Dante en silencio sentía que el mundo se derrumbaba a su alrededor. El miedo y la angustia lo consumían por dentro. Sus seres queridos estaban allí adentro, aferrándose a la vida, y la sola idea de perder a alguno de ellos lo aterrorizaba. Pensó «¿Qué sería de mi si algo les pasaba?»La fría sala de espera del hospital, con murmullo de médicos y enfermeras, los sollozos de otras familias, el olor a desinfectante todo lo estaba asfixiando. Entonces, fijo su mirada en Josué. Inspiró hondo, tratando de mantener el control sobre el torbellino de emociones que amenazaba con arrastrarlo.—Josué, encárgate de todo para cuidar de Ava y de mis hijos —expresó con tristeza, aunque su voz apenas tembló—. Confío en ti y en tu equipo. Y por favor asegúrate de que mi madre reciba la mejor atención.Josué asintió con solemnidad, comprendiendo la gravedad de la situación, estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para proteger a la familia de Dante.—Haré todo lo que esté a mi alcance. Te mantendré i
El médico que atendía a Ava fue tajante en informarle que debía permanecer un mes en el hospital para un monitoreo constante de los bebés. Sin embargo, Ava insistió en que estaría mejor en casa. Después de varios argumentos, el doctor cedió, pero con la condición de que él mismo acudiría diariamente para revisarla. Los pequeños aún estaban en riesgo, pero Ava se aferraba a la esperanza de que, en la tranquilidad de su hogar, estarían sanos y salvos.Mientras tanto, Dante se ocupaba de los trámites para su traslado en ambulancia. En medio del proceso, su teléfono sonó.—Hola, Dexter. ¿Qué noticias tienes?—Dante, atrapamos a Lorena en el aeropuerto. Por poco se nos escapa. Iba disfrazada, lista para abordar un avión privado a Paris.Un escalofrío le recorrió la espalda, la rabia y la frustración se encendían en su interior.—¿Dónde está? Iré a verla más tarde.—No es necesario. Esa alimaña está encerrada. Solo te llamaba para decirte que gente como ella no merece una segunda oportunida
—Toque el timbre y no contestaste. Tengo una llave para emergencias, así que decidí entrar —se encogió de hombros con absoluta calma—. Estoy a cargo de tu seguridad, Olivia.—¿Seguridad? ¡Eso no te da derecho a irrumpir en mi casa sin permiso! —protestó, retrocediendo unos pasos.Alan no apartó la mirada de ella, recorriéndola con descaro. Olivia sintió que su piel ardía bajo esos ojos color miel, intensos y peligrosamente atractivos.—Por cierto, tengo muy buena vista —añadió con tono divertido.—¡No seas atrevido! —replicó, ruborizada, dándole la espalda para dirigirse al baño.Pero Alan fue más rápido. En un movimiento felino, acortó la distancia entre ambos y la sujetó suavemente por la muñeca.—No vayas a ningún lado. Así estás perfecta —murmuró, su voz cargada de intención.Olivia sintió que su corazón quería escapar de su pecho. No estaba acostumbrada a ese tipo de cercanía, menos a la intensidad con la que Alan la miraba. Intentó zafarse, pero él se inclinó ligeramente, atrapá
Olivia observó cómo el carro de Taylor se alejaba hasta perderse en la distancia. Justo cuando estaba a punto de entrar a su edificio, sintió una mano firme sujetando su brazo. Se giró con el corazón acelerado y se encontró con la mirada gélida de Alan.—¿Qué haces saliendo con Taylor Smith? —preguntó con voz dura, sin soltar su mano.Olivia frunció el ceño y arrugando la cara.—¿Lo conoces?—No personalmente, pero averigüé todo sobre él —replicó con frialdad—. Contéstame. ¿Por qué estás saliendo con otro hombre después de lo que te pasó?—Lo que pasó con ese tal Rogelio no me impide salir con quien yo quiera —respondió con voz tensa. Se zafó de su agarre y lo miró con furia—. Alan, eres un atrevido. Agradezco que hayas estado ahí para salvarme, pero como te dije antes, fue mi primo quien te pidió que me cuidaras. No tienes derecho a meterte en mi vida.Alan apretó la mandíbula, y fijo sus ojos azules oscuros en ella, con una intensidad que le erizaba la piel.—Además, Taylor es un ch
