—Hija de ... —Renato no se atrevió a completar la frase.Él había despertado tarde y, en todo el día, no se había quitado el pijama, pues no le gustaba salir de casa cuando no había razón para hacerlo, razones como que su padre le obligara a presentarse en alguna reunión en la empresa.Y es que, para Renato, solo eran disfrutables las salidas que hacía cuando Olga se lo pedía, pero ese día aprovecharía que su novia no estaría para no hacer nada, cosa que le gustaba mucho más que salir con su amada; sin embargo, cuando el hombre decidió darse un baño para irse a dormir, descubrió que en la regadera no había muchas cosas de Olga.Pero no solo el baño estaba sin las cosas de esa mujer que comenzaba a odiar, también estaba el closet completamente vacío.Muy contrariado, el hombre intentó comunicarse con su amante, pero el número de teléfono de esa mujer mandaba directo a buzón, lo que sugería dos cosas: primero, que ella se había ido de casa y, segundo, que lo había bloqueado o cambiado d
Era muy temprano en la mañana cuando Olga, tan impecable como siempre se veía, entró a la habitación de Julissa y la despertó.—¿Maia? —preguntó Julissa, con la voz ahogada, pues aún se encontraba medio dormida y muy aterrada.—Soy Olga, imbécil —declaró la mayor y Julissa no pudo dejar de mirarla por lo mucho que se parecía a su hermana mayor con el cabello sin alisar y esa media cola que se había peinado, además, Olga olía completamente a lo que Julissa recordaba que olía Maia—. Esto es para atraer a la cría y echármela a la bolsa, funciona bastante bien.—¿Y a mí qué? —preguntó Julissa, intentando volver a dormir—. Ellos ahora son tus problemas, ¿para qué me estás molestando?—Pues porque necesito una treta para poder quedarme más tiempo —explicó entre dientes Olga, exasperada por la actitud poco colaborativa de su hermana menor—. Vamos a discutir a los gritos que te quiero llevar conmigo de regreso, pero no quieres y, cuando te haga una señal, me marcas por teléfono para poder fin
Olga, a diferencia de Julissa, era una mujer agradable con la que daba gusto platicar, pues incluso su tono y timbre de voz eran disfrutables, pero, definitivamente, lo mejor de ella era la manera en que siempre estaba sonriente; aunque todo era una vil mentira.Y, aun con lo mucho que le agradaba esa azabache, Marisa se sentía mal a su lado; y es que Olga no solo estaba generándole un profundo miedo a perder a Mía, sino que también le estaba generando todo tipo de inseguridades, pues, sin darse cuenta de cómo había iniciado, la castaña había generado una extraña afición a compararse con esa mujer de ojos claros.Marisa era bonita, pero Olga era muy guapa; Marisa tenía un cuerpo aceptable, pero Olga tenía un cuerpo sensual; Marisa terminaba siendo una buena persona cuando la conocían bien, pero Olga era demasiado agradable, incluso a la vista, y esa seguridad en sí misma la hacía parecer mucho más confiable que lo que la castaña podía parecer en una primera impresión.Maximiliano habí
FLASHBACKMarisa no podía dejar de llorar, porque su habitación sin esa pequeña era realmente dolorosa, así que, sintiendo que no podía soportarlo más, la joven decidió volver a la cocina, aunque ya no quería agua. Entonces, cuando Marisa regresaba a su habitación tras un largo rato de estar en sentada en una silla de ese pequeño comedor en la oscuridad, mirando a la nada, la joven pasó por el frente de la habitación de Maximiliano y se sorprendió en serio al verlo abrir la puerta. —¿Estás bien? —preguntó el hombre, medio alarmado por verla comenzando a llorar—. ¿Qué pasó?—Shhh —hizo Marisa, poniendo su dedo índice sobre sus propios labios—, todas están dormidas.—¿Y Mía? —cuestionó el hombre, provocando a Marisa llorar un poco más. —Dormirá con Olga —explicó Marisa tras un montón de dolorosos sollozos, sintiendo su cabeza punzar dolorosamente—, y yo... no quiero dormir sola... ¿puedo quedarme contigo?Ante semejante pregunta, Maximiliano se quedó sin aire por medio segundo; pero,
