—Señor Gómez, ¿por qué no vino Luna?Álvaro contestó tranquilamente:—La señora ya llegó, está abajo jugando golf con el director. Si quiere ir a verla, puede ir ahora mismo. El director ordenó que el Grupo Prosperidad se encargase de la fiesta de cumpleaños.Nadia contestó con alegría:—Muchas gracias, señor Gómez.Álvaro afirmó con la cabeza y contestó:—De nada, señorita Vázquez.Martín gritó eufórico su nombre con la esperanza de recuperar algo:—Nadia...Nadia se agarró con fuerza la falda y, finalmente, le miró y dijo:—Te lo dije, Martín, tarde o temprano recibirías tu merecido. Al dejar caer esa frase, levantó la cabeza y se marchó de inmediato del lugar. Ahora solo quedaba un grupo de gente enfurecida gritando y discutiendo. Los familiares de Martín subieron al estrado uno a uno, acusándole y preguntándole muy enfurecidos una y otra vez:—Martín, ¿qué rayos pasa aquí? ¿Por qué se ha ido? No olvides que nuestras familias te dieron de comer, te compraron ropa y te permitieron i
—Gracias —dijo una vez más.Luna caminó hacia ella. El guardaespaldas bajó el brazo con el que le cortaba el paso y, en cuanto Nadia se acercó corriendo, le dio a Luna un abrazo tan fuerte que retrocedió un par de pasos para evitar caerse al suelo.Nadia se acurrucó en su hombro y lloró a voz en grito:—¡Han pasado muchísimos años, desapareciste sin dejar rastro! Ni siquiera me llamaste, ¿sabes... que estuve a punto de morir?Esa frase no fue una broma de Nadia. Luna se dio cuenta de que en su cuello y en su espalda había un montón de moratones y cicatrices...—Shirley me contó todo lo que te pasó, Nadia... lo siento... volví demasiado tarde.Nadia negó con la cabeza entre lágrimas y dijo:—No llegaste tarde en absoluto. Estoy muy feliz solo con haber podido verte. Además, me has traído un montón de regalos... ya te he perdonado.—Ten los ojos bien abiertos a partir de ahora, no dejes que nadie te engañe.—¡No pasará! A partir de ahora... mientras estés aquí, nadie se meterá conmigo.A
Al ver a Nadia, las personas que estaban arrestadas enloquecieron por completo y gritaron frenéticas su nombre:—¡Nadia! Has sido tú, ¿verdad? ¡Todo esto, ha sido culpa tuya!—Si quieren arrestar a alguien, ¡arréstenla a ella! ¿Qué hicimos nosotros?—¡Oficial, nosotros somos personas honradas y honestas, no hicimos nada malo! ¿No se habrán equivocado?El policía les mandó de inmediato a callar:—¡Paren de hacer ruido!—Malditas, han sido ese par de perras las que han montado todo esto. Nadia, te vas a enterar... Cuando salga de esta, me encargaré de ti.El policía, muy nervioso, arrastró con fuerza a la mujer que estaba gritando eufórica y le advirtió:—¡Cierra la boca si no quieres pudrirte en la cárcel! Esa persona no es alguien con la que puedan permitir entrometerse.—¡Esa no vale una mierda! Da igual lo impresionante que sea, ¡no puede ser más rica que nosotros!Luna no soportaba seguir mirando todo esto y dijo:—Vámonos a otro sitio.—Sí.Los policías llevaron a ese grupo de pers
—Estoy muy bien, no me duele.Nadia dijo esto solo porque no quería que Luna se preocupase. Ella nunca había tenido que mancharse las manos, así que siempre había tenido la piel blanca y suave, pero, tras pasar estos tres años de tortura, sus manos estaban totalmente cubiertas de cicatrices y se habían vuelto ásperas y muy feas.Álvaro se acercó y le recordó con delicadeza:—Señorita, ya casi es la hora, debemos irnos.También se acercó un oficial de policía, el cual le preguntó:—Señorita Vázquez, uno de los sospechosos que hemos arrestado necesita que declare, ¿podría acompañarnos a comisaría?Nadia afirmó con la cabeza y dijo:—De acuerdo. Me voy, Luna.A lo que esta contestó:—Bien.Sin embargo, Nadia no estaba muy dispuesta.—Luna, tengo mucho miedo de ir sola.Cuando Luna estaba a punto de hablar, Álvaro intervino al instante:—No se preocupe, señorita, yo la acompañaré, así soluciono un asunto pendiente en la comisaría de paso.Y Luna contestó:—Perfecto. Tienes que protegerla s
