StefanSiento que mi padre me va a volver loco. No puedo creer que realmente haya planeado toda esta trampa, y en su propio cumpleaños.Todo para hacerme caer en las garras de su capricho absurdo de matrimonio.No veo a Lizzie muy convencida, a pesar de que acaba de decir que aceptará. Ha estado callada demasiado tiempo desde que me puse de pie y le di la espalda.—Entonces… saldremos y les diremos que sí —comento luego de tanto silencio.—No —dice poniéndose de pie de un brinco.—¿Cómo qué no?—¿Sabes qué? No puedo hacerlo, no puedo aceptar ese dinero. No todo en la vida se resuelve con eso, ¿lo sabes? ¿Qué crees que soy yo? ¿Un producto de cambio al que puedes comprar cada vez que quieras?—Sabes que eso no es cierto.—No, no lo sé, porque ni siquiera sé qué es lo que quieres realmente, pero yo sí lo sé. No me casaré contigo, saldré y le diré a tu Nonna toda la verdad, aunque me odie y quede en ridículo para toda la vida frente a los Marriott.—¡¿Qué?!Lizzie camina directo hacia la
StefanTomo una gran bocanada de aire y suspiro, ni en mis peores pesadillas me imaginé que mi padre armaría una boda para mí de esta manera. Debería estar aterrado, saltar por la borda o simplemente llenarme de valor y decir toda la maldita verdad; en cambio, no lo hago. Me quedo callado como un cobarde, o quizá, como alguien que en el fondo no está tan desanimado con la idea.Me centro en mirarla solo a ella, y Lizzie hace lo mismo conmigo. La música típica de boda comienza a sonar mientras avanza hacia mí, colgada del brazo de mi padre.La marcha parece eterna, muevo el pie con impaciencia hasta que llega hasta mí y él me la entrega.—Sé que serás muy feliz con Lizzie, y tú muchacha, sé que lograrás hacer que este cabeza dura aprenda que no todo en la vida se trata de trabajo y dinero.—Gracias señor Carlo —responde en un susurro.—Muy bien, empecemos con la ceremonia —anuncia el padre.Tomo la mano de Lizzie, que está tan fría como el hielo y temblorosa como una hoja al viento. Ha
LizzieTengo que repetirme una y otra vez en mi cabeza que esto no es real. No es real, no es real.El problema es que cada vez se me está haciendo más difícil distinguirlo. ¿Cómo le explico a mi corazón que todo esto no es más que un acto? Un trabajo por el que me están pagando.Ahora que estoy casada con él, y luego de ver que su abuela casi se muere cuando traté de decirle la verdad, me siento más culpable que nunca, y ese dinero se siente como si lo hubiera obtenido después de haber matado a alguien.Llevo horas en la fiesta, bebiendo y bailando en la pista con Stefan, y en alguna ocasión con otros invitados. Los pies me duelen y para ser sincera, me he pasado de copas desde hace un buen rato ya.En parte creo que esa es la razón por la que ya no puedo saber qué es real y qué es lo falso. Él ha sido tan amable y dulce conmigo. Ese beso al momento de declararnos marido y mujer me hizo sentir mil cosas, cosas que no había sentido nunca, con nadie.Y luego en nuestro primer baile com
LizzieQuizá empezar el viaje estando borracha hasta la médula no sea la mejor idea, pero no pude evitar beberme todo lo que encontré. Necesitaba apagar mi cerebro, no solo por estar en un avión a miles de metros de altura, sino también para no pensar más en toda la locura que acabo de hacer.Stefan me mira con ojos de reproche mientras me ayuda a bajar del avión y yo me tambaleo de un lado a otro.—No debiste hacer eso Lizzie —regaña.—Ay, deja de ser tan amargado pastelito, vamos, tú también deberías relajarte un poco, es nuestra luna de miel —le digo conteniendo la risa.A decir verdad, mi filtro de control está muy apagado.—Definitivamente estás muy borracha si me vas a llamar pastelito.Suelto una carcajada sin poder evitarlo, entretanto, Stefan me sujeta con firmeza del brazo y avanza con las maletas solo un par de pasos hasta que un hombre muy amable trae uno de esos carritos transportadores. Monta las maletas ahí y nos conduce hasta la salida del aeropuerto.Estoy ebria, pero
