Leyna Keller se mantenía sentada, pero con las piernas estiradas en aquella camilla de aquel hospital público. Su mirada azul carente de emociones buenas estaba fija en aquel ventanal que daba vista hacia la caótica ciudad, sin embargo, su lenguaje corporal la delataba.
Su cuerpo pequeño estaba tenso y adolorido, su estómago revuelto como un remolino y sus manos frágiles y delgadas empuñaban con fuerza las sabanillas que tapaban sus piernas desnudas y llenas de moretones violáceos, mientras no dejaba de morderse el labio inferior con brío.
Ella era un caos en sí misma, ya que intentaba recordar algo, aunque sea un insignificante detalle, pero nada, su mente confusa no recordaba nada de nada, era como si tuviera un lienzo totalmente en blanco del cual no había rastro de memorias ni recuerdos.
Nada bueno, nada malo… solo nada.
Ella no recordaba quien era ni de donde provenía, solo sabía su nombre porque el médico que la trataba se lo había dicho, lo que hacía que todo le pareciera insoportablemente incómodo, extraño y surreal, ya que se sentía como si fuera un barco sin rumbo perdido en medio del mar furioso e incontrolable. Alguien sin un timón ni mucho menos una brújula, para que le dieran pista de quien era y que es lo que le había sucedido.
¿Por qué estaba en ese hospital?
¿Por qué no recordaba nada?
¿Tenía familia siquiera?
Ella hasta ese entonces nadie le había visitado, por lo que su corazón se arrugó más de tristeza. Sus ojos azules picaron con ese ardor que no quería sentir, pero trato de no desbordarse en lágrimas, ya que aun con todo lo perdida que estaba, su interior seguía siendo fuerte, sin embargo, eso no quito que su alma pura e inocente doliera al sentirse vacía y sin esperanzas.
(…)
Josh había recibido aquella llamada que lo dejo con los nervios de puntas. Tenía una punzada en el estómago y las manos le sudaron. Se estacionó fuera del hospital público de Berlín y botó todo el aire que estaba conteniendo sus pulmones.
«¿Cómo la afrontare?» Se preguntó a sí mismo, sin saber cómo empezar a contar su verdad.
Se bajo del vehículo, y camino a paso ligero para llegar a la habitación de Leyna.
Nervios y ansias era lo que sentía por encontrarse con la mujer que le había robado la tranquilidad, ya que, a causa de ella, él tristemente había roto todos sus valores al ser cómplice de un horrible crimen.
Un crimen que no le dejaba dormir por las noches, y a pesar en que su cabeza tenía toda una historia armada de como manipular a Leyna a su conveniencia, sus pensamientos fueron más fuerte y le traicionaron, dejándole a él sin un plan A ni B que ejecutar.
Sus pies se detuvieron justo en la entrada de la habitación y sus ojos mieles buscaron a la chica que lucía desorientada y sentada en una camilla de baja categoría. Su cuerpo era cubierto por una sencilla bata azul. De pronto la historia que mantenía en su cabeza la olvidó por completo y dejo que su instinto más animal tomara el control.
Josh dejo que sus emociones fluyeran como ríos que van hacia el mar y dejo de pensar lo que tenía que hacer y decir, tan solo se concentró en ese momento.
En esa primera vez contemplándola a ella.
—Hola Leyna —dijo Josh sabiendo que eso sería lo único que podría salir de sus labios.
Él se mantuvo en el umbral de la puerta de la habitación de aquel hospital, ya que no quería asustarla y a la vez tampoco enfrentarla.
Leyna al escuchar aquella voz ronca y varonil sintió una punzada de nervios en su vientre bajo, giró su rostro con rapidez para buscar a el causante de aquella emoción desconocida y extraña que estaba palpando en su cuerpo.
Sus hermosos ojos azules le miraron un tanto temerosa, ya que nunca antes vio aquel hermoso, pero frio rostro.
Los ojos dorados de ese hombre le parecieron mágicos, pero a la vez desafiantes. Era como si algo ocultaran, como si un dolor inexplicable con palabras traspasara por ellos. Algo que la unía a ella, ya que ella estaba igual de perdida, aunque sabía que ese hombre que no le quitaba la mirada de encima, iba a ser el único que pudiera responder sus dudas.
—Hola —respondió Leyna dulcemente sin conocer el nombre de este hombre.
