Al oirlo en el segundo piso, se detuvo Delicia, temblando de ira y fría.Era la primera vez que había aura tan imponente.—Hablamos...—IPum! —Ignoró a Alvaro, Delicia le sacudió la mano de repente, que chocó contra la pared.Tenía tanta prisa.Antes de que Alvaro reaccionaba, Delicia se dio la vuelta. Gritó fríamente: —IDelicia!Delicia no le hizo caso y bajó rápidamente.Isabel era más alta que ella.Así que cuando estaban juntas, siempre le hizo a Delicia sentir oprimida. Pero en ese momento, su pequeño cuerpo estaba lleno de realeza.El odio en los ojos era como un fuego abrasador que iba a quemar todo.Isabel se sorprendió y no sabía cómo reaccionar, tartamudeó: —¿Qué...qué quieres hacer?«¿Acaso quiere pegarme?»«¡Cómo se atreve!»Isabel se volvió enfadada.Y luego Delicia le arrojó el colgante al cuello. Isabel: —Tú, tú...Isabel estaba ciega de ira.Cuando Alvaro quería detenerla, Delicia dijo, fría: —¿Sabes qué es esto?Isabel: —¿Qué?Desde hacía dos años, D
Delicia escuchó su diálogo en la habitación, ¡pero sólo se sintió patética!Su familia la despreció, e incluso no le permitió dar a luz al hijo de Alvaro. No lo mencionó nada a Alvaro aunque lo supiera.En aquel momento pensó tontamente que no le gustaba a su familia porque no había hecho lo suficiente, y que cuando hiciera lo suficiente la aceptarían.Echaba de menos a su familia después de perderla, así que se hizo todo esfuerzo para mantener la familia de Alvaro.Pero se equivocó. No sirvió de nada lo que hizo.Cerró los ojos.Estaba muy triste en ese momento.Cuando entró Alvaro, vio que Delicia estaba acostada en el sofá. Se acercó y se agachó.Tomó su mano: —Delicia.Quería rechazarlo.Pero el hombre no la dejó,—¿Por qué no me dijiste nada?—¡Vaya! —Delicia rio, fría.«Este hombre es parcial a su familia, aunque se lo diga, ¿de qué sirve? ¿Acaso se rompa la relación con su familia?»«¡Imposible!»No quería que le fuera mal en la vida. Isabel era poca magnánima. Si A
David estaba un poco apurado. Los comentarios sobre Delicia hizo que la familia Jimenez estaba en caos.Por eso fueron más prudentes.Pero no esperaban que los internautas fueran tan frenéticos que enviarle algo así. Obviamente que sabían dónde vivía Delicia. —Señora joven, ¿qué haremos? —al ver que Delicia estaba en silencio, se preocupaba mucho.Delicia dejó el tenedor, limpió la boca con una servilleta, elegante.Era tan hermosa y atractiva que vieron en ella una mujer perfecta.No esperaban que estuviera tan tranquila en ese momento, y tan bien educada como antes.Pero su actitud era indiferente.—Llama a la policía.—¿En serio?—¿Y qué te parece?Tenía una mirada dura, y fría.David:—Tal vez son unos internautas. Si llamamos a la policía...David dejó de decirlo, pero Delicia supo que quería decir que no era fácil encontrar los internautas alborotadores.—En el Internet también deben obedecer la ley. —Delicia dijo tranquilamente.Supo que estos actores fueron pagad
Está lluviendo.Fuera de la ventana, la lluvia repiqueteando, Delicia estaba tocando el piano en el cuarto, y el sonido del piano se hacía eco del sonido de la lluvia.Se sentó en la silla del piano, el pelo largo y liso, era tan fascinante. Alvaro se quedó en silencio en la puerta, absorto.¡El sonido del piano llegó a un abrupto!Delicia lo descubrió, dijo suavemente:—¿Cuándo has vuelto?—Hace diez minutos. —el hombre entró, sin quitarse los zapatos. ¡Se pudo saber que no se había limpiado por la ropa que llevó el otro día!Sin duda, estos días siempre estaba cuidando a Yolanda en el hospital.Miró a sus profundos ojos, parecía un poco cansado en ese momento.Estaba al lado de Delicia. Delicia le preguntó tranquilamente:—¿Has visto las cosas en la sala?—¿Por qué no se las limpia?—¿No quieres saber quién me las envió? —Delicia no respondió a Alvaro, ¡sino que le hizo una pregunta!El hombre frunció las cejas.Sólo conocía las opiniones en Internet, pero no que haría algo
