Originalmente...Si Alvaro no estuviera molestando a Delicia, Antonia no habría apuntado a ella constantemente. De esa manera, Delicia realmente podría haber seguido en su posición como su tío decía, caminando hacia su propio futuro...En el momento en que se divorció de Alvaro, ella dejó atrás todo lo que había entre ellos.¡Pero no fue así!Alvaro no lo dejó atrás.Antonia tampoco la dejó en paz.¡Y Yolanda mucho menos se detendría así como así!Entonces, lo único que Delicia podía hacer era, poco a poco, sacar a relucir las fechorías de esas personas.***Cuando Delicia regresó a la habitación, ya estaba amaneciendo. Alvaro no planeó ir a la habitación de invitados, pero Delicia adoptó una actitud firme y se negó a quedarse a solas con él.Alvaro estaba preocupado de que eso pudiera resultar contraproducente si la enfurecía, por eso tuvo que dejarla tranquila por el momento. Además, ambos habían pasado la noche en vela y estaban cansados, por lo que no la presionó con tanta fuerza.
—Ja, ¿qué quieres decir? —preguntó Antonia con una sonrisa fría.Y su tono llevaba cierto descontento y desafío. Nunca antes Delicia había mostrado su agudeza de manera tan clara frente a ella, pero ahora... Por primera vez alguien señalaba tan expresamente su círculo social, lo cual hacía que Antonia se sintiera algo incómoda.—Por cierto, no sólo tú, ¡también Yolanda, todas ustedes esperan!—Muy bien, ¡estaré esperando!Antonia le replicó con arrogancia. Desde su punto de vista, considerando la posición actual de Delicia, si realmente pudiera hacerle algo en su contra, ¿por qué esperaría hasta hoy para actuar?Por lo tanto, aún contaba con plena confianza en todas esas pistas anteriores. Estaba segura de que Delicia no podría encontrar nada por ahora. Todas esas evidencias estaban dirigidas a ella, así que frente a todos, ¿qué más podía hacer excepto negarlo?¡Nada!***La llamada terminó así. El aura que Delicia irradiaba se volvía cada vez más fría. Sin duda, acababa de inte
Con un estruendo, Delicia lanzó con fuerza la bandeja que sostenía sobre la mesa. El sonido dejaba claro cuán insatisfecha estaba en ese momento.Sin embargo, el hombre no se enfadó en lo más mínimo.—¿Parece que estás bastante disgustada?—¿Qué crees que debería hacer ahora?—Volver a casarte conmigo. Así, tus días serán mejores. Puedes hacer lo que quieras, como antes, ¿eh?Delicia soltó una risa fría.¿Hacer lo que quisiera? Él lo dijo como si ella tuviera una vida libre cuando estuvo con él en el pasado.—Cuando estuve contigo antes, ninguno de lo que quería hacer se realizó. Alvaro, ¿no te valoras demasiado a ti mismo?Su tono de voz estaba lleno de evidente sarcasmo. Estaba claramente insinuando que él incluso no podía proteger a su propia mujer.Ante eso, el hombre apartó las sábanas, salió de la cama y se acercó a ella con sus largas piernas. Se escuchó por fin un rastro de irritación en su tono al decir: —Para ti, esos asuntos son difíciles de superar, ¿verdad?—¿Estás inte
—Divorciémonos.—Dijo Delicia Lopez después de que la forzó a hacer el amor en la cama, con voz tentadora. Se encogía sobre la cama revuelta.Tenía mechones de pelos adheridos a la cara bella, y una mirada perdida, cubierta de desdicha...Escuchando que Alvaro Jimenez estaba vistiéndose, le dio asco al recordar que este hombre la forzó hacer algo así, hediendo a alcohol. Amaba a este hombre durante diez años. Pero ahora no sentía nada por él. Alvaro hizo una pausa, le miró la espalda, con una mirada fría y gris.—¿Quieres divorciarnos?—¡Sí! —Delicia le dio una respuesta decisiva.Luego, se levantó e intentó llegar al baño en la oscuridad.Alvaro la miraba con indiferencia. Al final, no pudo evitar acercarse a ella.—Con cuidado. —Quiso ayudarle.—Pum. —Le apartó la mano con todas sus fuerzas, pero se cayó al suelo, y se hizo perjuicio en las rodillas. —Vete, no me toques. Me das asco.Estaba harta de estar en la misma habitación con este hombre.La aura de la habitaci
