Stefan
El trayecto en el auto es extremadamente silencioso e incómodo. La chica parece estar en otro mundo, va mirando hacia la ventana, y algo me dice que sus pensamientos se encuentran muy lejos de aquí.
Estaciono el auto frente a la boutique donde siempre compraba ropa mi exnovia. No es que conozca demasiado sobre moda femenina, pero al menos ella tenía buen gusto para vestir.
—Toma, con esto podrás comprar lo que quieras, cárgalo a mi cuenta —digo entregándole la tarjeta de crédito platinium.
—¿Siempre eres así? —pregunta de pronto.
—¿Cómo?
—Así —dice señalando el espacio vacío entre nosotros como si con eso pudiera entender algo. Enarco una ceja, confundido.
—¿A qué te refieres? Te estoy contratando para un trabajo, no olvides que tienes una deuda conmigo, este es tu pago.
—Lo sé —responde a secas.
Se baja del auto sin decir nada más y cruza la calle.
Su pregunta me deja descolocado, ¿acaso he hecho algo malo? Dudo mucho que consiga un empleo con más paga que este, y, además, le estoy dando beneficios que solo le daría a la verdadera mujer con quien estuviese.
Suspiro y pongo en marcha el auto de nuevo, no puedo quedarme estacionado aquí.
—¿Qué quiso decir con eso? —me pregunto a mí mismo en voz alta.
Sé que debí investigarla un poco más antes de proponerle algo tan descabellado, pero es que la situación en la que me puso mi padre requería medidas desesperadas.
Por supuesto que yo no tengo ningún problema en conseguir una novia para mí. Cualquier mujer se volvería loca por estar conmigo, el único problema es que yo no quiero una pareja estable, soy feliz teniendo aventuras por ahí con una o con otra.
Sin embargo, mi padre insiste en que debo casarme, esta última vez ha llegado al punto de amenazarme con dejarme sin herencia si no lo hago.
Así que Elizabeth es solo un medio para un fin, una perfecta desconocida que puede jugar bien su papel, aunque no niego que todo esto podría salirme terriblemente mal. Si no consigo engañar a mi padre, esta vez sí que tendré que someterme a su capricho, al menos por el tiempo suficiente hasta que pase a mejor vida.
Miro mi reloj de mano, apenas han pasado diez minutos y ya siento que llevo una eternidad.
Es mujer, he debido saber que se demorará horas escogiendo algún vestido.
Dejo mi auto bien estacionado y cruzo hasta la boutique, quizá si me ve pueda presionarla para que se apresure.
—Señorita, aquí nos reservamos el derecho de admisión, usted no puede ingresar así, mucho menos tocar la ropa… y, además, esta tarjeta no dice su nombre.
Una empleada la está atacando como si ella fuese la peor delincuente del planeta.
Elizabeth agacha la cabeza y retrocede avergonzada, está a punto de irse cuando me ve en la entrada.
Camino con decisión hasta ella y la tomo del hombro.
—¿Qué sucede, cariño? —pregunto con una sonrisa.
—¿Ah?
—Señorita, por favor traiga algunos vestidos de fiesta para ella —exijo a la chica.
—Señor Marriott, s-sí, de inmediato.
La mujer traga en seco, se pone pálida como un papel, y no puedo negar que lo disfruto. Me gusta saber que impongo miedo y respeto ante los demás.
Sale corriendo y se mete en la parte de atrás de la tienda.
—¿Te conocen aquí? —pregunta ella casi en un susurro.
—Soy cliente frecuente.
—Ah —dice a secas.
—¿Estás bien?
—Me dijiste cariño.
—Si vamos a fingir, mejor pretender desde ya, ¿no lo crees? Así te acostumbras, y mi padre se come el cuento más rápido.
