Al día siguiente, Ava despertó lentamente, sintiéndose reconfortada en los fuertes brazos de su esposo, ella con los ojos cerrados soltó un suspiro cargado de placer seguido de una sonrisa y se estiró sensualmente sobre él. Luego abrió los ojos y lo encontró observándola con una sonrisa tierna en los labios. A ella le dio vergüenza tan solo imaginar la escena que hizo, pasó por su mente. «¿Qué debo decir? Ay dios mío porque fui tan débil y cedi tan rápido, pero no puedo negar que me gusto demasiado».—Buenos días, mi amor. ¿En qué tanto piensas? ¿En cuánto me amas? —Él la miró fijamente, embelesado por el color rosado en sus mejillas. Ver esa parte tan tierna de ella lo hacía perder la cabeza.Ava mostró un puchero de molestia y le dio un pequeño golpe en el pecho para luego intentar zafarse de sus brazos.—Ya me saliste creído —susurró de forma irónica, después de un largo suspiro continuó—. Ahora eres un desconocido para mí. Ya sabes lo que quiero, Dante. No puedo confiar en un homb
En otro condado del país, un anciano disfrutaba de la tranquilidad de su establo, observando el elegante trote de sus caballos. La paz del momento se rompió de golpe cuando una voz fuerte irrumpió en el silencio.—¡Abuelo, mira esto! —exclamó su nieto, extendiéndole el teléfono.El anciano tomó el dispositivo y fijó la vista en la pantalla. Era la entrevista de Dante, donde revelaba la identidad de su esposa. Su expresión se endureció al alzar la mirada hacia su nieto.—Abuelo, ese hombre pronto irá tras ellas —continuó el joven con urgencia—. Tenemos que decirles la verdad. Mis primos están dispersos por todas partes sin saber que son familia. Es hora de unirnos.El anciano lo observó con seriedad.—Querido nieto, debemos regresar a Florida. Ha llegado el momento de salir de las sombras. Aunque la operación para desmantelar la organización de Roger fue un éxito, su hijo logró escapar. Ninguno de nosotros está a salvo todavía.—Sabes que me uní a la misión HSI del FBI precisamente par
Al llegar a la entrada del juzgado, vio a Olivia y corrió a abrazarla. Ambas sonrieron con alegría, emocionadas por el reencuentro. A pesar del tiempo sin verse, el amor y el vínculo entre ellas seguían siendo fuertes.—¡Hermanita! Te extrañé mucho —exclamó Olivia, separándose de Ava y acariciándole el cabello.—Mi niña, yo también. No sabes la satisfacción que siento al comprobar que estás bien —contestó Ava con el corazón desbordante de felicidad, agregó con ironía—: De aquí te llevo a la mansión.Olivia soltó una carcajada.—Ya no puedes. Mañana seré mayor de edad, pero te tengo una noticia que te alegrará y te ahorrará el viaje de venir a visitarme a Alhambra.—Cuenta, ¿cuál es? —preguntó curiosa.—Compré apartamento un tipo estudio en la ciudad y me mudaré mañana. Estaremos más cerca y podrás visitarme cuando quieras.Las alarmas se encendieron en el rostro de Ava, quien, preocupada, inquirió.—¿De dónde demonios sacaste el dinero para mudarte? —con voz suave continuó—. Tú no pue
—Señor juez, como pudo validar en los balances presentados, ese dinero ya no existe. Fue malversado por Sergio Hayek, quien además vendió la mansión familiar destinada a Olivia Hayek cuando cumpliera la mayoría de edad, que será mañana. —agregó Benjamín.—El Señor Sergio Hayek, tiene un plazo de 30 días para devolver los fondos malversados y la casa de su hija menor. De no hacerlo, deberá cumplir una condena de cinco años de prisión sin derecho a fianza. —El juez se levantó—. Queda cerrado el caso. Me retiro.Ava se levantó, y dio unos pasos hacia la salida cuando escuchó a su padre decir.—¡Hija, soy tu padre! Sabes que no queda nada del dinero que dejó tu madre. ¡Por favor, no me mandes a la cárcel! —giró su mirada decaída hacia Olivia, que estaba sentada escuchando tranquilamente—. Hija querida, por favor, ayúdame. La casa de tu madre la tuve que dar para salvarme. Por favor, declara que me la cediste —expresó con un tono de voz agudo desde la distancia. Sofía no le permitía acerca
