Selene se había llevado muchas sorpresas en sus veinticuatro años de vida, pero aquello era tan inesperado y absurdo que no era capaz de entenderlo. Si no fuera por su seria expresión, aquello sería una broma.
— Perdone, pero no le entiendo. ¿Quiere pagarme para que finja ser su novia, su amante?
— Así es, pero en mi mundo les decimos «amante» o «amiga», pero a dónde vamos allí no puedes ser nada de eso, sino mi prometida, mi novia.
— ¿Novia? ¿Y tendría que compartir dormitorio con usted? Pregunto ella.
— Si por supuesto, pero no sé preocupe, no pasará nada entre los dos. —respondió él tranquilamente. — Mi familia debe creer que nuestra relación es seria. —Selene se disgustó y se levantó de un salto.
— Pienso que se ha equivocado de persona, señor Wolf. Yo no puedo hacer eso, no soy una mentirosa, menos somos novio.
— Ya lo sé, señorita Scott, que no somos nada, pero necesito su ayuda. —dijo él entonces, con una sonrisa que le dio un escalofrío por su espina dorsal.
— Sé que me ayudara, eres una chica muy inteligente. Tendrá que fingir afecto y pasión solo en presencia de mi familia. Cuando estemos solos, no tendrá que hacer nada en absoluto. Solamente será una relación profesional.
Selene apretó el bolso contra su estómago mientras daba un paso atrás.
— No, pienso compartir cama con usted. Lo siento, no puedo hacer eso, ya le dije. Búsquese a otra.
— Pero no quiero a otra, señorita Scott. La quiero a usted.
— Si lo sé y no me interesa saber por qué desea engañar a su familia. Adiós, señor Wolf.
— Antes de tirar por la ventana esta oportunidad, reflexiónalo bien Selene.
— Pero yo… ¿Por qué yo?.
Él no se había molestado tanto en encontrar otra perfecta candidata, Selene era la perfecta para aquella decisión que había tomado. En menos de dos semanas, el título de su familia, pasaría a manos de su primo, Tomaso, y él necesitaba una compañera. Pero no le había dicho toda la verdad porque tenía el presentimiento que ella se negaría. Y la necesitaba antes que le arrebataran su título que por derecho le correspondía.
Para evitar todo eso, necesitaba que Selene firmase el acuerdo ese mismo día. Había estado seguro de que doscientos mil dólares la convencerían sin mayores discusiones, pero al parecer no era así. Selene Scott había trabajado esporádicamente en varios trabajos hasta llegar a trabajar en las empresas Wolf seguros. Su mayor fuente de ingresos era su trabajo como secretaria allí. Pero aquello era una locura.
— ¿Puede decirme, de nuevo, cuánto me va a pagar?. —le preguntó ella, Steven lo hizo y luego se arrellanó en el sofá, esperando. Le había encargado a su abogado la tarea de hacer el documento para que ella lo firmara.
— Si firmas este contrato, te daré los doscientos mil dólares Selene.
Su abogado le había dicho que buscará a una mujer, que no pusiera inconveniente y le pagará ese precio, en ese momento pensó en su secretaria, su fiel compañera de trabajo. Además, Selene era la ideal, por su físico pelo rubio dorado y sus inteligentes ojos verdes, Selene Scott, había capturado su atención inmediatamente cuando entro en su plantilla de trabajadores como su secretaria.
Había algo en ella que encajaba en su mundo. Para comprobar que ella lo ayudaría pagaría sus deudas, porque Selene Scott tenía y muchas. Además, él le pagaría aparte unos doscientos mil dólares aparte. La inteligencia que había intuido en ella era genuina. En su mundo había gente bendecida con dinero y belleza a expensas de neuronas. Selene había sido bendecida con belleza y neuronas, pero sin dinero y llena de deudas. Exactamente, lo que él necesitaba porque tendría que ser algo más que un adorno.
— ¿Está interesada si o no?. —le preguntó después de unos minutos.
Ella parpadeó un par de veces, como aturdida, y después asintió con la cabeza. Sin duda, ese inteligente y suspicaz cerebro ya estaba imaginando en pagar sus deudas y vivir sin preocupación.
— Entonces Selene, siéntese y sigamos hablando.
