—¡No puedes hablar así, madre! —le grité, con la voz temblando de ira contenida.—¡Claro que puedo! —replicó con frialdad—. Ahora más que nunca estoy segura de que fue un completo error apoyar ese matrimonio. Esa mujer solo busca adueñarse de tu fortuna.Me costaba reconocer a la mujer frente a mí. No era solo dureza, era desprecio. Un juicio cruel e injusto.—¿Has perdido la cabeza? ¡Ni siquiera conoces a Kate para hablar así de ella!—Si ya tienes la custodia de Azad, ¿qué esperas para divorciarte de ella?—No es tan fácil como crees. No puedo hacerlo ahora, podrían quitármelo otra vez.—Entonces, ¿qué es ella para ti? ¿Un trámite?—Tú no sabes nada madre y tampoco te lo diré porque basta con lo que sabemos y sentimos ella y yo. —Sé suficiente. Tiene esa sonrisa manipuladora y el descaro para ocupar un lugar que no le corresponde.—Tú no tienes derecho a decidir quién sí y quién no en mi vida —me crucé de brazos, pero por dentro estaba quebrado —. No me divorciaré de Kate porque de
Aurora había salido a trabajar temprano. La casa estaba en completo silencio, ese tipo de silencio que no reconforta... sino que te obliga a pensar.Había dormido poco y mal. Cada vez que cerraba los ojos, escuchaba la voz de Demet repitiendo esas palabras crueles, pero lo que más dolía no eran sus ofensas. Lo que me destrozaba era el silencio de Dimitri. La forma en que su madre lo humillaba, y él... simplemente se quedaba allí, sin decir nada.Yo temblaba. No de miedo, sino de decepción. No era la primera vez que el mundo me señalaba, pero sí era la primera vez que quien más debía defenderme, me había fallado.Unos golpes suaves en la puerta me sacaron de mi ensimismamiento.No pregunté quién era. Ya lo sabía.Caminé lentamente hasta la puerta. Abrí.Y ahí estaba él..Ojeroso. Con la misma ropa de la noche anterior. La camisa arrugada. Y los ojos... esos ojos que antes me miraban intensamente hoy me buscaban con culpa.—Kate —susurró, como si mi nombre doliera.Me hice a un lado pa
Había sido una semana larga y completamente insoportable.Azad no dejaba de preguntar por Kate. Elyf, para calmarlo un poco, decidió llevárselo unos días a casa de mis tíos, con la esperanza de mantenerlo alejado de todo este problema.A estas alturas, el mundo entero me irritaba. Solo quería de vuelta a la mujer que amaba.—¿Pensando en ella? —La voz de Elyf me sacó de mis pensamientos—. Luces pésimamente mal desde que no está a tu lado.Pasé las manos por mi rostro en señal de frustración y suspiré profundamente.—Necesito recuperar a mi mujer, Elyf. La necesito de vuelta en casa, junto a Azad y a mí.Unos golpes en la puerta nos interrumpieron. Di autorización para que entraran y observé a Susana, que lucía visiblemente nerviosa.—¿Qué pasa, Susana?—Lamento interrumpir, señor. Pero la secretaria de la señorita Elyf la requiere con urgencia... La señora Demet está en su oficina, en una acalorada discusión con la señora Kate.Me levanté de inmediato y salí de mi oficina a toda prisa
Me sentía como si llevara años en esa silla. El sonido monótono del reloj, la luz pálida del pasillo, los susurros apagados de enfermeras y médicos... todo se mezclaba en un zumbido lejano. Pero cuando vi salir a la enfermera con una leve sonrisa, mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. —Ha despertado —dijo ella con suavidad—. Puede pasar, pero le pido que la ayuden a mantener la calma. Está muy débil. No lo pensé dos veces. La habitación era tranquila, apenas iluminada por una lámpara suave. El monitor cardíaco marcaba cada latido como una prueba de que aún estaba conmigo. Kate estaba despierta, recostada con los ojos abiertos, fijos en el techo. Su rostro estaba más pálido que de costumbre, pero su respiración era tranquila. Cuando me acerqué, sus ojos se encontraron con los míos y una lágrima resbaló por su mejilla. —Dimitri... Me senté a su lado, tomé su mano con cuidado. —Aquí estoy, nena. Te tengo. —¿Qué pasó? Su voz era débil, como si hablara desde un lugar muy
