Capítulo III: Inocencia Pura
El doctor Fisher le dio la mano, pero no estaba muy convencido. Además, el apellido de Josh le sonaba, pero no sabía de qué, el doctor no podía recordar, sin embargo, todas las dudas se disiparon cuando escuchó la angustia en la voz del joven.
—¿Cómo esta ella? —preguntó Josh con notable preocupación en su voz.
El doctor suspiró con pesar.
—No voy a mentirle. La señorita Keller está gravemente herida. Ella fue atropellada a gran velocidad, por lo que en estos momentos estamos haciendo todo lo posible para salvarle la vida.
Escuchar eso, fue como si a Josh le pusieran una mochila cargada de piedras sobre sus hombros. Sus ojos dorados se fijaron en el suelo y por un segundo pensó que se desplomaría ahí mismo. Era cierto que no conocía a la joven, pero es que el hecho le estaba afectando más de lo esperado, al darse cuenta de la conexión que tenían en común, ya que su victimario era su hermano.
El doctor notó la angustia del joven y extendió su brazo hacia el hombro de Josh, le dio un apretón suave.
—Se que es difícil, pero la esperanza es lo último que se pierde —dijo con amabilidad el doctor Fisher—. Ahora necesito que me firme estos documentos, ya que, si en los exámenes médicos que en este momento le estamos haciendo, sale que alguna parte de su cuerpo están gravemente comprometidas, vamos a tener que llevarla de inmediato a pabellón para operarla.
Josh no alegó nada y tan solo estampó su firma en cada uno de los documentos que el doctor le pedía firmar. También se prometió a si mismo que se haría cargo de todos los gastos médicos y su posterior rehabilitación, si es que la necesitaba.
—Por favor con esta copia y en ese mesón —El doctor apuntó un mesón que tenía un cartel grande que decía custodia—. Debe retirar las cosas de su novia.
—Gracias Doctor Fisher —dijo Josh y él doctor asintió, sin embargo, una duda asalto su corazón, que tomo al médico del brazo y lo detuvo—. ¿Puedo verla antes?
—Si, pero no en este momento ya que le están realizando los exámenes. Si quiere verla, deberá esperarnos. También le daremos un diagnóstico más claro una vez que veamos los resultados del encefalograma y de las radiografías respectiva.
—Si, no hay problema —dijo Josh cabizbajo—. Estaré aquí hasta poder verla.
Josh se dirigió a custodia.
La mujer que atendía miró el documento cuando él se lo pasó. Ella timbró la copia y luego se dirigió a unos casilleros con números. La ropa ensangrentada de Leyna estaba dobladas y envueltas en una bolsa de plástico y en otra bolsa también trasparente estaba su bolso negro.
—Estas son las únicas pertenencias que tenía al momento del accidente —informó, mientras Josh recibía las cosas.
—Gracias —dijo y se dirigió a sentarse a la sala de espera de urgencias.
Él buscó los asientos que estaban al rincón de la sala, alejados de los demás que esperaban también a sus familiares que salieran de urgencias. Su espalda se recargó en los asientos acolchados y su cabeza se apoyó en la pared blanca, mientras sostenía las cosas de Leyna en su regazo.
Recordó que hoy tenía una reunión importante con Gilbert y otros más, que eran proveedores de fierros, que sacó su celular y le pidió a su secretaria que le cancelara todas las reuniones pendientes. Luego suspiró con el fin de poder deshacer ese nudo imaginario que tenía en la garganta, pero nada ayudó. Tampoco pudo frenar la curiosidad que le causaba la chica, que abrió la bolsa de plástico y sacó el bolso.
Lo primero que supo identificar, era que el bolso pequeño no era de buena calidad ni de marca. El cuero negro estaba despellejado y la correa super gastada. Tragó saliva al sacar conclusiones apresuradas.
«Quizás la chica no es de buenos recursos económicos» pensó y una idea más oscura se le vino a la cabeza.
«Si Leyna sobrevive, entonces podría comprarla con dinero para que no denuncie a mi hermano»
Pero apenas ese pensamiento intruso se instaló en su mente, la conciencia le acusó de lo indolente, vil y frio que estaba siendo con un ser inocente.
Bufó nuevamente con la ira palpitando en sus venas y abrió el bolso con el fin de encontrar algo más sobre aquella mujer desconocida. Lo primero que vio fue una orden médica, luego un labial rojo cereza y una billetera también de color negro. Rebuscó si había algún celular, pero no encontró ninguno, que se dispuso a ver la billetera.
Un sentimiento extraño afloró en su pecho cuando deslizó el DNI de identificación de la mujer, fue como si le pegaran un fuerte latigazo en la piel.
