— ¡Oliver! ¡Oliver! — Las voces de ambos sonaban al unísono en busca del pequeño hijo del médico.Al principio solo con un poco de insistencia, pero luego se tornaron desesperadas y al borde del temor cuando continuaban buscando en medio de la gente, bajo las luces cegadoras llenas y los globos de colores que obstaculizaban la visión, preguntando a todo el que pasaba si había visto al niño.— Es un niño muy blanco, castaño de esta estatura —Audrey mostraba con la mano — De ojos grises y va vestido con un lindo suéter azul profundo.— No, no lo hemos visto — aseguró el padre, que antes había ganado el premio con su pequeño.— ¡Oliver! — La voz profunda y gruesa de Connor resonaba por encima de los ruidos propios de la feria.— ¿Necesita algo, señor? — Un guardia se acercó al galeno para preguntarle.— Se ha perdido mi hijo, hace solo un instante estaba junto a nosotros, necesito encontrarlo, es pequeño, ¡Puede estar corriendo peligro! — Explicó lleno de temor mientras la rubia continu
— Audrey… — Matt puso una mano sobre el hombro de su amigo y le señaló hacia el estacionamiento en donde la chica acababa de volar por los aires — ¡John, hay que ir por ella! ¡Debemos ayudarla!John dio un paso y luego escuchó los gritos de una voz masculina profunda y reconoció al médico que corría hacia la rubia, luego la vio levantarse y proseguir con dificultad, así que puso una mano sobre el pecho de Matt y lo detuvo.— No, él está con ella, ¡Mejor vámonos de aquí! — haciéndole un gesto con la cabeza para que lo siguiera.Audrey continuó lo más rápido que sus pies se lo permitieron, zigzagueó entre los autos mirando hacia todas partes buscando al niño hasta que lo vio correr hacia la salida del estacionamiento.— ¡Oliver! No, no Oliver ¡Detente! — Ella gritó con fuerza y el niño pareció escucharla, deteniéndose un momento, tiempo suficiente para que ella alcanzara a cruzar al otro lado y lo llamara de nuevo — ¡Oliver! ¡Estoy aquí! — Levantando una mano para que la viera.El peque
— Estás muy golpeada, Audrey, será mejor que te lleve al hospital para curar eso — Connor dijo, observando los profundos raspones de los brazos y piernas de la joven.— No creo que sea necesario, puedo limpiar estas heridas en casa yo misma — No quería ser una molestia.Connor la miró con firmeza y le recordó sus propias palabras:— Terminarás dejando residuos, y luego se infectará — Respondió de la misma manera como ella lo había hecho la noche anterior.— Está bien — Dijo rindiéndose muy pronto — No tengo argumentos contra eso…Connor la ayudó a llegar cojeando a su auto y luego la subió en el puesto delantero, acomodando a Oliver atrás. Condujo hasta el hospital, que estaba a unas pocas calles, y entrando en urgencias buscó a las enfermeras de turno.— Doctor Evans, ¿Qué hace aquí a esta hora? — Alguien preguntó.— Hemos tenido un accidente, y Audrey está lastimada, ¿Puede traerme gasas y alcohol para limpiar sus heridas?— De inmediato, Doctor, pero si gusta, yo puedo hacerlo, es
El domingo en la mañana, cuando ella se levantó, le dolía el cuerpo como el demonio. Los cardenales en sus piernas y brazos comenzaban a tornarse violáceos y las raspaduras estaban en carne viva.— Amiga, creo que te excediste ayer… — Le comentó Loretta extendiéndole una taza de café caliente.— Lore, si no hubiera sido de ese modo, tal vez el Doctor habría perdido a su hijo también — Loretta se mordió el labio ante el comentario — El pequeño iba directo hacia la calle, un niño de esa edad no comprende esa clase de peligro.— Pero mira cómo estás toda lastimada, Audrey ¿Cómo fue que el niño se les perdió?— No estoy segura, ellos habían ganado en un juego de tiro al blanco y el niño está muy feliz con su oso nuevo. Nosotros conversábamos sobre algo que ya ni recuerdo, cuando me percaté de que Oliver ya no jugaba cerca y fue cuando comenzamos la búsqueda.— ¡Debió haber sido horrible! ¡Qué susto!— Sí, me preocupé mucho, pero supuse que estaría cerca. Claro, que no me esperaba que él s
