El encuentro que tuvo con su exjefe la desestabilizó por algunos días, pero su vida continua con normalidad, ya no se cruza en su camino y realmente está totalmente segura de que eso jamás pasará.
El trabajo en el Central London Hospital, uno de los mejores hospitales privados de Londres como siempre, es muy demandante y hasta difícil, pero ella ama su trabajo y todo lo que tiene que ver al respecto. Las incubadoras de bebés son bastante intensas y muchas no entienden que para salvar a sus hijos hay que ser muchas veces radicales.El turno de la mañana es el más difícil de todos, levantarte después de dormir solamente cuatro horas tras tener un turno de treinta y seis horas, hacer rondas, ponerse al día con los pacientes que fueron ingresados en la noche, pelear que tus pacientes sean bien atendidos o simplemente pelear porque no te lo atendieron bien o te lo quieren robar sin consultarlo contigo. En fin, el turno matutino es el más problemático de todo y es ahí cuando su sobrenombre le hace justicia.―¿Qué haces despierta a estas horas? ―Yannick miró a su amiga sorprendida, no pasan de las 4:30hrs y ella jamás despierta tan temprano. ―¿Te sientes mal? ―Se preocupó al verle la cara de cansancio.―Tranquila, he bajado por agua y decidí ponerte el café. ―Sonrió. ―Pero fui incapaz de irme a la cama sin tomarme una tasa antes. ―Yannick sonrió, nadie puede resistirse al café.―Gracias por hacer esto, voy un poco tarde. ―Suspiró. ―Hoy tengo una cirugía, así que quizás no llegue pronto a casa. ―Candela la miró con gesto desaprobatorio.―Deberías llegar a casa temprano de vez en cuando, ¿Cómo puedes prácticamente vivir en ese hospital? ¡Eres la especialista! ―Yannick se encogió de hombros.―Es la vida de los doctores, cariño. ―Se sentó con tasa en mano. ―Nuestros pacientes están primero, si tenemos que sacrificar nuestra vida para que ellos estén bien, no lo vamos a dudar ni un segundo. Salvamos vidas, no lo olvides.―Nunca voy a comprender eso. ―Se puso en pie. ―Mirar pasar toda tu vida y no poder disfrutarla, deberías no sé, buscar un préstamo para construir una clínica y delegar. ―Yannick carcajeó.―¿Sabes cuanto tendría que pedir? ―Se burló de ella. ―Llevo once años en esto y ni con todos mis ahorros podría construir una clínica. ―Poniéndose en pie, se acercó a su amiga y tras darle un beso en la cabeza se despidió. ―Nos vemos más tarde, prometo no doblar turno. ―Gritó antes de salir de la cocina.Candela soltó el aire por la boca y sin decir nada más, se marchó a su habitación. Sabe que su amiga vive y muere por su trabajo, pero le preocupa que llegue a vieja, sin hijos y sin experimentar un amor bonito. ¿Por qué querría ella quedarse solamente con los recuerdos que le dio su ex maltratador? Negando se echó a la cama, no hay manera de que su amiga sacrifique horas de su trabajo para darse el placer de salir con hombres.La llegada al hospital no fue tan caótica como lo pensó, sus pacientes estaban bien y no tuvieron complicaciones en la noche, nadie le robó a sus pacientes y se los atendieron como reyes. Feliz por aquello, fue en busca de sus internos para iniciar el día con las rondas como se debe, ella siempre las hace sola antes de ir con los internos.―Buenos días Roberta, ¿Cómo estás? ―Saludó a la jefa de residencia. ―¿Qué tienes para mí hoy? ―Miró a los residentes con una sonrisa en los labios.