Cuando la había mirado, de no haber sido por su inmenso control, le habría hecho el amor allí mismo, era una tentación. Se removió incómodo en el sillón y se quedó mirando por la ventana del estudio, a fuera todo estaba oscuro. Aquella mujer tenía una espesa mata de pelo rubio. Sin poder evitarlo, se imaginó lavándole el pelo. Se volvió a remover y tomó otro trago de whisky. Sin pensarlo, se pasó la punta del dedo sobre la copa.
Cerró los ojos y saboreó el momento. Una chica normal se había convertido en simplemente deseo. No era que estuviera excitado. Sin embargo, le estaba sucediendo algo que no comprendía con ella. En lugar de querer que fuera otra mujer, él decidió por su secretaria. Prefería estar cerca de ella, para poder vigilarla, era su secretaria y el fin de semana sería su prometida.
— ¿Puedo pasar?. —Steven se giró y vio entrar a Selene.
— Por supuesto, siéntese. Todavía nos quedan por hablar algunas cosas. —Selene entró al estudio. Aquel gesto inocente le encantó a Steven y se quedó mirándola como si fuera un lobo.
— Es la primera vez que me quedo fuera de casa. Claro, a veces he llegado tarde un poco pasada la media noche. —Selene estaba nerviosa. Steven se rio por la manera que ella decía las cosas. Le gustó porque ayudó a relajar el ambiente y a relajar también la terrible tensión que sentía por todo su cuerpo.
— Le diré a Rita que nos prepare la cena. —Selene se volvió y lo miró a los ojos.
— ¿Rita es su cocinera? Apenas hemos tenido ocasión de conocernos.
— Bueno, ella a usted sí, Rita es muy observadora. —contestó Steven más serio. Se hizo el silencio. Selene se puso en pie lentamente y fue hacia el ordenador portátil, que tenía en el estudio.
— ¿Necesita que lo ayude? Preguntó sonrojada.
— No, la jornada laboral ya ha concluido, además está aquí por otra cosa, si quiere puede tomar algo. —contestó Wolf indicándole el vaso de whisky y señalándole el bar.
— Sírvase algo. No creo que le venga mal. Selene, la puedo tutear, la puedo llamar así. —Selene miró dubitativa hacia el bar.
— No se preocupe, no se lo voy a echar en cara mañana. Yo también necesitaba beber algo. —dijo Wolf terminándose el vaso que tenía entre las manos y mirando de nuevo por la ventana. Selene se acercó a la barra y se sirvió una copa. Steven Wolf era un hombre extraño, pero quizá fuera por tener tanto dinero.
Aunque había algo en él que iba más allá del dinero, algo primario y visceral. Lo había visto en su mirada y en cómo estaba intranquilo, y se movía por todo él estudió. Lo hacía como si estuviera incómodo. Selene se sirvió un poco más de alcohol y se preguntó si la incomodidad sería contagiosa, porque ella se ponía nerviosa cada vez que sus miradas se encontraban. Que era lo que le atormentaba, porque quería mentirle a su familia, que le ocurría.
Selene había llegado un poco tarde a su casa. La cena que había preparado la señora Rita, había sido espectacular. Estaba a punto de levantarse cuando sonó el teléfono. Se levantó, se estiró, tomó aire, tenía que atender la llamada, tal vez era su jefe para decirle algo. Pero en un momento a otro dejo de sonar. Al levantarse miro el sobre que había dejado en la mesita de noche, y entro en pánico, que había hecho, cuando su jefe le propuso aquella idea descabellada. Ahora tenía miedo, y muchas preguntas que hacer.
Todo había ocurrido tan rápidamente. En cuanto firmó el contrato de confidencialidad, recibió un sobre lleno de dinero, con ello pagaría sus deudas. Pero también le había dado una tarjeta de crédito, con una nota con instrucciones de comprarse ropa y prepararse para la primera «cita».
