Aunque todo el apartamento cabría en el vestíbulo de la casa de su abuela Giovanna. Pero estaba limpio y olía bien, a dulce de algo. Su hogar tenía estilo y buen gusto y eso era admirable. Selene entró en el salón con un jarrón de cristal lleno de rosas que colocó sobre una mesa.
— ¿Has terminado? Vamos que nos esperan.
— Espera un momento.
Selene desapareció de nuevo y cuando volvió, se había puesto unas sandalias doradas y un agradable perfume que olía a dulce y que parecía envolver todo el apartamento. Llevaba un vestido verde con tirantes, se veía como toda una ninfa. Una fina cadena plateada, separaba el corpiño de la falda de vuelo, que caía por debajo de las rodillas. Con el pelo suelto y un poco de maquillaje. Tenía un aspecto sencillo y elegante.
— ¿Y bien? Que le parece. —le preguntó ella.
— ¿Satisfecho con el vestido que tú has pagado?.
Steven se mordió la lengua para contener la rabia que provocaba la actitud de ella, al expresarse además le haría saber quién era él. Además, le había dejado claro que no tenía que aceptar su oferta. Podía marcharse cuando quisiera. Ella había decidido aceptar su propuesta y la firma de un contrato.
— Estoy muy satisfecho, gracias. De hecho, estás hermosa. Claro que en la cena habrá hombres dispuestos a coquetear contigo. —Selene frunció el ceño y dijo airada.
— ¿Cómo te atreves, a decir eso?. —le espetó ella, indignada.
— Estás muy bella y no me provoque, señorita Scott, porque descubrirá que también yo tengo una lengua afilada, como la tuya. Y ahora, vamos a la cena, vamos a ver qué tan actriz eres.
Selene tuvo que apretar los dientes para no decirle lo que pensaba de su jefe. Selene seguía creyendo como convencer a toda esa gente en la cena, de que estaba locamente enamorada de él. Tenía que hacerlo muy bien, para convencer a toda en la cena.
— No puedo decirte lo emocionada que estoy, por esta cena con tus conocidos. —empezó a decir, poniendo una mano en su brazo. — Es como si te hubiera esperado durante toda mi vida y ahora, por fin, estás aquí amor mío, mi cielo. —añadió, con una sonrisa coqueta. — ¿Qué tal así? Estará bien. Steven esbozó una sonrisa.
— Mucho mejor. ¿Ahora veámonos?.
Selene intentó no molestarse cuando él rodeó su cintura con el brazo y mantuvo la sonrisa en los labios mientras salían a la calle. El chofer bajó de inmediato para abrirles la puerta, pero una vez en el interior se volvió para fulminar a Steven con la mirada.
— No se te ocurra tocarme cuando estemos solos, ese fue el trato Steven.
— Está bien Selene Preferiría tocar ácido. Replicó él.
No volvieron a intercambiar palabra hasta que bajaron de la limusina. Selene se quedó sorprendida. No sabía que la cena era en un restaurante muy elegante y muy conocido en el mundo. El maitre saludó a Steven.
— ¿Aquí podemos hablar libremente?. —le preguntó en voz baja cuando por fin se sentaron a la mesa.
El camarero les recomendó el ravioli en salsa agria como entrante y el cordero con hinojo al horno como primer plato. Selene aceptó, encantada. No había podido probar bocado desde su reunión con Steven la noche anterior y aquella sería su única oportunidad de comer en un restaurante bueno.
— Bueno, explícame exactamente lo que debo hacer Steven. —le dijo cuando el camarero desapareció.
Steven cubrió su mano con la suya y ella tuvo que hacer un esfuerzo para no apartarla. No estaba preparada para ese roce ni para los locos latidos de su corazón.
— Recuerda que debes mirarme con amor. Nadie puede oír lo que decimos, pero sin duda estarán observándonos, pensaran que estamos enamorados por completo. —Selene hizo un esfuerzo para sonreír.
