Luego de la cena, Luna se retiró a descansar temprano. Antes de acostarse, solía siempre de disfrutar de una taza de leche bien caliente, un hábito que no había cambiado en muchos años.A través de las finas cortinas, la oscuridad de la noche era intensa, y un haz de luz de los faros brillaba desde afuera de la ventana. El chirrido de los neumáticos contra el pavimento generaba un sonido estridente.El Audi A6, en el que viajaba Andrés era el nuevo coche que Miguel le había regalado, como recompensa por su desempeño en la compañía.Andrés bajó del coche, entró a la sala y dejó las llaves en la entrada. Sus ojos agudos escanearon la sala, pero no encontraron ninguna figura familiar. Solía haber una figura delgada sentada en el sofá, viendo aburridas telenovelas. Ahora, la sala estaba vacía, la mesa de café estaba limpia y no había bocadillos como solía haber. El brillo en los ojos de Andrés se atenuó un poco.Liora salió de la cocina.—Señor Martínez, ¿ya cenó?—¿Dónde está Luna?—Luna
La razón por la que Andrés eligió a María en cambio, era porque ella tenía un gran parecido en los rasgos de su rostro a Isabel. Andrés la mantuvo a su lado como si de su sustituta se tratara.Sin embargo, desde su infancia hasta su adultez, Luna nunca pudo igualar a Isabel en términos de logros académicos, ni apariencia, excepto por su linaje familiar.El sentimiento entre Isabel y Andrés era como un muro solido e impenetrable, que nadie podía derribar. Su amor por Isabel estaba arraigado en lo más profundo de su ser. En cambio, Luna, era simplemente la hija de un enemigo para Andrés, sin ningún rastro de sentimiento por ella.Los golpes en la puerta se hicieron más fuertes. Luna mordió su labio, sabiendo que Andrés no tenía mucha paciencia con ella. Si no le abría pronto, Andrés podría incluso derribar la puerta de un puntapié.Luna encendió la luz de la habitación, se puso los zapatos y salió corriendo, abrió la puerta y frotándose los ojos, fingió estar recién levantada.—Andrés, ¿
Después de la fiesta, Luna se quedó tranquilamente dormida.Quizás, al volver de nuevo a sus años de juventud, ella sabía que Isabel seguía viva y ya no cargaba mas con la carga de tener pesadillas horribles debido a ella.Al día siguiente, Luna fue despertada por pasos en el piso de arriba. Se dio la vuelta en la cama, abrió los ojos y ya no sentía sueño.Durante los últimos meses de quimioterapia antes de su muerte, nunca había tenido una buena noche de sueño.Todas las noches eran atormentadas por un dolor penetrante que le impedía dormir, y también se le caía mucho el pelo. Nunca supo que la quimioterapia la dejara calva.En su vida anterior, le encantaba dormir y tenía mal humor si la despertaban de su sueño. Pero ahora, al despertar por el ruido, Luna extrañamente no sentía nada.Miró su teléfono móvil y vio que eran poco después de las ocho.Liora sabía que Luna tenía la costumbre de quedarse dormida tarde, así que generalmente no subía a molestarla temprano.Luna dejó el teléfo
Luna se encontraba frente al escritorio sin abrir el regalo que le había enviado Isabel.Ya sabía lo que había dentro. Era un hermoso Swarovski pasador de cristal.En la época de recién comienzos del milenio, cuando el salario promedio era aún muy bajo, esto era algo bastante inusual.A ella no le agradaba utilizar joyas. Cuando se las colocaba, sentía, que su cuello oprimía cuando las utilizaba. Quizás era solo una percepción, pero le resultaba muy incómodo.Luna guardó el regalo en el cajón del escritorio.Sacó el libro de matemáticas. Para ella, esos problemas no eran difíciles en absoluto. El libro era nuevo, por lo tanto, no había sido abierto aún. En la vida anterior, Luna tenía un bajo rendimiento académico en su clase. Luego, con el fin de ingresar a la universidad, le pidió a Andrés que fuera su tutor privado. Le pedía que la ayudara, explicándole temas confusos para ella.Aunque Andrés solo tuviera un diploma de educación secundaria, era bueno para las matemáticas y en espec