Justo cuando estaba a punto de perder los estribos, David llamó a la puerta:—Señorito, llegó don Carlos Domingo.—Llévalo al estudio.Delicia se puso hosca cuando escuchó que era Carlos quien había venido.Carlos Domingo, el mejor amigo de Alvaro. Dirigía una agencia de detectives secreta, por un precio, podía averiguar todo lo que quisiera saber.Muchas señoras le encargaron que les ayudara a encontrar pruebas de la infidelidad de sus maridos.Y ella recordaba muy claramente lo que Carlos le dio hoy a Alvaro, era decir, algo que rompía completamente su relación.Alvaro la miró, dijo:—No menciones el divorcio, si no, ¡te castigaré!Y se fue.Delicia le miró a la espalda y cerró los ojos, y en el momento en que salió, Delicia le llamó:—Espera.—¿Algo más?—¿Aún me crees? —como una pregunta tonta.Pero quería preguntarle.Aunque sabía el trágico final de su última vida, ¡se asustaría!En ese momento, seguiría tan asustada e indefensa como en su última vida, temerosa de rompe
Un papel cortó la cara de Delicia, y la fina herida parecía gotear sangre.Ella cerró los ojos, aguantaba el dolor sin decir nada. Alvaro se puso recto al descubrir que le dañó, y casi quería cuidarla.Pero en ese momento, lo controló y la miró con decepción.—Me decepcionas tanto.¡Delicia abrió los ojos!Lo miró, y rio.Llovía fuera, ella parecía más decepcionada que él, sonreía sin decir nada, y tal sonrisa hirió el corazón de Alvaro.—¿Por qué? —preguntó.No sabía que, Delicia también estaba decepcionada por él.Se dio vuelta, miró hacia la ventana.Mirando el sonido de la lluvia, el sonido del agua corriendo, le gustó mucho todo lo que estuvo aquí.Y siempre pensó que pasaría su vida aquí.Pero estaba clara. El hombre que había dicho que creía en ella en un momento estaba dudando de ella media hora después.—¿De qué estás hablando?—Delicia. —enfadado.Mirándola era tan pequeña y limpia como antes, casi no podía evitar querer cogerla en brazos.Estaba tan furioso q
¡La bofetada fue tan fuerte!La boca de Delicia sangraba por el golpe, desdichada y miserable.Tenía una mirada dura. Miró a Isabel, le dio un poco de miedo a la gente.Isabel pronto volvió en sí.—¿Cómo te atreves a mirarme así? ¡Mírate ahora! ¿Qué le has hecho a la familia Jimenez?—...—¿Cómo te atreves a pedir el divorcio? ¿Quién eres? ¡Qué mal educada! —Isabel temblaba de ira.Con palabras mezquinas y miradas despectivas.Antonia iba a cuidar a su madre:—Tranquila, mamá. Cuídate con la salud.—¿Cuánto quieres? —Isabel gritó, sin cortesía.Miró fijamente a Delicia con enojo.Delicia:—...«¿Cuánto?»Finalmente sucedió. Isabel quería usar el dinero para deshacerse de ella.Delicia la miró:—¿Cuánto dinero crees que puede compararse con los bienes gananciales?—¿Qué? ¿Bienes gananciales? ¡Cómo te atreves! Después de casarte, ¿has salido a trabajar por un día?—Soy su esposa legal, y tengo derecho conseguirlos.—Tú... —Isabel, enojada, la regañó:—Sabía que eras una mala
Delicia pensó que Alvaro no volvería estos días, pero más de las diez, regresó borracho.Salió del baño secándose el pelo, cuando descubrió que Alvaro aún llevaba la misma ropa antes, se puso fría.Vestida del pijama, era tan atractiva. Se dio la vuelta y quería salir de la habitación.No quería estar con Alvaro. Le dio asco.—¡Detente! —estaba a punto de salir, escuchó que el hombre la llamó.Sería peligroso.¡En la última vida!Cuando el hombre la trataba así, sintió triste, pero en ese momento, tranquila.No le importaba lo que pasó entre Alvaro y Yolanda.Insistía en el divorcio.Antes, cuando Alvaro estaba enojado, iba a ser obediente para no molestar a él, pero esta vez, era decidida.—¿Qué pasa? —Delicia no lo miró, dijo fría.Rápidamente tiró la toalla en la cesta por la puerta.El hombre la miró, fijamente, y dijo frío,—¿No tienes nada que explicarme?Deliciia se burló:—¡Nada!Alvaro se acercó a ella y la tenía en sus brazos. Delicia quería quitarse.Olía su al