— Muy bien.
— Escúchame con atención Selene, el próximo fin de semana, Giovanna, mi abuela, organizará una fiesta donde acudirán muchos de los hombres más ricos e importantes de Roma. Y los miembros de la familia, todos ellos, se alojarán en el palaciego de la abuela. Durante todo un fin de semana. Usted y yo llegaremos el viernes. Así tendremos tiempo para que nos vean juntos y para conocernos un poco mejor.
— ¿Qué espera de mí, además de fingir que estoy enamorada, que quiere demostrarle a su familia, y conocidos?
— Eso es algo que revelaré cuando hayamos firmado el contrato. —Selene lo miró con suspicacia.
— No será algo ilegal, ¿verdad? No estará planeado algo en contra de su familia.
— No es nada ilegal, y menos para dañar a mi familia, además usted es una mujer inteligente. Y sabe cómo hacer las cosas eres muy directa y una fosforito.
— ¿Cómo es eso?
— Que sé cómo trabaja y se entiende con los clientes.
— Pero…
— Nada… no se preocupe, sé que se comportará con mi familia. —le dijo Steven.
— La fiesta de mi abuela Giovanna es un evento social al que acudirán muchos periodistas. Pero, por supuesto, tendrá que firmar un contrato de confidencialidad junto con el pago por sus servicios. Necesito de su discreción Selene.
Ella seguía mirándolo en silencio. No había parpadeado desde que mencionó sus deudas.
— Yo he puesto mis cartas sobre la mesa, señorita Scott. ¿Está de acuerdo o no? Necesito una respuesta inmediatamente. Si no está dispuesta a hacerlo puede retirarse y seguir siendo mi secretaria.
Fueron esas palabras lo que sacó a Selene de sus pensamientos. «Puede retirarse y seguir siendo mi secretaria». Estaba loco, en verdad estaba desquiciado. Selene quería cubrirse los oídos, cerrar los ojos y despertar de aquel sueño. «No te asustes, tranquila, no pasa nada». Se decía ella en su adentro, pero era lógico tener miedo.
Si Steven Wolf solo quería que lo ayudara con esa fiesta, pero fingir su novia. Debería haber salido corriendo cuando tuvo la oportunidad, pero, tontamente, pensaba en solucionar las deudas que tenía, además vivía sola desde hace muchos años, y lo que él le proponía, había despertado su curiosidad.
Se había sentado para escuchar su proposición por su estúpida, y absurda curiosidad. Quería saber por qué un hombre como él pagaría una fortuna para que fingiese ser su prometida, algo había detrás de todo aquello. Su intención era escucharlo para después decidir. Pero Steven Wolf, aquel hombre guapísimo, su jefe por el que estaba a punto de cometer una locura, podía poner todo su mundo patas arriba.
— ¿Cuándo necesita una respuesta, señor Wolf?. —le preguntó, intentando ganar tiempo para reflexionar, para planear, para escapar.
— Ahora mismo, señorita Scott. El contrato de confidencialidad están preparados para la firma. Firme o márchese, usted decide.
Sus ojos claros estaban clavados en ella, su atractivo rostro estaba serio. Para ella el nombre de su jefe era algo normal, y lo que hiciera no era de su incumbencia. Había entrado en la empresa a trabajar, sin saber que iba a encontrarse con uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.
— Necesito una respuesta, señorita Scott.
— Muy bien, firmaré ese contrato. —dijo ella, asustada.
Si la única forma de garantizar pagar sus deudas, era aceptar aquella proposición, tendría que hacerlo. Y luego rezaría para que nadie se enterara de la falsa. No quería ni suponer en las consecuencias. Mientras se tomaba una copa de whisky, Steven se preguntó cómo demonios iba a hacer para quitarse aquellos pensamientos en la cabeza. Selene Scott, asustada, preocupada por lo que le había dicho, se había sorprendido al decirle que, durante dos semanas, sería su prometida. Desde luego, no era fácil de olvidar, a un hermoso rostro como ella.