StefanCuando abro los ojos, lo primero que veo es hacia la ventana. Ya es de noche en París, las luces de la torre Eiffel iluminada es todo un espectáculo digno de ver, pero no tanto como lo que se encuentra a mi otro lado.Giro la cabeza para encontrarme con la visión de su bello rostro, uno que parece el de un ángel. Lizzie está profundamente dormida sobre mi pecho, uno de sus brazos sobresale de la sábana y reposa delicada sobre mi pecho.Me parece un sueño, un loco sueño que esto esté pasando. Me acosté con ella… y aunque quisiera decir que todo fue culpa del champán, la verdad es que no es así, porque en el fondo, lo deseaba. Quería estar con ella, quería que me perteneciera.Sin embargo, ahora que estoy sobrio pienso que la incertidumbre de lo que sucederá entre nosotros avivará mi dolor de cabeza.Ella se remueve en la cama y comienza a despertar. No tengo idea de cuál va a ser su reacción, así que opto por quedarme muy quieto.Lizzie abre los ojos y al principio no parece ser
LizzieLo de anoche fue simplemente maravilloso. No sé qué pensar al respecto, no quiero hacerlo porque sé que podría acabarse en cualquier momento. Recuerdo cada toque de sus dedos sobre mi piel, esa forma en la que me hizo suya una vez más. Estaba segura de que él no sentía nada por mí, que la primera vez que estuvimos juntos solo fue culpa de las copas de más. Sin embargo, anoche me tomó entre sus brazos y confirmó lo que venía pensando desde hace un tiempo: que él siente algo por mí tanto como yo por él.Traen el desayuno a la habitación mientras él se baña. El estómago me gruñe. Trato de esperarlo, pero la tentación de probar la deliciosa comida me hace agua la boca y no puedo resistirme.Pruebo un poco de la ensalada de frutas y el pan tostado justo cuando Stefan se asoma desde el baño.—¿Comiendo sin mí? —Lo siento, no podía esperarte más —le digo encogiéndome de hombros.—Está bien, come, lo necesitarás.Lo miro con una ceja enarcada, ¿qué quiso decir con eso? Me sonríe de m
StefanLa expresión de Lizzie me deja saber que he cometido un terrible error. Me muestra la factura de lo que le he pagado en la universidad y no sé ni qué decirle. Creí que había hecho algo lindo por ella, pero veo que me equivoqué.—Estoy esperando tu explicación, Stefan —exige con el ceño fruncido.—Lizzie, yo… es que… creí que te estaba ayudando.—¿Ayudarme? Ni siquiera has sido capaz de preguntarme si lo quería. Se pone de pie e ignora los dos pastelillos que traje para que comiésemos. Comienza a caminar para alejarse de la plaza.—Espera, no te vayas así.—Llévame al hotel —demanda.—No lo comprendo, ¿por qué no lo querrías? Cualquier otra chica estaría encantada con que haga algo así por ella.Lizzie me mira con rencor y se echa a reír.—¿Eso es lo que crees que soy? ¿Una cualquiera? ¡Llévame al hotel! —Sabes que eso no es lo que quise decir.No me responde y solo sigue su camino hasta el vehículo.Si soy sincero, no la entiendo. No comprendo por qué razón podría estar tan
LizzieNi siquiera sé por qué estoy llorando realmente. Voy de camino hacia mi casa en un taxi y las lágrimas no paran de salir de mis ojos como si hubiese perdido algo importante. Me limpio los ojos con el dorso de la mano, mientras el conductor me da una mirada condescendiente a través del espejo retrovisor. No puedo creer que Stefan me dijese todas esas cosas. Debí saber que para él no soy más que un contrato, una chica desafortunada de la que se aprovechó para cumplirle los caprichos de rico a su padre, e incluso a él mismo.Fui una tonta al pensar que podía pasar algo real entre los dos, ¿en qué demonios estaba pensando cuando me permití ilusionarme de esa manera? Pero no puedo culparlo a él de todo. En realidad, también es mi culpa por dejarme envolver en el mundo de fantasía al que me estaba metiendo. Traté por todos los medios de decirle a mi cerebro que todo eso no era más que una actuación, pero a veces es difícil distinguir entre la ficción y lo que es real. Ahora solo