La foto fue lo primero que llamó su atención; el cabello azabache de ella se mantenía perfectamente alisado que parte de sus mechones caían por su clavícula bien definida. La piel de porcelana era como la nieve, pero las mejillas estaban levemente sonrojadas que hacían contraste con sus labios voluptuosos pintados de cereza, que rápidamente sonrió de lado al tener esas ganas de probar ese sabor.
Era una mujer extremadamente bella, casi surreal, pero sus rasgos no se compararon con sus ojos. Leyna tenía una mirada atractiva y a la vez inocente. Sus grandes ojos azules y sus pestañas largas y negras como la noche, le daban un poder casi enloquecedor, que él no podía creer que una foto lograra tanto dentro de sí.
Ella irradiaba una inocencia pura, que él nunca conoció en ninguna de las mujeres con las cuales había estado a lo largo de sus veintisiete años de edad.
Se fijo en su cumpleaños y de inmediato calculó su edad: la joven tenía la misma edad que su hermano, veintiún años de edad, pero en un mes más ella cumpliría veintidós, que de pronto rogó al cielo que ocurriera un milagro con ella y también con él.
Capítulo IV: La Señorita Keller está en Coma InducidoJosh se había quedado dormido en el sillón de la sala de espera, sin embargo, un suave remezón en su hombro lo despertó de golpe. Tragó saliva cuando vio a un policía delante de él.—¿Señor Bemberg?—Si, soy yo —Josh se puso en pie y le tendió la mano al policía, el policía de inmediato lo estrecho, saludándose.—Nos dijeron que usted es el novio de la chica que ha sido atropellada.—Si, así es.—Bueno le comento que, en ese caso, necesitamos hablar con un familiar directo de ella, ya que debemos recabar más antecedentes. Josh arrugó sus cejas.—Soy su prometido —mintió seguro de sí mismo—. Puede decirme todo a mí.Él desconocía si Leyna tenía o no familia, pero prefería hacerse cargo de todo, ya que, si involucraba a la familia de Leyna, entonces todos descubrirían su mentiría, y sería aún peor.El policía frunció el ceño, pero reconoció que el hombre que decía ser el prometido de aquella mujer desconocida, era nada menos que el
Capítulo V: CómpliceJosh llegó a casa con los ánimos por el suelo y todo empeoró cuando vio el auto azul en la entrada de la propiedad. Apretó los dientes con la ira palpitando en su sien, pero nuevamente un detalle llamó su atención.Aquel vehículo chocado y con el parabrisas clisado, no tenía ninguna patente visible. Lo miró por delante y por detrás dos veces, pero nada.Resulta que la noche anterior antes de salir, Hendrik le había sacado las patentes para que la policía alemana no le sacara multas por exceso de velocidad. Las patentes estaban guardadas en un cajón de su armario.Aunque Josh, pensaba que las había perdido en el accidente, por lo que nuevamente la culpa lo acechó, ya que más temprano que tarde la policía descubriría el crimen.Las luces de la casa estaban prendidas y también de la habitación de Hendrik, sin embargo, el silencio reinaba, por lo que supuso que ningún trabajador había llegado a su jornada laboral.La noche era más oscura que otras, y solo se escuchaba
Capítulo VI: Detective PrivadoEl detective privado se presentó a primera hora de la mañana en la propiedad de la familia Bemberg. Una de las empleadas les recibió en la sala de estar.—Favor de esperar aquí —dijo la empleada, mientras se dirigía a la habitación de Josh.Josh estaba durmiendo, después de una noche en donde todo le daba vueltas y solo tenía ganas de vomitar. Una noche terrible, que no se comparaba a nada de lo que hubiera vivido antes, ni siquiera la muerte de su padre, que fue dolorosa e inesperada, pero había sido debido a un para cardíaco fulminante.Los golpes en la puerta de su habitación, le despertaron de inmediato, sin embargo, su cabeza retumbó como si tuviera un tambor dentro de su cerebro.—Señor Bemberg —llamó la empleada con cuidado—. El señor Weber lo espera. —Ya voy. Gracias Anna —dijo Josh a su empleada.Él se vistió con un pantalón chándal y una playera. Todos sus sentidos estaban alterados, pero ahora no era el tiempo de lamentarse de sus actitudes