―¿Lo quieres a todos? ―La mujer gruñó. ―Me desesperan, los detesto a todos. ―Yannick sonrió, Roberta es dura con los chicos. ―Al parecer me tocaron los más tontos, ¿Sabes lo que hicieron? ¡Se robaron los expedientes de los pacientes de cardiología! Son tontos, no queda la menor duda. ―Los cinco jóvenes bajaron la mirada para evitar la sonrisa.―Bien, para ayudarte me llevaré tres, hoy tengo una colecistectomía, debo extirpar la vesícula biliar de un niño de diez años. ―Los internos inmediatamente se sintieron emocionados. ―Y quién sea el mejor hoy, me asistirá, ¿Quién quiere ser mi interno hoy? ―Cuatro de los cinco alzaron la mano, mientras uno reía con arrogancia y burla mirando a sus compañeros.―Pediatría. ―Yannick alzó las cejas al escuchar su voz exageradamente irritada y burlona.―Sí, pediatría. ―Dijo mirando al chico. ―Que no te confunda mi dulce voz y mi baja estatura, pediatría es para valientes y no cualquiera puede con ella. ―Se cruzó de brazos. ―¿Crees que los niños son tontos por creer en los milagros, en la magia, en Santa Claus y en los cuentos de hadas? Porque si es así, eso los hace los pacientes más fuertes, ellos superan cada injusticia que la vida comete contra ellos, superan cada terrible operación o enfermedad que padecen y eso los hace los más resistente de todos. ―Roberta sonrió satisfecha por la cara de vergüenza en el chico. ―Así que sí, pediatría. ―Miró a su colega. ―Doctora, ¿Puede cederme a su interno? se verá hermoso con el uniforme rosa.―Y no lo devuelvas. ―Los miró como si fueran un estorbo. —Ahora sabes porque le llaman la tigresa de pediatría. —Sonrió con altanería.―Bien, ustedes dos también se vienen conmigo. ―Señaló a dos chicas. ―Andando maquinitas andantes de polvos mágicos y milagros. ―Sonrió como si nada hubiera pasado.―¿Podremos beber a los bebés recién nacidos? ―Preguntó una de las chicas. ―Amo ver a los bebés. ―Yannick sonrió y asintió, por supuesto que podrán verlos, ese placer no se le niega a nadie.Al llegar al piso de pediatría, Yannick miró a los internos, todos subestiman pediatría porque no pasan un día entero tratando con niños abandonados, abusados, maltratados y con enfermedades terminales.―Antes de iniciar las rondas deben saber algunas cosas. ―Los miró a los ojos. ―Las incubadoras de bebés se aterran siempre que entramos a la habitación de los niños, por lo que deben explicarse lo menos complicado cuando hablan con ellas, tienen que ser muy... muy amables y pacientes. ―Los chicos se miraron entre sí. ―A los niños les encanta jugar y por eso siempre debemos seguirles el juego, de esa manera será más fácil tratar con ellos y ayudarlos a superar el miedo para que se dejen atender. Aclarado todo, iniciemos con nuestro primer paciente. ―Les repartió los expedientes a los tres, así asignándole los pacientes. ―Buenos días, ¿Cómo está uno de los pacientes más fuertes? ―Yannick saludó llena de alegría una vez entraron a la habitación. ―Doctora Wagner. ―Miró a la chica en cuanto se acomodaron alrededor de la cama. ―¿Valoración? ―La chica tras echarle un vistazo al expediente dio un paso al frente.―Matteo Clark, diez años, a espera de operación. ―Explicó todo lo que había pasado con el niño, cuando terminó Yannick decidió dejarla sola con la madre del niño para que pudiera explicarle el procedimiento.―Quiero que te hagas cargo de él, me asistirás. ―La chica realmente feliz se apresuró a hacer los estudios que ordenó su jefa.―Doctora Fischer. ―Le cedió el mando a la otra interna.