LizzieQuizá empezar el viaje estando borracha hasta la médula no sea la mejor idea, pero no pude evitar beberme todo lo que encontré. Necesitaba apagar mi cerebro, no solo por estar en un avión a miles de metros de altura, sino también para no pensar más en toda la locura que acabo de hacer.Stefan me mira con ojos de reproche mientras me ayuda a bajar del avión y yo me tambaleo de un lado a otro.—No debiste hacer eso Lizzie —regaña.—Ay, deja de ser tan amargado pastelito, vamos, tú también deberías relajarte un poco, es nuestra luna de miel —le digo conteniendo la risa.A decir verdad, mi filtro de control está muy apagado.—Definitivamente estás muy borracha si me vas a llamar pastelito.Suelto una carcajada sin poder evitarlo, entretanto, Stefan me sujeta con firmeza del brazo y avanza con las maletas solo un par de pasos hasta que un hombre muy amable trae uno de esos carritos transportadores. Monta las maletas ahí y nos conduce hasta la salida del aeropuerto.Estoy ebria, pero
StefanCuando abro los ojos, lo primero que veo es hacia la ventana. Ya es de noche en París, las luces de la torre Eiffel iluminada es todo un espectáculo digno de ver, pero no tanto como lo que se encuentra a mi otro lado.Giro la cabeza para encontrarme con la visión de su bello rostro, uno que parece el de un ángel. Lizzie está profundamente dormida sobre mi pecho, uno de sus brazos sobresale de la sábana y reposa delicada sobre mi pecho.Me parece un sueño, un loco sueño que esto esté pasando. Me acosté con ella… y aunque quisiera decir que todo fue culpa del champán, la verdad es que no es así, porque en el fondo, lo deseaba. Quería estar con ella, quería que me perteneciera.Sin embargo, ahora que estoy sobrio pienso que la incertidumbre de lo que sucederá entre nosotros avivará mi dolor de cabeza.Ella se remueve en la cama y comienza a despertar. No tengo idea de cuál va a ser su reacción, así que opto por quedarme muy quieto.Lizzie abre los ojos y al principio no parece ser
LizzieLo de anoche fue simplemente maravilloso. No sé qué pensar al respecto, no quiero hacerlo porque sé que podría acabarse en cualquier momento. Recuerdo cada toque de sus dedos sobre mi piel, esa forma en la que me hizo suya una vez más. Estaba segura de que él no sentía nada por mí, que la primera vez que estuvimos juntos solo fue culpa de las copas de más. Sin embargo, anoche me tomó entre sus brazos y confirmó lo que venía pensando desde hace un tiempo: que él siente algo por mí tanto como yo por él.Traen el desayuno a la habitación mientras él se baña. El estómago me gruñe. Trato de esperarlo, pero la tentación de probar la deliciosa comida me hace agua la boca y no puedo resistirme.Pruebo un poco de la ensalada de frutas y el pan tostado justo cuando Stefan se asoma desde el baño.—¿Comiendo sin mí? —Lo siento, no podía esperarte más —le digo encogiéndome de hombros.—Está bien, come, lo necesitarás.Lo miro con una ceja enarcada, ¿qué quiso decir con eso? Me sonríe de m
StefanLa expresión de Lizzie me deja saber que he cometido un terrible error. Me muestra la factura de lo que le he pagado en la universidad y no sé ni qué decirle. Creí que había hecho algo lindo por ella, pero veo que me equivoqué.—Estoy esperando tu explicación, Stefan —exige con el ceño fruncido.—Lizzie, yo… es que… creí que te estaba ayudando.—¿Ayudarme? Ni siquiera has sido capaz de preguntarme si lo quería. Se pone de pie e ignora los dos pastelillos que traje para que comiésemos. Comienza a caminar para alejarse de la plaza.—Espera, no te vayas así.—Llévame al hotel —demanda.—No lo comprendo, ¿por qué no lo querrías? Cualquier otra chica estaría encantada con que haga algo así por ella.Lizzie me mira con rencor y se echa a reír.—¿Eso es lo que crees que soy? ¿Una cualquiera? ¡Llévame al hotel! —Sabes que eso no es lo que quise decir.No me responde y solo sigue su camino hasta el vehículo.Si soy sincero, no la entiendo. No comprendo por qué razón podría estar tan
