Aquí tienes una versión mejorada del texto, con detalles adicionales para profundizar en las emociones y dar mayor fluidez a la historia. La reescritura se enfoca en el encuentro de Kate con el señor Yilmaz, las interacciones con su familia y la escena final, aumentando la intensidad de los sentimientos y manteniendo la narrativa envolvente.
Texto Mejorado: Había pasado una semana desde que empecé a trabajar en la mansión Yilmaz, y aún no había tenido la oportunidad de conocer al señor Dimitri Yilmaz en persona. Sin embargo, estaba tranquila, ya que había pasado la prueba y finalmente firmado el contrato como chef de planta. Ahora llegaba cada mañana para preparar las comidas del día, incluida la de los empleados, y en las tardes, el pequeño Azad me hacía compañía hasta que su madre o el chofer venían por él. Esta tarde, tras terminar las preparaciones asignadas y limpiar la cocina, me quedé con ganas de explorar la casa, ya que no había tenido la oportunidad de verla en detalle. Con cautela, me adentré en la sala principal, envuelta en un silencio casi solemne. Los arreglos florales, las piezas de arte y los retratos familiares decoraban el salón con elegancia. Observé con atención los cuadros de una pareja con dos niños, seguramente la familia del señor Yilmaz. Me detuve en una serie de fotos de Azad, en las que estaba junto a su madre y otro hombre que debía ser su padre. También había imágenes de Azad jugando fútbol y en prácticas de artes marciales; el niño parecía tener una vida llena de actividades y amor. Sonreí y seguí caminando hasta una gran puerta al lado de la sala, que me llevó a una biblioteca impresionante. Los estantes estaban repletos de libros de todo tipo: historia, cultura, finanzas, poesía... Me acerqué y pasé los dedos por los lomos, admirando cada ejemplar hasta que me topé con uno que reconocí de inmediato: El Principito. Tomé el libro y repasé la cubierta con una sonrisa. Siempre había escuchado hablar maravillas de él, pero nunca había tenido la oportunidad de leerlo. Justo en ese momento, sentí una mano firme sujetando mi hombro, y di un salto, dejando caer el libro al suelo. Me quité los audífonos y me giré, quedando completamente helada al encontrarme con un hombre alto que me miraba con ojos inquisitivos. —¿Quién es usted y qué hace aquí? —preguntó con voz firme, mirándome de arriba a abajo. —Le... le pedí disculpas, señor —dije, recogiendo el libro del suelo—. Soy Kate Adams, la chef de planta. Él me observó un momento, y sus cejas se alzaron ligeramente, como si estuviera sorprendido. —Pensé que era más... —se interrumpió, mirándome con el ceño fruncido. —¿Más? —pregunté, confusa. —Olvídelo —replicó con frialdad, dándose media vuelta y saliendo de la biblioteca sin más. Me quedé inmóvil por un instante, tratando de procesar el encuentro. Salí del salón, aún con el corazón latiendo con fuerza, y regresé a la cocina, donde observé el reloj. Faltaba poco para mi hora de salida, así que comencé a verificar que todo estuviera en orden, pero el señor Yilmaz apareció nuevamente. —Necesito que se quede un poco más hoy. Tengo una cena importante y quiero que se encargue de la comida. —Claro, señor. ¿Tiene algo en mente? Saco una lista de su bolsillo y me la entregó, mientras tecleaba en su móvil: pasta en salsa Alfredo con lomos de pollo, ensalada griega y, de postre, pay de limón. —Perfecto. Comenzaré enseguida. Me puse a buscar los ingredientes en la alacena y preparé todo, desde cortar vegetales hasta sazonar el pollo. Al cabo de una hora, justo cuando estaba terminando, la puerta de la cocina se abrió, y el señor Yilmaz entró de nuevo. —¿Está todo listo? —Sí, señor —respondí. —Bien. Lleve todo a la mesa. Me quité el delantal, dejándome solo el uniforme de chef, y alisté el carrito con la comida. Al llegar al comedor, vi a su hermana Dayana, al pequeño Azad, a un hombre apuesto que por su gran parecido deduje es el padre del pequeño y a una mujer de aspecto severo, que deduje era su madre. —¡Kate! —exclamó Azad, corriendo hacia mí y abrazándome—. Te extrañé mucho. Sonreí y empecé a colocar los platos sobre la mesa, mientras Dayana me dedicaba una cálida sonrisa. —Kate, qué bueno verte, y qué gusto probar tu comida esta noche. Huele deliciosa. —Gracias, señora Dayana. —Así que tú