—Clic, clic, clic.Oyó a alguien acercándose con tacones altos, quien llevaba un perfume acre.¡Fue Yolanda Vicario!El primer amor de Alvaro, y también era la mujer quien se llevó sus córneas.Delicia frunció las cejas. Antes de que Delicia llamaba a alguien, la mujer dijo:—Nadie está, excepto yo. —En un tono orgulloso.—¿Por qué estás aquí? —Le interrogó Delicia.«Ya no tengo nada. ¿Qué más quiere de mí?», pensó.Yolanda ignoró su actitud, dijo con una voz eufórica: —Vine a darte un mensaje, o sea, una mala noticia.Delicia no le hizo caso.—Estás embarazada.¿¡Qué?!¡Se puso pálida al oirlo!Yolanda sonrió con satisfacción: —Pero no importa. ¡Alvaro no quiere a tu bebé porque también estoy embarazada!«¿También está embarazada Yolanda?».¡Delicia había dejado de pensar con claridad!«¿Qué quiere hacer Alvaro?».Se puso más pálida, ¡y se temblaba en la silla de ruedas!Delicia apretó los puños, ocultando sus emociones. Supo que esta mujer quería ostentar su dicha y
—Ah...Delicia abrió los ojos y se incorporó de la cama asustada, cubierta de sudor frío.¡Aún podía sentir el dolor del fuego!Oliendo un aroma familiar, sintió que un brazo le rodeaba la cintura esbelta. Un hombre susurró pacientemente: —Cariño, duerme un poco más.¡Delicia se estremeció e inconscientemente se retiró!Se dio la vuelta, ¡le dio frío al ver la cara guapa de Alvaro! Su cabeza era un desorden.«¿Me recupero la vista? ¿Cómo posible!»Cerró los ojos y volvió a abrirlos para comprobarlo.Podía ver la luz de nuevo. ¡Qué brillante y cálido que estaba el sol en ese momento!Luces, cortinas, sábanas... Todo es familiar. «¡Qué raro! ¿Acaso?»Le empujó el brazo del hombre y se levantó, buscando su móvil, ¡la hora en la pantalla era meses antes de morir quemada!«¿He revivido?»Alvaro se despertó enojado por ella. —¿Qué pasa?Delicia agarró con fuerza su móvil, mirando la fecha, recordó que era el día anterior al secuestro de la mujer.—¿Qué quieres? —Alvaro frun
Muy pronto recibió el acuerdo de divorcio.Delicia lo firmó sin vacilación, y luego lo llevaba a Alvaro.Pero no lo encontró, una criada dijo que se fue después de que ella subió arriba.Delicia estaba preocupada, tenía que divorciarse de Alvaro hoy, y no podía esperar ni un momento más.Envió el acuerdo a su empresa. Cuando la secretaria vio el título del documento, tartamudeó: —Señora Delicia... El señor Jimenez no está.—Al verlo dile que lo firme y vaya al Registro Civil. Lo esperaré allí.—Pues... ¡Sí!Aunque lo dijo por teléfono a la secretaria, Delicia podía descubrir su preocupación. Después de colgar, subió a cambiarse de vestido.Al ver a sí misma en el espejo, ¡qué bonita! «Pero oye, aunque eres hermosa, ¡el hombre es infiel!»¡No importaba lo guapa que fuera su mujer, el hombre prefería las mujeres por fuera! ...Fue al Registro Civil en coche y le esperaba por dos horas. El Registro Civil casi fue la hora de cerrar, ¡pero Alvaro aún no apareció!Sacó el móvil
Le dolía tanto que lo abofeteó. ¡El espacio estrecho hizo que se sentía deprimida! Seguía agarrándola por el cuello, el hombre dijo con voz fría: —Hoy has estado actuando rara. ¿Qué pasa?Por fin Alvaro se dio cuenta de que lo que dijo Delicia no fue una broma.Siempre era decente y conocía su lugar. Si sólo hubiera estado enojada, no le habría molestado de nuevo después de que la rechazó por la mañana.Delicia lo miró, le tocó la muñeca y dijo: —El Registro Civil cierra en 20 minutos. Vamos a terminarlo.—¡Delicia Lopez! —El hombre gritó de ira. Delicia le quitó la mano y lo empujó, pero el hombre no se movió. Se quedaba mirándolo enojada.Finalmente Alvaro perdió la paciencia y la llevaba a casa.Por lo que pasó hoy, no podía seguir trabajando.En camino de regreso, Pablo se distrajo varias veces porque se dio cuenta de que Alvaro estaba muy furioso.Después de llegar a casa.Delicia se sentó en el sofá, y Alvaro, frente a ella: —¿Qué pasa?—No pasa nada. —No quería hab