Audrey se apresuró a pedalear para llegar pronto al hospital, se sentía como una colegiala montando esa cosa vieja a la que le sonaba todo menos el claxon. Pero era una buena idea para ahorrar, sobre todo si necesitaba movilizarse más allá del hospital para ir al banco, por ejemplo, o hacer compras, que no eran muchas…Había practicado en ella toda la tarde del día anterior, a pesar del ardor y la comezón que le provocaban los raspones de sus rodillas, pero se sentía lo suficientemente segura como para tomar la calle e ir hasta el trabajo, seguramente con los días sería más fácil.Connor había llegado temprano y estaba pensativo, el nuevo horario de Oliver comenzaría a funcionar ese día y le preocupaba su adaptación a tanta ocupación, acababa de ajustar los detalles con el chofer para que se ocupara de llevarlo y de traerlo la casa a la escuela, de escuela a la casa, y luego a las Academias en donde cursaría algunas de las numerosas disciplinas que Bethany había planeado para él.— Es
— ¿Qué te pasa? — Alice le preguntó cuando la vio pasar como un torbellino sin saludar a nadie.— ¡Mejor no preguntes!— Audrey… — Insistió la otra enfermera yendo tras ella.La rubia se puso las manos en la cintura e inspiró profundo.— ¡Es Evans!— ¿El Doctor Connor Evans? — Ladeando la cabeza en señal de interrogación ya que la rubia siempre lo llamaba por su nombre de pila.— ¡Sí, ese Evans!, ¡Acaba de humillarme porque no tengo un medio de trasporte apropiado que no destone en el aparcamiento de vehículos! — Dijo furibunda.Alice se quedó estupefacta. Audrey siempre estaba defendiendo al Doctor Connor por su manera de ser y de tratar a los compañeros de trabajo y empleados, ¡Pero ahora lo acusaba de ser un ogro?— ¡No me lo creo!— ¿Qué? ¿Qué es lo que no te crees?— ¡Que lo acuses de algo! Tu siempre le estas buscando una explicación su forma de ser.— Ay, por favor, no empieces, ¡No vas a decir “te lo dije”!— Es en serio, Audrey, y ¡Si, si te lo dije!, no puedes decir que no t
— ¡Vamos, Audrey! Debes saber quién te lo envió — Una de las enfermeras comentó dándole vueltas con cuidado a la caja llena de chocolate y tratando de hallar algún vestigio del admirador secreto de la rubia.— Si no dices nada, comenzaremos a dar nombres hasta que reacciones a alguno — Amenazó otra entre risas.— ¿Y qué les hace creer que trabaja en este hospital? Puede venir de alguien de fuera — Alice soltó de pronto cuando vio la incomodidad de Audrey y su negativa a soltar la lengua.Cuando los demás comenzaron a regresar a sus labores, la rubia murmuró un agradecimiento por lo bajo a su compañera y nueva amiga:— ¡Gracias!— No hay de qué — Guiñándole un ojo antes de volver al trabajo.Audrey esperó a que ya todos estuvieran ocupados y se acercó a Ben encontrándolo con las narices metidas en una pila de historias médicas por clasificar.— Hola otra vez — Ella dijo con cautela.— Hola — Él respondió sin mucho ánimo.— Quería darte las gracias… por el chocolate.Ben levantó la mira
Audrey se había mantenido alejada con mucho esfuerzo del cardiólogo atendiendo a las sugerencias de Loretta, pero nunca dejó de observarlo en silencio y preguntarse qué diablos le pasaba, y por qué se sentía tan extrañamente atraída a él como un imán.Como la vez que tuvo que asistirlo en cirugía y casi deja caer los instrumentos al suelo por los nervios, ella intentaba comprender lo sucedía en su pecho, pero se negaba a volver acercarse por temor a no poder manejar esa actitud voluble e imprevista del galeno, en la que un día la saludaba cordialmente, incluso cariñosamente, y al día siguiente parecía que la odiaba.El maldito cambio de humor con ella era insoportable, y Audrey nunca fue persona de pisar en falso, odiaba las medias tintas, ¡O era blanco, o era negro! Pero a quien no podía rehusarse era a Oliver, el pequeñín la buscaba cada vez que iba al hospital y pasaba largos ratos con ella para que le contara cuentos, o lo llevara a los columpios del área pediátrica.Además, ella