—Hola, Ángela —contestó Ava perezosa, recostada en su cama, estaba a punto de conciliar el sueño cuando escuchó su teléfono móvil.—Hija, perdóname por ser tan débil. Si algo me llegará a pasar, cuida de tu hermana. Tú eres fuerte y encontrarás la felicidad al lado de alguien que realmente te demuestre amor.—¡Mamá! ¿Qué dices? ¿Sabes que no creo en el amor? ¿Dónde estás? ¿Dime ahora mismo que voy por ti? —se levantó asustada, escuchando la voz quebrada de su madre como si estuviera llorando.—¡Soy masoquista! Como continuamente me lo recriminas. Dejé mi comodidad y abandoné a mi familia por Sergio —hizo una pausa para tomar aire—-. Siempre creyendo en el amor de tu padre, he aguantado engaños y malos tratos. Pero él siempre me convence de que va a cambiar y como una ilusa vuelvo a caer. No me justifico, pero tu papá fue el único hombre al que he amado y amaré hasta la muerte.—¡Mamá! ¿Por qué dices eso ahora? ¿Viste a papá con otra mujer? —expresó con el teléfono en la oreja mientras
Un día después, fue el funeral. En el cementerio, había pocas personas acompañándolos debido a que, por su padre, su madre había perdido muchas amistades. Olivia estaba llorando amargamente aferrada con fuerza a los brazos de su hermana. Ava se hacía la fuerte para no desmoronarse delante de ella.Los llantos de Olivia eran desgarradores, y Ava solo podía abrazarla para que no se cayera.Su mirada se oscureció al ver a un hombre mayor, no muy lejos de ellas. Se preguntaba por qué no se acercaba. Aunque lo odiaba por haber abandonado a su hija y haber cortado todo lazo con ella, no entendía por qué, en ese momento, no mostraba un mínimo de humanidad y se despedía de Ángela.Desvió la mirada hacia el frente, donde su padre caminaba con paso lento hacia el ataúd de su madre, interpretando el papel de viudo dolido. Lo fulminó con la mirada mientras, en silencio, le pedía a Dios fortaleza para no perder el control, Murmuró para sí misma «Como quisiera acercarme y empujarte con todas mis fu
Un mes después, en la facultad de medicina, el director le informó a Ava que no podía entrar a clases porque no había pagado la matrícula de ese semestre.Ella regresó a su casa furiosa y se encontró con su padre, quien estaba tirado en el sofá con una botella de cerveza en la mano.—¿Dónde está el dinero que mamá dispuso para nuestros estudios? —preguntó Ava parada frente a su padre.—Lo siento, hija, hay muchos gastos y ese dinero se utilizó para cosas más importantes —respondió Sergio con indiferencia mientras se rascaba la barriga y veía un partido de fútbol.—¡Me imagino! Para andar de borracho, jugando y con mujerzuelas —respondió Ava, perdiendo el control de sus palabras. El hombre frente a ella lograba sacar lo peor de su carácter—. Recuerda que mamá estipuló que con ese dinero también se deben pagar los estudios de Olivia y míos.Sergio enfureció inmediatamente, se levantó como un resorte y sin darle tiempo a Ava a reaccionar le dio una fuerte bofetada. No entendía por qué su
Greta reflexionaba en silencio, buscando la manera adecuada de decirle a su hijo que había encontrado la esposa perfecta para él. Una joven hermosa, diferente a aquella mujer que, le había causado tanto daño y destruido su imagen ante la sociedad.—¡Dante! Como tu madre, sabes que siempre hago las cosas por tu bien.—¿Qué está pasando por esa cabecita? —expresó él, volviendo a su expresión fría.—Quiero que te cases con la hija de mi difunta amiga Ángela —dijo Greta, con tono serio, buscando captar la atención de su hijo—. Ava, tiene 20 años, sé que es joven para ti, pero vive con un padre desalmado y borracho, que no tiene el más mínimo interés en el sufrimiento de ella ni de su hermana. —Hizo una pausa, observando la reacción de Dante antes de continuar—. Para acceder a los bienes de su madre, debe estar casada durante un año. Ese hombre ha espantado a todos sus pretendientes, y la situación es insoportable, las está dejando sin nada. Tú podrías ayudarla, Dante.—¿Qué crees que soy,