Después de eso, Steven se había despedido con una inclinación de cabeza y el hombre montaña la había acompañado hasta su casa en la limusina de su jefe. De no ser por el dinero que tenía en su mesita de noche, podría haber creído que todo aquello era un sueño. Le hubiera gustado que solo hubiera sido un sueño, pero se había metido de cabeza en la boca del lobo. En cualquier caso, había hecho lo que su jefe le había pedido.
Cuando Selene salió de su casa, fue a una boutique donde había pasado muchas veces sin atreverse a comprar nada, esa vez entro y se compró un hermoso vestido. Ya que Steven iba a dar una cena en su casa. Después de las compras, había pasado el resto del día investigando a la enigmática familia Wolf. No le quedaba mucho tiempo para seguir investigando, necesitaba terminas algunos detalles para dejar todo listo y en orden. Y por lo poco que había investigado, en algunas reseñas y artículos con cotilleos se hablaba de su millonaria familia. En cuanto al propio Steven, solamente sabía que tenía treinta y seis años, dos años más que su primo Tomaso, y que dirigía una red hotelera en Sudamérica.
Pero algo había más oculto en los Wolf, la familia que vivía en Roma. Selene encontró un montón de fotos de él con diferentes mujeres, pero nada sugería que hubiese tenido una relación seria o que tuviese hijos. Steven Wolf era algo extraño, mi jefe guardaba un secreto. Todo lo que ella había leído aumentaba sus miedos y ni siquiera el anticipo de dos ciento mil dólares, había conseguido tranquilizarla. Al contrario. Ya no podía dar marcha atrás.
Ella era su secretaria, Steven su jefe, él la había contratado y había pagado bien por la tapadera que iba, hacer con la familia de él. ¿Pero dónde se había metido? ¿Y por qué ella cuando había miles de mujeres más bellas?. Todas esas preguntas daban vueltas en su cabeza, mientras se levantaba de la silla del comedor. Pensó que su jefe, tenía el poder de aplastarla como un insecto y destruirla por completo, incluyendo a felpudo.
Con los nervios alterados, Selene fue abrir la puerta. Él estaba al otro lado, con un elegante traje oscuro y un enorme ramo de rosas en la mano. Cuando sus ojos se encontraron, su corazón empezó a latir violentamente.
— Para ti, mi cielo. —dijo Steven entonces, tuteándola por primera vez mientras rozaba su mejilla con los labios.
— Estás guapísima.
— Gracias jee… Jefe. —ella tomó el ramo de rosas y dio un paso atrás.
— Esperé un momento, voy a ponerlas en agua. Y ya regreso.
Steven Wolf esbozó una sonrisa que podría haber iluminado todo el apartamento.
— ¿No me vas a invitar a entrar?.
— No sabía que fuera necesario. Pero entra, por favor. Ponte cómodo.
— ¿Sarcástica?.
— ¿Qué esperabas?. —él enarcó una oscura ceja.
— No es un buen principio cuando estamos a punto de embarcarnos en una cita en la que vamos a enamorarnos. Y vamos a una cena mi querida Selene.
— Dijiste que tendría que hacer el papel en público, y ahora no estamos con personas a nuestro alrededor. —le recordó Selene intentando disimular cuánto la afectaba su presencia.
— Y ahora no estamos en público, jefe.
Podría ser el hombre más sexy del mundo, pero también era el más cruel y el más arrogante de los jefes. Si no fuera porque había firmado aquel contrato, le diría que se fuese al infierno, pero tenía que pensar con la cabeza fría. Steven entró en el apartamento y miró alrededor. Nunca había visto un sitio tan pequeño, pero a la vez cálido.
