LizzieEl gatillo de un disparo al aire me hace detenerme en seco. Sacar a Stefan de esa prisión del horror no fue nada fácil. Eithan y yo tuvimos que esperar a que esa mujer saliera. Solo pude aguantar cinco minutos antes de abalanzarme como loca sobre la puerta.Ambos la vimos inyectarle algo, y todo lo que mi mente podía pensar es que se trataba de un veneno. Sin embargo, cuando logramos salir de ahí, creí que nuestra pesadilla había terminado.Qué equivocada estaba…—¡Alto ahí! —grita Joanne a nuestras espaldas. Se había regresado, quién sabe para qué, y ahora nos encuentra a mí y a mi hermano con las manos en la masa, rescatando a Stefan de su tortura.Dejo a Stefan sobre el asiento de atrás del auto y salgo con las manos en alto, dándole la espalda. Eithan es el único que la está mirando de frente en este momento.—Baja esa arma —ordena mi hermano.—¡Qué valiente eres para decir eso! Cuando soy yo la que tiene la pistola en la mano. ¡Voltea! Quiero verte la cara —me dice a mí.G
LizzieAmbos caen al suelo. Ella se queda con el arma en la mano. Dejo a Stefan junto al auto y corro hasta deslizarme donde está él.El agua se mezcla con la sangre que sale y no puedo distinguir a quién le pertenece. Con las luces apuntando hacia los cuerpos me doy cuenta de que los dos están heridos, pero ella parece estar peor.—Lizzie —habla mi hermano.La sangre sale a borbotones de un costado de su cuerpo.—¡Eithan! ¡Eithan, por favor no te mueras! —chillo sin poder contener las lágrimas.Nunca creí que todo esto pudiese terminar así.—Ella… ella está… muerta —susurra con la voz entrecortada.A decir verdad, ahora mismo me importa muy poco lo que le pueda suceder a esa maldita mujer.—¡Lizzie! ¡Tenemos que… salir de aquí! —me pide Stefan con las pocas fuerzas que le quedan.Mis lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia que caen del cielo. Ver la sangre de mi hermano saliendo sin parar y siendo arrastrada por la lluvia me pone los nervios de punta. Mis manos tiemblan, no sé có
Stefan Los recuerdos de lo que pasó son difusos en mi mente. Cuando abro los ojos todo se ve muy diferente. Poco a poco, los flashbacks de esa noche azotan mi cabeza sin descanso. Todo me da vueltas, y la luz artificial del techo me hace arder la vista. —¡Ya despertó! —Escucho que alguien exclama a mi lado. Volteo para ver de quien se trata y lo primero que veo es a Lizzie con una gran sonrisa acercándose a mí. —Bienvenido de nuevo —dice con ternura. —¿Dónde estoy? —En el hospital. —¿Qué… qué pasó? —En ese momento me acuerdo de Eithan, el disparo, la sangre, y yo tratando de ayudarlo— ¡Eithan! —exclamo y me siento de un salto. Hacer eso solo me causa un intenso dolor en todo el cuerpo. —Tranquilo, no te esfuerces —me pide colocando una mano sobre mi pecho. Nonna se acerca a la cama donde me encuentro. Sus ojos están empañados por las lágrimas. —Ay mi niño, mi cannoli, creí que no ibas a sobrevivir. —¿Cómo está tu hermano? —pregunto a Lizzie. No me da buena espina el que n
LizzieUn plato volador se estrella contra la pared. Me agacho en un intento por esquivarlo, sin embargo, varios pedazos de la losa caen sobre mi cabeza.—¡Y no vuelvas! —grita el chef y dueño del restaurante.Tomo mis cosas apresuradamente y salgo corriendo del lugar. Agradezco que no haya nadie a esta hora, o esa habría sido la peor vergüenza de mi vida.Aunque, si me pongo a recapitular todos los trabajos por los que he pasado en estos últimos diez años, en realidad esa no ha sido mi peor vergüenza.Quizá podría enumerarlos, como cuando arruiné la pintura de la casa que se supone debía entregar en mi trabajo como carpintera, o aquella vez cuando por error imprimí los carteles de la tienda de ropa con un cien por ciento de descuento en lugar de un diez.Esta vez, había arruinado la oportunidad de recibir una crítica de cinco estrellas por el crítico más importante de Nueva Jersey en el restaurante donde trabajaba hasta hace tan solo unos minutos.Es definitivo, soy un total fracaso.
