Capítulo cuarenta 40

Benjamín abrió la puerta de un golpe y la cerró rápidamente una vez que entraron. Luego, con la maleta en la mano, subió las escaleras al segundo piso, entro en la habitación de invitados y la dejo sobre la cama. Dafne lo seguía en silencio.

—Puedes dormir aquí. Si tienes miedo, puedes llamarme ¡A mí no me molestaría dormir contigo! —esbozó una sonrisa descarada y arrogante.

—¡Ni en tus sueños! Mejor sal, quiero descansar —exclamó Dafne con una mezcla de enojo y desaliento. Recordó la última vez que estuvo en ese edificio y lo vio con su novia, lo que avivó la rabia en su interior. Cuando llamó a Ava y le propuso irse a trabajar con ella, sintió que era lo mejor que podía hacer para alejarse de él, y ahora, irónicamente, estaban bajo el mismo techo.

Benjamín, divertido por su actitud, se dio media vuelta y se marchó a su habitación.

A la mañana siguiente, Sofía abrió los ojos con pereza. Su cuerpo se sentía pesado y le costaba reaccionar. Parpadeó varias veces hasta recuperar la conci
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