Aunque todo el apartamento cabría en el vestíbulo de la casa de su abuela Giovanna. Pero estaba limpio y olía bien, a dulce de algo. Su hogar tenía estilo y buen gusto y eso era admirable. Selene entró en el salón con un jarrón de cristal lleno de rosas que colocó sobre una mesa.— ¿Has terminado? Vamos que nos esperan.— Espera un momento.Selene desapareció de nuevo y cuando volvió, se había puesto unas sandalias doradas y un agradable perfume que olía a dulce y que parecía envolver todo el apartamento. Llevaba un vestido verde con tirantes, se veía como toda una ninfa. Una fina cadena plateada, separaba el corpiño de la falda de vuelo, que caía por debajo de las rodillas. Con el pelo suelto y un poco de maquillaje. Tenía un aspecto sencillo y elegante.— ¿Y bien? Que le parece. —le preguntó ella.— ¿Satisfecho con el vestido que tú has pagado?.Steven se mordió la lengua para contener la rabia que provocaba la actitud de ella, al expresarse además le haría saber quién era él. Ademá
Tragándose la rabia porque le había herido su sentimiento, lo miró con gesto de adoración.— Seré hija única, y sin más familia. Sin embargo, la única razón por la que estoy aquí es porque soy tu única tabla de salvación jefe. —Steven la miró, atónito.— Es verdad lo que dices, pero hay un detalle, tienes muchas deudas.— Eres… eres…— Nada cielo perdóname por mis palabras.— Si vas a decir cosas que pueden heridme, porque pensarías en mí, yo no fuera aceptado tu proposición. —Steven tuvo que hacer un esfuerzo para contenerse, si le había dado en la torre. — Sí, quería que lo ayudara, lo habría hecho sin la necesidad de ofrecerme dinero.— ¿Entonces por qué aceptaste todo esto?.Selene torció el gesto. La noche no estaba yendo como ella había esperado. En lugar de asimilar la información que él le daba, él solo discutía como debería hacer las cosas. Entonces él le dijo.— Necesito una persona como tú, sencilla, amorosa y muy bella. Para que mi abuela vea que ya no estoy con alguien, q
Siempre habría cicatrices, ya no tenía familia y estaba sola sin nadie, y tendría que rezar para que aquel trabajo no acabase siendo una nueva tragedia. De hecho, tal vez debería convencer a Steven de que ella no era la persona adecuada.— Steven… conozco a todas tus amantes.— Así es Selene.— Pues deja que lo haga una de ellas. Yo solo he aceptado porque eres mi jefe, pero puede que otra si tenga agallas…— Es demasiado tarde. —la interrumpió él.— Yo no diré nada, te lo aseguro. Te devolveré el dinero y firmaré lo que tú quieras, y buscas a otra Steven.— Ya te he dicho que es demasiado tarde, mi tesorina. —repitió Steven, con un brillo helado en sus ojos azules.— Ya nos han visto juntos.— Pero solamente hemos salido una vez, y hoy Steven, por favor.— Créeme, mi vida. Te cambiaría por otra, encantado pero esdemasiado tarde. Y conociendo a Caleb ya Giovanna se estará enterando de que tengo una prometida.— ¿Después de una sola cita? Por Dios Steven. —preguntó ella, incrédula.—
Selene solo sonreía, intentando controlar sus emociones mientras organizaba sus ideas. Un golpecito en la mesa hizo que su corazón se volviese loco de nuevo. No tenía la menor duda de quién estaba frente de ella. Nicole, la amiga de ella, entre cerro los ojos y miro al caballero.— Disculpe lo conozco. —él solamente se echó, a reír.— ¡Vaya! ¿Qué si me conoce su amiga Selene?.— No, me imaginaba que Selene fuera amiga de un hombre tan guapo y sexy, como usted.— Ya veo que su amiga está muy callada, puedo acompañarlas. —Selene saltó de la mesa, y le dice a su amiga.— Ya vuelvo, Nicole, voy a hablar un momento con el señor.— Ok… está bien aquí, te espero. —Selene cerró los ojos un momento al escuchar la voz de Steven, pero se volvió hacia él esbozando una sonrisa.— Te dije que iba a salir con una amiga, no era para que me siguieras.— Bueno, he venido a buscarte Selene Scott.Steven llevaba un polo azul marino y unos vaqueros oscuros, el pelo todo impecable como de costumbre. Y sabía
