Capítulo 5
Le dolía tanto que lo abofeteó. ¡El espacio estrecho hizo que se sentía deprimida!

Seguía agarrándola por el cuello, el hombre dijo con voz fría: —Hoy has estado actuando rara. ¿Qué pasa?

Por fin Alvaro se dio cuenta de que lo que dijo Delicia no fue una broma.

Siempre era decente y conocía su lugar. Si sólo hubiera estado enojada, no le habría molestado de nuevo después de que la rechazó por la mañana.

Delicia lo miró, le tocó la muñeca y dijo: —El Registro Civil cierra en 20 minutos. Vamos a terminarlo.

—¡Delicia Lopez! —El hombre gritó de ira.

Delicia le quitó la mano y lo empujó, pero el hombre no se movió. Se quedaba mirándolo enojada.

Finalmente Alvaro perdió la paciencia y la llevaba a casa.

Por lo que pasó hoy, no podía seguir trabajando.

En camino de regreso, Pablo se distrajo varias veces porque se dio cuenta de que Alvaro estaba muy furioso.

Después de llegar a casa.

Delicia se sentó en el sofá, y Alvaro, frente a ella: —¿Qué pasa?

—No pasa nada. —No quería hablar con él.

Cuando salió con la asistente y se lo difundió por toda la ciudad. Pero nunca se lo explicó.

La miró en serio, pero Delicia sólo se sentía triste.

No miró a él, quien estaba tan enojado que sombría toda la cara. Y su tal actitud le molestó más al hombre.

—Delicia, los hombres de la familia Jimenez nunca se han divorciado, a menos que sean viudos...

Delicia se sintió consternada por la ira que se escondía en los ojos de ese hombre. Mientras pensaba: «¿Por eso...me quemó en mi última vida?»

Dijo fría: —Bien, o seas el primero, ¡o vayas a morir!

Alvaro: —...

Alvaro se lenvantó y miró a Delicia con aura opresiva. Parecía un rey.

Delicia le fijó los ojos sin miedo. Le hizo a Alvaro enojado y se dio la vuelta finalmente.

Si hubiera seguido hablando con ella, no habría podido controlarse a matarla.

Delicia miró a su espalda, fue la que le dio mucha seguridad entonces.

Pero ahora, —Espera.

Delicia lo detuvo.

Alvaro no la miró, sólo dijo: —Piénsalo bien. Antes de conocer la situación, no me llames.

Pensando en la reacción de los participantes en la sala de reunión, de hecho quería saber qué estaba planteando ella.

Nunca pensó que quisiera divorviarse de él. Ella no hizo ninguna pregunta sobre los rumores en los últimos seis meses. ¡Pero de repente le dejaba firmar el acuerdo de divorcio!

Cuando estaba a punto de irse, Delicia dijo: —Si te vas, iré a buscar a la mujer con Elena. ¿Se llama Yolanda?

Esta vez, Alvaro estaba totalmente enojado.

Se dio la vuelta y miró a Delicia, como si quisiera matarla.

Delicia se levantó, miró a Alvaro con los brazos. Supo que era imposible divorciarse de ese hombre hoy.

Pero Yolanda iba a ser secuestrada mañana. Como no aceptó el divorcio, tenía que dejar a Alvaro estar con ella hoy.

No se la podía culpar sólo de sus errores. Todo ocurrió por su culpa.

—Qué genial.

«¿Cómo se atreve a amenazarme? ¡Qué ridículo!»

Delicia: —¡Lo aprendí de ti!
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