—Creo que estás cometiendo un error, quizá otra chica pueda ayudarte, tu padre se dará cuenta de que mentimos. Ni siquiera pude entrar a comprar aquí sin que esa mujer quisiera echarme de la tienda, es obvio que tú y yo somos de clases sociales muy diferentes.
—Mi padre nunca ha sido un clasista, esas cosas no le importan. De todos modos, ya tengo un perfil construido para ti.
—¿En qué momento has hecho todo eso?
—Yo no, mi asistente. Es un hombre bastante hábil.
—Bien, ¿qué se supone que debo saber? —acepta con un suspiro. No parece demasiado convencida.
—Usaremos tu nombre real, pero con otro apellido.
—¿Te parece si mejor me llamas Lizzie? Así me dice todo el mundo.
—Bien, puedo hacerlo. Serás Lizzie King, diremos que eres familia lejana de un amigo que tengo en Nueva York.
—¿No lo averiguará tu padre?
—No, nunca habla con mis amigos, no te preocupes. Esto solo será por una noche, luego de eso no nos volveremos a ver.
—Está bien, y esa es la única razón por la que acepto.
La señorita vuelve en ese momento con la ropa para Lizzie. La invita a pasar amablemente hacia el área de probadores, pero ella lo rechaza.
—No hace falta, si son de mi talla me quedarán —asegura—, quiero mmm, este —señala el vestido de color vino.
Lo observo con una ceja enarcada, ¿realmente le quedará bien?
—¿Estás segura de que no quieres probártelo?
—Sí, ese está bien.
—Ok, lo empacaré para usted —dice la señorita con una amabilidad fingida.
—De aquí tendremos que ir a una peluquería para…
—Voy a detenerte ahí. Yo puedo arreglarme sola, no necesito que me aconsejes. Mi cabello está bien. No me veré mal ante tu padre, pero ahora mismo tengo que ir a mi casa. ¿Podemos vernos en la cena?
—Aún no sabes nada de mí, ni de quien se supone que debes ser. Puedo decírtelo mientras vamos a tu casa.
—¿A mi casa? No, preferiría que no.
—¿Todavía no confías en mí? —pregunto acercándome a ella.
Lizzie responde dando un paso hacia atrás, de alguna forma sus pies terminan enredándose y se tropieza. Sujeto su brazo antes de que caiga y la atraigo hacia mí. Enseguida sus mejillas se tornan rosadas.
—N-no se trata de eso —tartamudea—, preferiría que mi familia no se enterase de esto.
Pago el vestuario y salimos de allí caminando en silencio hasta el auto. Me detengo en la puerta, mientras ella sigue con la vista fija en el suelo, parece más tímida ahora que esta mañana cuando se atrevió a darme una cachetada.
—Mi padre solo preguntará lo básico, cómo y dónde nos conocimos, y si planeamos casarnos. Debes responder que sí.
—¡¿Qué?! Pero ¿y entonces cómo pretendes hacer que esto sea solo por una noche?
—No tendremos que fingir más, porque mi padre planea irse de viaje a Japón por negocios. Ya tengo todo calculado. Eso me dará al menos un año de tiempo, cuando regrese, ya me inventaré una excusa para decirle.
—Bien. ¿Qué se supone que le diremos entonces?
—Tenemos seis meses juntos y estamos locamente enamorados. Te propuse matrimonio en el riverfront park y aceptaste.
—Vaya, para ser algo falso, lo tienes todo muy bien pensado.
—Ya te dije que no fui yo, fue mi asistente —respondo algo molesto.
Nunca he sido hombre de romanticismos absurdos, mucho menos algo tan cursi como esto, pero a mi padre lo comprará.
—Muy bien, ¿qué más? ¿Qué tengo que saber de ti?
—Nada más, soy el CEO de seguros Marriott, tengo treinta y cinco años y mi vida se resume básicamente a trabajar.
—¿Así de aburrido, eh? —murmura.
—¿Qué has dicho?
—No, nada. ¿Seguro de que no me preguntará más?
