Capítulo 26

Darius seguía provocando en mí las mismas sensaciones que hace cinco años. Mi corazón amenazaba con salirse de su lugar, y sentía miles de mariposas en el estómago, igual que el día anterior cuando, en mi oficina, me dijo que me amaba.

Jamás me había dicho que me amaba, y escuchar esas palabras de su boca me emocionaba, pero mi mente no dejaba de recordarme el engaño de Darius.

Tenía que poner mi dignidad por encima de lo que me dictaba el corazón; él había jugado conmigo sin importarle mis sentimientos, y no dejaría que con unas palabras bonitas volviera a entrar en mi vida.

Todo era tan confuso que me sentía abrumada. No sabía cómo decirles a mis pequeños que el hombre con el que chocaron ayer en la recepción del edificio era su padre. Tenía miedo de cómo iban a reaccionar; todo me aterraba, pero sabía que había llegado el momento de que conocieran a su padre.

—Estás tan sumergida en tus pensamientos que ni siquiera escuchaste cuando toqué y entré —dijo Leo, apoyado en el marco de
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