PACIENTE

—Querido tío, es bueno verte, ahora que estamos frente a frente, quiero presentarte a mi prometida.

Darío trató de fingir que nada de eso le afectaba.

Pero por dentro sentía como si alguien hubiera tomado su corazón y lo estuviera estrujando en su pecho.

—Me sorprende, tu amada esposa ni siquiera se ha enfriado y tú ya estás comprometido nuevamente.

Habló Darío con sarcasmo, e hizo una pausa dramática.

—Cualquiera pensaría que te querías deshacer de Sofía, eso en realidad se escucha horrible.

El rostro de Pablo se volvió gélido, como su tío podía hablarle de esa manera en público.

—Y tú —señaló a Patricia —dado los hechos, cualquiera pensarías que habías traicionado la confianza de la única persona que confiaba en ti a ojos cerrados.

—Cállate —exclamó Pablo —no sabes lo que dices, ame a mi esposa, pero no pienso guardarle luto toda una vida.

Darío estaba disfrutando de provocar que su sobrino extraviara la calma, y se comportara como un imbécil; se veía furioso.

—Solo ha pasado
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