Reclamo

Hellen estaba tendida en su cama, completamente dormida. El mayordomo ingresó a la habitación; todo estaba desordenado.

Definitivamente, su noche no había sido la mejor; lo intuyó por el estado en que había llegado la joven. Murmuraba incoherencias y ni siquiera se podía mantener en pie.

—Señora Lancaster —la llamó por su nombre—, despierte, por favor.

La joven ni siquiera se movió. Esto iba a ser realmente complicado; debía hacer de niñero de esa mocosa.

—Señora Lancaster, despierte, despierte.

Hellen se removió incómoda, parpadeó un par de veces. La luz lastimaba sus ojos. Observó a Fidel frente a ella y frunció los labios, molesta.

—Puedes dejarme tranquila, tengo sueño.

Se cubrió nuevamente con la sábana; no estaba dispuesta a abandonar la cama. Era muy temprano para su gusto.

—Su suegro está en la planta baja. Desea hablar con usted.

La joven saltó prácticamente de la cama. Eso no podía ser posible. Sentía un dolor agudo en la cabeza; había bebido en exceso para olvidar s
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