UN AMOR EN PELIGRO

El impacto fue fortuito. Gabriela y Ernesto rodaron por la pendiente, sus cuerpos golpeándose contra las rocas y la maleza.

Gabriela luchó por recuperar el aliento; cada movimiento era una agonía insoportable. La oscuridad la envolvía por completo. A su lado, Ernesto yacía inmóvil, inconsciente.

—Ernesto, por favor, despierta —suplicó, sacudiéndolo suavemente, pero él no respondía—, no… por favor… —Las palabras se le atoraban en la garganta al ver el charco de sangre que rodeaba su cabeza—. ¡Dios! No me lo quites… Imploró, mirando hacia el cielo, como pudo sobre su pecho. Sus latidos eran débiles, como susurros, y el pulso, casi inexistente.

Gabriela comenzó a pedir ayuda. Tal vez, solo tal vez, alguien la escucharía.

De repente, unos pasos apresurados sobre la hojarasca, la hicieron ponerse alerta. Gabriela levantó la vista, sus ojos bañados en lágrimas, buscando el origen del sonido. Un haz de luz brilló entre los árboles, titilante, como si fuera una esperanza encarnada. Unos hombr
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