CAPÍTULO 30: EL TATUAJE

Stefan

—¿Cómo se atreve a decir que estoy celoso? —me pregunto en voz alta. Algo que puedo permitirme hacer porque estoy solo en la cocina ahora mismo.

Vuelvo a servirme un vaso con un poco de güisqui y me lo bebo de un solo trago.

—Es ridículo, para estar celoso tendría que sentir algo por ella y por supuesto que no —me respondo.

Si alguien me escuchase ahora pensaría que estoy loco por hablar solo.

—Señor Marriott.

Karina entra a la cocina con la ropa de Lizzie bien doblada y planchada en las manos.

—Dime.

—Aquí le traigo la ropa de la señorita, ya esta lista. ¿Quiere que se la lleve?

—No, yo lo haré, dámela.

Dejo el vaso sobre la isla de la cocina y me llevo la ropa directo hacia la habitación. Lugar del que no ha salido, desde hace como una hora. No quise seguir hablando más con ella, en especial porque me echó de ahí luego de haberle dicho eso. Supongo que sigue igual de molesta.

Mi abuela por su parte fue con los paramédicos para asegurarse de que Joanne estuviera bien. No le ag
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