eres la famosa Kate —dijo el hombre al lado de Dayana, poniéndose de pie y extendiendo la mano—. Yo soy Ahmet Demir. Me habían hablado mucho de ti. Le estreché la mano con cordialidad. —Es un placer servirles esta noche. Espero que la comida sea de su agrado. —¿No eres muy joven para ser chef? —comentó de repente la señora, con una expresión de desaprobación. —¡Mamá! —le susurró Dayana con tono de reproche—. Kate es una excelente chef, y mi hermano decidió quedarse con ella. ¿No es así, Dimitri? Las miradas se dirigieron al señor Yilmaz, quien me miró por un momento y luego asintió, sin decir nada más. —Mejor empecemos la cena —musitó seriamente—. Dejemos las preguntas para después. Tras servir todos los platos y colocar el postre en la mesa, me retiré a la cocina, tratando de calmar mis nervios. No me había pasado desapercibido que la señora Demet, la madre de Dimitri, me miraba con evidente desagrado. Apenas puse pie en la cocina, Badu apareció. —¿Sucede algo, señorita Kate? —preguntó, mirándome con preocupación. —Oh, nada. Solo fue un momento tenso en la cena —dije, tratando de sonreír. —Bueno, el olor tan delicioso me ha despertado el apetito. ¿Podrías servirme un poco? —Por supuesto, toma asiento. Le serví un plato, y mientras comía, lo observé. Su rostro reflejaba pura satisfacción, y eso me reconfortó. Luego de un rato, llevé el postre a la mesa, y al regresar a la cocina, Badu seguía comiendo con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Qué tal estuvo? —Exquisito, Kate. Eres muy talentosa. —Gracias, Badu. ¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí? —Más de diez años. Conozco bien a la familia Yilmaz. —¿La señora en la mesa es la madre del señor Dimitri, verdad? —Así es, la señora Demet. Es un poco... especial. —Sí, noté que no parecía estar muy contenta conmigo —suspiré, resignada. —No te preocupes, Kate. La señora Demet es desconfiada, pero suele relajarse después. Y rara vez viene aquí. —¿Y su esposo? —El señor Yilmaz falleció hace unos años. Desde entonces, Dimitri y Dayana se encargan de las empresas familiares. De repente, Azad apareció en la cocina, seguido de sus padres. Se acercó a mí y me abrazó. —Mis papás me han dejado quedarme contigo mañana. ¿Podemos hacer galletas de jengibre? —Por supuesto, aquí te esperaré. Mientras todos se despedían, Dayana se volvió hacia mí. —Gracias por la comida, Kate. Me alegra que mi hermano te haya contratado, y espero que estés en la vida de Azad por mucho tiempo. —Así será, señora Dayana. Poco después, el señor Yilmaz apareció en la cocina y me miró fijamente. —Gracias por la cena. Ya puedes retirarte. Asentí, tomé mi bolso y salí de la mansión, tomando un taxi de regreso a casa. Al llegar, encontré a mi amiga Aurora tomando té en la sala. —¿Por qué llegas tan tarde? —preguntó con curiosidad. —Tuve que preparar una cena para la familia del señor Yilmaz. —¿Al fin conociste a tu jefe? ¿Qué tal es? —No es un "señor" precisamente; es un hombre bastante joven —dije, recordando su presencia imponente. —¿Y guapo? Me quedé en silencio, recordando su rostro serio y sus ojos penetrantes. A pesar de su frialdad, había algo intrigante en él. —¡Tú silencio lo confirma! —rió Aurora. —No he dicho nada. —Internet ya me lo confirmó —dijo, mostrándome una foto de Dimitri Yilmaz en su móvil—. Vaya, es un hombre atractivo. —Iré a dormir antes de que empieces con tus locuras. Nos vemos mañana. Estaba a punto de dormirme cuando Aurora entró en mi cuarto, con el rostro desencajado. —¿Qué ocurre? Me pasó su teléfono. **Noticia de último** TRÁGICO ACCIDENTE DE LA FAMILIA YILMAZ La empresaria Dayana Yilmaz, su esposo Ahmet Demir y su hijo, el pequeño Azad Demir, sufrieron un grave accidente al sur de la ciudad hace unos minutos. Hasta el momento, se ha confirmado que el esposo de la empresaria falleció en el lugar, mientras que Dayana y Azad se encuentran en estado crítico, luchando por sus vidas en un hospital privado de la ciudad. Siento un nudo en la garganta al leer la noticia. Mis manos comienzan a temblar, y una lágrima, que no soy capaz de contener, resbala por mi mejilla. Mi vista se nubla, y la pantalla del teléfono se vuelve borrosa mientras me esfuerzo por procesar lo que acabo de leer. La imagen de Azad, siempre lleno de vida, riendo a mi lado en