Capítulo 7
Delicia pasó la noche en vela pensando en todo lo que le había pasado en su vida anterior.

Lo único que no quiso recordar fue el momento feliz de los diez años.

Delicia envió ayer el acuerdo de divorcio al centro de pruebas de caligrafía y, tras levantarse, ¡primero llamó para preguntar por el resultado!

Ella se reunió con Elena después de que todo se había hecho.

Elena la esperaba en la entrada, vestida traje y abrigo. A Delicia le gustaba mucho vestirse de así. Pero después de casarse con Alvaro, no lo podía.

Por eso, cada vez que veía a Elena, la admiraba mucho.

Delicia: —¡Por qué no me esperas dentro?

—Eres una VIP, pero no soy yo, no me reciben.

Delicia se puso muy recta al oirlo.

La miró a Elena con disculpas: —Lo siento, no...

—¡Olvídalo! —Al ver su apuro, Elena la interrumpió y entró directamente con ella.

De hecho, después de estar con Alvaro, la vida de Delicia se cambió.

Las cafeterías elegidas eran de lujo.

No fue de extrañar que cuando se casó con Alvaro, mucha gente dijo que era codiciosa por dinero.

—¿Por qué lo decidiste de repente? —Elena tomó el café y preguntó a Delicia.

Delicia dijo tranquilamente sin mostrar ninguna emoción: —He aceptado la realidad.

Hace medio año, porque Elena la convenció de divorciarse de Alvaro, ¡estuvo enfadada e ignoró a esta mejor amiga durante más de tres meses!

Delicia lo sentía mucho: —Elena, lo siento por lo que hice. En aquel entonces no estuve enfadada contigo. Sólo tuve miedo.

Temió que los rumores sobre Alvaro fueran verdad.

No todo el mundo tenía el valor de abandonar una relación de 10 años.

Elena no lo tomó en serio, seguía diciendo sin rodeos: —Lo sé, se llevaban por tantos años, Alvaro era un buen novio pero no marido.

—...

—No debes haber casada con él.

Delicia asintió.

En esos tres años, sólo ella supo por lo que pasó.

De repente, una voz de mujer interrumpió su conversación: —¡Qué casualidad!

Delicia levantó la cabeza y vio que estaba Antonia con arrogancia.

Fue Antonia Jimenez, la hermana menor de Alvaro. Fue adoptada por la familia Jimenez.

Al mismo tiempo Delicia descubrió que también estaba Yolanda. Era una mujer linda pero no sobresaliente, y le parecía guapa a la primera vista.

Se puso hosca.

Llevaba los puños cerrados, controló su ira, — Vámonos, Elena.

No quería quedarse aquí más tiempo, por miedo a no poder evitar golpear a esa mujer, pero no lo podía.

Especialmente en el día especial de hoy, no podía chocar con Yolanda.

No le gustaba a Elena la gente engreída y arrogante, — Bien, tengo que volver a la oficina.

Pero Antonia volvió a ser sarcástica con Delicia: —Parece que no has recordado las enseñanzas de mamá. ¿Por qué sigues juntándote con esa grosera?

—¡Antonia Jimenez!

Delicia estaba ciega de ira, y se dio la vuelta.

Pero Elena la detuvo con la mana: —Delicia.

—¿Estás enojada por esa persona?

—Antonia, eres la ahijada de una familia noble, ¿por qué eres mal educada? —Delicia le reprochó.

Supo que no le gustaba que le recordaran que era hija adoptiva. Incluso su suegra, Isabel Silva, nunca lo mencionó delante de los de fuera.

Miró la cara pálida de Antonia.

Delicia le cogió la mano a Elena: —¡Vámonos!

Antonia gritó detrás: —¡Por qué le gusta esa mujer a mi hermano!

—Tranquila, ¡por qué estás enojada por ella? —Yolanda dijo suavemente, como si fuera una hermana mayor cariñosa.

O sea, como si fuera la verdadera señora joven de la familia Jimenez.

Delicia se puso fría al oirlo.
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