―Doctora Pussett, doctora Pussett. ―El niño se sentó en la cama y la miró con sus ojos brillantes y dulces. ―¿Puedo leer mi propio expediente? ―Yannick miró a la chica y tras asentir, ella le cedió el expediente al niño. ―Aiden Carter, ocho años, fue ingresado por asma hace tres días, pasó buena noche y hoy ha despertado bien. ―Los miró emocionado. ―Hoy le toca ronda de inhaloterapia a las 9 horas. ―Yannick agrandó la sonrisa.―Eso es excelente, ¿Qué me dice doctor Carter? ¿El paciente podrá tener el alta hoy? ―El niño miró a su madre con la felicidad en su rostro.―Yo considero que puede irse a casa. ―Asintió con seriedad. ―El paciente se siente muy bien y ahora puede hablar sin falta de aire, es un muy buen paciente. ―Todos rieron menos el chico que fue arrastrado a jugar a los cuentos de hadas.―Doctora Fischer, ¿Podría ocuparse del mejor paciente del Central London Hospital?―Por supuesto que sí. ―Yannick junto al chico y otros internos salieron de la habitación para visitar a los otros pacientes.―¿Dónde está mi paciente? ―Meyer miró a Yannick.―Está en neonatología. ―Le sonrió. ―Venga, se nos hace tardo. ―Ambos se encaminaron al ascensor, Yannick recordó cuando fue la primera vez que perdió a su paciente recién nacido, le hicieron cuidarlo por 48hrs seguidas, aun cuando sabían que no se salvaría, fue ahí cuando supo lo difícil que era pediatría. Si no hubiera sido por Candela, ya no estaría en el hospital porque estaba decidida a dejarlo después de eso.―¿Dónde están los padres? ―El chico miró a su alrededor al ver solamente doctoras y enfermeras cuidando de otros niños.―Este bebé fue abandonado en cuanto nació. ―Lo miró a los ojos. ―Su madre es una drogadicta. ―Meyer la miró atónito. ―El bebé es prematuro y nació con el síndrome de abstinencia, además tiene falla cardíaca, debe tener cuidados constante. ―No sonrió. ―Así que este será su trabajo, cuidará del bebé y hará lo posible por mantenerlo con vida. ―Al escuchar el localizador inició a alejarse de él. ―Mucha suerte, doctor Meyer, en enfermería le darán el uniforme para que se cambie. ―Salió del lugar para ir a urgencias.Yannick soltó el aire al subir al ascensor, sin duda ese muchacho la va a odiar, pero de alguna manera debe enseñarle que ninguna especialidad es menos que otras y las que más parecen aburridas son las que más difíciles son.―Cama cinco. ―Le señaló la enfermera al verla entrar a urgencias. ―Menor de dos años, dolor abdominal, vomito, inflamación, hinchazón del vientre y fiebre.―Tranquilo pequeño, todo estará bien, tranquilo. ―Trató de consolar al niño que no deja de llorar incontroladamente. ―¿Desde cuándo presenta los síntomas? ―Miró a la mujer pálida frente a ella.―Yo… bueno… ayer presentó fiebre y no dejaba de llorar, pero le daba el biberón y se calmaba, así que creí que era un virus. ―La miró preocupada. ―Después cuando no fue al baño, creí que estaba estreñido, le hice masajes, pero no funcionó, decidí darle tiempo, pero hoy ha amanecido llorando y quejándose. ―Yannick asintió al dejar de examinar al bebé.―Quiero una tomografía de urgencia. ―Ordenó al interno que le enviaron. ―Cuando tengas los resultados me buscas, hay que ayudar a este pequeño. Hay que aliviar su dolor. ―La enfermera rápidamente obedeció y se dispuso a medicar al niño antes de que se lo llevara.Hola chicas, bienvenidas por acá, espero que la historia sea de su agrado. No olviden comentar y dejar su valoración.
