—Toque el timbre y no contestaste. Tengo una llave para emergencias, así que decidí entrar —se encogió de hombros con absoluta calma—. Estoy a cargo de tu seguridad, Olivia.—¿Seguridad? ¡Eso no te da derecho a irrumpir en mi casa sin permiso! —protestó, retrocediendo unos pasos.Alan no apartó la mirada de ella, recorriéndola con descaro. Olivia sintió que su piel ardía bajo esos ojos color miel, intensos y peligrosamente atractivos.—Por cierto, tengo muy buena vista —añadió con tono divertido.—¡No seas atrevido! —replicó, ruborizada, dándole la espalda para dirigirse al baño.Pero Alan fue más rápido. En un movimiento felino, acortó la distancia entre ambos y la sujetó suavemente por la muñeca.—No vayas a ningún lado. Así estás perfecta —murmuró, su voz cargada de intención.Olivia sintió que su corazón quería escapar de su pecho. No estaba acostumbrada a ese tipo de cercanía, menos a la intensidad con la que Alan la miraba. Intentó zafarse, pero él se inclinó ligeramente, atrapá
Olivia observó cómo el carro de Taylor se alejaba hasta perderse en la distancia. Justo cuando estaba a punto de entrar a su edificio, sintió una mano firme sujetando su brazo. Se giró con el corazón acelerado y se encontró con la mirada gélida de Alan.—¿Qué haces saliendo con Taylor Smith? —preguntó con voz dura, sin soltar su mano.Olivia frunció el ceño y arrugando la cara.—¿Lo conoces?—No personalmente, pero averigüé todo sobre él —replicó con frialdad—. Contéstame. ¿Por qué estás saliendo con otro hombre después de lo que te pasó?—Lo que pasó con ese tal Rogelio no me impide salir con quien yo quiera —respondió con voz tensa. Se zafó de su agarre y lo miró con furia—. Alan, eres un atrevido. Agradezco que hayas estado ahí para salvarme, pero como te dije antes, fue mi primo quien te pidió que me cuidaras. No tienes derecho a meterte en mi vida.Alan apretó la mandíbula, y fijo sus ojos azules oscuros en ella, con una intensidad que le erizaba la piel.—Además, Taylor es un ch
Zoe se inclinó con curiosidad y exclamó con emoción.—Dime, ¿lo llamaste? ¿Qué te dijo?—Lo llamé… —admitió Olivia, bajando la mirada—. Pero apenas dije "hola", él me respondió con tomo helado, "¿qué quieres?". Me quedé en silencio por unos segundos y entonces dijo: "Si no vas a hablar, mejor no llames. Estoy ocupado". Y colgó.Zoe hizo una mueca de compasión, ya entendía por ella estaba así.—Uf… sí que está dolido. Pero no lo culpes, Oli. Tú le pediste que se alejara.—Lo sé… cometí un error alejándolo, lo admito. Pero Zoe, no quiero vivir el mismo infierno que vivió mi madre. No tienes idea de lo que fue crecer en una burbuja de mentiras. Vi cómo ella amaba a Sergio con todo su ser, cómo lloraba por él y le entregaba su vida y al final —suspiró con el corazón encogido—. Él se quedó con todo, con su dignidad, con su dinero, y se lo gastó en bebida, apuestas y otras mujeres. No puedo permitir que eso me pase a mí.Zoe la escuchó en silencio, dejando que su amiga se desahogara. Finalm
Alan estaba sentado frente a la tarima, con un vaso de whisky en la mano y una sonrisa traviesa en los labios. Frente a él, una mujer de curvas peligrosas se movía con sensualidad, su vestido corto y ceñido resaltando cada uno de sus encantos. La música, el alcohol y la atmósfera hacían que olvidara todo lo que lo perturbaba.—Ya veo que te gusta ver a mujeres de mala fama.Alan estaba justo en el momento de dar un trago a su vaso cuando escuchó esas palabras. Se atragantó con el whisky, sintiendo el ardor en la garganta mientras tosía. Recuperándose, giró la cabeza con molestia y, para su sorpresa, vio a Olivia de pie a su lado. Su expresión se endureció de inmediato. mientras se preguntaba—¿Qué demonios haces aquí? —soltó con voz ronca, dejando escapar un suspiro de fastidio.La última vez que se habían visto, Olivia se había comportado como una niña caprichosa. Él no tenía dudas de que le gustaba, pero su actitud inmadura solo le recordaba que le llevaba seis años de diferencia y