La inocencia y hermosura en el rostro de Leyna fue algo que calo muy hondo en el pecho de Josh. Su voz sedosa y femenina le hicieron flotar y a la vez sintió como si un rayo impactara en todo su ser, algo que inusualmente nunca sentía, menos por una mujer desconocida. Las palabras se le atascaron en la punta de su lengua, pero aquel peso de la traición fue aún más fuerte cuando ella con tranquilidad preguntó:
—¿Quién eres?
Capítulo I: Un Accidente DesafortunadoUna semana antes—¡Leyna! —gritó Hanna, la niña de diez años que estaba con su camisón rosado sentada en su cama—. ¿Qué cuento toca hoy?Leyna estaba peinando a Gretel, otra niña de seis años que pertenecía al orfanato.—Uno que amaras —Leyna le guiñó un ojo y se rio entre dientes mientras trenzaba el largo cabello rubio de la niña pequeña que abrazaba a un oso de peluche.La joven que contaba con veintiún años cumplidos trabajaba en el mismo orfanato en el cual fue criada hasta los dieciocho años.El gobierno alemán pagó su manutención desde que llegó a ese lugar a la edad de tan solo tres años y como nunca nadie la adopto, su infancia y su adolescencia la pasó entre el jardín de calas blancas y el castillo de sus sueños con grandes ventanales.Las monjas que la cuidaron eran un amor con ella, que además de criarla, también cuando fue mayor de edad y el gobierno ya no pagó más por su cuidado, la madre superiora y directora le había ofrecido trab
Josh vestido en un traje azul impecable, estaba sentado en la mesa larga de ébano del comedor principal de la mansión, tomándose su café matutino y leyendo la sección de economía en el periódico.Las ganancias de la fabricación de autos de lujo estaban dando más dinero de lo esperado, que lo posicionaban en la mejor empresa del año. Sonrió un poco nostálgico, porque si su padre estuviera vivo, entonces él sería un orgullo para el Señor Bemberg.Dejó el periódico a su lado y tomó la taza de café desde el mango de la loza. Pero el trago que dio al líquido negro y fuerte, fue más amargo de lo normal, ya que escuchó de manera violenta el freno de un vehículo.«Hendrik de nuevo» pensó apretando sus dientes y perdiendo la paciencia. Su día estaba arruinado, eso era seguro.Él se levantó para ver si su intuición era la correcta. Comenzó acercarse hacia la puerta de la mansión, justo donde quedaba la terraza de sillones de mimbre blanco, pero cada que caminaba más y más, los lamentos y los so
Capítulo III: Inocencia PuraEl doctor Fisher le dio la mano, pero no estaba muy convencido. Además, el apellido de Josh le sonaba, pero no sabía de qué, el doctor no podía recordar, sin embargo, todas las dudas se disiparon cuando escuchó la angustia en la voz del joven. —¿Cómo esta ella? —preguntó Josh con notable preocupación en su voz.El doctor suspiró con pesar.—No voy a mentirle. La señorita Keller está gravemente herida. Ella fue atropellada a gran velocidad, por lo que en estos momentos estamos haciendo todo lo posible para salvarle la vida.Escuchar eso, fue como si a Josh le pusieran una mochila cargada de piedras sobre sus hombros. Sus ojos dorados se fijaron en el suelo y por un segundo pensó que se desplomaría ahí mismo. Era cierto que no conocía a la joven, pero es que el hecho le estaba afectando más de lo esperado, al darse cuenta de la conexión que tenían en común, ya que su victimario era su hermano.El doctor notó la angustia del joven y extendió su brazo hacia
Capítulo IV: La Señorita Keller está en Coma InducidoJosh se había quedado dormido en el sillón de la sala de espera, sin embargo, un suave remezón en su hombro lo despertó de golpe. Tragó saliva cuando vio a un policía delante de él.—¿Señor Bemberg?—Si, soy yo —Josh se puso en pie y le tendió la mano al policía, el policía de inmediato lo estrecho, saludándose.—Nos dijeron que usted es el novio de la chica que ha sido atropellada.—Si, así es.—Bueno le comento que, en ese caso, necesitamos hablar con un familiar directo de ella, ya que debemos recabar más antecedentes. Josh arrugó sus cejas.—Soy su prometido —mintió seguro de sí mismo—. Puede decirme todo a mí.Él desconocía si Leyna tenía o no familia, pero prefería hacerse cargo de todo, ya que, si involucraba a la familia de Leyna, entonces todos descubrirían su mentiría, y sería aún peor.El policía frunció el ceño, pero reconoció que el hombre que decía ser el prometido de aquella mujer desconocida, era nada menos que el
