FAMILIA O ENEMIGOS

El anciano tosió de repente, para llamar la atención de sus hijos, no quería ver a los hermanos pelear.

Rubén le mostró una sonrisa burlona a su hermano, continuó leyendo el periódico, donde hablaban sobre el nuevo CEO de la ciudad, quien al parecer tenía una fortuna escandalosa.

—Esta noche llegará un nuevo CEO a la ciudad, dicen que su fortuna es mucho mayor que la de la familia Clark.

Habló Rubén con arrogancia.

—Me gustaría conocer a tan distinguido hombre, obviamente mi hijo sería el segundo hombre más rico de la ciudad.

—Riqueza que le pertenece a la familia Clark y no a tu hijo, si mal no recuerdo.

El hombre le dio una mirada gélida a su hermano, ¿cómo podía hablar de esa manera?

—Su esposa se suicidó, él simplemente obtuvo lo que le correspondía, no veo el problema.

—Obviamente, tú lo apoyaste para que se casara con ella y pudiera escalar a la cima y de esa manera sacaría a esta familia del hueco donde estaba.

—Eres parte de la familia Allen, lo recuerdas —le recordó su hermano.

Darío le mostró una sonrisa burlona; desgraciadamente su apellido también era Allen, algo que no podía cambiar.

Pero él era muy diferente a esa bola de hipócritas.

—Cuñado, escuché que tienes una nueva novia, después de lo que le hiciste a la anterior, me sorprende que esa mujer se fije en alguien como tú.

Murmuró, Mariana, la esposa de su hermano.

Darío se giró y le dio una mirada filosa a su cuñada. Esa mujer era como el diablo.

—Ese no es tu problema, mujer, se murmura que Sofía murió en condiciones realmente sospechas, eso es lo que debería de preocuparte, no mi vida privada.

El rostro de la mujer cambió drásticamente, como ese imbécil se atrevía a hablar de esa manera de su querido hijo, acaso no temía por su vida.

—Eres un insensato, acaso no eres consciente de lo que puede sucederte si hablas de esa manera tan arrogante, levantándole falsos a los demás.

—Piensas matarme, Mariana, ¿acaso es una amenaza, debo de cuidarme las espaldas?

La mujer le mostró una sonrisa maquiavélica, ella no iba a permitir que hablaran mal de su hijo.

—Tómalo, como quieras, Darío.

El anciano escuchaba cómo su familia discutía unos contra otros.

Había sufrido con la ausencia de su hijo por mucho tiempo, no iba a permitir que siguieran atacándose de esa manera.

—Suficiente —gritó el anciano.

Hubo silencio en la sala, Darío se acercó a su padre y se arrodilló frente a él.

—Lo lamento, padre, no quería hacerlo enojar.

El hombre miró a su nuera, la mujer puso mala cara y desvió la mirada.

—No quiero escuchar más discusiones, ha sido suficiente.

Mariana se marchó del lugar, su suegro siempre había estado a favor de Darío, pero para su suerte ese tonto ya no formaba parte de esa familia.

—En realidad no estoy aquí para discutir, vine a ver a mi padre y darles el pésame por la muerte de Sofía, que el señor la tenga en su gloria.

Rubén guardó silencio, era consciente de que la muerte de Sofía era más que un simple suicidio.

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