No sabía si la prensa publicaría foto de ella con Steven, pero, por si acaso, quería estar preparada. Con un poco de suerte, los fotógrafos que, según Steven acamparían en la mansión de su abuela, para la fiesta estarían demasiado ocupados fotografiando a los ricos y famosos como para fijarse en ella. Ser vista con Steven podría cambiar su vida.Steven había dejado perfectamente claro que era demasiado tarde. Para él lo importante era su título, nada más, y ella tenía que ayudarlo en esa falsa situación.— Pensé que todo el mundo debía creer que estábamos enamorados, lo dejaste claro. —dijo ella, pestañeando coquetamente.— Nuestro amor arderá como una llama durante dos semanas y luego, tristemente, se extinguirá.No había alegría en la expresión de Steven, él sabía que todo aquello era mentira, de dos semanas. Cuando Selene se entera de que las letras diminutas decía que por un año, ella armaría un grito en el cielo, y hasta que no estuviera seguro no le diría nada.— Los términos de
Steven no sabía por qué quería saber sobre sus deudas, algo que normalmente pasaba, aunque lo hizo reír. — ¿Cuánto tiempo tienes con esas deudas? — Bueno, hace dos años las cosas se pusieron feas. — ¿Feas por qué? ¿No pudiste buscar ayuda? — No, muy difícil cuando estás sola, y eres hija única. — ¿Pero por qué adquiriste esas deudas no me has dicho? — Como te explico, las deudas en sí son de mis padres. —respondió Selene con innegable orgullo. — Mi madre era profesora suplente. ¿Lo ves? Una familia totalmente normal. Crecí en una ciudad donde nunca ocurría nada importante. Steven se sentía relajado, algo tan extraño para él como el sonido de su propia risa. Tal vez era la suave iluminación o ver a Selene relajada en el sofá, charlando amigablemente con él. — ¿A qué se dedica tu padre? —Selene bajó la mirada. — Mi padre era contador. — Vaya por eso tus dotes en los números. — Si gracias a él aprendí mucho, lástima que los dos hayan muerto y no te preocupes, eso fue hace much
Steven la miró a los ojos. Era una pena que pensará de esa manera, tenía un futuro prometedor. Y se preguntaba si no quería dar ese salto, por lo ocurrido con sus padres y estar sola. El sitio de Selene estaba en una oficina ayudando a los demás, como toda samaritana.Ella se estiró en ese momento, sin darse cuenta de que, al hacerlo, sus pechos se marcaban bajo la blusa. Y Steven la miraba como un bebé que quiere ser amamantado.— Me voy a dormir ya Steven, ya tengo sueño. —ardiendo de deseo, Steven se levantó del sofá.— Te acompaño a tu habitación.Con la bolsa de viaje y el sobre de los documentos en sus manos, Selene lo siguió por el pasillo hasta que abrió una puerta y dio un paso atrás. Y ella se asomó.— Tiene un baño privado. Si me necesitas, estaré en la habitación de enfrente Selene.— Gracias jefe.— De nada. Bueno, te dejo para que descanses mi tesorina. —ella asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos.— ¿Steven?— ¿Sí?— Siento haber sido tan antipática y sarcástica an
A pesar de todo, pensaba haber vuelto a la rutina sin problemas hasta que su ayudante le preguntó si se encontraba bien. Eso era algo que nunca antes le había preguntado. Sí, como sospechaba, su abuela Giovanna vigilaba sus comunicaciones, y alguien estaba haciéndolo porque su equipo de expertos había encontrado spyware instalado en su ordenador y en su móvil, lo mejor sería hacerle creer que estaba enamorado.Esa era la razón por lo que llamaba a Selene todos los días. Que necesitaba a veces una ducha fría después de cada conversación. Pero, además de recibirlo con una sonrisa en los labios que lo había afectado tontamente, olía de maravilla y estaba guapísima con ese vestido Blanco, con un estampado de rositas.— ¿Qué tal ha ido tus cosas?. —le preguntó Steven.— Todo bien, pero algunas cosas fatales.— ¿Otra vez estás siendo negativa?— Realista, Steven.Se detuvieron entre un grupo de gente para cruzar un semáforo y, cuando alguien lo empujó sin querer y rozó a Selene con el brazo