Cuando la había mirado, de no haber sido por su inmenso control, le habría hecho el amor allí mismo, era una tentación. Se removió incómodo en el sillón y se quedó mirando por la ventana del estudio, a fuera todo estaba oscuro. Aquella mujer tenía una espesa mata de pelo rubio. Sin poder evitarlo, se imaginó lavándole el pelo. Se volvió a remover y tomó otro trago de whisky. Sin pensarlo, se pasó la punta del dedo sobre la copa.Cerró los ojos y saboreó el momento. Una chica normal se había convertido en simplemente deseo. No era que estuviera excitado. Sin embargo, le estaba sucediendo algo que no comprendía con ella. En lugar de querer que fuera otra mujer, él decidió por su secretaria. Prefería estar cerca de ella, para poder vigilarla, era su secretaria y el fin de semana sería su prometida.— ¿Puedo pasar?. —Steven se giró y vio entrar a Selene.— Por supuesto, siéntese. Todavía nos quedan por hablar algunas cosas. —Selene entró al estudio. Aquel gesto inocente le encantó a Steve
Aunque todo el apartamento cabría en el vestíbulo de la casa de su abuela Giovanna. Pero estaba limpio y olía bien, a dulce de algo. Su hogar tenía estilo y buen gusto y eso era admirable. Selene entró en el salón con un jarrón de cristal lleno de rosas que colocó sobre una mesa.— ¿Has terminado? Vamos que nos esperan.— Espera un momento.Selene desapareció de nuevo y cuando volvió, se había puesto unas sandalias doradas y un agradable perfume que olía a dulce y que parecía envolver todo el apartamento. Llevaba un vestido verde con tirantes, se veía como toda una ninfa. Una fina cadena plateada, separaba el corpiño de la falda de vuelo, que caía por debajo de las rodillas. Con el pelo suelto y un poco de maquillaje. Tenía un aspecto sencillo y elegante.— ¿Y bien? Que le parece. —le preguntó ella.— ¿Satisfecho con el vestido que tú has pagado?.Steven se mordió la lengua para contener la rabia que provocaba la actitud de ella, al expresarse además le haría saber quién era él. Ademá
Tragándose la rabia porque le había herido su sentimiento, lo miró con gesto de adoración.— Seré hija única, y sin más familia. Sin embargo, la única razón por la que estoy aquí es porque soy tu única tabla de salvación jefe. —Steven la miró, atónito.— Es verdad lo que dices, pero hay un detalle, tienes muchas deudas.— Eres… eres…— Nada cielo perdóname por mis palabras.— Si vas a decir cosas que pueden heridme, porque pensarías en mí, yo no fuera aceptado tu proposición. —Steven tuvo que hacer un esfuerzo para contenerse, si le había dado en la torre. — Sí, quería que lo ayudara, lo habría hecho sin la necesidad de ofrecerme dinero.— ¿Entonces por qué aceptaste todo esto?.Selene torció el gesto. La noche no estaba yendo como ella había esperado. En lugar de asimilar la información que él le daba, él solo discutía como debería hacer las cosas. Entonces él le dijo.— Necesito una persona como tú, sencilla, amorosa y muy bella. Para que mi abuela vea que ya no estoy con alguien, q
Siempre habría cicatrices, ya no tenía familia y estaba sola sin nadie, y tendría que rezar para que aquel trabajo no acabase siendo una nueva tragedia. De hecho, tal vez debería convencer a Steven de que ella no era la persona adecuada.— Steven… conozco a todas tus amantes.— Así es Selene.— Pues deja que lo haga una de ellas. Yo solo he aceptado porque eres mi jefe, pero puede que otra si tenga agallas…— Es demasiado tarde. —la interrumpió él.— Yo no diré nada, te lo aseguro. Te devolveré el dinero y firmaré lo que tú quieras, y buscas a otra Steven.— Ya te he dicho que es demasiado tarde, mi tesorina. —repitió Steven, con un brillo helado en sus ojos azules.— Ya nos han visto juntos.— Pero solamente hemos salido una vez, y hoy Steven, por favor.— Créeme, mi vida. Te cambiaría por otra, encantado pero esdemasiado tarde. Y conociendo a Caleb ya Giovanna se estará enterando de que tengo una prometida.— ¿Después de una sola cita? Por Dios Steven. —preguntó ella, incrédula.—