la cocina, aparece en mi mente. Mi pecho se contrae con fuerza, y siento como si el aire me faltara. Me aferro al borde del sofá, sin saber qué hacer. La idea de que su vida y la de su madre están pendiendo de un hilo me llena de una angustia que no puedo describir. —No puede ser... —susurro en voz baja, sin saber si me hablo a mí misma o a Aurora, que me observa con expresión de preocupación. Aurora se acerca y coloca una mano en mi hombro, pero yo apenas la siento. La noticia sigue repitiéndose en mi mente como un eco, una y otra vez. Me esfuerzo por mantener la calma, pero el dolor y el miedo me consumen...No había podido dormir en toda la noche. La ansiedad me tenía al borde, revisando las noticias cada pocos minutos con la esperanza de encontrar alguna actualización sobre Azad y su madre. Pero nada. Silencio absoluto.Al amanecer, no pude soportar más la espera. Salí de inmediato rumbo a la casa del señor Yilmaz, buscando algo, cualquier cosa que me diera paz. Al llegar, me encuentro con uno de los guardias de seguridad.—Señorita Kate, tal vez debería tomarse el día. El señor Yilmaz no ha vuelto desde anoche, y no creo que regrese pronto.—¿Sabe algo sobre Azad y su madre? —pregunté, con la voz temblorosa.—No, señorita... Solo rezo para que se recuperen.Tragué saliva, sintiendo cómo mi corazón se contraía. —Voy a preparar algo para nosotros. La angustia me está matando en casa, y aquí al menos puedo hacer algo.Él asintió, comprensivo. Caminé hacia la cocina y comencé a preparar el menú del día con las manos temblorosas, cada corte, cada mezcla, una distracción para mis pensamient
Había sido una semana extenuante, llena de angustia y pequeños triunfos para el pequeño Azad. Los médicos, tras días de incertidumbre, finalmente le dieron el alta, y él no dudó en pedir ir a la casa de su tío. Quería estar conmigo, no permitía que me separara de él ni un instante. La psicóloga decía que me veía como su ancla, su refugio en medio de la tormenta, por la conexión profunda que habíamos formado desde aquel día trágico.Luego de bañarlo y leerle un cuento, lo llevé a la cama. Me quedé a su lado hasta que, poco a poco, su respiración se volvió tranquila y se durmió profundamente. Con cuidado, me levanté, bajé las escaleras y fui a la cocina a buscar un vaso de agua, intentando ahogar la tristeza que me asfixiaba cada vez que pensaba en el dolor que este niño cargaba.—Señorita Adams...Di un respingo y dejé escapar un pequeño jadeo al escuchar esa voz. Me giré y vi al señor Yilmaz observándome en silencio, como si hubiera estado ahí mucho tiempo.—No quería asustarla —dijo
Me encontraba en el despacho de su abogado, un lugar frío y solemne que esta vez parecía aún más opresivo. Estaba allí para escuchar los detalles del testamento de mi hermana y mi cuñado. Aquellos asuntos legales que tanto había postergado. No podía concebir que ahora, tras perderlos, estuviera en esta situación, pero la reciente amenaza de Adelia y Mauro me dejó claro que necesitaba saberlo todo para proteger a Azad.El abogado, un hombre de rostro severo y mirada compasiva, me miró desde el otro lado del escritorio.—Señor Yilmaz, ¿está listo para conocer los detalles? —preguntó con una voz suave.Asentí, aunque el nudo en su estómago solo aumentaba.—La última voluntad de su hermana fue elaborada de forma muy específica —continuó el abogado, hojeando un documento—. De acuerdo con su testamento, la custodia de Azad recae automáticamente en usted, su hermano mayor. Sin embargo... —hizo una pausa, mirándome directamente a los ojos— hay una condición que debe cumplirse para que se hag
Habían sido días difíciles después del sepelio de los padres de Azad. Aunque su ánimo no era el mejor, trataba de buscar la manera de sacarle una sonrisa y hacerlo sentir un poco mejor cada día.Tras un día largo, finalmente se ha dormido y yace plácidamente en su cama. Yo regreso a la sala para recoger los juguetes que el pequeño había dejado esparcidos.Observo al señor Yilmaz, quien luce pensativo y bastante nervioso, algo poco común en él.—¿Está todo bien, señor Yilmaz? —le pregunto, aun sabiendo que su respuesta podría ser brusca.—Kate, necesito hablar contigo —musita finalmente.Me señala el sofá. Tomo asiento y noto que su nerviosismo crece aún más.¿Qué le sucede?—Hoy fui a ver al abogado de la familia —comienza, y tras una pausa, prosigue—. Me informó sobre los términos de la última voluntad de mi hermana.¿Voluntad?—Sí, la última voluntad de mi hermana... —continúa—. Es que, para obtener la custodia de Azad, yo... debo estar casado."Oh..."—¿Casarse...? —murmuro, asombr
