Lizzie—¿Hola, Lizzie?—Ah, sí, disculpe es que… ¿podría recordarme el lugar? Estoy un poco perdida.Escucho la risa de la mujer en el altavoz, solo espero no haber metido la pata diciendo algo sobre el noviazgo falso que tenemos, de otro modo, esta reunión puede significar que va a matarme.—Por supuesto, querida. Te estoy esperando en Arlene’s Bridal Salón, en Bloomfield. Es cerca de la Washington Street, ¿te ubicas?—Ah, sí, sí, ahí estaré.Miro mi reloj, estoy al menos a media hora de esa tienda desde el hospital. Tendré que tomar otro taxi si quiero estar ahí lo más pronto posible.—No demores demasiado, la cita que agendé es a las diez.Me quedan poco menos de cuarenta minutos para estar ahí, y si ella ya me está esperando, eso quiere decir que voy tarde.Después de confirmar, le cuelgo y vuelvo con mi propia abuela.—Tengo que irme ahora.—¿Por qué? Creí que ibas a hacerme compañía un rato.—Sí, pero me surgió algo importante, puede ser una oferta de trabajo.—Oh, bueno, si es
StefanA estas alturas, ya ni siquiera sé qué pensar. Elizabeth continúa apareciéndose en mi vida una y otra vez, y ya no creo que esto sea simples casualidades del destino.Ella me mira como si la estuviera acusando del peor crimen, y quizá así sea.—Yo no estoy haciendo nada con tu abuela, ella invitó y no pude decirle que no. Hasta me llevó a ver vestidos de novia.—¡¿Qué?! —tengo que tensar la mandíbula para no gritar en el restaurante.—¿Qué querías que hiciera?—Debiste decirle que no, inventar algo, no lo sé.—¿Cómo qué? ¿O hubieras preferido que le dijera la verdad?Me yergo en la silla y cruzo mis brazos. La verdad es que no, claro que no hubiese querido eso. Ha hecho un buen trabajo fingiendo con ella, si la llevó a ver vestidos es porque realmente le agradó.—¿Por qué huiste esta mañana del hotel?Desvío el tema porque no he podido sacarme de la cabeza la forma en la que reaccionó. No puedo asegurarlo, pero algo me dice que ella cree que hicimos cosas que, en definitiva, no
LizzieMi abuela no deja de ponerme esa mirada de “deja que nos quedemos a solas y vas a ver”, que siempre usa cuando sabe que he hecho algo a sus espaldas.Llegué al hospital justo a tiempo para ver cómo la estaban trasladando a una habitación VIP con todas las comodidades. Su baño propio, una amplia vista de la ciudad desde la ventana. Cama acondicionada para su problema de salud y una enfermera especialista que estará al pendiente de ella las veinticuatro horas.Al principio creí que se trataba de un error, quizá le confundieron el apellido con otra persona, pero después de que el personal me dijo que era de parte del señor Marriott, supe que no había sido un error.Por eso, no perdí la oportunidad de llamarlo apenas pude, y si ya estaba enojada, quedé mucho peor al escuchar la ligereza con la que se lo tomó, y restarle importancia preguntándome por su estúpido anillo.Sí, yo me lo había traído porque ni siquiera me di cuenta de que aún lo tenía puesto sino hasta que me cambié en c
StefanQuizá me estoy volviendo loco. Sí, eso debe ser, porque no entiendo cómo es que terminé ofreciéndome a llevarla al colegio de su hermano. Ni siquiera sabía que tenía uno, pero en el momento en que lo dijo, una enorme necesidad por saber más me dominó, y esa necesidad fue la que terminó haciendo semejante ofrecimiento.Por supuesto que, en mis cinco sentidos, nunca habría hecho una cosa como esa. A mí no tendría que importarme ella o su vida, mucho menos si tiene un hermano o qué pasó en su colegio. No obstante, aquí estoy, estacionando frente a la secundaria de Newark.Ella se baja del auto y no me dice nada, así que tomo la decisión de seguirla. Mantendré mi distancia, me quedaré en el límite donde se supone que debo estar.Aunque, si lo pienso bien, sobrepasamos los límites hace mucho. Si cumpliera a cabalidad lo que establecí en el contrato, no le hubiese pagado ni un centavo.Elizabeth entra a las instalaciones, el guardia la conduce hasta el área de la dirección. El sujeto
