LizzieSoy la peor persona del mundo. Nunca debí aceptar esto, mucho menos el collar que me acaba de dar la Nonna de Stefan creyendo que seré parte de su familia. ¡Dios! Va a odiarme cuando se entere de la verdad.No sé cómo pude contener las lágrimas frente a ella, pero ahora que se fue y no hay nadie, me voy corriendo hasta la cochera para llorar. Me siento horrible, no creo que pueda continuar más con esta mentira.El llanto sale de mis ojos de forma incontrolable, pero me obligo a detenerlo cuando escucho que abren la puerta detrás de mí.Las luces se encienden y a su vez iluminan todo el lugar, que es bastante inmenso. Stefan tiene una colección bien grande de autos.—Lizzie, ¿estás bien? Te vi correr hacia acá.Limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, sin embargo, dudo que eso sirva para ocultar mis ojos que, seguramente, ya están hinchados.—Sí, sí, es solo que tengo que irme ya —digo sin voltear a mirarlo.—¿Segura? —pregunta poniendo una mano en mi hombro y me obliga a vo
StefanDos semanas. Ese es el tiempo que llevo sin verla, y es también el mismo tiempo que llevo sin poder dormir, sin poder dejar de pensar en Lizzie.Todavía no comprendo cómo es que pudo colarse en mis pensamientos de esta manera. Sé que dentro de poco todo lo “nuestro” acabará, y se supone que debería estar aliviado por ello, sin embargo, siento todo lo contrario.Solo la he llamado un par de veces para decirle cómo estaban las cosas, la curiosidad por preguntarle si se ha vuelto a ver con el tal Daniel a veces me sobrepasaba, pese a eso, me sorprende que haya sido capaz de controlarme y no hacerlo.Confío en que ella respetará nuestro acuerdo.Después de la fiesta de mi padre, fingiremos el viaje a Canadá y esta sí será la última vez que la vea.Me sorprende lo tranquila que se quedó mi abuela luego del incidente en mi casa con Joanne. Creí que estaría más intensa molestando a Lizzie para que se probara vestidos o escogiese los otros detalles de la boda, pero no fue así. Me parec
Lizzie¡¿BODA?!¿Qué significa todo esto?Sabía que la abuela de Stefan tramaba algo, pero esto va mucho más allá de una simple emboscada para alguna sorpresa cualquiera. De todas las cosas que creí que podría hacer, nunca se me pasó por la cabeza algo así.Y pensar que mi abuela lo intuyó solo por ver el vestido. Debí hacerle caso, quizá si tuviese más malicia como ella habría podido salir de este embrollo antes.Miro a Stefan quien parece igual de sorprendido y petrificado que yo. O quizá es un gran actor y mentiroso, tal como lo ha sido con todos los demás frente a mí.No me entra en la cabeza que él haya orquestado algo así, ¿por qué planearía algo a escondidas para casarse conmigo? No, eso no tiene sentido. Todo esto tiene que ser obra de la abuela y de su padre.Miro un segundo por la borda y se me cruza la idea de brincar. Quizá pueda nadar de nuevo hasta la orilla y así zafarme de esta verdadera locura.—¿Qué quieres decir con que es nuestra boda? —cuestiona Stefan, quien es e
StefanSiento que mi padre me va a volver loco. No puedo creer que realmente haya planeado toda esta trampa, y en su propio cumpleaños.Todo para hacerme caer en las garras de su capricho absurdo de matrimonio.No veo a Lizzie muy convencida, a pesar de que acaba de decir que aceptará. Ha estado callada demasiado tiempo desde que me puse de pie y le di la espalda.—Entonces… saldremos y les diremos que sí —comento luego de tanto silencio.—No —dice poniéndose de pie de un brinco.—¿Cómo qué no?—¿Sabes qué? No puedo hacerlo, no puedo aceptar ese dinero. No todo en la vida se resuelve con eso, ¿lo sabes? ¿Qué crees que soy yo? ¿Un producto de cambio al que puedes comprar cada vez que quieras?—Sabes que eso no es cierto.—No, no lo sé, porque ni siquiera sé qué es lo que quieres realmente, pero yo sí lo sé. No me casaré contigo, saldré y le diré a tu Nonna toda la verdad, aunque me odie y quede en ridículo para toda la vida frente a los Marriott.—¡¿Qué?!Lizzie camina directo hacia la