— ¿Ok haré lo posible?
— Espero que sí.
— Entonces, cuéntamelo todo. El suspenso me está matando.
— Mi abuela quiere hacer una gran fiesta en su palaciego en Roma, el detalle es que quiere entregar el título de Conde de Chesterfield. Entonces los dos únicos que podemos obtener ese título es mi primo Tomaso y yo. Pero lo hará si alguno de los dos tenemos una relación seria. Y tu trabajo es ayudarme a obtenerlo.
— ¿Tu familia pertenecen a los Chesterfield, o sea que tu abuela es una condesa?
— Eso es un secreto, que nadie debe saber Selene. —ella lo estudió en silencio. No podía creer lo que le decía.
— ¿Y ese título es real?
— Si es verdad. Si quieres investigar. Además, Selene tú firmaste un contrato.
— Ya lo sé ¿Pero por qué tienes que mentir?
— Eso es irrelevante. Lo único que debes saber que me vas a ayudar a obtener ese título.
— ¿Y tu abuela quiere dárselo a un nieto que esté comprometido?
— No voy a contarte nada más. Lo que Importante aquí es que me vas a ayudar, además la villa de mi abuela Giovanna es una fortaleza diseñada para esconder secretos. Hasta mi propia familia lo tiene. Necesito que te relaciones con mi abuela Giovanna, cuando llegues allí.
— Muy bien Steven.
— La casa estará llena de gente y eso juega a nuestro favor. Para que nos vean juntos. —la conversación se interrumpió de nuevo cuando llegó el camarero con los platos y Selene aprovechó para apartar la mano.
— ¿Por qué no vas solo a la villa en lugar de organizar todo esto? Además, deben de entender que un hombre como tú, no se compromete. —le preguntó ella, mientras empezaban a comer.
— Eso no es posible. —Steven dejó escapar algo parecido a una risita.
— ¿Por qué no? Seguro que tienes un avión privado, para poder ir. —ella entre cerro los ojos. — ¿De qué te ríes?
— Lo entenderás cuando conozcas a mi abuela Giovanna. No se puede aparecer en su casa así, de repente.
— ¿Por qué no?. —Selene torció el gesto.
— Giovanna no es una abuela normal. Si quiero verla, tengo que pedir cita.
— ¿Tienes que pedir cita para ver a tu propia abuela? Vaya que es algo extraño. —él asintió con la cabeza, como si fuera perfectamente normal.
— Qué horrible, que tu abuela sea así.
— Ella es así, y ahora quiere entregar el título de Conde de Chesterfield, a uno de sus nietos. Y todo aquello por lo que me he pasado la vida trabajando me será arrebatado.
— ¿Cómo así?
— Eso da igual Selene, mi abuela, cuando quiere algo lo obtiene.
— Vamos Steven, es tu abuela, me la estás vendiendo como una bruja mala de un cuento de hadas.
— Sé que no tienes familia Selene, eres hija única. —Selene soltó el tenedor, indignada, pero él volvió a tomar su mano.
— Dulce y cariñosa, mi vida. No olvides que nos están observando. Mi amor mío, mía tesorina.