—Andrés el bígamo. ¿Completamente asustada?Hoy parecía estar de muy buen humor.Luna dijo con gran indiferencia:—Mi pa... mi padre... murió hace muy poco, no puedes pensar tan rápido en casarnos. Tras tantos años en la familia García, sabes aún mejor que yo que no podemos hacerlo hasta tres años después del funeral.Luna quería soltarse rápidamente, pero Andrés no la dejó. En su lugar, le agarró la mano con más fuerza, entrelazando los dedos y se puso la mano en la pierna.—En realidad, no tengo paciencia para esperar tanto.Luna optó por permanecer en absoluto silencio sin decirle nada más, pero el aire le quemaba en el pecho y tenía que dejarlo salir:—¿Qué ganas casándote conmigo? Realmente, no puedo tener hijos, de hecho, ese hijo es falso. Si te casas conmigo... solo será por capricho nada más, por pura posesión, porque no puedes soportar ver cómo lo que es tuyo pueda ser algún día de otra persona. Cuando pase el tiempo, me desecharás como si fuese una basura.—¿Por qué estás ta
Parece que las dudas de su corazón en ese momento comenzaban a tener respuesta...Ya con los ojos secos, Luna ignoró por completo al niño que Emma sostenía en brazos y, sin ni siquiera mirarlo, subió rápidamente las escaleras. Recordar todo lo que ocurrió la hacía sentir como si mil flechas atravesaran directamente el corazón. La lastimó en las dos vidas...A Luna no le quedó más remedio que seguir estando con él.Al entrar en la habitación, se sentó en los pies de la cama. Se metió los dedos en el cabello y empezó a llorar desconsoladamente. No tenía grandes expectativas al respecto, pero esperaba que, si Andrés sabía lo que pasó, quizá podría sentir algún remordimiento. Lo que ella esperaba era que él pudiera ver en ese momento la realidad y dejarla... marchar. Tras calmarse un poco, recordó que Nadia le había metido una nota en la mano. Como en el coche estaba Andrés, no tuvo tiempo de mirarla.Al deshacer la bola de papel, en la arrugada nota solo había tres palabras escritas: «mi
Pero Andrés le prometió que no tocaría a nadie de la familia Sánchez, entonces, ¿por qué iba a mentirle?Con las manos y los pies completamente helados, se vio obligada a ponerse en contacto con quien menos quería.Tras sonar durante unos segundos, contestó al teléfono rápidamente.Leonardo dijo:—¿Qué quieres?Preguntó con gran cautela.Luna se sentía muy confusa y nerviosa y colgó el teléfono al instante. Él era el compinche de Andrés, no... en realidad, no podía confiar en él.Entonces, Luna cayó en algo de repente. Agrandó las fotos y reconoció de inmediato que ese lugar estaba cerca del mar, en Astraluna. Luna escuchó hace poco algo sobre un accidente de avión, pero... nunca pensó en algo así. ¡Fue preciso Gabriel el que tuvo el accidente!Como si hubiese perdido totalmente la cabeza, Luna salió corriendo de la habitación con el celular en la mano. ¡No podía creer que Gabriel de verdad estuviese muerto!¡¿Por qué iba Andrés a matarlo?!¡Él es quien lo tiene todo!Además, Gabriel n
¡María se volvió realmente loca!Su amor por Andrés llegó al punto de provocarle un trastorno paranoide.Ellos eran ese tipo de personas, esas que destruyen algo cuando no lo consiguen.—¿...Estás drogada? —Preguntó Andrés muy serio frunciendo el ceño. Empezó a tambalearse y se sintió muy confundido, como si estuviese viendo en ese momento la cara de Luna.Ella le sonrió maliciosamente.En su cabeza, él estaba escuchando la voz de Luna diciendo:—Andrés, ¿no me querías? ¡Ven acá!Un calor repentino le recorrió por el cuerpo. De repente, Andrés se dio la vuelta y puso a María debajo de él. Le rasgó bruscamente el vestido y vio su sujetador, del color y el estilo que más le gustaba... María cerró muy profundo los ojos y disfrutó del placer que el hombre le daba emitiendo suaves gemidos de su garganta aprisionada.El celular que Andrés dejó en la mesa comenzó a vibrar en ese instante y la verdad es que las personas que tenían su número se podían contar con los dedos de la mano. Aparte de