Vikram miró la ciudad por el ventanal de su despacho, Yannick no ha salido de su cabeza desde ya hace tiempo y no entiende por qué, está seguro de que ya no se siente interesado por ella, pero de alguna manera verla nuevamente y tan bien como la vio, le obliga a pensarla día y noche.―¿Qué piensas? ―Oliver entró al despacho de su amigo.―Nada importante. ―Dejó de mirar el panorama y se centró en su amigo. ―¿Qué haces aquí? ―Frunció el ceño.―¿Visitando a mi amigo? ―Alzó las cejas. ―Hoy no he tenido mucho trabajo, los casos están controlados. ―Resopló. ―Me dijeron que te fue bien en la presentación del fin de semana. ―Vik no quería ni siquiera pensar en eso, la verdad debió renunciar ahí mismo y no hacerle caso a su padre.―Sí, pero me sigue faltando una pareja, ¿Por qué debemos tener familia para llevar un país? ―Gruñó molesto.―Es un requisito amigo, al igual que yo, si deseo volverme socio de la firma que quiero, debo estar casado. ―Negó. ―Eso me limita, no pienso casarme. ―Vikram l
La enfermera no pudo pasar del hombre que ya llevaba más de una hora esperando a la doctora Pussett, observar como mira su reloj y aun así permanecer sentado en esa misma silla, la ablandó, sabe que la doctora no vendrá, así que saliendo de la estación de enfermeras se acercó a él.―Señor Loughty. ―Vik se puso en pie al instante, como si fuera familiar de algún paciente. ―La doctora sigue en cirugía. ―Sonrió. ―¿Por qué no se va a casa y lo intenta después? La cirugía puede tardar hasta cuatro horas, ya lleva aquí casi dos. ―Vik suspiró, nunca pensó que el tiempo de un doctor fuera tan limitado.―La esperaré cuanto deba. ―Decidió no irse, debe verla ese día. ―Por favor, cuando salga, dígale que la esperan. ―A la enfermera se le hizo realmente romántica su decisión.―No todos tenemos esa suerte. ―Vik alzó las cejas. ―Por lo general, nuestras parejas se cansan de esperar y se marchan. ―Dio un paso atrás. ―La cafetería está en este piso, para que sepa. ―Le guiñó y se retiró, la doctora le
Yannick lo miró con incredulidad, ¿Acaso sabia él que no asistiría a esa cena? No está loca para aceptar una propuesta como esa, ¿Por qué aceptaría ser ella esposa de él así sin más? Está realmente loco.Con la cabeza echa un lío, se encaminó a la habitación de su paciente, debe explicar por qué se retrasó la cirugía y calmar a la incubadora de bebés. Intentó dejar de pensarlo, se esforzó por no darle vueltas, pero Vikram Loughty, su exjefe, el único de su pasado que ha visto en su presente, la persona que menos pensó que vería y además de eso el que menos consideró que tratara con ella, le dijo en palabras muy directas que la quiere como su esposa.―¿Cómo está el campeón de pediatría? ―El niño sonrió al verla. ―¿Listo para ir a quirófano a deshacernos de esa vesícula?―¡Sí, muy listo! ―El niño se mostró valiente.―¿Pasó algo doctora? ―La mujer la miró. ―¿Por qué se retrasaron? ¿Acaso salió algo mal en los exámenes? ―Yannick negó de inmediato.―No tiene de que preocuparse, señora Clar
Vikram miró la comida sobre la mesa y suspiró, lo ha arruinado absolutamente todo, ¿Qué hará ahora? ¿Cómo podrá llegar nuevamente a ella? Está seguro de que no deseará volver a verle la cara después de las cosas que dijo. ¿Por qué no pensó mejor sus palabras? Por primera vez en su vida está siendo torpe con lo que quiere.Sin nada más que hacer en ese lugar, pidió que le prepararan la comida para llevar y salió del lugar, al mirar a todos lados no la vio, así que supuso que ella se había marchado a su casa. Caminando solo con la comida en mano, fue hasta el hospital para reunirse con Esko.―Ha regresado muy pronto. ―Vik le entregó la comida a su guardaespaldas. ―Gracias. ―El hombre abrió el paquete y lo primero que sacó fue las papas fritas que Yannick dejó. ―¿Cómo ha ido?―¿Alguna vez me viste fallar estrepitosamente? ―Esko alzó las cejas. ―Tenía la oportunidad, Esko, la tenía ahí, frente a mí y actué como un tonto, ¿Por qué actué de esa manera? ―Negó furioso.―Todavía está enamorado
―Creí que estabas en casa. ―Yannick se sobresaltó al escuchar la voz de Jack tan cerca de ella. ―¿Qué haces aquí, Yannick? Vi cuando salías del hospital hace un par de horas. ―Yannick dejó de mirar al interno que medica al bebé por un shock respiratorio y miró a su jefe.―Jefe, ¿Puede por favor no aparecer de esa manera? ―Volvió a mirar al interno que logró controlar la situación. ―Ese chico me va a odiar. ―Susurró negando.―¿No es el bebé prematuro con síndrome de abstinencia? ―Al verla asentir alzó las cejas. ―¿Qué ha hecho ese chico para que le hicieras esto?―Es muy insensible. ―Apartándose, lo invitó a seguirla. ―Pero es bueno en lo que hace, si tan solo se involucrara un poco más, fuera el mejor interno. ―Lo miró a los ojos. ―El chico es buenísimo en todo, esto lo hará un mejor doctor. ―Jack miró las puertas del ascensor.―¿Estás segura? Tú casi renuncias cuando te lo hice a ti. ―La miró de reojo. ―Fueron casi dos años en los que me hablabas meramente si era respecto al trabajo.
