StefanSi hubiese tenido que apostar a que esta situación iba a repetirse con ella, seguramente habría perdido todo mi dinero; quizá por eso nunca apuesto.Ahora la tengo frente a mí, firmando una nueva extensión del contrato. Esta vez sí se toma el tiempo para leerlo.—¿Qué significa esta cláusula? “La novia, se compromete a no realizar actos indebidos en el lapso que dure la fiesta, ni después de terminar” —cita en voz alta.—Es obvio, ¿no? No quiero que vayas a decir tonterías como con mi padre.—Pues a tu padre le caí bien.—Sí, pero esto es diferente, va a estar toda mi familia, incluyendo mi abuela, mi tío y mi prima.—Esto es una locura, ¿estás seguro de que quieres continuar? Tal vez puedas inventar una excusa para mi ausencia.—¿Y tener que soportar a mi abuela y a mi padre fastidiándome con que moriré solo y nadie me querrá? No, gracias. Iremos, y ahí les dirás que te vas mañana mismo a Canadá y asunto arreglado.—Tu abuela dijo claramente que iba a quedarse a supervisar tod
Lizzie Como un pez fuera del agua, así me siento en este lugar. El salón es tan elegante y todas las personas aquí son tan refinadas que estoy segura de que en cualquier momento se darán cuenta de que pretendo ser alguien que no soy. Stefan ha estado a mi lado todo el rato, y a pesar de eso, presiento que solo es cuestión de tiempo para que meta la pata diciendo algo indebido. Al menos mis bostezos se fueron, o habría sido demasiado vergonzoso tener que explicar que cuando me pongo nerviosa, mi cuerpo hace cosas extrañas. Nos sentamos en la mesa con su nombre después de que él me presenta a todos como su novia. Es extraño, la forma en la que me saludan todos con tanta familiaridad, si fuese real, sería muy bonito. «Pero no lo es, concéntrate», me digo a mí misma en la mente. —Querida, ¿te encuentras bien? Te ves algo pálida —me dice su abuela, quien se ha sentado a mi lado para conversar. Stefan se alejó en cuanto la vio, y ha estado todo el rato hablando con un hombre de cabe
StefanMi padre siempre dice que debo poner en la balanza los pros y los contras de cada situación que se me presenta en la vida. Es así como he llegado a donde estoy. Mi título de CEO no solo me lo gané por ser el hijo de un Marriott.Sin embargo, ahora mismo acabo de desechar esa idea por la terraza del edificio. ¿Qué más se supone que iba a hacer? ¿Decir que Lizzie en realidad no es mi novia, ni siquiera la conozco y es solo una desconocida que contraté para sacarme de encima a mi padre?Por supuesto que eso nunca.El anillo que le pongo en el dedo me lo dio Tyson antes de salir. “Por si acaso”, me dijo, y lo guardó en el bolsillo de mi pantalón.Hay una razón por la cual la presente como mi novia y no como mi prometida, y esa es, tan sencilla de entender, como el hecho de que se supone, no la voy a volver a ver después de esto.Lo había mantenido bastante bajo control, hasta que a la insoportable de mi prima se le ocurre la brillante idea de invitar a mi exnovia: Joanne.Según ell
LizzieLo primero que siento es un terrible dolor de cabeza que me oprime el cerebro cual nuez en un cascanueces. Hago el intento por abrir los ojos, pero la intensa luz que se cuela por la ventana me impide ver con claridad.Me remuevo en la cama, acaricio las sábanas que parecen de seda, tan suaves como la caricia de una pluma. Todo parece bien, hasta que me doy cuenta de lo que sucede en realidad.Me levanto de un brinco con el corazón latiéndome a toda velocidad. Esto no puede estar pasándome, no es posible.A mi lado, Stefan está plácidamente dormido. Por instinto lo primero que hago es ver mi cuerpo. No recuerdo qué carajos pasó anoche, luego de que volvimos a la fiesta, sé que estaba conversando con su abuela, me dio varias copas, y después…Llevo las manos a mi cabeza intentando recordarlo sin mucho éxito.Al menos todavía conservo mi vestido puesto, no pudo haber pasado nada si todavía estoy con ropa, ¿cierto?No quiero pensar en eso ahora, porque si algo así hubiese sucedido