StefanTomo una gran bocanada de aire y suspiro, ni en mis peores pesadillas me imaginé que mi padre armaría una boda para mí de esta manera. Debería estar aterrado, saltar por la borda o simplemente llenarme de valor y decir toda la maldita verdad; en cambio, no lo hago. Me quedo callado como un cobarde, o quizá, como alguien que en el fondo no está tan desanimado con la idea.Me centro en mirarla solo a ella, y Lizzie hace lo mismo conmigo. La música típica de boda comienza a sonar mientras avanza hacia mí, colgada del brazo de mi padre.La marcha parece eterna, muevo el pie con impaciencia hasta que llega hasta mí y él me la entrega.—Sé que serás muy feliz con Lizzie, y tú muchacha, sé que lograrás hacer que este cabeza dura aprenda que no todo en la vida se trata de trabajo y dinero.—Gracias señor Carlo —responde en un susurro.—Muy bien, empecemos con la ceremonia —anuncia el padre.Tomo la mano de Lizzie, que está tan fría como el hielo y temblorosa como una hoja al viento. Ha
LizzieTengo que repetirme una y otra vez en mi cabeza que esto no es real. No es real, no es real.El problema es que cada vez se me está haciendo más difícil distinguirlo. ¿Cómo le explico a mi corazón que todo esto no es más que un acto? Un trabajo por el que me están pagando.Ahora que estoy casada con él, y luego de ver que su abuela casi se muere cuando traté de decirle la verdad, me siento más culpable que nunca, y ese dinero se siente como si lo hubiera obtenido después de haber matado a alguien.Llevo horas en la fiesta, bebiendo y bailando en la pista con Stefan, y en alguna ocasión con otros invitados. Los pies me duelen y para ser sincera, me he pasado de copas desde hace un buen rato ya.En parte creo que esa es la razón por la que ya no puedo saber qué es real y qué es lo falso. Él ha sido tan amable y dulce conmigo. Ese beso al momento de declararnos marido y mujer me hizo sentir mil cosas, cosas que no había sentido nunca, con nadie.Y luego en nuestro primer baile com
LizzieQuizá empezar el viaje estando borracha hasta la médula no sea la mejor idea, pero no pude evitar beberme todo lo que encontré. Necesitaba apagar mi cerebro, no solo por estar en un avión a miles de metros de altura, sino también para no pensar más en toda la locura que acabo de hacer.Stefan me mira con ojos de reproche mientras me ayuda a bajar del avión y yo me tambaleo de un lado a otro.—No debiste hacer eso Lizzie —regaña.—Ay, deja de ser tan amargado pastelito, vamos, tú también deberías relajarte un poco, es nuestra luna de miel —le digo conteniendo la risa.A decir verdad, mi filtro de control está muy apagado.—Definitivamente estás muy borracha si me vas a llamar pastelito.Suelto una carcajada sin poder evitarlo, entretanto, Stefan me sujeta con firmeza del brazo y avanza con las maletas solo un par de pasos hasta que un hombre muy amable trae uno de esos carritos transportadores. Monta las maletas ahí y nos conduce hasta la salida del aeropuerto.Estoy ebria, pero
StefanCuando abro los ojos, lo primero que veo es hacia la ventana. Ya es de noche en París, las luces de la torre Eiffel iluminada es todo un espectáculo digno de ver, pero no tanto como lo que se encuentra a mi otro lado.Giro la cabeza para encontrarme con la visión de su bello rostro, uno que parece el de un ángel. Lizzie está profundamente dormida sobre mi pecho, uno de sus brazos sobresale de la sábana y reposa delicada sobre mi pecho.Me parece un sueño, un loco sueño que esto esté pasando. Me acosté con ella… y aunque quisiera decir que todo fue culpa del champán, la verdad es que no es así, porque en el fondo, lo deseaba. Quería estar con ella, quería que me perteneciera.Sin embargo, ahora que estoy sobrio pienso que la incertidumbre de lo que sucederá entre nosotros avivará mi dolor de cabeza.Ella se remueve en la cama y comienza a despertar. No tengo idea de cuál va a ser su reacción, así que opto por quedarme muy quieto.Lizzie abre los ojos y al principio no parece ser