Capítulo VII: Despedida de HendrikEl vehículo negro con vidrios polarizados que trasladaría a Hendrik ya estaba estacionado fuera de la hacienda. Un enfermero y el chofer esperaban apoyados en el capo.Este centro de rehabilitación no utilizaba ambulancia (a menos que fuera estrictamente necesario), ya que por lo general las personas que contrataban los servicios, eran personas influyentes e importantes del país que necesitaban discreción y hermetismo.Nadie podía saber los escándalos de la alta sociedad. De manera que la discreción a Josh le interesaba, ya que, si no, su hermano y su familia estarían envueltos en un problema de proporciones mayores afectando así su persona y también los negocios heredados por su difunto padre. Su apellido se iría al carajo.Otro de los enfermeros del centro de rehabilitación Vida Nueva, estaba en la sala de estar junto a Josh explicándole el procedimiento a seguir, sus protocolos y también sus restricciones, sin embargo, sus explicaciones eran amo
Capítulo VIII: Familia NassauLos días comenzaron a pasar y Josh iba cada tarde al hospital público de Berlín, pero aún no tenía respuesta alguna del pronóstico de la chica de ojos azules.La hermosa Leyna estaba en un sueño muy profundo, sus signos vitales eran estables, pero aun no la podían despertar, ya que la inflamación de su cerebro aun no bajaba del todo, por lo que Josh que estaba a su lado, besó la frente de aquella chica que seguía en aquella camilla y nuevamente sus pies fueron arrastrados con pesar al vehículo para dirigirse a la mansión.Antes de irse, le pidió al médico que por favor le llamara ante cualquier signo de mejoría de la paciente.Esa era la rutina sagrada que él había creado desde que su hermano atropelló a la chica desconocida que le había quitado el sueño. Josh odiaba no poder admirar sus ojos azules o su sonrisa, ya que sus facciones eran preciosas, por lo que no tenía duda de que su personalidad podía ser igual de bonita.Cuando Josh llegó a la hacienda,
Capítulo IX: PropuestaLa familia Nassau caminaron por aquel camino de piedras que tenía la hacienda de los Bemberg, pasaron por la terraza de sillones blanco de mimbre y llegaron a la entrada de la mansión, en donde una empleada vestida de negro y delantal blanca ideal para la ocasión les recibió.Gilbert Nassau iba con un traje negro a la medida, camisa blanca y corbata del mismo color, Úrsula con un vestido morado largo de mangas tres cuarto y Astrid llevaba un vestido color plata corto y tacones, que cuando saludó a Josh de beso en la mejilla, ella intentó que le mirara la cara o el escote, pero de Josh solo recibió un escueto saludo.Sin embargo, las pocas ganas de Josh, no dejaron que la desanimara en su conquista.Todos se saludaron y pasaron de inmediato a la mesa del comedor que ya estaba puesta, en donde otra empleada les sirvió la entrada.Las conversaciones al comienzo fueron meramente superficiales. Las mujeres hablaban de moda, dietas y maquillaje, en tanto Gilbert y Jos
Capítulo X: Hola LeynaJosh caminó a pasos apresurados hasta su despacho. Cerró la puerta con seguro y contestó su celular.—¿Señor Bemberg? —dijo una voz masculina—. Soy el Doctor Fisher, el que está a cargo de la señorita Keller.Por un segundo Josh dejó de respirar temiendo lo peor.—¿Cómo esta ella? —preguntó Josh en un hilito de voz.—Señor Bemberg le tengo buenas noticias —expreso el doctor con voz cantarina—. Leyna ha despertado. Josh al escuchar aquello fue como si le volvieran a dar un soplo de vida, una luz de esperanza en medio de la oscuridad. Le indicó al doctor Fisher que iría de inmediato para allá. Luego cortó la llamada, tomó las llaves del auto, su billetera y salió casi como un loco desesperado hacia el hospital.Pasó por el comedor sin dar respuesta a su actitud tan desenfrenada, pero su madre Amelia le detuvo.—¿A dónde vas Josh?—Lo siento Señor Nassau y familia —se disculpó Josh mirando a todos los presentes—. Sucedió algo muy importante en la oficina y tengo q
Capítulo XI: Amnesia DisociativaJosh se sentó en una de las sillas y el doctor Fisher tomó asiento frente a su escritorio.—¿Qué le sucede a Leyna?El doctor Fisher suspiró y luego le mostró unas radiografías del cerebro de la chica de los ojos azules. —Sus exámenes están completamente normales —explicó el doctor—. Tiene signo de letargo por la contusión cerebral que tuvo con el golpe e impacto del vehículo y el suelo, por lo que estos signos son completamente normales, además de la fractura del brazo derecho y la clavícula. El dolor es inevitable, por lo que le recetaremos medicamentos, sin embargo, lo que me preocupa es que ella insiste en no recordar nada, por lo que le he pedido a un especialista en psiquíatra que la vea.—¿Cree que está mintiendo?—No. Claro que no. Su realidad no es la nuestra. La hipótesis que barajamos con la comisión médica que la ha visto es que lo más probables es que ella tenga amnesia disociativa.—¿Qué significa que tenga amnesia disociativa? —preguntó