Selene solo sonreía, intentando controlar sus emociones mientras organizaba sus ideas. Un golpecito en la mesa hizo que su corazón se volviese loco de nuevo. No tenía la menor duda de quién estaba frente de ella. Nicole, la amiga de ella, entre cerro los ojos y miro al caballero.— Disculpe lo conozco. —él solamente se echó, a reír.— ¡Vaya! ¿Qué si me conoce su amiga Selene?.— No, me imaginaba que Selene fuera amiga de un hombre tan guapo y sexy, como usted.— Ya veo que su amiga está muy callada, puedo acompañarlas. —Selene saltó de la mesa, y le dice a su amiga.— Ya vuelvo, Nicole, voy a hablar un momento con el señor.— Ok… está bien aquí, te espero. —Selene cerró los ojos un momento al escuchar la voz de Steven, pero se volvió hacia él esbozando una sonrisa.— Te dije que iba a salir con una amiga, no era para que me siguieras.— Bueno, he venido a buscarte Selene Scott.Steven llevaba un polo azul marino y unos vaqueros oscuros, el pelo todo impecable como de costumbre. Y sabía
No sabía si la prensa publicaría foto de ella con Steven, pero, por si acaso, quería estar preparada. Con un poco de suerte, los fotógrafos que, según Steven acamparían en la mansión de su abuela, para la fiesta estarían demasiado ocupados fotografiando a los ricos y famosos como para fijarse en ella. Ser vista con Steven podría cambiar su vida.Steven había dejado perfectamente claro que era demasiado tarde. Para él lo importante era su título, nada más, y ella tenía que ayudarlo en esa falsa situación.— Pensé que todo el mundo debía creer que estábamos enamorados, lo dejaste claro. —dijo ella, pestañeando coquetamente.— Nuestro amor arderá como una llama durante dos semanas y luego, tristemente, se extinguirá.No había alegría en la expresión de Steven, él sabía que todo aquello era mentira, de dos semanas. Cuando Selene se entera de que las letras diminutas decía que por un año, ella armaría un grito en el cielo, y hasta que no estuviera seguro no le diría nada.— Los términos de
Steven no sabía por qué quería saber sobre sus deudas, algo que normalmente pasaba, aunque lo hizo reír. — ¿Cuánto tiempo tienes con esas deudas? — Bueno, hace dos años las cosas se pusieron feas. — ¿Feas por qué? ¿No pudiste buscar ayuda? — No, muy difícil cuando estás sola, y eres hija única. — ¿Pero por qué adquiriste esas deudas no me has dicho? — Como te explico, las deudas en sí son de mis padres. —respondió Selene con innegable orgullo. — Mi madre era profesora suplente. ¿Lo ves? Una familia totalmente normal. Crecí en una ciudad donde nunca ocurría nada importante. Steven se sentía relajado, algo tan extraño para él como el sonido de su propia risa. Tal vez era la suave iluminación o ver a Selene relajada en el sofá, charlando amigablemente con él. — ¿A qué se dedica tu padre? —Selene bajó la mirada. — Mi padre era contador. — Vaya por eso tus dotes en los números. — Si gracias a él aprendí mucho, lástima que los dos hayan muerto y no te preocupes, eso fue hace much
Steven la miró a los ojos. Era una pena que pensará de esa manera, tenía un futuro prometedor. Y se preguntaba si no quería dar ese salto, por lo ocurrido con sus padres y estar sola. El sitio de Selene estaba en una oficina ayudando a los demás, como toda samaritana.Ella se estiró en ese momento, sin darse cuenta de que, al hacerlo, sus pechos se marcaban bajo la blusa. Y Steven la miraba como un bebé que quiere ser amamantado.— Me voy a dormir ya Steven, ya tengo sueño. —ardiendo de deseo, Steven se levantó del sofá.— Te acompaño a tu habitación.Con la bolsa de viaje y el sobre de los documentos en sus manos, Selene lo siguió por el pasillo hasta que abrió una puerta y dio un paso atrás. Y ella se asomó.— Tiene un baño privado. Si me necesitas, estaré en la habitación de enfrente Selene.— Gracias jefe.— De nada. Bueno, te dejo para que descanses mi tesorina. —ella asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos.— ¿Steven?— ¿Sí?— Siento haber sido tan antipática y sarcástica an