Tragándose la rabia porque le había herido su sentimiento, lo miró con gesto de adoración.— Seré hija única, y sin más familia. Sin embargo, la única razón por la que estoy aquí es porque soy tu única tabla de salvación jefe. —Steven la miró, atónito.— Es verdad lo que dices, pero hay un detalle, tienes muchas deudas.— Eres… eres…— Nada cielo perdóname por mis palabras.— Si vas a decir cosas que pueden heridme, porque pensarías en mí, yo no fuera aceptado tu proposición. —Steven tuvo que hacer un esfuerzo para contenerse, si le había dado en la torre. — Sí, quería que lo ayudara, lo habría hecho sin la necesidad de ofrecerme dinero.— ¿Entonces por qué aceptaste todo esto?.Selene torció el gesto. La noche no estaba yendo como ella había esperado. En lugar de asimilar la información que él le daba, él solo discutía como debería hacer las cosas. Entonces él le dijo.— Necesito una persona como tú, sencilla, amorosa y muy bella. Para que mi abuela vea que ya no estoy con alguien, q
Siempre habría cicatrices, ya no tenía familia y estaba sola sin nadie, y tendría que rezar para que aquel trabajo no acabase siendo una nueva tragedia. De hecho, tal vez debería convencer a Steven de que ella no era la persona adecuada.— Steven… conozco a todas tus amantes.— Así es Selene.— Pues deja que lo haga una de ellas. Yo solo he aceptado porque eres mi jefe, pero puede que otra si tenga agallas…— Es demasiado tarde. —la interrumpió él.— Yo no diré nada, te lo aseguro. Te devolveré el dinero y firmaré lo que tú quieras, y buscas a otra Steven.— Ya te he dicho que es demasiado tarde, mi tesorina. —repitió Steven, con un brillo helado en sus ojos azules.— Ya nos han visto juntos.— Pero solamente hemos salido una vez, y hoy Steven, por favor.— Créeme, mi vida. Te cambiaría por otra, encantado pero esdemasiado tarde. Y conociendo a Caleb ya Giovanna se estará enterando de que tengo una prometida.— ¿Después de una sola cita? Por Dios Steven. —preguntó ella, incrédula.—
Selene solo sonreía, intentando controlar sus emociones mientras organizaba sus ideas. Un golpecito en la mesa hizo que su corazón se volviese loco de nuevo. No tenía la menor duda de quién estaba frente de ella. Nicole, la amiga de ella, entre cerro los ojos y miro al caballero.— Disculpe lo conozco. —él solamente se echó, a reír.— ¡Vaya! ¿Qué si me conoce su amiga Selene?.— No, me imaginaba que Selene fuera amiga de un hombre tan guapo y sexy, como usted.— Ya veo que su amiga está muy callada, puedo acompañarlas. —Selene saltó de la mesa, y le dice a su amiga.— Ya vuelvo, Nicole, voy a hablar un momento con el señor.— Ok… está bien aquí, te espero. —Selene cerró los ojos un momento al escuchar la voz de Steven, pero se volvió hacia él esbozando una sonrisa.— Te dije que iba a salir con una amiga, no era para que me siguieras.— Bueno, he venido a buscarte Selene Scott.Steven llevaba un polo azul marino y unos vaqueros oscuros, el pelo todo impecable como de costumbre. Y sabía
No sabía si la prensa publicaría foto de ella con Steven, pero, por si acaso, quería estar preparada. Con un poco de suerte, los fotógrafos que, según Steven acamparían en la mansión de su abuela, para la fiesta estarían demasiado ocupados fotografiando a los ricos y famosos como para fijarse en ella. Ser vista con Steven podría cambiar su vida.Steven había dejado perfectamente claro que era demasiado tarde. Para él lo importante era su título, nada más, y ella tenía que ayudarlo en esa falsa situación.— Pensé que todo el mundo debía creer que estábamos enamorados, lo dejaste claro. —dijo ella, pestañeando coquetamente.— Nuestro amor arderá como una llama durante dos semanas y luego, tristemente, se extinguirá.No había alegría en la expresión de Steven, él sabía que todo aquello era mentira, de dos semanas. Cuando Selene se entera de que las letras diminutas decía que por un año, ella armaría un grito en el cielo, y hasta que no estuviera seguro no le diría nada.— Los términos de