Después de una hora y media de viaje, el auto se detuvo frente a la residencia de Olivia. La tensión entre ella y Alan era tan densa que podía cortarse con un cuchillo. Alan deslizó la mirada hacia su chofer y, con voz gruesa, ordenó:—Jorge, puedes retirarte. Te llamaré cuando necesite que vengas a buscarme.El hombre asintió sin hacer preguntas, Alan bajó, rodeó el vehículo con calma, abrió la puerta trasera y extendió la mano para ayudar a Olivia a salir. Ella titubeó mirarlo con desconfianza.—Puedo bajarme sola. No entiendo por qué me tratas así.Alan no respondió. Su mirada era un abismo de emociones contenidas, pero su silencio hablaba más que mil palabras. Olivia sintió un escalofrío cuando él le tomó el brazo y la sacó del carro. Sin soltarla, caminó llevándola a rastras hacia los ascensores.Cuando llegaron al piso de destino, Alan salió primero, caminando con seguridad hacia la puerta del departamento de Olivia. Sacó una llave de su bolsillo, la introdujo en la cerradura y
Alan se separó de los labios de Olivia, agitado, apoyó su frente contra la de ella. Con la voz entrecortada, susurró:—Nunca me cansaré de besar tus labios, mi niña. Serás mi perdición. Mejor me voy, o no podré contener las ganas de hacerte mía. Y luego vendrán los reclamos de Dexter.Olivia, bajo la cabeza avergonzada por lo que iba a decir.—No te vayas, quiero que seas mi primera vez con un hombre.Alan levanto su barbilla para buscar su mirada y le preguntó.—¿Estás segura de que quieres hacerlo conmigo?—¡Sí! Sí, quiero estar contigo —confesó, dejando ver el rubor en sus mejillas.—Por lo que paso hay, no te sientas obligada a entregarte a mí, todo tiene su tiempo.—No es por eso, es que haces que me sentir deseada. Si no quieres, puedes irte. Y si es porque temes sentirte responsable, no te preocupes. No te estoy exigiendo nada más. Si prefieres, mañana puedes hacer como si nada hubiera pasado.A Alan no le gustó para nada ese comentario, frunció el ceño y rápidamente la tomó de
—Entonces, ¿piensas que mi hombría no es normal? —sonrió con diversión al verla sonrojarse intensamente. Sabía que esa mujer pondría su mundo patas arriba y cambiaría su estilo de vida, pero no se arrepentía de estar con ella—. Está bien que le tengas miedo.—Deja de burlarte. —refunfuñó avergonzada.Olivia tomó varias bocadas de aire para tomar valor y agarro su hombría en sus manos y empezó a frotarla con delicadeza. Sintió cómo la excitación crecía dentro de ella, mientras se le hacía agua la boca. Luego, con cuidado, acercó sus labios y comenzó a introducirlo en su boca, explorando una sensación extraña pero placentera.Alan inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos cuando sintió esa boca caliente y húmeda rodear su hombría. Un escalofrío exquisito recorrió todo su cuerpo y los gemidos empezaron a salir de su boca.Olivia, concentrada en darle placer a Alan, tenía la cabeza inclinada y la movía de arriba a abajo, haciendo que sus movimientos fueran cada vez más rápidos, mient
Los días pasaban, y Ava no podía contener su emoción. Su embarazo avanzaba sin contratiempos, y cada día dedicaba tiempo a preparar la habitación de los trillizos, quienes nacerían en un mes. Ella y Dante decidieron mantener en secreto el género de los bebés hasta su nacimiento, por lo que optó por una decoración en tonos unisex.Mientras tanto, Olivia y Alan disfrutaban de su amor apasionado. Cada noche, él se aseguraba de estar a su lado. Esa mañana, Alan se ajustaba el saco frente al espejo mientras le lanzaba un guiño a Olivia.—Esta semana tendré reuniones con clientes de la empresa de seguridad. Intentaré llegar temprano —dijo con una sonrisa ladeada—. Aunque me encanta encontrarte dormida y despertarte a besos.—¡Qué egoísta! Llegas tarde y, además, perturbas mi sueño —bromeó Olivia, haciendo un mohín y desplomándose en la cama.Alan arqueó una ceja y, con una rapidez inesperada, se abalanzó sobre ella, atrapándola bajo su cuerpo.—Ah, ¿sí? —murmuró con un tono provocador—. Per