voz...Parecía un verdadero campo de batalla.—¿Esa familia suya sabe lo que es la vergüenza? Dicen que se lo regalé a mi hermana, ¿qué pretende hacer su familia? ¡El matrimonio aún no se ha efectuado! ¿No crees que no eres digno de codiciar esas cosas? Todos son un montón de desagradecidos y sinvergüenzas... ¡Son como los fascistas, una verdadera pandilla de ladrones!Una de las mujeres señaló con el dedo a Shirley y respondió:—Sea como sea, todo esto será nuestro en el futuro, así que agarrarlo ahora es perfectamente legítimo.—¡Vaya! ¡Agárrenlo si tiene lo que hay que tener! Si se atreven a tomarlo, tendrán suerte si no les rompo las manos.Álvaro miró de reojo hacia Shirley. Su mirada parecía decir algo, pero no decían nada en lo absoluto.Qué dura era.—Patricia, v
—Señor Gómez, ¿por qué no vino Luna?Álvaro contestó tranquilamente:—La señora ya llegó, está abajo jugando golf con el director. Si quiere ir a verla, puede ir ahora mismo. El director ordenó que el Grupo Prosperidad se encargase de la fiesta de cumpleaños.Nadia contestó con alegría:—Muchas gracias, señor Gómez.Álvaro afirmó con la cabeza y contestó:—De nada, señorita Vázquez.Martín gritó eufórico su nombre con la esperanza de recuperar algo:—Nadia...Nadia se agarró con fuerza la falda y, finalmente, le miró y dijo:—Te lo dije, Martín, tarde o temprano recibirías tu merecido. Al dejar caer esa frase, levantó la cabeza y se marchó de inmediato del lugar. Ahora solo quedaba un grupo de gente enfurecida gritando y discutiendo. Los familiares de Martín subieron al estrado uno a uno, acusándole y preguntándole muy enfurecidos una y otra vez:—Martín, ¿qué rayos pasa aquí? ¿Por qué se ha ido? No olvides que nuestras familias te dieron de comer, te compraron ropa y te permitieron i
—Gracias —dijo una vez más.Luna caminó hacia ella. El guardaespaldas bajó el brazo con el que le cortaba el paso y, en cuanto Nadia se acercó corriendo, le dio a Luna un abrazo tan fuerte que retrocedió un par de pasos para evitar caerse al suelo.Nadia se acurrucó en su hombro y lloró a voz en grito:—¡Han pasado muchísimos años, desapareciste sin dejar rastro! Ni siquiera me llamaste, ¿sabes... que estuve a punto de morir?Esa frase no fue una broma de Nadia. Luna se dio cuenta de que en su cuello y en su espalda había un montón de moratones y cicatrices...—Shirley me contó todo lo que te pasó, Nadia... lo siento... volví demasiado tarde.Nadia negó con la cabeza entre lágrimas y dijo:—No llegaste tarde en absoluto. Estoy muy feliz solo con haber podido verte. Además, me has traído un montón de regalos... ya te he perdonado.—Ten los ojos bien abiertos a partir de ahora, no dejes que nadie te engañe.—¡No pasará! A partir de ahora... mientras estés aquí, nadie se meterá conmigo.A
Al ver a Nadia, las personas que estaban arrestadas enloquecieron por completo y gritaron frenéticas su nombre:—¡Nadia! Has sido tú, ¿verdad? ¡Todo esto, ha sido culpa tuya!—Si quieren arrestar a alguien, ¡arréstenla a ella! ¿Qué hicimos nosotros?—¡Oficial, nosotros somos personas honradas y honestas, no hicimos nada malo! ¿No se habrán equivocado?El policía les mandó de inmediato a callar:—¡Paren de hacer ruido!—Malditas, han sido ese par de perras las que han montado todo esto. Nadia, te vas a enterar... Cuando salga de esta, me encargaré de ti.El policía, muy nervioso, arrastró con fuerza a la mujer que estaba gritando eufórica y le advirtió:—¡Cierra la boca si no quieres pudrirte en la cárcel! Esa persona no es alguien con la que puedan permitir entrometerse.—¡Esa no vale una mierda! Da igual lo impresionante que sea, ¡no puede ser más rica que nosotros!Luna no soportaba seguir mirando todo esto y dijo:—Vámonos a otro sitio.—Sí.Los policías llevaron a ese grupo de pers
—Estoy muy bien, no me duele.Nadia dijo esto solo porque no quería que Luna se preocupase. Ella nunca había tenido que mancharse las manos, así que siempre había tenido la piel blanca y suave, pero, tras pasar estos tres años de tortura, sus manos estaban totalmente cubiertas de cicatrices y se habían vuelto ásperas y muy feas.Álvaro se acercó y le recordó con delicadeza:—Señorita, ya casi es la hora, debemos irnos.También se acercó un oficial de policía, el cual le preguntó:—Señorita Vázquez, uno de los sospechosos que hemos arrestado necesita que declare, ¿podría acompañarnos a comisaría?Nadia afirmó con la cabeza y dijo:—De acuerdo. Me voy, Luna.A lo que esta contestó:—Bien.Sin embargo, Nadia no estaba muy dispuesta.—Luna, tengo mucho miedo de ir sola.Cuando Luna estaba a punto de hablar, Álvaro intervino al instante:—No se preocupe, señorita, yo la acompañaré, así soluciono un asunto pendiente en la comisaría de paso.Y Luna contestó:—Perfecto. Tienes que protegerla s
—Andrés el bígamo. ¿Completamente asustada?Hoy parecía estar de muy buen humor.Luna dijo con gran indiferencia:—Mi pa... mi padre... murió hace muy poco, no puedes pensar tan rápido en casarnos. Tras tantos años en la familia García, sabes aún mejor que yo que no podemos hacerlo hasta tres años después del funeral.Luna quería soltarse rápidamente, pero Andrés no la dejó. En su lugar, le agarró la mano con más fuerza, entrelazando los dedos y se puso la mano en la pierna.—En realidad, no tengo paciencia para esperar tanto.Luna optó por permanecer en absoluto silencio sin decirle nada más, pero el aire le quemaba en el pecho y tenía que dejarlo salir:—¿Qué ganas casándote conmigo? Realmente, no puedo tener hijos, de hecho, ese hijo es falso. Si te casas conmigo... solo será por capricho nada más, por pura posesión, porque no puedes soportar ver cómo lo que es tuyo pueda ser algún día de otra persona. Cuando pase el tiempo, me desecharás como si fuese una basura.—¿Por qué estás ta