Capítulo V: CómpliceJosh llegó a casa con los ánimos por el suelo y todo empeoró cuando vio el auto azul en la entrada de la propiedad. Apretó los dientes con la ira palpitando en su sien, pero nuevamente un detalle llamó su atención.Aquel vehículo chocado y con el parabrisas clisado, no tenía ninguna patente visible. Lo miró por delante y por detrás dos veces, pero nada.Resulta que la noche anterior antes de salir, Hendrik le había sacado las patentes para que la policía alemana no le sacara multas por exceso de velocidad. Las patentes estaban guardadas en un cajón de su armario.Aunque Josh, pensaba que las había perdido en el accidente, por lo que nuevamente la culpa lo acechó, ya que más temprano que tarde la policía descubriría el crimen.Las luces de la casa estaban prendidas y también de la habitación de Hendrik, sin embargo, el silencio reinaba, por lo que supuso que ningún trabajador había llegado a su jornada laboral.La noche era más oscura que otras, y solo se escuchaba
Capítulo VI: Detective PrivadoEl detective privado se presentó a primera hora de la mañana en la propiedad de la familia Bemberg. Una de las empleadas les recibió en la sala de estar.—Favor de esperar aquí —dijo la empleada, mientras se dirigía a la habitación de Josh.Josh estaba durmiendo, después de una noche en donde todo le daba vueltas y solo tenía ganas de vomitar. Una noche terrible, que no se comparaba a nada de lo que hubiera vivido antes, ni siquiera la muerte de su padre, que fue dolorosa e inesperada, pero había sido debido a un para cardíaco fulminante.Los golpes en la puerta de su habitación, le despertaron de inmediato, sin embargo, su cabeza retumbó como si tuviera un tambor dentro de su cerebro.—Señor Bemberg —llamó la empleada con cuidado—. El señor Weber lo espera. —Ya voy. Gracias Anna —dijo Josh a su empleada.Él se vistió con un pantalón chándal y una playera. Todos sus sentidos estaban alterados, pero ahora no era el tiempo de lamentarse de sus actitudes
Capítulo VII: Despedida de HendrikEl vehículo negro con vidrios polarizados que trasladaría a Hendrik ya estaba estacionado fuera de la hacienda. Un enfermero y el chofer esperaban apoyados en el capo.Este centro de rehabilitación no utilizaba ambulancia (a menos que fuera estrictamente necesario), ya que por lo general las personas que contrataban los servicios, eran personas influyentes e importantes del país que necesitaban discreción y hermetismo.Nadie podía saber los escándalos de la alta sociedad. De manera que la discreción a Josh le interesaba, ya que, si no, su hermano y su familia estarían envueltos en un problema de proporciones mayores afectando así su persona y también los negocios heredados por su difunto padre. Su apellido se iría al carajo.Otro de los enfermeros del centro de rehabilitación Vida Nueva, estaba en la sala de estar junto a Josh explicándole el procedimiento a seguir, sus protocolos y también sus restricciones, sin embargo, sus explicaciones eran amo
Capítulo VIII: Familia NassauLos días comenzaron a pasar y Josh iba cada tarde al hospital público de Berlín, pero aún no tenía respuesta alguna del pronóstico de la chica de ojos azules.La hermosa Leyna estaba en un sueño muy profundo, sus signos vitales eran estables, pero aun no la podían despertar, ya que la inflamación de su cerebro aun no bajaba del todo, por lo que Josh que estaba a su lado, besó la frente de aquella chica que seguía en aquella camilla y nuevamente sus pies fueron arrastrados con pesar al vehículo para dirigirse a la mansión.Antes de irse, le pidió al médico que por favor le llamara ante cualquier signo de mejoría de la paciente.Esa era la rutina sagrada que él había creado desde que su hermano atropelló a la chica desconocida que le había quitado el sueño. Josh odiaba no poder admirar sus ojos azules o su sonrisa, ya que sus facciones eran preciosas, por lo que no tenía duda de que su personalidad podía ser igual de bonita.Cuando Josh llegó a la hacienda,