Tres semanas después. Sofía se removió incómoda, sentía que los párpados le pasaban. Abrió los ojos de golpe al recordar fracciones de lo sucedido, y se llevó las manos al pecho, angustiosa. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía allí? Se levantó aterrada. Él iba a matarla, la quería muerta, sentía que el oxígeno no llegaba a sus pulmones Intento caminar, pero le fue imposible; casi terminó en el suelo. Todo su cuerpo palpitaba de dolor, tenía moretones horribles en su piel. Su respiración se volvió más pesada, tenía un ataque de ansiedad. Avanzó con dificultad, pero cayó pesadamente al suelo. Un grito de dolor abandonó sus labios. La puerta se abrió, observó a una enfermera. La mujer se preocupó al verla a la joven en el suelo, se acercó y la ayudó a levantarse. —Señora, cálmese, todavía está muy débil, por favor cálmese. —¿Dónde estoy? ¡Mi bebé! —murmuró con el alma en un hilo. —Su bebé está bien, solo cálmese y regrese a la cama, respire profundamente.
Un grito ahogado y desgarrador abandonó los labios de la joven. El doctor y mejor amigo de Darío estaba en la puerta. Observo a la joven perder el conocimiento y terminar en el suelo. —¿Qué fue lo que le hiciste? —preguntó Carlo, molesto. Darío pensaba que su amigo era un hombre sentimental, él era todo lo contrario. —Le dije la verdad, acaso es un delito. Carlo se acercó a la joven y la levantó del suelo con delicadeza y la colocó en la cama. Tomo el periódico que estaba en el suelo y leyó la nota, frunció los labios y le dio una mirada de pocos amigos a Darío. Él parecía no entender lo difícil que debía de ser para Sofía lo que estaba pasando, traicionada por su esposo y familiares. —Esta embarazada, acaso no lo entiendes, siempre tienes que ser un imbécil con todos, te imaginas cómo debió sentirse. —¿Querías que le ocultara la verdad? Carlo soltó un suspiro pesado, su amigo y Sofía no se llevaban bien, eran enemigos, pero por algún motivo aquella no
—Querido tío, es bueno verte, ahora que estamos frente a frente, quiero presentarte a mi prometida.Darío trató de fingir que nada de eso le afectaba. Pero por dentro sentía como si alguien hubiera tomado su corazón y lo estuviera estrujando en su pecho. —Me sorprende, tu amada esposa ni siquiera se ha enfriado y tú ya estás comprometido nuevamente. Habló Darío con sarcasmo, e hizo una pausa dramática. —Cualquiera pensaría que te querías deshacer de Sofía, eso en realidad se escucha horrible.El rostro de Pablo se volvió gélido, como su tío podía hablarle de esa manera en público. —Y tú —señaló a Patricia —dado los hechos, cualquiera pensarías que habías traicionado la confianza de la única persona que confiaba en ti a ojos cerrados.—Cállate —exclamó Pablo —no sabes lo que dices, ame a mi esposa, pero no pienso guardarle luto toda una vida. Darío estaba disfrutando de provocar que su sobrino extraviara la calma, y se comportara como un imbécil; se veía furioso. —Solo ha pasado
La joven tenía un aspecto desalineado, en sus manos tenía sangre seca y las uñas rotas.La mujer apartó bruscamente la mano de Pablo, parecía estar asustada y fuera de sí. —¿Dónde está Sofía? La vi ingresar a esta habitación. —Se encuentra en el piso de psiquiatría, no me hago responsable si algo malo le sucede, señor, algunos de estos pacientes son peligrosos. Le advirtió la mujer tratando de distraerlo. Había notado el pánico de su paciente cuando había ingresado a la habitación aterrada; estaba segura de que algo no estaba bien. No podía permitir que el hombre encontrara a la joven que estaba oculta en el baño. —No me mienta, señorita, sé lo que vi, no intenté engañarme. Patricia ingresó a la habitación preocupada, su novio se estaba volviendo loco.Había actuado de manera irracional. Veía cosas que no eran, y de seguro el estrés le estaba jugando en contra. —Por favor, salga de la habitación, no altere a la paciente. —Pablo, vámonos, no podemos estar aquí. —Sé lo que vi,