―¿Qué sucede? ―Candela se acostó a su lado. ―¿Un mal despertar? ―Yannick miró el techo, se siente más oscuro, vacía, desmotivada y siente como que todo lo malo de su vida estuviera pasando por su cabeza recordándole todo lo que ha sufrido hasta ese momento. ―Háblame, llevas en cama un ahora y estás por llegar tarde al trabajo. ―Yannick no la miró, no parpadeó, ni se movió un centímetro, realmente siente la necesidad de quedarse en cama todo el día.―Siento que hoy no es mi día. ―Aquella contestación que tardó más de lo que esperó, provocó una sonrisa en Candela, para ella ningún día es bueno. —Hoy todo está más oscuro.―No seas dramática, vamos, ponte en pie, es hora de dar oportunidades, tienes que salvar vidas. ―Yannick giró la cabeza para mirar a su amiga.―Realmente siento que no debo salir de mi cama hoy, siento como si la muerte me estuviera esperando ahí afuera. ―Candela besó su frente y tras ponerse en pie inició a tirar de ella.―Estás desmotivada, quizás estés cansada, pero
Yannick miró a la mujer a su lado, en otro momento hubiera reaccionado con impresión, pero justo en ese instante se siente inútil, impotente y enojada, no debió salir de su cama, ella sabía que era un día gris.―Dudo mucho que sea un día soleado. ―Se sentó en la banca y miró al frente. ―Muchas veces un día gris es más que un día malo. ―Sophie se sentó junto a ella.―A juzgar por la sangre en tu uniforme, sé que ha sido duro. ―Suspiró. ―Creó que no elegí el mejor momento para visitarte. ―Sonrió al mirarla.―No se preocupe, todo el tiempo pasan estas cosas. ―La calmó retomando el control. ―Soy doctora, debo estar acostumbrada.―Ser doctora no te hace una máquina, linda, puedes derrumbarte y sentir algunas veces. ―Yannick miró a la mujer, sus palabras la reconfortan, pero no lo demostró.―¿Está bien? ¿Ha venido a una consulta? Yo puedo pedirle el favor a mis compañeros para que tenga el mejor servicio y…―Oh, no, linda. ―La cortó. ―Esta vieja está en perfecto estado de salud gracias a Dio
Yannick decidió cerrar, limpiar y acondicionar el cuerpo de Emir, ella misma, verlo en esa mesa de cirugía con los ojos cerrados y tan pacífico le rompió el alma. Era solo una cirugía para saber como estaba la infección, era solo eso y ahora está ahí sin vida, sin posibilidades de sonreír, hablar y contagiar esa alegría de la que era dueño.No pudo hacer nada, lo sabía, le quedaba claro todo al repasar cada paso en su cabeza, pero aun así no puede evitar sentir culpa. Es parte de su trabajo perder vidas, es inevitable no fallar en algunas cirugías, pero no lo concibe.Ella debió quedarse en casa, debió quedarse mirando el techo por el resto del día, no debió salir de su casa. Tenía la sensación de que la muerte la estaba esperando, pero al parecer ella es la muerte.Tras mirar a Emir por unos interminables minutos, decidió salir del quirófano, debe enfrentar a Mónica, debe ver a una mujer a los ojos y decirle que su niño, que su hijo, ese que luchaba contra el cáncer, murió en la mesa