Oficialmente, entrábamos en la mejor época del año."Diciembre"Y con ella, toda la emoción de la Navidad. Dimitri se había encargado de enviar decoradores a adornar e iluminar toda la casa, excepto el árbol de Navidad, porque de eso nos encargaríamos Azad y yo.Habíamos salido a buscar el árbol junto a Dimitri, explorando cada rincón en busca del adecuado. Azad lucía emocionado, con una energía casi infantil, mientras inspeccionaba los árboles y los adornos navideños.—Si no fuera por Azad, ya habría mandado a los decoradores a encargarse de todo esto —murmuró Dimitri, mirando a su alrededor con gesto impaciente—. Para mí, todo esto es nuevo.—¿Nunca has decorado un árbol de Navidad tú mismo? —le pregunté, sorprendida.—De hecho, nunca he puesto un solo adorno navideño en mi casa —confesó, encogiéndose de hombros—. No era lo mío, y mucho menos porque siempre estaba sumergido en el trabajo.—Eso cambiará este año —le aseguré con una sonrisa traviesa—. Porque nos encargaremos de contag
La mañana siguiente llegó demasiado rápido, trayendo consigo un aire gélido y una sensación de irrealidad que no podía sacudirme. Mientras me vestía, mi mente seguía atrapada en un torbellino de pensamientos.¿Casarme con Dimitri?Lo había aceptado por Azad, por su bienestar, pero no podía ignorar la mezcla inquietante de emociones en mi interior. No era solo nerviosismo, ni tampoco una emoción positiva. Era algo intermedio, desconocido, como un vacío que amenazaba con devorarme.El vestido que había elegido era sencillo: lana blanca, mangas largas, perfecto para el invierno helado. No había tiempo para extravagancias ni grandes preparativos. Y tal vez eso era lo mejor. Esta no era una boda de ensueño, era un acuerdo frío y calculado para proteger a Azad.—¿Lista? —La voz grave de Dimitri me sacó de mi ensimismamiento.Lo encontré de pie en el umbral, impecablemente vestido con un traje oscuro que acentuaba su figura imponente. Sus ojos, siempre tan intensos, me escudriñaron como si b
—Siento no haber estado cuando me necesitabas amigo. Hace dos días me enteré de la noticia por mi madre y decidí regresar de Japón. —No te preocupes Darío. Con tantas cosas sobre la cabeza se me había olvidado contarte lo que había sucedido aparte no pretendía arruinar tu viaje de negocios. —Los negocios pueden esperar, los amigos y la familia no amigo. —Todo pasó muy deprisa, luego ha caído lo de la custodia de Azad y eso me ha tenido muy ocupado. —Pero no tanto como para casarte —Interviene —. ¿De dónde salió ella? Nunca me hablaste de su existencia. —Kate llegó hace poco como mi chef personal.No pude evitar caer en sus encantos.—¿Por eso decidiste casarte con ella? —Kate es...diferente. Es todo lo que necesitas saber amigo.—Entiendo lo que me dices, ¿pero cómo te casas tan pronto? Puede tratarse de alguien que quiere quedarse con parte de tu fortuna. —Kate y yo nos queremos y queremos a Azad con nosotros. Ella es con la persona que más pasa tiempo y ha desarrollado una bu
La noche había llegado más rápido de lo que había previsto, y con ella, la ansiedad comenzó a escalar por mi cuerpo. Me encontraba frente al espejo, ajustando los últimos detalles de mi vestido azul oscuro, sencillo pero elegante. Aurora estaba a mi lado, ayudándome con mi cabello, mientras mi mente revoloteaba con pensamientos sobre lo que me esperaba en la cena.—Relájate, Kate —dijo Aurora, mientras recogía un mechón de cabello suelto y lo fijaba con un pasador—. No puedes permitir que esta gente te intimide.—No es intimidación —respondí, aunque sabía que no era del todo cierto—. Es... nerviosismo.Aurora me lanzó una mirada incrédula.—¿Nerviosismo por cómo reaccionarán o por algo más?No respondí. En lugar de eso, ajusté los pendientes que Aurora me había prestado y respiré hondo.La casa estaba impecable cuando bajé. Las luces cálidas iluminaban el salón, y una mesa larga estaba decorada con flores blancas y velas que parpadeaban suavemente. Dimitri estaba junto a la chimenea,