Gabriela estaba molesta, la muerte de su prima era como una herida abierta en su pecho. No podía aceptar que estaba muerta, quizás solo se trataba de una horrible mentira. Ingresó a la mansión de su tía; debía de hablar con ella. Patricia estaba haciendo cosas que avergonzaban a la familia. No respetaba la memoria de su difunta prima, era una de desvergonzada. Observó a la mujer en la sala de estar leyendo un diario, al verla le mostró una sonrisa y la invitó a tomar asiento. —Tía, vine a hablar con usted algo realmente importante, que pienso, que ignora por completo. La mujer no dijo absolutamente nada y le permitió continuar hablando. —Patricia es la amante de Pablo, estoy casi segura de que él envió a asesinar a Sofía, todos sabemos que ella jamás sería capaz de suicidarse. La mujer dejó el diario de lado, guardó silencio por unos segundos, parecía estar sorprendida, luego se rio con diversión. —Mi hija volvió con su exnovio, ¿cuál es el problema? Además, Sofía se
—Se trata de tu sobrina —le recordó para hacerlo entrar en razón. Su actitud le molestaba, todos parecían tan tranquilos con todo eso, incluso le resultaba enfermo.Sabía que el dinero hacía que las personas se volvieran, ciegas, sordas y mudas, eso no le sorprendía.—Sabes que algo no está bien, pero prefieres hacerte el ciego e ignorar lo que sucede. Su padre le dedicó una mirada de disgusto. —Piensas en Sofía, como si ella se hubiera preocupado por ti, que hizo ella por nosotros, le dio todo al inútil de su esposo y mira cómo terminó por tonta. Su padre estaba resentido con Sofía, lo entendía, pero ella se había enamorado y se volvió ciega ante lo que sucedía. Era mejor guardar silencio, quizás él tenía la razón. —Firmaré el contrato, no voy a perder más dinero, cada quien recibe aquello que siembra. Se quedó mirándolo con decepción. —Si no te gusta la decisión que tome, puedes renunciar.Observó a su padre perderse de su vista por completo. Pablo iba en el auto pensativo,
Patricia estaba en una tienda exclusiva mirando los vestidos de novia disponibles. Imaginaba celebrar una gran boda, ella se lo merecía, era hermosa y la futura esposa de un hombre multimillonario. Violeta se acercó a ella y le mostró un hermoso vestido, diseñado en Francia. Sus ojos se iluminaron en segundos. Iba a casarse en unos meses y quería que todo fuera espectacular, no aceptaba menos, ella merecía lo mejor de lo mejor. —El vestido vale una fortuna —exclamó su amiga —podría comprarme un departamento con este dinero, puedo buscar otro, no te preocupes. Patricia se acercó y miró el precio, era lo de menos, su futuro esposo estaba ahogado en dinero. Su amiga a veces era muy tonta y olvidaba que ahora sería una mujer con muchos dólares para gastar. —Me casaré con el hombre más rico de la ciudad, no veo el problema —respondió con una sonrisa —puedes mostrarme cualquier diseño.—Eres tan afortunada, te envidio, me gustaría tener tu suerte —exclamó su amiga. Continuó mirando
Sofía caminaba por la acera con cautela, miraba a su alrededor para asegurarse que nadie estuviese siguiéndola.Tomar un taxi no era una opción, no tenía dinero. Era la primera vez en su vida que no tenía ni un solo centavo en sus manos. Miró el anillo en su poder; esa roca debía de valer algunos millones. Empeñarlo, era la opción más sensata en ese momento. Continuó caminando, le dolían los pies, nunca había recorrido un trayecto tan largo, estaba acalorada y muy sedienta. En el pasado siempre iba en un auto de lujo y con varios empleados a su servicio. En ese momento estaba sola, no tenía ni un solo centavo, esa era la realidad. Estaba segura de que, en algún momento, cobraría venganza y haría a su querida prima y a su esposo pagar por lo que le habían hecho. Sofía estaba sumida en sus pensamientos. John conducía a toda velocidad, su jefe tenía cara de querer eliminar al mundo entero. Darío observó con atención la acera, debía de estar en cualquier lugar, Sofía era demasiad