Capítulo 29

Después de jugar con los niños, llegó la hora del almuerzo. Decidimos comer al aire libre, ya que los niños estaban encantados con el enorme jardín de sus abuelos.

—Querida, nos dijo Darius que regresarías por trabajo —comentó Victoria, curiosa.

—Así es, la empresa en la que trabajo está encargada de construir el hotel que tanto desea Darius —respondí, mientras él me miraba con una sonrisa.

—¿Trabajas? —dijo Darius con una sonrisa burlona—. Hablas como si fueras una simple empleada y no la accionista y dueña de la empresa.

—¿Eres dueña de la empresa? —preguntó el señor Evans, sorprendido.

—Sí, mi padre era dueño y accionista de la compañía, pero cuando murió, nunca me interesé en pelear por ella. El socio de mi padre, que era dueño de la otra mitad, cometió un fraude y se quedó con la empresa completa. Cuando me fui de aquí, un amigo me convenció de luchar por lo que legalmente era mío, y con su ayuda lo conseguí —expliqué, notando las miradas asombradas de los padres de Darius.

—¡Vay
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