—Si lo hace, lo trabajaremos sobre la marcha. Lo importante es que crea que nos casaremos.
—Está bien, Stefan, te prometo que haré un buen trabajo, al menos espero que con eso pueda resarcir lo de tu Ferrari.
Da media vuelta para irse sin haber escuchado aún lo que preparé para ella.
—¡Espera!, falta lo tuyo.
—Envíalo por mensaje, tengo que irme ya.
Sale corriendo como una loca y se pierde bastante rápido entre las personas y autos que pasan frente al estacionamiento.
Me recuesto contra el auto un momento, la verdad es que esto me tiene bastante nervioso. Quizá ella tenga razón, mi padre me descubrirá, pero al menos esta es mi última oportunidad para vivir la vida como yo quiero, sin imposiciones, ni ataduras de por vida a algo en lo que no creo.
Me devuelvo a la empresa pues no puedo hacer nada más que esperar, y confiar en que esta desconocida cumpla con su parte del trato. Mi padre no es un hombre prejuicioso, pero tampoco quiero que se encuentre con alguien totalmente desaliñado.
Llego hasta la empresa y subo el ascensor luego de que la recepcionista me saludase, y a la vez me informe que mi asistente me está esperando arriba.
Tyson siempre ha sido mi empleado de más confianza, es por eso por lo que es el único que sabe sobre la locura de este plan.
Cuando abro la puerta, él ya está sentado frente a mi escritorio, hojeando el guion que preparó.
—¿Resultó bien para la chica? —pregunta con una sonrisa y una mirada curiosa.
—No lo sé, espero que lo lea.
—Definitivamente, estás loco Stefan, ¿cómo se te ocurrió pedirle eso a una perfecta extraña? De todos los planes que te has inventado para mantener contento a tu padre, este sin duda es el más osado.
—Lo sé —digo frotando mis sienes—, pero dime, ¿qué opción tenía? Tú mismo lo escuchaste decir que si no le presentaba a mi supuesta novia esta misma noche, iba a quitarme el mando de la empresa.
—Cuando le dijiste que la llevarías, de verdad pensé que buscarías de nuevo a tu ex.
—Ni loco vuelvo a buscar a esa mujer, sabes lo que me costó sacármela de encima.
—¿Y esta chica no será como ella? Por lo que vi en sus redes, parece que no tiene mucho dinero.
—¿La stalkeaste?
—Solo cuido su espalda, señor. Podría ser una demente —dice encogiéndose de hombros.
La verdad no se me había despertado la curiosidad por saber más de ella, de todos modos, lo que tengo que saber es inventado, su vida real me importa muy poco.
—Si no tiene dinero, se conformará con lo que le ofrezco. Estoy seguro de que no la volveré a ver después de esta noche.