Lizzie—¿Hola, Lizzie?—Ah, sí, disculpe es que… ¿podría recordarme el lugar? Estoy un poco perdida.Escucho la risa de la mujer en el altavoz, solo espero no haber metido la pata diciendo algo sobre el noviazgo falso que tenemos, de otro modo, esta reunión puede significar que va a matarme.—Por supuesto, querida. Te estoy esperando en Arlene’s Bridal Salón, en Bloomfield. Es cerca de la Washington Street, ¿te ubicas?—Ah, sí, sí, ahí estaré.Miro mi reloj, estoy al menos a media hora de esa tienda desde el hospital. Tendré que tomar otro taxi si quiero estar ahí lo más pronto posible.—No demores demasiado, la cita que agendé es a las diez.Me quedan poco menos de cuarenta minutos para estar ahí, y si ella ya me está esperando, eso quiere decir que voy tarde.Después de confirmar, le cuelgo y vuelvo con mi propia abuela.—Tengo que irme ahora.—¿Por qué? Creí que ibas a hacerme compañía un rato.—Sí, pero me surgió algo importante, puede ser una oferta de trabajo.—Oh, bueno, si es
StefanA estas alturas, ya ni siquiera sé qué pensar. Elizabeth continúa apareciéndose en mi vida una y otra vez, y ya no creo que esto sea simples casualidades del destino.Ella me mira como si la estuviera acusando del peor crimen, y quizá así sea.—Yo no estoy haciendo nada con tu abuela, ella invitó y no pude decirle que no. Hasta me llevó a ver vestidos de novia.—¡¿Qué?! —tengo que tensar la mandíbula para no gritar en el restaurante.—¿Qué querías que hiciera?—Debiste decirle que no, inventar algo, no lo sé.—¿Cómo qué? ¿O hubieras preferido que le dijera la verdad?Me yergo en la silla y cruzo mis brazos. La verdad es que no, claro que no hubiese querido eso. Ha hecho un buen trabajo fingiendo con ella, si la llevó a ver vestidos es porque realmente le agradó.—¿Por qué huiste esta mañana del hotel?Desvío el tema porque no he podido sacarme de la cabeza la forma en la que reaccionó. No puedo asegurarlo, pero algo me dice que ella cree que hicimos cosas que, en definitiva, no
LizzieMi abuela no deja de ponerme esa mirada de “deja que nos quedemos a solas y vas a ver”, que siempre usa cuando sabe que he hecho algo a sus espaldas.Llegué al hospital justo a tiempo para ver cómo la estaban trasladando a una habitación VIP con todas las comodidades. Su baño propio, una amplia vista de la ciudad desde la ventana. Cama acondicionada para su problema de salud y una enfermera especialista que estará al pendiente de ella las veinticuatro horas.Al principio creí que se trataba de un error, quizá le confundieron el apellido con otra persona, pero después de que el personal me dijo que era de parte del señor Marriott, supe que no había sido un error.Por eso, no perdí la oportunidad de llamarlo apenas pude, y si ya estaba enojada, quedé mucho peor al escuchar la ligereza con la que se lo tomó, y restarle importancia preguntándome por su estúpido anillo.Sí, yo me lo había traído porque ni siquiera me di cuenta de que aún lo tenía puesto sino hasta que me cambié en c
StefanQuizá me estoy volviendo loco. Sí, eso debe ser, porque no entiendo cómo es que terminé ofreciéndome a llevarla al colegio de su hermano. Ni siquiera sabía que tenía uno, pero en el momento en que lo dijo, una enorme necesidad por saber más me dominó, y esa necesidad fue la que terminó haciendo semejante ofrecimiento.Por supuesto que, en mis cinco sentidos, nunca habría hecho una cosa como esa. A mí no tendría que importarme ella o su vida, mucho menos si tiene un hermano o qué pasó en su colegio. No obstante, aquí estoy, estacionando frente a la secundaria de Newark.Ella se baja del auto y no me dice nada, así que tomo la decisión de seguirla. Mantendré mi distancia, me quedaré en el límite donde se supone que debo estar.Aunque, si lo pienso bien, sobrepasamos los límites hace mucho. Si cumpliera a cabalidad lo que establecí en el contrato, no le hubiese pagado ni un centavo.Elizabeth entra a las instalaciones, el guardia la conduce hasta el área de la dirección. El sujeto