LizzieNi siquiera sé por qué estoy llorando realmente. Voy de camino hacia mi casa en un taxi y las lágrimas no paran de salir de mis ojos como si hubiese perdido algo importante. Me limpio los ojos con el dorso de la mano, mientras el conductor me da una mirada condescendiente a través del espejo retrovisor. No puedo creer que Stefan me dijese todas esas cosas. Debí saber que para él no soy más que un contrato, una chica desafortunada de la que se aprovechó para cumplirle los caprichos de rico a su padre, e incluso a él mismo.Fui una tonta al pensar que podía pasar algo real entre los dos, ¿en qué demonios estaba pensando cuando me permití ilusionarme de esa manera? Pero no puedo culparlo a él de todo. En realidad, también es mi culpa por dejarme envolver en el mundo de fantasía al que me estaba metiendo. Traté por todos los medios de decirle a mi cerebro que todo eso no era más que una actuación, pero a veces es difícil distinguir entre la ficción y lo que es real. Ahora solo
StefanEl ambiente de tensión en la empresa se puede cortar con un cuchillo. Cuando entro por las enormes puertas de cristal lo primero que veo es a la recepcionista, quien me mira entre sorprendida y asustada, como si no se esperase mi presencia tan pronto.—Señor Marriott, qué sorpresa verlo aquí, creí que estaba en su luna de miel.—No tengo tiempo para esas cosas Heather, por favor envía directamente a mi oficina todos los reportes de lo que ha sucedido hasta el momento. Quiero saber quienes han venido, hasta el hijo del personal de limpieza si hace falta.—Sí señor.Subo como una bala por el ascensor, imagino que mi padre todavía se encuentra en la oficina. No sé si me molesta el hecho de que no se haya dignado en avisarme sobre lo que está pasando, o quizá Tyson está exagerando la situación.A medio camino en el pasillo, me lo encuentro con una montaña de papeles y el auricular del “manos libres” en la oreja.—¡CEO Marriott! Su padre está ahí —me avisa con una seña de su cabeza.
LizzieEncontrarme a Danny aquí no es casualidad, pues es el mismo hospital donde lo vi la última vez. Para ser sincera no habría vuelto nunca, después de lo que pasó con Stefan, ni siquiera supe dónde meter la cara de la vergüenza, sin embargo, no es que tuviese otra alternativa.No quiero que me vea con la cara hinchada y los ojos empapados en lágrimas, pero a estas alturas es inútil que no lo haga. Su mirada preocupada me hace dejar a un lado la pena que siento con él. Me pongo de pie y limpio mis mejillas con el dorso de la mano, para así, al menos, disimular un poco.—Danny, ¿qué haces aquí? —pregunto como una tonta. Él se echa a reír levemente.—Trabajo aquí, ¿lo olvidaste? ¿Qué tienes? ¿Por qué estás llorando?—Es mi abuela —suelto de sopetón.—¿De nuevo? —pregunta entre curioso y genuinamente preocupado.—Creo que tuvo un infarto, no lo sé —digo meneando la cabeza.—¡Oh! Lo lamento mucho, ¿dónde está? Quizá pueda averiguar algo por ti.—¿En serio? Eso sería increíble, aquí no
StefanEntre la repulsión y el desprecio, no sé cuál de las dos elegir para describir con más certeza lo que siento al ver a Joanne entrar a mi oficina.—Esto tiene que ser una broma, ¿verdad?—Por supuesto que no es una broma, mi amor. Yo soy la solución a todos tus problemas, siempre lo he sido.—¿Qué significa esto? —pregunto sin dejar de mirar a mi tío. Debí saber que no se traía nada bueno.Me llega a la mente el recuerdo de lo que me dijo Lizzie ese día en el yate, ella los vio hablando juntos, y por supuesto, no olvido que los encontré en una actitud sospechosa aquella vez en el hospital.—Escucha lo que Joanne tiene para ti —sugiere mi tío, aunque dudo mucho que me vayan a dejar opción. Lo han planeado muy bien para joderme, estoy seguro.—No pienso escuchar nada que venga de esta mujer, pueden ahorrarse sus chantajes y amenazas, sea lo que sea, no lo aceptaré.—Ay cariño, ¿por qué estás tan a la defensiva? Deberías escucharme si quieres salvar tu empresa —dice con una sonrisa