La cena había concluido, pero las miradas inquisitivas seguían pesando sobre mí mientras nos despedíamos en la puerta. La señora Demet me dio un abrazo breve y calculado, lo suficiente para ser cordial, pero no lo bastante como para transmitir calidez.—Confío en que cuidarás bien de Azad y de Dimitri —dijo, su tono más un recordatorio que un deseo.Asentí, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. Dimitri tomó mi mano con un gesto protector, y mientras descendíamos las escaleras de piedra hacia el auto, el silencio entre nosotros era denso, como si el peso de la mentira compartida estuviera a punto de aplastarnos. Azad dormía profundamente en el asiento trasero, ajeno al tumulto que nos rodeaba.Al llegar a casa, Dimitri se ofreció a llevar a Azad a su cama. Yo me quedé en la sala, mirando la luz tenue que provenía de una lámpara de mesa. Mis pensamientos se arremolinaron como una tormenta. ¿Habría sido convincente? ¿La familia sospecharía algo? ¿Podría realmente mantener esta fa
El ambiente entre Dimitri y yo se había vuelto extraño después de nuestra conversación de la noche anterior. No habíamos hablado más del tema, pero las palabras seguían resonando en mi mente:"Vamos a tener que vivir como una verdadera pareja."¿Qué significaba exactamente eso?¿Qué implicaba?Intenté no pensar demasiado en ello mientras me ocupaba de Azad y sus necesidades matutinas.Había preparado el desayuno y Azad ya se encontraba en la mesa degustándolo. Me dediqué a recoger cada juguete del suelo hasta que un ruido llamó mi atención.La puerta del despacho se abrió, dejando salir a un Dimitri bastante rojo de coraje y con una cara de pocos amigos.—¿Todo bien? —pregunté con cautela, sabiendo que mi tono no ocultaba mi preocupación.Dimitri me miró, y durante un breve instante, pareció decidir si compartirme lo que estaba pasando. Finalmente, suspiró y sacudió la cabeza.—Adelia y Mauro están moviendo sus piezas. Me han amenazado con buscar pruebas de que este compromiso es... u
Oficialmente, entrábamos en la mejor época del año."Diciembre"Y con ella, toda la emoción de la Navidad. Dimitri se había encargado de enviar decoradores a adornar e iluminar toda la casa, excepto el árbol de Navidad, porque de eso nos encargaríamos Azad y yo.Habíamos salido a buscar el árbol junto a Dimitri, explorando cada rincón en busca del adecuado. Azad lucía emocionado, con una energía casi infantil, mientras inspeccionaba los árboles y los adornos navideños.—Si no fuera por Azad, ya habría mandado a los decoradores a encargarse de todo esto —murmuró Dimitri, mirando a su alrededor con gesto impaciente—. Para mí, todo esto es nuevo.—¿Nunca has decorado un árbol de Navidad tú mismo? —le pregunté, sorprendida.—De hecho, nunca he puesto un solo adorno navideño en mi casa —confesó, encogiéndose de hombros—. No era lo mío, y mucho menos porque siempre estaba sumergido en el trabajo.—Eso cambiará este año —le aseguré con una sonrisa traviesa—. Porque nos encargaremos de contag
La mañana siguiente llegó demasiado rápido, trayendo consigo un aire gélido y una sensación de irrealidad que no podía sacudirme. Mientras me vestía, mi mente seguía atrapada en un torbellino de pensamientos.¿Casarme con Dimitri?Lo había aceptado por Azad, por su bienestar, pero no podía ignorar la mezcla inquietante de emociones en mi interior. No era solo nerviosismo, ni tampoco una emoción positiva. Era algo intermedio, desconocido, como un vacío que amenazaba con devorarme.El vestido que había elegido era sencillo: lana blanca, mangas largas, perfecto para el invierno helado. No había tiempo para extravagancias ni grandes preparativos. Y tal vez eso era lo mejor. Esta no era una boda de ensueño, era un acuerdo frío y calculado para proteger a Azad.—¿Lista? —La voz grave de Dimitri me sacó de mi ensimismamiento.Lo encontré de pie en el umbral, impecablemente vestido con un traje oscuro que acentuaba su figura imponente. Sus ojos, siempre tan intensos, me escudriñaron como si b