¡Hola mis amores! Bienvenidos a esta nueva historia. Espero que disfruten mucho con la torpeza de Lizzie y la arrogancia de Stefan, no olviden dejar sus votos y comentarios para saber si les está gustando la historia :D Gracias por leerme besitos xoxo
LizzieNo sé por cuánto tiempo contengo la respiración para tranquilizarme. Aferro con tanta fuerza la bolsa de compras con el vestido y los zapatos que me compró, que termino por romperla.Apego mi espalda a la puerta una vez que estoy dentro de mi casa. Este día ha sido una total locura, y apenas son las dos de la tarde. La cita que me puso Stefan es a las siete.—¿Lizzie? ¿Qué te pasa? ¿Qué es eso?Abro los ojos de golpe, la voz de mi hermano me saca de mis cavilaciones nerviosas.—Eithan, no pasa nada.Escondo la bolsa detrás de mí, como si con eso pudiera desviar su atención.—¿Dónde está la abuela?¡Por Dios! No sé donde tengo la mente hoy.—¿No lo sabes? La abuela tuvo un accidente, se ha caído por las escaleras.—¡¿Qué?! ¿Y qué haces ahí parada como tonta? Vamos ya a verla —exclama con agitación.—Tranquilo, ya me encargué de ir a verla. Todavía debe estar en cirugía.—¿Cirugía? ¿Qué tan grave fue?—Se fracturó la pierna —contesto con pesar. Si por mí fuera, no le hubiera dich
CAPÍTULO 6: COMETÍ UN ERRORStefanEstoy seguro de que la vena de la cabeza me va a explotar. Esta mujer no para de hablar, y lo peor es que no para de decir cosas que sé que me van a costar muy caro después.Aunque, mi padre parece encantado con ella. Incluso colgó otra llamada entrante solo para no interrumpir la conversación. Sin embargo, no puedo asegurar que se haya comprado la mentira; lo conozco demasiado bien como para saber lo quisquilloso que es, y también lo falso que puede llegar a ser.—Stefan —dice chasqueando los dedos frente a mí—, estás en otro planeta.—Lo siento, estoy algo distraído.—Deberías dejar de pensar tanto en trabajo, pastelito —dice ella tomando mi mano.Juro que si vuelve a llamarme así una vez más voy a…—Me encanta esta chica Stefan, al fin encuentras a alguien que parece dispuesta a sacarte de tu zona de confort.—La empresa está pasando por una desestabilización ahora mismo, lo sabes papá, no puedo simplemente dejar el trabajo de lado.Aparto la mano
Lizzie—¡No! ¡Espera, no puedes hacerme eso! —grito mientras el idiota de Stefan Marriott arranca el auto y me deja desconcertada.Esto no me puede estar pasando, ¿será que nada me va a salir bien en la vida? Gruño y aprieto los puños en un intento por calmarme.La calle está oscura, pero podría haber por ahí uno que otro chismoso que se asome a mirar las interesantes cosas que pasan afuera.Acelero el paso hasta meterme a mi casa, cuando por fin me siento segura, suelto un largo suspiro y pego mi espalda a la puerta. Fui una tonta por creer que él realmente me pagaría diez mil dólares por hacer algo así.Seguramente fui la apuesta de algún retorcido juego entre millonarios. No me sorprendería que ahora mismo estuviese carcajeándose de la risa a mi costa luego de haber conseguido su hazaña: burlarse de la chica de pocos recursos, desesperada por un poco de dinero y un trabajo digno.No creo que su padre estuviese metido en eso, parece un hombre agradable, aunque no se puede negar que
StefanDespierto a la mañana siguiente con un tremendo dolor de cabeza y deseando con fervor que todo lo de la noche anterior hubiese sido solo un terrible sueño.Lamentablemente mis deseos se quedan solo en eso cuando recibo la llamada de mi padre. Antes de irse de viaje en un par de días, quiere asegurarse de que todo marchase bien con los negocios de la empresa, así que eso implica tener que ir a resolver el problemita de la conexión que tenemos entre el seguro y el hospital en caso de accidentes.Se supone que todos mis clientes deben ser llevados al Saint Michael’s Medical Center en caso de un choque o cualquier otra emergencia, sin embargo, debido a un cambio en la administración del centro médico, parece que hay un problema con nuestro seguro.—Stefan, te espero en una hora en el hospital, esto tenemos que solucionarlo antes de partir.—Está bien, padre, ahí estaré.Veo la hora en mi reloj, apenas son las seis de la mañana.Suelo levantarme temprano, pero este día, la verdad es