Minutos antes, Benjamín estaba en su departamento cuando recibió una llamada de vigilancia.—Señor Benjamín, habla Cristian, de vigilancia. Disculpe la molestia.—¿Qué pasó, Cristian? ¿Llegó mi asistente? Ella tiene permiso para acceder a mi departamento.—No, señor, la señorita Dafne no ha llegado. Lo llamaba porque la señora Alexa quiere subir. Como le negué el paso, comenzó a llorar y hacer pataletas. Se mira deplorable y no sé qué hacer.Benjamín rodó los ojos y soltó un suspiro pesado. No sabía qué hacer con su ex; su manera tóxica de actuar lo abrumaba. Aunque ya no sentía nada por ella, le tenía lástima, y eso lo molestaba aún más. Se pasó una mano por el cabello, intentando encontrar paciencia, y después de meditarlo unos segundos, respondió—Voy para allá.Tomó las llaves del carro y salió del departamento. Llamó al ascensor y, al llegar a la planta baja, se dirigió a la entrada del edificio.Apenas Alexa lo vio, se lanzó a sus brazos, sollozando como una niña pequeña. Su cue
Han pasado varios días desde que el abogado le informó a Ava que su abuelo le había cedido su porcentaje en la empresa Condextec y que debía hacerse cargo. Ella estaba completamente confundida; no entendía por qué su madre recibía dinero de otra empresa y desconocía que esta era el legado de su madre. Ahora tenía la tarea de buscar a su abuelo para exigirle explicaciones.Por otra parte, Dante estaba renuente a permitir que Ava fuera a esa empresa. Después de múltiples discusiones, accedió con la condición de que Sofía la acompañara y que siempre contara con la protección de sus guardaespaldas. Ella estaba feliz.Mientras tanto, Dafne, estaba sentada frente a su escritorio y absorta en la computadora, fue sorprendida por una voz chillona y un tono cargado de hostilidad que resonó en el pasillo.—Aquí está la zorrita que usó sus mañas para estar junto a mi hombre.Dafne giró lentamente la cabeza, sus ojos agudos se fijaron en la figura delgada desafiante frente a ella.—¿Y quién lo afi
Benjamín se levantó como un rayo de su asiento y, antes de que ella llegara a la puerta, la tomó de la mano.—Tú no puedes dejarme, Dafne. Ya te he dicho que ella no es mi novia, solo la acompañé a una consulta médica.Dafne trató de zafarse de su agarre, con rabia expresó:—¡Suéltame! Vi cómo salían juntos de aquí, y eso lo dice todo sobre ustedes.Benjamín vio esa rabieta en su cara y eso le gustó. La arrastró y la pegó a la pared. Tomó sus dos manos y las coloco por detrás de su espalda.—¿Estás celosa?—¡En tus sueños! Suéltame o me vas a conocer —el corazón de Dafne empezó a latir con rapidez. Por primera vez, sintió que tenía sentimiento por un hombre que, resultaba ser completamente prohibido para ella.—Eso quiero, conocerte, quiero saber todo de ti.Benjamín miró esos labios carnosos que llamaban a ser besados. Por impulso, la besó con suavidad, degustando el labio inferior de ella. Dafne abrió los ojos por su atrevimiento, no pudo negar que aquel beso despertó sensaciones de
Al llegar frente a la puerta, Ava agarró la manilla y la giró. Al abrirla, sus ojos se encontraron con una escena alarmante: en el sofá, una mujer luchaba desesperadamente por liberarse de un hombre de unos cincuenta años. En ese instante, Ava intuyó que se trataba de Fernando.—¡Suelte a esa mujer! —exclamó Ava con firmeza.Fernando levantó la cabeza al escucharla. Su rostro reflejaba perversión, pero al ver quién era, se levantó rápidamente y comenzó a acomodarse la ropa.—No es lo que ustedes piensan. Ella es una ofrecida y yo solo trataba de someterla para que me dejara tranquilo.Ava miró a la chica, que, aún en pánico, se arreglaba la camisa rota. Una furia crecía dentro de ella. Sacó su teléfono y llamó a los otros guardaespaldas.—Suban al piso 13, los necesito con urgencia.Sofía corrió a socorrer a la chica, que tenía el cabello alborotado y el maquillaje corrido por las lágrimas.—¿Estás bien? ¿Te hizo algo este cerdo?—A mí me respetas. ¿No sabes con quién te estás metiend