Pov's Aurora Me quedé en silencio, sentada junto a su cama, observando cómo el rostro de Kate descansaba entre luces tenues y el sonido rítmico del monitor. Dormía profundamente, aunque su respiración no era del todo tranquila. A veces se contraía ligeramente, como si su cuerpo aún luchara contra el recuerdo del impacto. Acaricié su mano. Estaba fría, frágil, y por un momento se sintió como si fuera de cristal. Nunca la había visto así. Kate siempre había sido fuego: decidida, firme, incluso cuando estaba rota por dentro. Pero ahora… ahora parecía tan pequeña. —No te preocupes, Kate —murmuré, sin esperar respuesta—. Todo va a salir bien, te lo prometo. Me levanté para revisar el gotero, luego eché un vistazo rápido al monitor, aunque no entendía mucho de lo que marcaba. No podía quedarme quieta. Algo dentro de mí me decía que si me detenía, si me permitía sentir por completo lo que estaba pasando, me rompería yo también. —Dimitri no tarda —susurré al aire, como si eso me cons
Todo era un murmullo. Un zumbido lejano, como si el mundo se filtrara a través de una pared de agua. No sabía si estaba soñando o si había despertado en un sueño, uno donde todo dolía sin doler, donde respirar era un esfuerzo y abrir los ojos, una batalla.Lo primero que sentí fue la presión en mi mano. Alguien me sostenía. Una calidez familiar, un ancla en medio de la nada. Abrí los ojos con lentitud y el rostro de Aurora se fue dibujando como si emergiera de una neblina espesa.Su voz. Su mano.“Estás a salvo”, dijo. ¿Estaba?Intenté hablar, pero mi voz era un susurro quebrado. “¿Fue un accidente?”Aunque no supe cuánto tiempo había pasado desde la última vez. La luz era distinta, más clara, más cálida, como si el sol se hubiera colado por alguna ventana invisible. Todo seguía igual y todo era distinto. Mi cuerpo dolía menos, o tal vez me había acostumbrado al dolor. Me sentía pesada, pero no rota.Y por un momento, pensé que lo del bebé había sido solo un sueño.Una pesadilla sembr
Finalmente me encontraba en casa. Después de una larga semana en el hospital, pude salir de alta no sin antes una serie de cuidados estrictos para mantener con vida a mi bebé."Mi bebé."Ni siquiera podía creer que me encontraba embarazada.Aún me costaba asimilarlo. Sentada en el borde de la cama, con una almohada presionando suavemente mi espalda, pasé mis manos por mi vientre aún plano, como si buscara confirmar que algo estaba creciendo dentro de mí. El silencio de la habitación contrastaba con el bullicio de emociones que llevaba por dentro: miedo, incertidumbre… pero también un destello de esperanza.El doctor había sido claro: necesitaba reposo absoluto, nada de estrés ni movimientos bruscos. Las amenazas de perder al bebé no eran menores. Y aunque mi cuerpo estaba débil, era mi mente la que más me pesaba.Durante los días en el hospital Dimitri , no se apartó de mi lado. Dormía en una silla incómoda, pendiente de cada sonido que hacía, de cada gesto, de cada contracción repent
—Señorita Adams, escuché que ya no está impartiendo los cursos de cocina.—Así es, profesor. De hecho, estoy en busca de un empleo urgentemente; necesito mantenerme para poder seguir estudiando.—He hablado con la profesora Claxton y me comentó que eres una chef prometedora. Conozco a alguien que necesita una cocinera con urgencia, ¿te interesaría?—¡Claro! —respondí, sonriendo de emoción—. Sería una excelente oportunidad.El profesor me extendió una tarjeta con dirección y contacto.—Preséntate mañana. Hablaré con mi colega esta tarde para que esté al tanto.—Gracias, profesor, en serio.El profesor me dio una palmada en el hombro antes de marcharse, y yo miré la tarjeta, sintiendo una mezcla de ilusión y nervios. Era la oportunidad que tanto necesitaba. Los últimos meses había estado trabajando en el restaurante de mi profesora Claxton como asistente en los cursos, pero por razones personales, ella tuvo que cancelar las clases, dejándome sin empleo.Guardé la tarjeta y regresé a cas