Lizzie¿Cuántas veces más voy a tropezarme con este hombre?Que me lo haya encontrado en el hospital ya es una tremenda coincidencia, pero que esté aquí metido detrás de la cortina, espiando lo que hago con mi abuela, esto ya no es casualidad.Debí saber que me seguiría, aunque para ser sincera, no creí que le iba a interesar tanto mi vida.—¿Qué estás haciendo? —pregunto, pues él se ha quedado paralizado como si hubiese visto al mismísimo demonio.—Ah… yo…—Lizzie, ¿quién es este muchacho tan guapo? —indaga mi abuela sin tapujos.Casi se me van los ojos tratando de hacerle entender que no diga cosas como esas.—No es nadie abuela, seguramente está perdido, ¿no es así?—Ah… sí, cuánto lo siento, me equivoqué de habitación.Stefan sale disparado de ahí con las mejillas encendidas en rojo. Es obvio que está avergonzado y con justa razón. ¿Qué clase de loco psicópata sigue a alguien más, lo espía y luego se oculta detrás de una cortina?—Qué extraño, me pareció que lo conocías.—¿Qué? No
StefanSi hubiese tenido que apostar a que esta situación iba a repetirse con ella, seguramente habría perdido todo mi dinero; quizá por eso nunca apuesto.Ahora la tengo frente a mí, firmando una nueva extensión del contrato. Esta vez sí se toma el tiempo para leerlo.—¿Qué significa esta cláusula? “La novia, se compromete a no realizar actos indebidos en el lapso que dure la fiesta, ni después de terminar” —cita en voz alta.—Es obvio, ¿no? No quiero que vayas a decir tonterías como con mi padre.—Pues a tu padre le caí bien.—Sí, pero esto es diferente, va a estar toda mi familia, incluyendo mi abuela, mi tío y mi prima.—Esto es una locura, ¿estás seguro de que quieres continuar? Tal vez puedas inventar una excusa para mi ausencia.—¿Y tener que soportar a mi abuela y a mi padre fastidiándome con que moriré solo y nadie me querrá? No, gracias. Iremos, y ahí les dirás que te vas mañana mismo a Canadá y asunto arreglado.—Tu abuela dijo claramente que iba a quedarse a supervisar tod
Lizzie Como un pez fuera del agua, así me siento en este lugar. El salón es tan elegante y todas las personas aquí son tan refinadas que estoy segura de que en cualquier momento se darán cuenta de que pretendo ser alguien que no soy. Stefan ha estado a mi lado todo el rato, y a pesar de eso, presiento que solo es cuestión de tiempo para que meta la pata diciendo algo indebido. Al menos mis bostezos se fueron, o habría sido demasiado vergonzoso tener que explicar que cuando me pongo nerviosa, mi cuerpo hace cosas extrañas. Nos sentamos en la mesa con su nombre después de que él me presenta a todos como su novia. Es extraño, la forma en la que me saludan todos con tanta familiaridad, si fuese real, sería muy bonito. «Pero no lo es, concéntrate», me digo a mí misma en la mente. —Querida, ¿te encuentras bien? Te ves algo pálida —me dice su abuela, quien se ha sentado a mi lado para conversar. Stefan se alejó en cuanto la vio, y ha estado todo el rato hablando con un hombre de cabe
StefanMi padre siempre dice que debo poner en la balanza los pros y los contras de cada situación que se me presenta en la vida. Es así como he llegado a donde estoy. Mi título de CEO no solo me lo gané por ser el hijo de un Marriott.Sin embargo, ahora mismo acabo de desechar esa idea por la terraza del edificio. ¿Qué más se supone que iba a hacer? ¿Decir que Lizzie en realidad no es mi novia, ni siquiera la conozco y es solo una desconocida que contraté para sacarme de encima a mi padre?Por supuesto que eso nunca.El anillo que le pongo en el dedo me lo dio Tyson antes de salir. “Por si acaso”, me dijo, y lo guardó en el bolsillo de mi pantalón.Hay una razón por la cual la presente como mi novia y no como mi prometida, y esa es, tan sencilla de entender, como el hecho de que se supone, no la voy a volver a ver después de esto.Lo había mantenido bastante bajo control, hasta que a la insoportable de mi prima se le ocurre la brillante idea de invitar a mi exnovia: Joanne.Según ell