StefanApenas son las diez y media de la mañana y ya estoy comenzando a sentir un terrible dolor de cabeza. Primero tuve que soportar las quejas de mi padre acerca de cómo llevo la empresa y mi vida, y ahora, esta chiquilla desaliñada frente a mí me ruega que no le diga al dueño del Ferrari que lo ha arruinado por completo.Me doy cuenta de que Heather tiene ganas de echarse a reír, y no es para menos, la pobre no tiene idea de que está hablando directamente con el propio dueño del auto.—Ese auto me pertenece, tendrás que pagar los daños que causaste, no doy contemplaciones —respondo con un semblante serio.La chica palidece y podría jurar que su corazón se detiene por un instante, pues sus ojos quedan en blanco, como si estuviese yéndose de un desmayo.—¿U-usted? —tartamudea.—Sí, yo soy el dueño del auto.Y rodarán varias cabezas por lo que ha pasado. Dejé a Timmy a cargo de su cuidado, así que no me explico cómo es posible que terminase con el parabrisas hecho trizas.—Lo siento t
LizzieSalgo corriendo de esa oficina antes de seguir pasando más vergüenzas. No puedo creer que le haya dicho que sí a ese sujeto, en realidad me cuesta trabajo comprender todo lo que sucedió en estas últimas horas.Es la primera vez que pierdo un trabajo tan rápido, y al mismo tiempo, también estoy a punto de ganar una gran suma de dinero gracias a mi torpeza. A tientas de que sea un asesino serial, le envío mis datos personales para que haga el fulano contrato.De verdad creí que me estaba ofreciendo algo mucho más indecoroso, y aunque me parece de lo más extraña su propuesta, no pude decirle que no.La llamada que recibí hace unos minutos antes de entrar fue el motivo principal por el cual decidí aceptar su loca propuesta. Y es que me acaban de llamar del hospital, al parecer mi abuela ha tenido un accidente.Me tomo la libertad de pedir un taxi, esta es una situación de urgencia, además, si es verdad que me dará esa cantidad de dinero, bien podría darme ese pequeño lujo; solo po
Stefan El trayecto en el auto es extremadamente silencioso e incómodo. La chica parece estar en otro mundo, va mirando hacia la ventana, y algo me dice que sus pensamientos se encuentran muy lejos de aquí. Estaciono el auto frente a la boutique donde siempre compraba ropa mi exnovia. No es que conozca demasiado sobre moda femenina, pero al menos ella tenía buen gusto para vestir. —Toma, con esto podrás comprar lo que quieras, cárgalo a mi cuenta —digo entregándole la tarjeta de crédito platinium. —¿Siempre eres así? —pregunta de pronto. —¿Cómo? —Así —dice señalando el espacio vacío entre nosotros como si con eso pudiera entender algo. Enarco una ceja, confundido. —¿A qué te refieres? Te estoy contratando para un trabajo, no olvides que tienes una deuda conmigo, este es tu pago. —Lo sé —responde a secas. Se baja del auto sin decir nada más y cruza la calle. Su pregunta me deja descolocado, ¿acaso he hecho algo malo? Dudo mucho que consiga un empleo con más paga que este, y, ad
LizzieNo sé por cuánto tiempo contengo la respiración para tranquilizarme. Aferro con tanta fuerza la bolsa de compras con el vestido y los zapatos que me compró, que termino por romperla.Apego mi espalda a la puerta una vez que estoy dentro de mi casa. Este día ha sido una total locura, y apenas son las dos de la tarde. La cita que me puso Stefan es a las siete.—¿Lizzie? ¿Qué te pasa? ¿Qué es eso?Abro los ojos de golpe, la voz de mi hermano me saca de mis cavilaciones nerviosas.—Eithan, no pasa nada.Escondo la bolsa detrás de mí, como si con eso pudiera desviar su atención.—¿Dónde está la abuela?¡Por Dios! No sé donde tengo la mente hoy.—¿No lo sabes? La abuela tuvo un accidente, se ha caído por las escaleras.—¡¿Qué?! ¿Y qué haces ahí parada como tonta? Vamos ya a verla —exclama con agitación.—Tranquilo, ya me encargué de ir a verla. Todavía debe estar en cirugía.—¿Cirugía? ¿Qué tan grave fue?—Se fracturó la pierna —contesto con pesar. Si por mí fuera, no le hubiera dich