En una habitación llena de desorden, un joven yacía sentado en su silla de ruedas. Su cabello despeinado cubría sus ojos y su mirada sombría se posaba sobre el suelo, en donde una impasible cuchilla yacía también junto a varios fragmentos de vidrio. En su mente, una voz le repetía incesantemente:—¿Por qué rayos estás dudando? Un solo corte y todo nuestro dolor desaparecerá. Tus padres se divorciaron, volvieron a casarse y ya no te necesitan. ¡Muérete pronto! ¡La muerte te liberará de esta vida de pesares! Si no se amaban, ¿por qué se casaron entonces? ¿Por qué me trajeron al mundo entonces? Ya tienen sus propias familias, me han dejado a mi propia suerte solo para sufrir. La mirada de Gabriel se volvió cada vez más dura y decidida. Se apoyaba en la silla de ruedas y se levantó. Como perdió apoyo para sus piernas, cayó al suelo, cortándose las palmas de las manos con los fragmentos de vidrio, dejando rastros de sangre sobre la madera. Entre los escombros, extendió la mano y tomo de
Luna sacó todas las datiles de su bolsillo, los lavo y encendió el televisor, disponiéndose a darse su pequeño festín. Liora estaba arreglando la cocina, y salió a ver a Luna y la encontró sucia y tirada en el sofá, haciendo nada. Levantó la mano como si fuera a darle su reprimenda y dijo:—Deja de ser tan traviesa muchachita. Acabo de cambiar la funda del sofá hoy y ya la has ensuciado. Ve a tu habitación y cámbiate de ropa primero.Luna estaba descalza y evitó el golpe. Se escondió detrás del sofá y dijo sonriendo:—¡Doña Liora, me cambiaré más tarde! Estoy tan cansada ahora. Solamente quiero recostarme un rato.—Estás bromeando. Si el señor García se entera de eso, te castigará cuando regrese. Luna, vete ya a la habitación y cámbiate la ropa. —dijo Liora.—¿Puedo ver el resto del episodio primero? Sólo quedan unos minutos. —Luna le dijo quejándose a Liora.—No. Debes tomarte en serio los exámenes. Apaga la televisión y sube al estudio a revisar tus lecciones. —dijo Liora.En ese mo
Luna regresó a la habitación, se quitó la ropa sucia que llevaba puesta, y se paró frente al armario para elegir un vestido nuevo.Justo en ese momento, se oyó la voz de Andrés desde afuera de la pared:—Tengo algo urgente que hacer en la empresa. Si alcanzo a terminar temprano, regresare lo antes posible para estar contigo.Isabel respondió consideradamente:—No pasa nada. Ve y ocúpate de tus asuntos. Que yo andaré esperándote aquí.—Bien, si te sientes cansada, puedes dormir en mi habitación. Las sábanas están nuevas y limpias.—Eso es lo que menos debes que preocuparte.Luna escuchó los pasos que se alejaban, y creyó que Andrés se había ido. Justo cuando quería respirar de alivio, la puerta se abrió de repente.Al mismo tiempo, Luna se quedó completamente rígida con la ropa en su mano. Su rostro se enrojeció al instante, al darse cuenta de lo que había pasado. Se apresuró nerviosa y avergonzadamente a cubrirse con la ropa.La mirada de Andrés se estrelló con la figura desnuda de la
Una suave brisa nocturna entró ligeramente por la ventana. Los pasos apresurados en el pasillo despertaron a Luna.Luna parpadeó, abrió lentamente los ojos, y miró por la ventana. Se dio cuenta de que ya había amanecido y no deseaba dormir más. Era la voz de Isabel. Luna no sabía qué había sucedido, solo escuchó las constantes disculpas de la muchacha. Con los ojos somnolientos, pisó descalza el suelo y se acercó a abrir la puerta.Al abrir la puerta, se sorprendió al ver la figura que apareció allí y preguntó:—Andrés, ¿has terminado el trabajo de la empresa?En realidad, Andrés había regresado a casa una hora antes de que Luna se durmiera, había acompañado a Isabel al centro comercial. Sin embargo, al entrar en su habitación, Andrés se dio cuenta de que algo faltaba. Era la osita de peluche que Luna le había regalado en su cumpleaños.Al escuchar la voz de Luna, Andrés se acercó un poco a Isabel, como si estuviera a punto de “protegerla”, luego le explicó a Luna con un destello frío