Capítulo 6
Al almuerzo.

Alvaro estaba tan ocupado que no tenía tiempo para comer algo.

Y Delicia tenía buen apetito. Alvaro no pudo creer que fuera una mujer así.

¡Estaba muy molesto por la acción de Delicia!

Colgó, —Esta tarde me voy de viaje de negocios a Puebla durante unos tres días.

«Es bueno que esté fuera unos días.»

Esperaba que ella pudiera calmarse para pensarlo y dejar de causar problemas en el futuro.

Delicia le miró y arregló el pelo, elegante y atractiva.

Le hizo a Alvaro tenso, aunque se casaron durante tantos años, siempre se sentía atraído por ella.

Delicia no supo el pensamiento del hombre, recordó que en su última vida, este hombre estaba de viaje de negocios esta tarde.

Y al saber que Yolanda fue secuestrada, tenía tanta prisa a volver.

Pensó por un rato: —Bien, está libre Elena por la tarde, creo que podré buscar a la señora Vicario para hablar de asuntos legales.

«No puede irse, tiene que quedarse conmigo.»

Esta vez Alvaro estaba totalmente exitado. ¡No toleraba que interrumpiera su trabajo!

—¡Qué quieres hacer Decilia! ¡No fuiste así antes!

—¿Cómo fui yo antes? O sea, ¿cómo fuiste antes?

«¡Cómo se atreve a decirlo!»

De repente se dio cuenta de que ella debía estar descontenta sobre los rumores durante los últimos seis meses.

Porque ella no lo preguntó antes, pensaba que le creía, y no hizo ninguna explicación.

¡Pero le sorprendió que ella quería divorciarse de él!

—Por fin me lo preguntas. —Pensó que ella le creía, pero en tal caso, sólo fue una imaginación suya.

Delicia no dijo nada porque supo qué estaba pensando Alvaro.

No tenía sentido decir nada en este momento.

Alvaro: —Todo fue un rumor.

—No me importa ahora. O váyamos a divorciarnos hoy o te quedes en casa para pensarlo.

Al oirlo, el hombre apretaba los puños.

Miró a Delicia en silencio, ya no quería decir nada.

Era cursi siempre, se enfurruñaba cada vez si pasaba algo mal. Y tenía que hacer todo lo posible para divertirle.

Fue mejor dejarle calmarse.

Delicia insistía en que Alvaro tenía que quedarse con ella, pasara lo que pasara. Pero lo irritante fue que...

El hombre se alejó mientras ella fue al baño.

Se paró en su gran casa, al pensar lo que pasara después de mañana, cerró los ojos decepcionado.

De repente sonaba el móvil, contestó: —Elena.

—¿Qué tal? Delicia. ¿Lo ha firmado? —Preguntó Elena directamente.

Cuando se casó con Alvaro, Elena le dijo que la familia Jimenez era una noble en la Ciudad de México.

Supo que había una gran diferencia entre sus familias. Si amaba a otra mujer algún día, ella sería dañada.

Pero en aquel entonces, dijo a Elena firmemente que era imposible que él fuera infiel porque llevaron siete años de relación.

Lo pensando ahora, ¡qué ridículo!

Delicia dijo decepcionada: —No.

—¿Qué? ¡Cómo lo puede! ¿Por qué no quiere divorciarse?

—Vaya. ¿Conoces alguna organización de pruebas de caligrafía?

—¿Qué pasa?

—No preguntes más. —Tenía que prepararse.

No podía caer dos veces en el mismo lugar. Ya que hoy no podía cambiar lo que pasó hoy, tenía que estar preparada para lo que iba a pasar mañana.

—Bien, te recomiendo una.

—Gracias.

—¿Mañana vamos a tomar un café?

—Bien. —Delicia estaba contenta.

Tuvo muy pocas citas con sus amigas desde que se casó, ¡qué frustrante!

Su suegra arrogante, dijo que ella era la señora joven de la familia Jimenez, así que tenía que relacionarse con los nobles.
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