Había pasado una semana desde nuestro "matrimonio". Dimitri estaba trabajando en su empresa, mientras Azad tenía clases de natación y arte. Con toda la tarde libre, trataba de distraerme cuando el teléfono de la casa sonó. Desde la garita informaban la llegada de Elyf, así que rápidamente autoricé su entrada.—Kate —saludó Elyf, dejando un beso en mi mejilla—. Lamento llegar sin previo aviso.—No te preocupes, siempre eres bienvenida. ¿Qué te trae por aquí?—Hablé con mi primo esta mañana y me comentó que estabas sola en casa, seguramente aburrida. Así que vine a sacarte a tomar un café y almorzar.—¡Claro! Me encantaría.—Perfecto. Busca tu bolso, vamos ya.Sonreí por su entusiasmo, tomé mi bolso y salimos junto con Badu hacia el centro comercial de la ciudad. Elyf me llevó de tienda en tienda, comprando vestidos y accesorios con una alegría contagiosa.En una de las tiendas, mis ojos se fijaron en un hermoso vestido, pero al ver el precio, lo solté rápidamente.—¿Dos mil dólares? —m
Estaba terminando la reunión con los socios cuando Susana, mi secretaria, me informó que Azad había llegado y se encontraba en mi oficina junto a Kate.No era común que vinieran, pero algo en esa idea me alegró el día. Sin embargo, no podía evitar preguntarme si Kate se sentía fuera de lugar aquí. Todo era nuevo para ella: este mundo, mi trabajo, nuestras responsabilidades como pareja.Mientras los socios seguían discutiendo detalles del contrato, mi mente divagaba hacia Kate. Recordé cómo la había encontrado más temprano, su expresión entre confundida y asombrada al verme en mi lugar de trabajo. Tenía que reconocer que verla ahí, como si perteneciera a este espacio, me había llenado de una inexplicable satisfacción.Cuando por fin terminó la reunión, me despedí de los socios y me dirigí a mi oficina con paso firme. Apenas crucé el umbral, noté que el ambiente estaba tenso. Kate estaba sentada en el sofá, con Azad dibujando tranquilo a su lado.—Kate, ¿todo bien? —pregunté, acercándo
Esa noche, después de acostar a Azad, encontré a Kate en la terraza. La brisa fresca de la noche jugaba con su cabello mientras ella miraba las luces de la ciudad desde lo alto. Me apoyé en el marco de la puerta por un momento, observándola. Había algo en ella, una fuerza tranquila que me atraía cada vez más.—¿Puedo acompañarte? —pregunté.Ella giró la cabeza hacia mí, con una pequeña sonrisa.—Claro.Tomé asiento junto a ella, dejando que el silencio nos envolviera por un momento. Había aprendido que con Kate no siempre era necesario llenar los espacios vacíos con palabras; ella valoraba los momentos tranquilos. Sin embargo, esta vez tenía algo que decirle.—Hoy hablé con Luisa.Kate me miró, sorprendida.—¿Sobre lo que pasó esta tarde?Asentí, manteniendo mi mirada fija en la suya.—No voy a permitir que nadie te haga sentir incómoda, Kate. Ni aquí ni en ningún otro lugar. Eres mi esposa, y mereces respeto.Ella se mordió ligeramente el labio, un gesto que siempre hacía cuando esta
El día del juicio había llegado. Me levanté temprano esa mañana, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Miré a Azad mientras dormía tranquilamente en su cama, ajeno al huracán que estaba a punto de desatarse. Me acerqué a él y dejé un beso suave en su frente.—Todo estará bien, tiburoncín —susurré, como si mis palabras pudieran protegerlo de todo el dolor que otros habían causado.Me preparé con cuidado, eligiendo un atuendo sobrio y elegante. Dimitri estaba listo en el salón, esperándome con su traje perfectamente planchado y una expresión de calma que siempre lograba tranquilizarme, aunque esta vez sabía que también estaba nervioso.—¿Lista? —me preguntó, extendiéndome la mano.—Lo estoy.El trayecto al juzgado fue silencioso. Badu conducía con seriedad, mientras yo intentaba ordenar mis pensamientos. Dimitri me tomó la mano en un gesto tranquilizador, y cuando nuestras miradas se cruzaron, sus ojos me transmitieron una promesa: no estábamos solos en esto.Al llegar, los fl