El “buenos días” de la castaña fue un saludo para su suegra, que la veía divertida por haberlos escuchado reírse; y también fue para las otras dos tías de Mía, de las cuales una le miraba fingiendo diversión y la otra torcía los ojos sin responder al saludo.—¿De qué hablaban? —preguntó Maximina, llegando hasta su hijo, para saludarlo—. Se veían divertidos.—Marisita estaba hablando de todas las enfermedades gastrointestinales que le causaba imaginarse que Maximiliano le engañaba con Olga —explicó la señora Lidia y la mayor de todos en ese lugar miró con furia a su hijo, y luego miró con confusión a Olga, que se veía en serio sorprendida, porque lo estaba.—Espérate, no te enojes, madre —pidió Maximiliano, sonriendo un poco—. La señora Lidia tuvo la culpa, por decir que Olga estaba muy guapa y recordarle a Marisa que ella se iba y venía todos los días en mi auto. Le preguntó a Marisa si no le daban celos y así terminó todo, con Marisa amenazando con llorar fuerte si la cambiaba por Ol
—¿Estás seguro de que no necesita ningún cambio? —preguntó Marisa y el hombre al otro lado de la línea de teléfono aseguró que no—, porque tengo tres días sin dormir y ahorita apagaré mi teléfono para dormir hasta pasado mañana sin que nada me despierte.—Ya, relájate, Mari —pidió Tomás Carvajal que, días atrás, de emergencia, le había pedido a su amiga que le hiciera una campaña exprés para cierto evento que su empresa tendría, porque, la persona a quien se lo había encomendado, no la había hecho, así que acudió a ella prometiendo pagar el triple de lo que ella cobraba por la molestia—. Te juro que la amo tal y como está, así que duerme tranquila, no te molestaré.—Que conste que te di la oportunidad de hacerle cambios —advirtió Marisa y Tomás rio otra vez, agradeciendo de nuevo por semejante favor, y prometiendo, en muestra de su agradecimiento, invitarla a cenar alguna vez en el futuro.Marisa suspiró y también agradeció a ese hombre por el trabajo y la confianza, pidiéndole encare
—¿No crees que deberíamos despertarla ya? —preguntó Maximina cuando dieron las nueve de la noche, luego de que todos terminaran de cenar—. Es mucho lo que ha dormido, ¿no?—Creo que es más lo que no ha dormido —señaló Maximiliano, parado junto a su madre en esa habitación donde, de vez en cuando, se escuchaba el suave respirar de la joven; el resto del tiempo esa habitación era puro silencio—. Dejemos que por lo menos se completen ocho horas, la despertaré entonces y la obligaré a cenar algo. ¿Te parece?Y, aunque de su gusto la despertaría justo en ese momento, Maximina asintió, terminando por acceder e irse a su habitación luego de tomar a su nieta de la cama donde había ido a dar cuando le entregó la mamila para dormir, quedándose dormida en la cama de esa chica que adoraba, a pesar de lo apegada que estaba ahora con su tía Olga.**—¿Al fin te cansaste de dormir? —preguntó Maximiliano, encontrándose con su falsa novia en el pasillo, pues, justo antes de que él se pusiera de pie y
—Buenos días —saludó un hombre de cabello rubio y de ojos azules, llegando a la recepción donde Marisa hablaba con Maruca sobre la agenda del día.—Buenos días —respondieron ambas mujeres a unísono—. ¿Tiene una cita? —preguntó Maruca y el hombre asintió, sin esforzarse siquiera en dejar de ver, de arriba abajo, a una joven castaña de ojos cafés.—Con Maximiliano Santillana —informó el hombre y Marisa hizo mala cara luego de verlo mirarla de tan desagradable manera—. ¿Cree usted que podría guiarme hasta él?—No —respondió Marisa, sonriendo muy incómoda—. No trabajo para él, así que no hago ese tipo de cosas. Pero, si le da su nombre a la recepcionista, ella confirmará su cita y le indicará a dónde debe ir.—Por supuesto —aceptó el hombre, sonriendo coquetamente a ambas mujeres, terminando por guiñarles un ojo—, mi nombre es Renato Cortés, y me disculpo si la incomoda que la vea, pero es usted tan hermosa que no logro apartar mi vista de su cuerpo, aunque lo intente mucho.Marisa no dij