LizzieStefan Marriott parece ser mucho más de lo que yo pensé en un principio. Admito que lo prejuzgué por su posición social y su actitud arrogante. Sin embargo, este día me ha demostrado que en realidad no sé nada sobre él y que tener dinero no significa que realmente lo tenga todo.Hemos estado callados desde esa conversación en el parqueadero del colegio de mi hermano, aunque no puedo negar, que me muero por preguntarle a qué se refería cuando dijo que no lo tenía todo.Mil teorías se me pasan por la cabeza. Lo primero que pienso es en el amor, pero él ya me ha dejado claro que eso no le interesa; si fuese así, no estaría en esta loca situación conmigo.No, tiene que ser algo más. Quizá tenga que ver con ese tatuaje de su espalda y del cual no me quiere hablar, o tal vez es algo mucho más profundo de lo que pueda imaginar.Sea cual sea la razón para la que él se sienta igual que yo, estoy convencida de que no podré descubrirla. No, a menos que por algún milagro se abra conmigo.L
LizzieUna semana después…—¡Apresúrate Eithan! Tengo que ir a buscar a la abuela.—Ya voy, ya voy.La tentación que tengo por dejarlo caer de la escalera es grande, pero si hago eso, seguramente tendría que llevarlo a él al hospital. Se supone que lo está haciendo él porque es más alto que yo, pero debí saber que no es tan habilidoso.Tiene diez minutos intentando pegar las guirnaldas decorativas en el techo. Al menos ya le pusimos en la pared el cartel de bienvenida con las fotos familiares.Y el pastel está a punto de salir del horno. La casa huele a fresas y chocolate, se me hace agua la boca solo de pensar que voy a comerlo. Aunque, todavía debo esperar a que la abuela llegue.La semana pasada las cosas volvieron parcialmente a la normalidad. A Eithan le estaba yendo bien en la escuela, o al menos eso aparentaba. Tuve mi entrevista de trabajo en la veterinaria “pet world” y gracias a Irina, pasé, así que ahora soy oficialmente, una auxiliar, y con el dinero que me dio Stefan he e
StefanUna semana sin saber absolutamente nada de Elizabeth, y, sin embargo, no he olvidado que su abuela sale de alta hoy del hospital. En especial porque me llegó la factura con el resto de la cuenta.Es por esa razón que decidí enviarle un ramo de rosas para que se recupere pronto. No creo que le causase problemas a Lizzie, en especial porque se las mandé a su abuela, no a ella.Con todo lo que hizo por mí la semana pasada, había conseguido que mi padre se tranquilizara. Ahora mismo está en Italia y no ha vuelto a llamarme de nuevo para preguntar.Mi abuela en cambio si había sido otro caso. Al principio había estado un poco insistente para que le diera su nuevo número en Canadá, pero me hice el despistado hasta que se lo olvidó; o eso espero.Creo que no me creyó del todo el cuento de que se había ido del país, pero como no me ha vuelto a preguntar; de hecho, ni siquiera se ha aparecido por la empresa; supongo que funcionó.Me encuentro sentado frente a mi escritorio, tratando de
LizzieJamás imaginé que Stefan haría algo como esto. Es un lindo gesto, pero inusual, al fin y al cabo. Si le muestro la tarjeta a mi abuela, enloquecerá, sin embargo, no tengo manera de ocultarla. Ya la ha visto.—¿Quién lo manda, Lizzie?—Mmm, Stefan.—¿Qué? No puede ser, a ver dame.Prácticamente me arranca la tarjeta de la mano, se pone a leerla y una sonrisa se le forma en los labios.—¡Qué considerado! ¿Cómo supo dónde vivimos?—Para el contrato de trabajo había que poner la dirección.—Oh, sí. Bueno, están preciosas, dale las gracias de mi parte. No lo has vuelto a ver ¿o sí?—No abuela, desde ese día no he vuelto a saber nada de él.Y esa era toda la verdad. Estaba segura de que su nombre solo se mencionaría en mis recuerdos, y ahora me sale con esto. No lo comprendo, Stefan Marriott sigue siendo un gran enigma para mí.—Qué lástima, es muy guapo.Irina se acerca a nosotras luego de atender a los invitados, me toma del brazo y me aparta de ahí.—¿Ese Stefan es el mismo que me