Steven no sabía por qué quería saber sobre sus deudas, algo que normalmente pasaba, aunque lo hizo reír. — ¿Cuánto tiempo tienes con esas deudas? — Bueno, hace dos años las cosas se pusieron feas. — ¿Feas por qué? ¿No pudiste buscar ayuda? — No, muy difícil cuando estás sola, y eres hija única. — ¿Pero por qué adquiriste esas deudas no me has dicho? — Como te explico, las deudas en sí son de mis padres. —respondió Selene con innegable orgullo. — Mi madre era profesora suplente. ¿Lo ves? Una familia totalmente normal. Crecí en una ciudad donde nunca ocurría nada importante. Steven se sentía relajado, algo tan extraño para él como el sonido de su propia risa. Tal vez era la suave iluminación o ver a Selene relajada en el sofá, charlando amigablemente con él. — ¿A qué se dedica tu padre? —Selene bajó la mirada. — Mi padre era contador. — Vaya por eso tus dotes en los números. — Si gracias a él aprendí mucho, lástima que los dos hayan muerto y no te preocupes, eso fue hace much
Steven la miró a los ojos. Era una pena que pensará de esa manera, tenía un futuro prometedor. Y se preguntaba si no quería dar ese salto, por lo ocurrido con sus padres y estar sola. El sitio de Selene estaba en una oficina ayudando a los demás, como toda samaritana.Ella se estiró en ese momento, sin darse cuenta de que, al hacerlo, sus pechos se marcaban bajo la blusa. Y Steven la miraba como un bebé que quiere ser amamantado.— Me voy a dormir ya Steven, ya tengo sueño. —ardiendo de deseo, Steven se levantó del sofá.— Te acompaño a tu habitación.Con la bolsa de viaje y el sobre de los documentos en sus manos, Selene lo siguió por el pasillo hasta que abrió una puerta y dio un paso atrás. Y ella se asomó.— Tiene un baño privado. Si me necesitas, estaré en la habitación de enfrente Selene.— Gracias jefe.— De nada. Bueno, te dejo para que descanses mi tesorina. —ella asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos.— ¿Steven?— ¿Sí?— Siento haber sido tan antipática y sarcástica an
A pesar de todo, pensaba haber vuelto a la rutina sin problemas hasta que su ayudante le preguntó si se encontraba bien. Eso era algo que nunca antes le había preguntado. Sí, como sospechaba, su abuela Giovanna vigilaba sus comunicaciones, y alguien estaba haciéndolo porque su equipo de expertos había encontrado spyware instalado en su ordenador y en su móvil, lo mejor sería hacerle creer que estaba enamorado.Esa era la razón por lo que llamaba a Selene todos los días. Que necesitaba a veces una ducha fría después de cada conversación. Pero, además de recibirlo con una sonrisa en los labios que lo había afectado tontamente, olía de maravilla y estaba guapísima con ese vestido Blanco, con un estampado de rositas.— ¿Qué tal ha ido tus cosas?. —le preguntó Steven.— Todo bien, pero algunas cosas fatales.— ¿Otra vez estás siendo negativa?— Realista, Steven.Se detuvieron entre un grupo de gente para cruzar un semáforo y, cuando alguien lo empujó sin querer y rozó a Selene con el brazo
— Mi padre era el Conde Chesterfield por derecho y estaba sujeto a leyes. Lamentablemente, las leyes en Italia son arcaicas. Si no hay heredero, el familiar más cercano lo heredará todo.— Y crees que tu primo quiera el título para quedarse con todo. —dijo Selene.— ¿Por qué iba a querer el título?— Por venganza. —respondió Steven.— Tomaso quiere el título, porque tiene una novia de años, y mi abuela le puso los ojos encima a ellos dos, por eso me obliga a buscar una prometida. —siguió Steven.— Giovanna insiste en que tengo que tener una prometida para qué me entregué el título si no, se lo entregara a mi primo y sé que el no tenerlos hará todo lo que él quiere.— ¿Y qué quiere hacer con él?— Quitarme la empresa, todo lo que lo mi padre construyo, lo destruirá.— ¿Por eso no quieres que tu abuela le dé el título?— Sí, por eso no quiero que sé lo de, si no me quedaría en la calle y también que he trabajado mucho por poner la empresa en alto.— ¿Y tu primo Tomaso te odia verdad?—